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La guerra de las familias del PD

A la espera de las primarias de abril, las distintas facciones del Partido Democrático italiano no se ponen de acuerdo en si apoyar o no a un gobierno encabezado por el Movimiento Cinco Estrellas

Ismael Monzón Roma , 14/03/2018

<p>Matteo Renzi, en la rueda de prensa del 5 de marzo, en la que dijo que no se aliarían con el Cinco Estrellas.</p>

Matteo Renzi, en la rueda de prensa del 5 de marzo, en la que dijo que no se aliarían con el Cinco Estrellas.

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Los Bonanno, los Colombo, los Gambino, los Genovese y los Lucchese. No fueron familias ficticias popularizadas por El Padrino o Los Soprano, sino los clanes que controlaron el crimen organizado de Estados Unidos a mediados de siglo XX. Un complejo equilibrio de fuerzas que tuvo también su cadena de asesinatos más allá de la pantalla hasta la irrupción de Lucky Luciano, quien logró que las cinco familias salieran favorecidas firmando la paz entre ellas. Luciano y sus compinches fueron bautizados en sus inicios como los Jóvenes turcos por cuestionar la rigidez de los mafiosos tradicionales. En el Partido Democrático (PD) italiano también existen los Jóvenes Turcos. Y los Franceschini, Martina, Emiliano y los renzianos. Otras cinco familias, no exentas de parientes cercanos, que acaban de reabrir la guerra por imponer su hegemonía en el partido.

En realidad el conflicto ha sido la forma de vida de esta formación que nació hace una década para sostener al Gobierno de Romano Prodi y servir como contrapeso a la derecha de Silvio Berlusconi. En el PD confluyeron los Demócratas de Izquierdas, herederos del antiguo partido comunista, y La Margarita, un grupo liberal que recogía la tradición izquierdista de la democracia cristiana. Esta unión ya la había conseguido El Olivo, una coalición bajo la batuta de Prodi, que consistió en agrupar a todas esas fuerzas a las que se les consideró ‘el centroizquierda’. La novedad que aportaba el PD era consolidar esa confluencia en una estructura de partido fuerte inspirada en valores progresistas, medioambientales y europeístas.

“Las raíces las sentimos todos, son lo que le da fuerza al árbol”, dijo entonces el exalcalde de Roma Walter Veltroni, el otro gran padre fundador del partido y primer secretario general. Sin embargo, un año más tarde de la puesta de largo, cayó el Gobierno de Prodi, Veltroni se presentó a las elecciones y las perdió claramente ante Berlusconi. Las raíces del PD no tardaron en inflamarse, por lo que en 2009 se celebraron las segundas primarias de la formación, en las que se impuso Pierluigi Bersani, que representaba a la vieja guardia más izquierdista. Junto a él estaba también Massimo D’Alema, antiguo primer ministro, antiguo comunista y aún muñidor de todo lo que se mueve en la izquierda italiana. 

En realidad el conflicto ha sido la forma de vida de esta formación que nació hace una década para sostener al Gobierno de Romano Prodi y servir como contrapeso a la derecha de Silvio Berlusconi

Con el partido en la oposición y la destitución de Berlusconi –instigada por Europa tras una gigantesca crisis de la deuda– el PD logró ganar de nuevo las elecciones en 2013, aunque con una mayoría tan exigua que Bersani no fue capaz de formar Gobierno. El país vivió meses en la parálisis política y en el partido se abrió de nuevo la guerra. El presidente de la República, Giorgio Napolitano, llamó al democristiano y liberal Enrico Letta para encabezar el Ejecutivo, mientras en el PD emergió la figura de un joven, alcalde de Florencia, que con 38 años se impuso en las segundas primarias a las que se presentaba ante Bersani. 

Matteo Renzi no sólo comenzaba su fulgurante carrera en la política nacional, sino que conformó una nueva corriente y puso patas arriba la antigua correlación de fuerzas del Partido Democrático. Con la idea de despojarse de las antiguas ideas, la nueva estrella de la política aupó a la dirección del partido a su círculo de confianza de las esferas florentinas. Apenas dos meses más tarde consumó el golpe de Estado contra Enrico Letta y varios de esos estrechos colaboradores se convirtieron en ministros o visitadores habituales del Palacio Chigi [sede del Gobierno]. El PD quedaba ahora en manos de los renzianos, hijos posmodernos de Maquiavelo. 

El caso es que la ‘tercera vía’ de Renzi le devolvió a la antigua fuerza socialdemócrata un aire que no tenía desde las memorables disputas con Berlusconi. El empuje de un Gobierno reformista sofocaba a las minorías internas que, sin embargo, esperaban agazapadas a que llegara su momento. Y llegó. Porque tan imparable fue el ascenso como la caída. Matteo Renzi perdió el referéndum constitucional en el que había basado su legislatura, por lo que se vio obligado a dimitir como primer ministro. Sin embargo, a diferencia de lo que había ocurrido en otros momentos de la historia del partido, se celebraron primarias y no sólo no hubo renovación, sino que Renzi impuso su mayoría para salir reelegido sin abrir siquiera un debate interno. Esa corriente izquierdista que nunca soportó el nuevo liderazgo se escindió y en las recientes elecciones del 4 de marzo el centroizquierda consiguió el peor resultado de su historia con un 18,7% de los votos. 

Esa corriente izquierdista que nunca soportó el liderazgo de Renzi se escindió y en las elecciones del 4 de marzo el centroizquierda consiguió el peor resultado de su historia con un 18,7% de los votos

A Matteo Renzi no le ha quedado otra salida que dimitir como secretario general del PD. Pero mientras se abre de nuevo la guerra fratricida, las diferentes familias deben tomar una decisión trascendental: favorecer de algún modo un Gobierno del Movimiento 5 Estrellas (M5E) o reorganizarse desde la oposición. En su postura está el futuro de lo que quieren ser, aunque también en su omisión puede haber graves consecuencias. El M5E ya ha buscado un primer contacto con el PD, pero si no lo encuentra podría intentar un pacto con la Liga, con los que ya ha habido algún guiño, lo que supondría un Gobierno abiertamente euroescéptico y opuesto al sistema político actual. Por otra parte, un bloqueo permanente llevaría tarde o temprano a nuevas elecciones, a las que habría que acudir con una nueva ley electoral. Y en estos momentos el M5E y la Liga Norte gozarían de una mayoría parlamentaria suficiente para aprobar una norma que establezca mayorías claras, con la que previsiblemente se impondría un nuevo bipolarismo protagonizado por ambos.

El Partido Democrático ha perdido 2,5 millones de votantes y cerca de un 10% se le han ido al Movimiento 5 Estrellas. De ahí que Renzi se haya negado en rotundo –“no a un gobierno con los extremistas”, dijo– a pactar con una formación que además ha basado su estrategia en el acoso y derribo contra su Gobierno. El ex primer ministro intentó convertirse en garante de esta negativa ofreciendo una dimisión que sólo se haría efectiva en el momento en el que se formara un Gobierno, aunque después de comprobar que cerca del 90% del partido se muestra contrario al pacto con el M5E ha aceptado arrojar antes la toalla. Su sucesor, Maurizio Martina, ya ha tomado las riendas de forma interina. También renziano, joven (39 años) y con experiencia de Gobierno como ministro de Agricultura en funciones, ofreció el mismo mensaje: “que gobiernen Movimiento 5 Estrellas y Liga, nosotros vamos a la oposición”.  

En el otro bando, de momento, sólo se han manifestado dirigentes regionales, pero estos asuntos se manejan con discreción y tanto el actual primer ministro, Paolo Gentiloni, como el presidente de la República, Sergio Mattarella, podrían estar más interesados en que haya un gabinete del M5E antes que un país sin Gobierno. Se calcula que cerca del 60% de la dirección del PD y unas tres cuartas partes de los diputados y senadores son leales a Renzi, ya que éste hizo unas listas a su imagen y semejanza para poder controlar el juego parlamentario anticipando el bloqueo esperado. “Sin embargo, en el momento de la derrota el concepto de la fidelidad se hace más débil”, comenta Piero Ignazi, experto en Política Comparada de la Universidad de Bolonia. No será Renzi, pero de momento ha conseguido que sea uno de los suyos quien comande las primeras consultas con el resto de grupos. 

Mientras tanto, en abril deberán convocar un congreso que conduzca a las primarias. Se tirarán de nuevo los dados, por lo que el resultado puede ofrecer también un cambio de estrategia. De entre los aspirantes a convertirse en el próximo secretario general destaca Graziano Delrio, ministro de Infraestructuras en funciones y también de la familia renziana, que representaría una opción renovadora pero no rupturista. Otro candidato, el histórico del PD y actual ministro de Bienes Culturales, Dario Franceschini, encarnaría una vuelta tranquila a las esencias. Mientras que los llamados ‘Jóvenes turcos’ ya demostraron que sus fuerzas son limitadas con la derrota ante Renzi en primarias del poco carismático Andrea Orlando, aunque éste podría aupar a Luca Zingaretti, recién elegido presidente de la región del Lazio. Zingaretti podría acoger de nuevo a los escisionistas del PD y sería el más proclive a pactar con el M5E. El otro aspirante en las últimas primarias fue Michele Emiliano, gobernador de Apulia, que también se ha mostrado favorable a dialogar con el Movimiento 5 Estrellas. 

De entre los aspirantes a convertirse en el próximo secretario general destaca Graziano Delrio, ministro de Infraestructuras en funciones, que representaría una opción renovadora pero no rupturista

El ministro del Interior, Marco Minniti, procedente de las filas comunistas, afirmó recientemente en una entrevista en La Stampa que “mientras el M5E estaban recogiendo votos, el PD estaba reflexionando sobre el fascismo y el antifascismo, como si se hubiera perdido el contacto con la realidad”. Una semana antes de las elecciones, hubo una manifestación en Roma contra el racismo apoyada por el PD, en la que dominaron sindicatos y organizaciones de partisanos, ni siquiera inmigrantes. Una imagen apolillada de la que sacó rendimiento por un lado la derecha, que hizo bandera del discurso antiinmigración, y por otro el M5E, que se mantuvo al margen de esta vieja división ideológica. 

El propio sindicato CGIL, de tradición comunista, advierte que sus afiliados votan ahora mayoritariamente por el 5 Estrellas, por lo que sus relaciones con ellos serían de lo más cordial. Así que la pregunta que se abre en este momento es si el partido liderado por Luigi Di Maio puede ocupar el vacío que deja la izquierda tradicional. “Es complicado, porque no se sabe qué dirección afrontarán. Lo que sí es evidente es que la crisis de la socialdemocracia se extiende a toda Europa, aunque el panorama para el PD no es tanto el del PASOK en Grecia, sino el del PSOE en España o el del SPD alemán. Lo que debe hacer ahora es lo que no ha hecho nunca, preguntarse cuáles son las políticas que debe llevar a cabo una fuerza que recoge la tradición socialista”, responde el politólogo Piero Ignazi.

Una opinión que coincide con la de Miguel Gotor, una de las mentes más brillantes que abandonaron el PD en la última escisión. “Hay que remarcar que el campo progresista se debe reorganizar desde una izquierda plural”, subraya. La suya, que se tradujo en un partido llamado Libres e Iguales que tan sólo ha obtenido el 3,4% de los votos, es la de una formación que abandonó el Partido Democrático ante “la debacle a la que le conducía Renzi”, pero que no descarta volver a cooperar con ellos. Según Gotor, el 5 Estrellas no puede representar a la izquierda, al considerar que se sitúan en un “extremismo de centro, con un sector derechista mayoritario y otro izquierdista también presente”. No obstante, cree que lo más inteligente sería apoyar un Gobierno de Di Maio, porque de lo contrario se les “daría la oportunidad de seguir comandando un voto de rabia desde la oposición”.

La decisión recae fundamentalmente en el PD, así como la estrategia para la refundación de la socialdemocracia italiana dependerá de la nueva dirección que escoja el partido. Más allá de los fieles a Renzi –que no participará en las primarias–, ninguna de las familias parece contar con una ventaja clara y ni siquiera se aprecian grandes líderes en el horizonte. Pero, como sostiene Miguel Gotor, “los tiempos en la política se han abreviado” y en Italia “difícilmente se gana o se pierde para siempre”. De ahí que la izquierda de este país siga esperando a un Lucky Luciano que si no consigue la paz, logre al menos que los clanes cooperen con un objetivo común. 

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Autor >

Ismael Monzón

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1 comentario(s)

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  1. Pietro Cadelli

    ¿Pero de veras vosotros de ctxt no podeís escribir dos lineas sobre Italia sin forrarlas de tópicos rancios y con cierto tufillo xenofobo? ¿De veras cree Usted señor Monzón que la parrafada sobre la mafia americana sirva de algo para entender lo que ocurre en Italia o en el PD hoy? La Mafia ha sido y es una gran tragedia que recae sobre todo sobre los más desfavorecido, es duelo, crueldad y sufrimiento por muchas personas en mi país. Es otra la actitud que se tiene que tener cuando se escribe de Mafia. Pero la mafia no tiene nada que ver col el contenido de su articulo. Está ahí al comienzo para marcar tópico, para confirmar prejuicios. ¿Le parece serio esto? Que comparación seria puede hacer una persona seria entre el PD (qué yo no aprecio) y la mafia nuevayorquina de los cincuenta? Esto desprestigia el artículo y quita valor desde el principio a su análisis.

    Hace 6 años

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