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Y lo impensable pasó. Y pasó dos veces. Rajoy, el señor cuya barba parecía haber brotado, echado raíces, crecido y blanqueado de un asiento institucional de cuero, queda destituido –podado en este caso– como presidente del Gobierno. Lo sustituye otro imposible, Pedro Sánchez, el hombre que nunca debió estar allí. El hombre al que los poderes le pegaron una patada cuando se negó a seguir regando aquella barba, volvió de la mano de los militantes para poner contra las cuerdas a los mandamases de su partido y a los editoriales de El País. Tras volver con el culo dolorido y la cabeza alta, una carambola a siete bandas lo coloca en una posición que se hubiera pagado 1.000 a 1 hace unos días en las casas de apuestas: presidente del Gobierno de España. Cuando lo he visto rotulado así en la tele por primera vez, he mirado a una esquina superior de mi salón para descartar que hubiera cámaras instaladas y todo esto fuera una broma.
No es una broma y a los ministros, diputados y cargos del PP se les nota en la cara. No esconden el enfado y la perplejidad. Y es normal. Cuando uno ha conseguido que se normalice la corrupción, cuando uno ha naturalizado la desigualdad, las cloacas del Estado, el quita y pon jueces, el regalar medio presupuesto a la banca tras jurar que no se haría, la destrucción de pruebas judiciales, la manipulación de la tele pública, el tapar escándalos, la policía política, el perseguir a rivales políticos, el solucionar los conflictos tensándolos a palos, el trabajador pobre que no llega a fin de mes… cuando uno ha conseguido que todo eso sea parte del paisaje, lo que menos puede esperar (y no les falta razón) es que a uno lo echen por algo del pasado que ya se sabía de sobra: nos gobierna un partido que durante décadas usó sistemáticamente el poder para enriquecerse.
Lo que viene ahora es una operación de dignidad muy delicada y compleja. El Gobierno de España está hoy en manos de los espaldas descubiertas. Cuando Zapatero desalojó del poder al PP y algunos berrearon, denunciaron complots y anunciaron mil plagas como hoy, lo hizo con el apoyo y el músculo del Partido Socialista y sus medios afines. Sánchez lo hace hoy con sólo una parte de un partido debilitado y sin red mediática que lo sujete. Su mayor apoyo, Podemos, ha sido declarado desde hace tiempo como el enemigo número uno a batir por el poder mediático y económico del país. Con esas espaldas descubiertas tienen que gobernar. Lo imposible tiene que volver a suceder una tercera vez y, a esta hora, nadie sabe cómo podrá ser, pero tiene que ser. Si hace dos años Sánchez e Iglesias se tendían mutuamente una mano llena de pinchos que los dejó en el lugar que merecían –mirando cómo Rajoy volvía a plantar su barba en la maceta del poder–, esta vez parece que ambos hayan crecido una década por sus primeras reacciones: tranquilidad y propuesta de diálogo real, que hay mucho que escribir y la buena letra no es lucimiento, sino necesidad.
Enfrente no solo tienen al PP y a la crispación que deja cuando pierde un asiento. Tienen a una gran parte de la sociedad educada en que un Gobierno del PP apoyado por dos partidos que juraron en urnas no apoyarle fue algo necesario, pero que este nuevo reparto de fuerzas es un capricho peligroso. Tienen también enfrente a todo un entramado mediático y económico que está deseando ver a Rivera dejarse barba y que no les va a dar los 100 días de margen. Ni 100 minutos. Tienen enfrente un relato masivo que ya pronostica el caos en los editoriales, como si el caos no se provocase. El pronosticador del caos me recuerda a aquellos debates que se dieron cuando Zapatero aprobó la ley de matrimonio homosexual. Si dos hombres o dos mujeres adoptan un niño, el resto de niños le van a hacer la vida imposible en el colegio, se van a reír de él porque tiene dos padres o dos madres. Solucionarlo era fácil. Si de verdad te preocupa ese niño y lo que le pase, educa al tuyo en que es normal que tenga dos padres o dos madres. Si de verdad les preocupa España, no vayan a cuchillo a por ella. Denle un mínimo margen al nuevo Gobierno y no comiencen la cacería aún. No es su finca ocupada por otros. Es más que eso.
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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