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¿Pueden ser mayoría los partidos políticos euroescépticos en el próximo Parlamento Europeo? Esta idea, absolutamente increíble hace apenas una década, podría estar lejos de ser una quimera en la próxima primavera. Para responder a esta incógnita nos acercamos a un hecho que ha pasado casi desapercibido en la prensa española: la visita a nuestro país de los euroescépticos del ENF, el grupo parlamentario que reúne en Bruselas a la Liga Norte de Matteo Salvini, al Frente Nacional de Marine Le Pen, al FPÖ austríaco, al PVV del holandés Geert Wilders y al Vlaams Belang de los independentistas flamencos en Bélgica. Visiblemente contentos tras los últimos acontecimientos ocurridos en Italia, compartimos con ellos los días 24 y 25 de mayo para, desde su hotel en Sotogrande (Cádiz), analizar qué tipo de recomposiciones políticas se están produciendo a escala europea y qué clase de efectos pueden tener sobre la viabilidad a corto y medio plazo de la UE. “No es descabellado pensar que en diez años la Unión Europea sea prácticamente irreconocible”, apunta Nicolas Bay vicepresidente del ENL y elegido diputado europeo por el Frente Nacional francés. “De algún modo, ese es nuestro objetivo”, reconoce.
No va desencaminado: las elecciones europeas del año que viene son un punto estratégico clave. Básicamente por dos motivos: 1) se celebrarán sólo dos meses después de que se produzca el Brexit. 2) la salida del Reino Unido alterará previsiblemente los equilibrios parlamentarios actuales dentro de la cámara de Estrasburgo. En este contexto, los partidos y fuerzas políticas euroescépticas aspiran a convertirse en la segunda fuerza política en el Parlamento Europeo. O incluso primera: “no es ilusorio pensar que para las elecciones europeas de 2019 vamos a conseguir una mayoría en el Parlamento los grupos políticos que queremos, no destruir la UE, pero sí transformarla profundamente”, apunta Marco Zanni, diputado europeo de la Liga Norte.
¿Es esto realista? De momento resulta difícil hacer pronósticos, pero sí se puede afirmar que no estamos ante una mera fanfarronada. La salida del Reino Unido de la UE va a producir dos efectos en términos de alineamientos políticos que es preciso consignar. El primero de ellos es un duro golpe al grupo parlamentario de los Socialistas Europeos (PSE) que perderán a uno de sus aliados más potentes en cuanto al número de diputados: el partido laborista británico. Actualmente los laboristas británicos son el tercer partido con más representantes (20) dentro del Grupo Socialista Europeo, sólo detrás de Alemania (27) e Italia (25). La cosa se complica para los socialdemócratas europeos si tenemos en cuenta, por un lado, las dificultades actuales del Partido Democrático italiano y, por otro lado, la crisis de identidad que sufre el SPD alemán. El resto de formaciones socialistas capaces de enviar a Bruselas grandes contingentes de representantes no parecen en condiciones de mejorar este mal pronóstico: el Partido Socialista Francés ha quedado reducido prácticamente a la nada mientras que el PSOE lucha todavía por levantar la cabeza. Polonia, Hungría y República Checa son ahora mismo un cementerio para los socialdemócratas. Y el Partido Socialista portugués no es lo suficientemente potente en términos cuantitativos para enmendar la situación. De este modo, uno de los grandes pilares sobre los que se asienta el modelo de Gran Coalición a escala europea (PPE y PSE gobernando juntos), presenta visos de ver muy mermada su capacidad legislativa y su número de representantes en Estrasburgo y Bruselas.
El Partido Socialista Francés ha quedado reducido prácticamente a la nada mientras que el PSOE lucha todavía por levantar la cabeza
La salida del Reino Unido de la UE puede además provocar otro efecto en el equilibrio de fuerzas dentro del Parlamento Europeo. De los tres grupos euroescépticos que existen actualmente en la cámara legislativa de Estrasburgo (EFDD, ENL y CRE), dos de ellos están liderados por partidos políticos británicos. El UKIP de Nigel Farage domina el grupo parlamentario Europe of Freedom and Direct Democracy (EFDD), donde se encuentran entre otros los alemanes de Alternativa por Alemania, los italianos del Movimiento Cinco Estrellas, los Demócratas Suecos, el Partido de los Ciudadanos Libres checos o Los Patriotas franceses de Florian Philippot. Y por su parte los tories británicos llevan la voz cantante dentro del grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos. Desde 2014 las relaciones entre estos tres grupos han sido tormentosas debido, en buena medida, a la competencia entre los dirigentes británicos y continentales por ejercer el liderazgo dentro de la corriente euroescéptica. Por eso el Brexit y la desaparición de escena tanto del UKIP como de los conservadores británicos abre la oportunidad de una nueva recomposición en este espacio político: “la salida del Reino Unido de la UE nos permite pensar en nuevas alianzas entre nosotros que superen la división actual”, reconoce Gerolf Annemans, diputado flamenco perteneciente al Vlaams Belang.
Así, con un Partido Socialista Europeo hundido y un Partido Popular Europeo tambaleante, la posibilidad de que los grupos euroescépticos logren conformar una mayoría de bloqueo en el Parlamento de Estrasburgo no es en modo alguno descartable. De hecho ese es el primer objetivo que se marcan los eurodiputados del ENL: “nos estamos jugando que las fuerzas del establishment, el PPE y el PSE, tengan o no una mayoría en el Parlamento Europeo”, señala Nicolas Bay. “Porque si no la tienen, entonces Europa no va a tener más remedio que cambiar”, concluye el eurodiputado italiano Marco Zanni.
Una política de alianzas ambiciosa
La primera consigna del ENF de cara a las elecciones europeas de la próxima primavera es, por tanto, sumar fuerzas. En tres pasos sucesivos: empezando por el más sencillo hasta llegar al más complicado. El primer paso apunta a reunir bajo un mismo grupo parlamentario a las principales fuerzas de la derecha euroescéptica europea: desde Alternativa por Alemania al FPÖ, pasando por la Liga Norte, el Frente Nacional, el PVV, los Verdaderos Finlandeses, el Vlaams Belang o los Demócratas Suecos. O, lo que es lo mismo: fundir en un mismo grupo parlamentario a las fuerzas que antes estaban divididas entre el EFDD y el ENF. Este primer paso parece el más factible: “lo más normal es que lleguemos a acuerdos con estas fuerzas políticas porque llevamos trabajando en ello desde hace tiempo y porque hay buena predisposición”, reconoce Nicolas Bay.
El segundo paso se orienta a integrar a pequeños partidos que se espera que logren representación en los próximos comicios europeos. Se trata particularmente de los checos del SPD, el partido Volya de Bulgaria y los griegos de Nea Dexia. El objetivo pasa por tejer una red que abarque a la mayor cantidad de países con el fin de alcanzar una “voz plural y netamente representativa de lo que significa hoy Europa”. Dentro de esta política de alianzas con pequeños partidos podría entrar VOX, pero las miradas de los principales líderes euroescépticos (en cabeza de los cuales está hoy Matteo Salvini) no se dirigen ahora tanto hacia España como hacia Europa del Este. Sin lugar a dudas deberíamos prestar más atención analítica a lo que está sucediendo actualmente en esta región de Europa, puesto que está siendo escrutada como laboratorio político por las principales fuerzas de la derecha radical europea, y muy particularmente por sus ideólogos.
El tercer paso consiste en agregar al futuro “frente común euroescéptico” a los conservadores polacos (cuyas expectativas electorales son en estos momentos inmejorables), y, sobre todo a los húngaros de Fidesz. El partido de Viktor Orban está siendo insistentemente cortejado por los grupos adscritos al ENF. Sin embargo, los diferentes representantes del ENF reunidos en España difieren respecto a las posibilidades de que la formación húngara termine abandonando el Partido Popular Europeo para adherirse a la alianza eurocrítica. Así, mientras el Frente Nacional francés y los flamencos del Vlaams Belang no cierran la puerta a una posible inclusión de Fidesz dentro de sus filas, los italianos de la Liga Norte se muestran mucho más reservados: “no creo que el señor Orban se salga del PPE porque para él es una palanca para poder presionar a la UE, y al mismo tiempo para el Partido Popular Europeo también es importante contar con Orban porque creen que manteniéndole dentro de su grupo lo pueden controlar mejor”, señala Marco Zanni.
En cualquier caso, continúa Gerolf Annemans, “ya sea con nosotros o dentro de un grupo euroescéptico soft, lo cierto es que los federalistas europeos no van a poder continuar su proyecto”. El asunto de fondo para todos ellos, belgas, franceses, italianos y austríacos, es lograr agregar el suficiente número de escaños como para contrarrestar el efecto Macron; es decir, alcanzar una suma tan grande y representativa de los “pueblos de Europa” que haga implanteable el impulso federalista que Emmanuel Macron (con convencimiento) y Angela Merkel (al arrastre) pretenden dar a la UE. Por eso los diputados europeos reunidos en Cádiz insisten una y otra vez durante la conversación en el valor de encrucijada del momento actual y en la debilidad potencial de las intenciones del presidente francés y la canciller alemana. El líder flamenco Gerolf Annemans lo plantea con mucha claridad: “¿vamos a salir de una vez del multiculturalismo de la UE para alcanzar otro tipo de Unión Europea basada sobre la identidad nacional y sobre la libertad de los países miembros, o vamos a continuar profundizando en estructuras antidemocráticas en las que nada se puede plantear y cualquier disidencia es tachada de herejía? ¿Estamos en condiciones de plantear una Unión Europea de la cooperación y no de la imposición?”. “Yo no lo descartaría”, reflexiona el representante italiano Marco Zanni, “porque somos muchos los que con diferentes tonalidades estamos reivindicando lo mismo, o sea: devolver competencias desde Bruselas a las capitales europeas”.
Un futuro polarizado
“En mi opinión, a medio plazo o incluso diría a corto plazo, se va a imponer una reforma de la UE”, sostiene Nicolas Bay, vicepresidente del grupo y portavoz del Frente Nacional. El optimismo es la nota dominante entre todos ellos, no sólo por los ejemplos recientes de Austria e Italia, sino sobre todo porque están convencidos de que se está produciendo una recomposición de las identidades políticas a escala europea que les beneficia. O, lo que es lo mismo: una polarización entre nacionalismo y cosmopolitismo, entre globalistas y patriotas, que les hace protagonistas de la situación política. La delegación del Frente Nacional cree ver en el contexto de la UE una reproducción de lo sucedido en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas. Y estima que esa será la tendencia del futuro: “pienso que estamos viviendo una auténtica recomposición política en Europa que consiste esencialmente en ver, por un lado, cómo los mundialistas se federan entre sí y, por otro lado y frente a ellos, cómo se erige una alternativa que defiende la nación, el pueblo y la identidad. Y la polarización sobre este eje, que ya vemos en Italia, Austria, Polonia o Hungría, barre por completo la antigua diferencia entre izquierda y derecha”, continúa Bay. “Pero esto no es que lo digamos nosotros, es que lo están diciendo los pueblos europeos”, secunda el italiano Zanni.
Con estas gafas analíticas, los euroescépticos leen en la coyuntura europea los signos que esperan encontrar. Piensan que hay una corriente de fondo que conduce a Europa indefectiblemente hacia un debate identitario. Por eso en sus discursos públicos ya no cargan tanto las tintas sobre lo social como sobre el plano de la cultura y de la identidad. Están convencidos de que la demografía es la protagonista de la evolución política actual y de la recomposición europea en ciernes. Todos ellos han leído con interés el libro de Renaud Camus “El gran reemplazo” en el que se afirma que la evolución demográfica del planeta va a provocar una fuerte presión migratoria sobre los países desarrollados de la UE que marginará a la población “autóctona” europea. Y que, por tanto, el eje protección de la identidad / disolución de la identidad será decisivo en las próximas décadas. De ahí que apuesten su capital político al combate entre multiculturalismo cosmopolita y nacionalismo identitario convencidos no sólo de que les está dando réditos ya en el presente, sino de que les ofrecerá más beneficios en el futuro.
Hoy las últimas encuestas al Parlamento Europeo otorgan tres eurodiputados a la formación de Santiago Abascal (VOX)
Si, como subrayan los representantes de la derecha euroescéptica, la pelea política del futuro se dará en torno a la cuestión de la identidad (vinculada con la sangre, la tierra y la Historia), entonces es lógico que argumentaran que el motivo principal de su visita a España era la supervisión que la UE realiza de sus fronteras exteriores. Y también que se reunieran con la Guardia Civil y los agentes de Frontex para informarse de la política de control de flujos migratorios. Incluso que se lamentaran de las dificultades de la extrema derecha española para salir de la invisibilidad política. Pero: ¿cuál es su relación con la ultraderecha española? ¿piensan establecer algún tipo de vínculo con el partido de Santiago Abascal?
La relación con VOX
Los líderes europeos del ENF no son ajenos a las últimas encuestas que dibujan una dinámica electoral ascendente para la formación ultraconservadora española. De hecho, en un principio la visita a nuestro país se planteó como una ocasión de ofrecer publicidad y oxígeno político al partido de Santiago Abascal. Las relaciones entre VOX y el grupo parlamentario Europe of Nations and Freedom se han ido anudando gracias a la intermediación del Frente Nacional y, muy particularmente, a través de las visitas a España del recientemente fallecido Édouard Ferrand. Para los euroescépticos europeos tener un partido de referencia en España es un objetivo político de primer orden.
Sin embargo, los últimos enfrentamientos entre el presidente de VOX y Matteo Salvini a través de Twitter a cuenta de la situación en Catalunya desbarataron la posibilidad de que los ultraconservadores españoles acudieran a la cita del ENF como invitados. La Liga Norte y el Vlaams Belang belga los vetaron. Hasta el punto de que hoy nadie parece querer saber nada de ellos: “ahora mismo pensamos que España no está preparada para enviar miembros al Parlamento Europeo que puedan incorporarse a nuestro grupo. Nosotros somos partidos modernos, con historia, con capacidad, con inteligencia, y parece que VOX no tiene nada de eso”, sentencia contundentemente el diputado flamenco Gerolf Annemans. Y en la misma línea se pronuncia Marco Zanni, de la Liga Norte: “las relaciones entre VOX y nosotros no siempre son fáciles. Además pensamos que en España el espacio del soberanismo eurocrítico está dominado por la izquierda”.
A pesar de ello, nadie se atreve a cerrarles las puertas, especialmente si consiguen representación parlamentaria: “nuestra intención es mantener la buena relación con VOX porque estamos deseando que emerja en España un movimiento político que defienda la nación, la protección y otra visión de Europa. Así que si consiguen un buen resultado hablaremos”, reconoce Nicolas Bay. Hoy las últimas encuestas al Parlamento Europeo otorgan tres eurodiputados a la formación de Santiago Abascal, así que no es descabellado pensar que estos contactos se seguirán produciendo y que incluso se intensificarán en los próximos meses. En juego están las expectativas de los grupos euroescépticos de ser mayoría en el Parlamento de Estrasburgo.
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Gráfico 1: Sondeo publicado por Electomania el 5 de junio de 2018
Queremos sacar a Guillem Martínez a ver mundo y a contarlo. Todos los meses hará dos viajes y dos grandes reportajes sobre el terreno. Ayúdanos a sufragar los gastos y sugiérenos temas
Autor >
Guillermo Fernández Vázquez
Investigador en la facultad de Ciencias Políticas de la UCM. Especialista en política francesa, derecha identitaria, relato y comunicación.
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