1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

DE BANDERAS Y REPÚBLICAS

Federalismo más allá del Estado

Ante los desafíos de la globalización, muchos se están blindando por arriba en relación con las instancias de integración política regional o global; pero también impiden el reconocimiento de cualquier cambio por abajo en las estructuras territoriales

Carles Ferreira 27/06/2018

<p>Caricatura publicada en la revista <em>La Flaca</em> en 1873</p>

Caricatura publicada en la revista La Flaca en 1873

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

CTXT es un medio financiado, en gran parte, por sus lectores. Puedes colaborar con tu aportación aquí.

La integración política, el federalismo y el reconocimiento de las singularidades son sin duda los mejores arreglos institucionales para gestionar sociedades complejas, plurinacionales y cosmopolitas. El embate de la globalización, con sus ventajas y sus inconvenientes, ha hecho aún más necesaria esta pulsión federalizante por motivos de sobra conocidos. El embridaje de una economía desregulada al servicio de unos pocos, la multiculturalidad y la gestión de las migraciones, el fomento de la paz mundial o la lucha contra el cambio climático son quizá los argumentos más relevantes en favor de, como mínimo, una mayor cooperación política y ciudadana a escala planetaria.

Esta necesidad acuciante de una mayor solidaridad transnacional está chocando, paradójicamente, con unos viejos Estados nacionales que, a medida que se van vaciando de soberanía real, apuntalan sus aparatos coercitivos y simbólicos a modo de disimulo. El rey está desnudo, pero su corona de oro macizo y su espada reluciente –permítanme esta licencia literaria– centran todas las miradas. Esto vale para los regímenes autoritarios o híbridos –el caso de China, Rusia o Turquía–, pero también para las democracias consolidadas como los Estados Unidos de Trump. Y qué decir, por supuesto, de los nuevos movimientos populistas que ya empiezan a ocupar sillones ministeriales en muchos países de la vieja Europa. Algunas de las formaciones políticas tradicionales, acomplejadas, reaccionan mimetizando su discurso.

Ante los desafíos de la globalización, pues, muchos Estados se están blindando por arriba, esto es, en relación con las instancias de integración política regional o global; pero también impiden el reconocimiento, en muchas ocasiones, de cualquier cambio por abajo en las estructuras territoriales preconstituidas –propias o ajenas–. En el marco de la Unión Europea, por ejemplo, parece casi imposible una institucionalidad más integrada, al mismo tiempo que, como dijo Juncker no se quiere una UE de 98 Estados. El exprimer ministro francés Manuel Valls, nuevo azote del independentismo, también lo dejó muy claro: “No tenemos que permitir la posibilidad de salirse de los Estados naciones que ya existen, no tenemos que tocar las fronteras”.

La nación y la prepolítica

Esta rotundidad en defensa de la integridad territorial de los Estados puede ser problemática en aquellos casos donde minorías nacionales territorializadas reclaman para sí el derecho a la autodeterminación. Afirmaciones como la que hizo hace un par de años el nuevo presidente del gobierno, el socialista Pedro Sánchez –“La unidad de España es una cuestión “prepolítica”–, colisionan claramente con el principio democrático. El profesor Miquel Caminal –luego volveremos a él– defendía precisamente que los Estados-nación no son nada democráticos en lo que se refiere a su integridad territorial, y hacía referencia a que no reconocen en sus ordenamientos constitucionales el derecho a la autodeterminación de las naciones que puedan formar parte de ellos.

Es evidente que en los movimientos independentistas hay elementos de repliegue identitario, pero no es menos cierto que también podemos encontrar señales inequívocas de progresismo y europeísmo

En este sentido, es evidente que no podemos estar constantemente debatiendo y votando sobre las fronteras de nuestros Estados, pero también lo es que cuando surgen movimientos que problematizan los límites vigentes del pueblo, de forma pacífica y persistente, hay que dar respuestas políticas a ello –así ocurrió en Escocia o en Quebec–. Además, éstos movimientos no tienen porqué ser necesariamente supremacistas o insolidarios. Si me permiten la digresión, sigo sin entender por qué apoyar la independencia de Cataluña es supremacismo, pero defender la independencia de España –aún no he oído a ningún líder español abogar por la anexión a Francia, por poner un ejemplo– es cosmopolitismo de vanguardia. Es evidente que en los movimientos independentistas hay elementos de repliegue identitario, pero no es menos cierto que también podemos encontrar señales inequívocas de progresismo y europeísmo. Miren el caso de Escocia, donde ganó el remain de forma abrumadora en todas y cada una de sus regiones, mientras que en el resto del Reino Unido se impuso el Brexit –con argumentos contrarios a la inmigración o a la transferencias fiscales hacia territorios más pobres–.

Entrando ya en el caso catalán, históricamente, la solución federal habría sido la más acertada desde un punto de vista racional. El problema lo hemos encontrado principalmente en el nacionalismo español, incapaz de comprender otras realidades políticas en su seno –no solamente folclóricas– u otras formas de sentirse parte de un proyecto común. Pero el nacionalismo en Cataluña también ha cometido el error de pensar la nación como algo esencializado, subordinando con la retórica de la “diversidad” –los “diversos” son los otros– a una parte de la ciudadanía, empujada hacia los márgenes del imaginario colectivo. Cataluña también tiene que pensarse como un proyecto plurinacional, ya que aquí conviven dos naciones: la de los catalanes que se creen nación, y por tanto, piensan en España como un agente externo; y la de los catalanes que creen que viven en España y que una hipotética nacionalidad catalana es una ficción fabricada a medida de unos pocos. El arreglo federal permitiría que unos y otros convivieran con un grado de satisfacción aceptable, apaciguando las tensiones identitarias que hemos visto agitarse en los últimos tiempos. Esto sería también coherente con la tesis que he defendido al principio del artículo, sobre una mayor integración política y una mejor gestión de la diferencia. ¿Qué podría fallar?

... O qué ha fallado

El profesor Miquel Caminal sostenía en su magnífica Trilogía federal que “cuando el nacionalismo de estado se cierra a cal y canto, el federalismo contempla la opción democrática de la secesión”. Si hoy el independentismo es hegemónico en Cataluña, lo es en parte por muchos federalistas hastiados de la cerrazón centralista y homogeneizadora de las élites del estado. En el último párrafo, el ya fallecido politólogo escribía explícitamente que “la obligación de todo federalista es promover la unión en la diversidad, pero cuando esto no es posible, también asume el deber y el derecho a promover la secesión o independencia, cuando sea la última opción, cuando todas las demás han resultado baldías o imposibles”.

Esto lo escribía en octubre de 2013, después de la sentencia del Tribunal Constitucional contra el Estatuto y de la feroz campaña del Partido Popular contra el autogobierno. Aquélla sentencia cerró las esperanzas de avanzar hacia el federalismo en el actual marco constitucional, un marco que para unos era un punto de partida mientras que, para otros, lo era de llegada. El enésimo intento de “encaje” cristalizado en el pacto de 1978 había saltado por los aires, y como ha sucedido históricamente, los federalistas nos sentimos abandonados y a la intemperie en relación con el peor gobierno de España de las últimas décadas, el de M. Rajoy con mayoría absoluta.

La vasta experiencia histórica –150 años de catalanismo político– da una base empírica suficiente para que muchos, en Cataluña, lleguemos a la conclusión de que la transformación del Estado en un sentido federal es una quimera. Pero hay más argumentos: no existe una cultura federal en España, las preferencias territoriales y nacionales de ambas poblaciones –la de Cataluña y la del resto del estado– son antagónicas, reforzadas a su vez por distintos sistemas mediáticos, culturales y políticos; las mayorías parlamentarias para realizar cambios profundos siempre requerirán de la concurrencia del nacionalismo español, e incluso si las fuerzas federalizantes consiguieran imponer transformaciones en el ordenamiento territorial del estado, estaríamos permanentemente sujetos a la arbitrariedad de una victoria de la derecha más recalcitrante que restauraría el antiguo orden uninacional. Además de todo esto, la actitud del PSOE –sus nombramientos ministeriales son un ejemplo– también plantea dudas en relación a si su proyecto para España solo pretende redondear el actual estado de las autonomías, o si está dispuesto a redistribuir el poder más allá del reconocimiento cultural-folclórico de las singularidades regionales.

no existe una cultura federal en España, las preferencias territoriales y nacionales de ambas poblaciones –la de Cataluña y la del resto del estado– son antagónicas, reforzadas a su vez por distintos sistemas mediáticos, culturales y políticos

Si aceptamos todo esto como cierto, el desesperanzador panorama no mejora si echamos la vista Cataluña hacia adentro. Con menos del 50% de apoyo popular, y después de un fallido embate contra el Estado, el proyecto independentista tampoco parece capaz, al menos a corto de plazo, de imponerse con éxito. En Cataluña hemos constatado –ya le pasó a Grecia con su referéndum sobre el memorándum europeo– los límites de la reclamación unilateral de la soberanía en un contexto de gobernanza multinivel, y en la forma clásica del estado-nación.

¿Pensarnos más allá del estado nacional?

El profesor Quim Brugué escribió en diciembre un sugerente artículo titulado Estados como gato panza arriba, y sostenía una tesis que guarda mucha relación con lo que he intentado expresar aquí. Brugué decía que “presenciamos la batalla entre un estado español que intenta mantenerse y uno catalán que intenta emerger. Y ambos fracasan”. He empezado el artículo hablando del papel de los Estados nacionales en el mundo y en Europa, para después centrarme de forma más intensiva en el caso catalán. Ahora, para terminar, querría relacionar ambos elementos. De momento, nos encontramos pues ante un estado español “con corona de oro macizo y espada reluciente”, pero con menos soberanía que nunca; y una nacionalidad sin estado que pretende reclamar una soberanía muy limitada habiendo calculado mal, sin embargo, el peso de la única soberanía real del adversario: la de las porras y las prisiones.

En el contexto actual, y con todas sus contradicciones, mi posición es parecida a la que defiende el filósofo Rubert de Ventós –antiguo colaborador de Pasqual Maragall–: “El estado puede ser una pieza de arqueología política, pero aún es el gestor de la redistribución interior y el que corta el bacalao (sic) en los organismos internacionales”. Él defiende que la soberanía ha dejado de ser un concepto binario –la tengo o no la tengo– para devenir un tema analógico –¿dónde tengo la soberanía?¿en qué?–, y seguramente lleva razón. En este sentido, un estado propio para Cataluña va a disponer de más soberanía que una comunidad autónoma intervenida por el gobierno central, bajo la amenaza constante del nacionalismo español. Un estado propio con vocación universal, deseoso de diluirse en una nueva y mejor Europa. En todo caso, este es un posicionamiento personal, ante la realidad inmediata, que no tiene por qué esconder el gran reto de fondo que enfrentamos los progresistas y federalistas hoy: pensarnos más allá del estado nacional y construir una comunidad política global mucho más integrada.

En este sentido, creo que la realidad misma nos ofrece algunas pistas: en los últimos años estamos experimentando un retorno a lo local, hacia unas ciudades que se están convirtiendo en actores políticos protagonistas, con voz propia en el escenario global. Aquí, en nuestro continente, no sería descabellado imaginar una Europa pensada como red de ciudades, articuladas a través de unas eurorregiones más flexibles y arraigadas al territorio que no las rígidas fronteras de los viejos estado-nación.

En este marco, la discusión no sería si rompemos o no los vínculos institucionales entre Cataluña y España, sinó cuáles y cuántas instituciones queremos compartir –entre nosotros, con Francia, con Alemania, etc– en una Europa federal y de los ciudadanos. Quizá la independencia sea una vía para la confederación de los pueblos ibéricos, único camino posible para la fraternidad real. Quizá el cambio republicano –en Cataluña y en España– tiene que tejerse a partir de lógicas contradictorias para unos y para otros. Pero quizá todo esto sea absurdo, quimérico, inasumible. Quizá sí. Pero la política progresista va de ampliar los límites de lo posible, y la imaginación es la herramienta indispensable para conseguirlo.

-----------------------

Carles Ferreira es profesor asociado de Ciencia Política en la Universidad de Girona.

CTXT es un medio financiado, en gran parte, por sus lectores. Puedes colaborar con tu aportación aquí.

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Carles Ferreira

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

1 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. fer

    No parece que la descentralización politica y administrativa del estado de las autonomias, mayor que muchos estados descentralizados, haya servido en España para "para gestionar sociedades complejas, plurinacionales y cosmopolitas", que son la mayoría. Hay paises muy complejos, plurinacionales como el que más y cosmopolitas que ni de coña iban a federarse tanto como para llegar al grado competencial de cualquiera de nuestras 17 autonomías. Al dia siguiente estarían encerrando terroristas o golpistas autonómicos en la cárcel. Si hay que ir se va, pero ir para nada.....y habiéndolo visto ya durante los ultimos 40 años, es de tooooontos. Pero algo hay que vender, no?

    Hace 6 años

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí