Lectura
¿Es Casado un buen pescador?
Fragmento de una novela, ‘Informe de méritos’, todavía en curso
Ramón J. Soria 18/07/2018
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En la pugna entre Pablo Casado y Soraya Sáenz de Santamaría poco se ha aludido al buen conocimiento que tienen ambos sobre el lado oscuro del poder. Pablo Casado sabe moverse bien en los pantanosos terrenos del comisionismo legal y las amistades peligrosas. Lo que viene ahora es una ficción, porque la realidad siempre es más increíble. Fragmento de una novela en curso.
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Fragmento de "Informe de Méritos", novela en curso. Otro capítulo en este enlace.
(…) Volvía del exilio. Nueva Zelanda solo fue una forma de exilio o de descanso. Conste que pedí yo el destino. No me llevé mucho salvo tres cañas de pescar y el Bösendorfen. El seguro y el transporte me costó un riñón. Le tengo mucho cariño a este trasto. Había estado conmigo en Moscú y en Montevideo, así que se vino a Wellington. Es mi mejor amigo. Aunque no viene a cuento todo esto me recuerda la primera escena de la película The pianode Jane Campion, pero al mío la Fedex no me lo dejó en medio de una playa salvaje con la selva chorreante de fondo sino en el salón de mi residencia, junto a una hermosa maceta de bambú negro. Fue un regalo, no un soborno, quiero que conste en este informe de méritos que tuvo un precio de treinta y cinco mil euros, pero no fue en pago de ningún favor, sino el pago de una apuesta. Aunque suene tan chusco e inverosímil así es.
La cosa fue como sigue: mi amigo Esteban, que tú conoces, redactor de pesca de un programa de Caza y Pesca de televisión me invitó a pescar al mítico embalse marroquí de Al Wahda, que está en Ouergha. Lo que no sabía es que en el reportaje sobre “la pesca del Black Bass en África” los protagonistas serían Al-Saadi el Gadafi, Sidi Mohammed ben el Hassan y David Obiang Delgado que entonces era casi un crío. Pescamos en tres Tracker de fondo plano estupendas, último modelo. Al-Saadi era entonces futbolista, Mohammed sólo un príncipe aburrido y Davisín el mejor pescador de toda la panda. Tocamos bass enormes, alguno de cinco kilos. Nos reímos mucho, hicimos un picnic de las mil y una noches en las horas de calor del día en unas jaimas que montaron en una preciosa playa artificial de arena blanca. Esteban y su equipo rodó un documental que hoy tiene bastante valor histórico y hasta político. No todos los días se va uno de pesca con el hijo de Gadafi, el hijo de Hassan II y el hijo de Teodoro Obiang. Fue al final de la tarde cuando me piqué con Al-Saadi y nos apostamos “un capricho” por ver quien pescaba más peces. Te resumo. Evito contarte las aburridas exageraciones de todos los pescadores. El caso es que yo cogí algunos peces más y más grandes. Nos dimos la mano y seguimos la fiesta en las jaimas toda la noche. Tampoco te voy a contar nada de la fiesta, secreto diplomático, pero ya te la puedes suponer. Yo no la olvido. Al amanecer, cuando cada mochuelo nos montamos en nuestros respectivos Toyotas, me dice Al-Saadi: ¿cuál es tu capricho, amigo? Y yo de broma le digo, un Bösendorfen vertical me haría muy feliz. Volví a Madrid con el equipo de Esteban y me olvidé del tema. Dos semanas después paró en la puerta de mi casa de Granada un camión con el piano. Mi primer impulso era devolverlo pero sabía que eso sería un insulto así que no lo hice. No se enteró nadie del ministerio de todo este lío hasta mucho después y porque yo se lo conté al presidente. Por eso luego tuve que ir a Libia unas cuantas veces. Por eso dentro del ministerio estoy etiquetado como un experto en el Magreb aunque no sepa distinguir un camello de un dromedario albino.
Tras el terrible ataque de las Torres, Muammar decidió quitarse la etiqueta de colega asociado del “eje del mal” y acercarse al “eje del bien”. Recién entrado en el servicio estuve en la reunión entre Gadafi y González en Santa Ponsa donde juró y perjuró que era falso que hubiera dado a ETA ciento cincuenta millones de pesetas, aunque siempre aludía a Ceuta y Melilla como “ciudades árabes”, genio y figura. Gadafi era un número. A mí me asombraba que durante esa charla nadie dijera ni pío sobre esa cuestión. Años después estuve en la organización de la visita de José María Aznar a Trípoli. Puedes mirar todo el informe en la base, se llama El Rayo del Líder y tiene el código 23rd7oODd. El nombre del archivo es el mismo que el del caballo que le regaló Gadafi a Aznar por la visita, un pura sangre árabe precioso. Esa visita propició luego el viaje de Gadafi a España en 2007 y todos los buenos negocios que hicieron empresarios españoles en Libia. El tour fue de traca, estuvimos en Sevilla, Málaga y Madrid. Hubo flamenco, cacerías, corderos sacrificados, jaimas de seda, trescientas personas de séquito que había que meter en hoteles de lujo aquí y allá, todo el tema de su guardia de seguridad y el armamento que era un asunto muy delicado y que llevó personalmente el general Martínez. Piensa que incluso hace pocos años, en 2011, con el famoso aeropuerto de Ciudad Real sin abrir, el avión de su hijo Saif al Islam aterrizó allí porque vino a una montería en una finca manchega. De aquel viaje la prensa aireó todo aquello de la súper jaima en la que se alojó y que luego regaló a Su Majestad el Rey, las llaves de Madrid que le regaló su alcalde Alberto Ruiz-Gallardón y la entrevista con José Luis Rodríguez Zapatero, pero salieron buenos negocios y buenas comisiones para algunos compañeros del servicio gracias a petroleras, hoteleras, empresas de ingeniería y sistemas de regadío, constructoras y los fabricantes de armamento que tú sabes. Sólo en armas se exportaron más de 11 millones de euros cada año, hablo de la contabilidad A, de la B y la C ni se sabe. Ahí mejor no meterse que te muerde el monstruo, ya conoces. Estuve luego en el ajo de la organización de la visita con Moratinos en los festejos de los 40 años de la revolución, un sarao en el que pudimos estrechar relaciones con Silvio Berlusconi, Hugo Chávez y Omar al Bashir y luego en la visita de Zapatero de 2010 y en la reunión de la cumbre de Trípoli Unión Europea-África. Claro que hice amigos. Claro que ayudé en los negocios. Para eso estamos los diplomáticos. No todo va a ser tocar el piano. De esta colaboración también tengo documentos que no están en el expediente El Rayo del Líder. Muchas grandes empresas lamentaron una y mil veces la revolución libia porque allí, con Gadafi, se ganó mucho dinero. Mi gratificación fue el Bösendorfen que tiene buena reventa y una bolsa de casi un kilo de Yohimbe. Una yerba que estimula el flujo sanguíneo y mejora los orgasmos. También regalo de Al-Saadi. No es mentira, es la única planta reconocida en el listado médico de referencia de disfunciones sexuales, funciona de verdad, aún me queda bastante, un día te doy.
Por algo me vino a ver nuestro común amigo Pablo Casado en septiembre de 2010 sobre el tema de las desaladoras y depuradoras que Befesa pensaba vender a Libia. Luego salió en la prensa que su jefe Aznar había firmado una pequeña comisión de. 1% hasta el máximo de 250 millones de facturación y rebajada al 0,5% a partir de esa cantidad y cobró un adelanto de ¿100.000 euros? Escribo de memoria. Casado era el mediador en ese negocio y requirió un poco de lubricante para Fórmula 1 del ministerio. Ya sabíamos que las primaveras árabes podrían cocer los huevos de Gadafi pero nadie se lo dijo a las claras. Sólo yo. Lo escribo aquí para que conste por enésima vez en un informe. Dile a Abengoa que no se meta, Libia va a petar, tu jefe no va a ganar nada, pero va a quedar como dios ante Befesa y eso no lo olvidarán. No se lo dije así, pero mi informe era bien claro. Ni puto caso. Que si la OTAN, que si la aviación, que si la oposición organizada por la CIA. ¿por la CIA? Le recomendé que hiciera una lectura de urgencia de Legado de Cenizas. No la hizo. Hay gente que no lee y es muy inteligente. Hay gente que lee y es muy imbécil. Al margen de que sea rica, poderosa o ambas cosas a la vez.
El 22 de agosto tincaron al teniente coronel Al-Saadi el Gadafi en Trípoli. Fue capturado por el Consejo Nacional de Transición. A mí me pesaba el piano. Me llegó un SOS de Al-Saadi. Pedí permiso al jefe, al ministro, claro. Me lo dio sin decir ni mú. Sorpresa por mi parte. Me metía en una guerra africana, una guerra loca entre varios grupos que se odiaban mientras los aviones de los nuestros iban rociando bombas aquí y allá. ¿Qué pintaba un diplomático español haciendo de Pimpinela Escarlata? Sobre el terreno se sumó Nasser, americano, Madelman, ellos también estaban pagando favores. No era de la CIA sino de Inteligencia Naval. Hacía un calor del demonio. No llevábamos chaleco antibalas pero sí unas mochilas de esas que llevan los corredores de maratón llenas de agua con un tubito de plástico para poder beber con sólo girar la cabeza. Era agosto. Sobornamos al cuartel entero, diez hombres. Madelman sabía el argumentario, no era la segunda ver que lo hacía, ni la tercera. Al-Saadi me abrazó antes de montar en el todo terreno, luego me besaba las manos. No es mal tipo este hijo de Gadafi. Volvimos al desierto y otro helicóptero sin matrícula ni distintivos nos recogió. El zumbido de la turbina fue acallando el tum tum de la guerra que se cocía a menos de tres kilómetros de allí. Le llevaron a Níger, luego a México. Sé que ahora está en EE.UU. junto con su familia, con identidades falsas. Seguro que va de pesca.
En la pugna entre Pablo Casado y Soraya Sáenz de Santamaría poco se ha aludido al buen conocimiento que tienen ambos sobre el lado oscuro del poder. Pablo Casado sabe moverse bien en los pantanosos terrenos del comisionismo legal y las amistades peligrosas. Lo que viene ahora es una ficción, porque la...
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Ramón J. Soria
Sociólogo y antropólogo experto en alimentación; sobre todo, curioso, nómada y escritor de novelas. Busquen “los dientes del corazón” y muerdan.
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