Mónica Santos es periodista y activista gitana. Responsable del Observatorio de la Persecución Gitana para CTXT, ha recopilado y analizado datos para dibujar el mapa de la discriminación y persecución del pueblo gitano en Europa. Ha sido miembro de la junta directiva de la Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas y Universitarias.

¿Cuál es la situación actual de las mujeres gitanas? ¿Se enfrentan a problemas similares a los de hace unas décadas –escolarización, trabajo temprano…–? 

Para obtener un buen diagnóstico debemos cuestionar lo establecido. Si seguimos reproduciendo lo naturalizado nos convertimos en la resistencia necesaria para el poder. Todo poder necesita una resistencia, seamos justo la contraria.

Está surgiendo,  o al menos es más visible, un feminismo gitano. ¿Por qué aparece este movimiento? ¿Y por qué quiere diferenciarse del feminismo no gitano? 

Hemos olvidado que durante siglos gitanos y no gitanos hemos convivido sin mayores problemas, probablemente el hambre compartido nos hacía más humanos. Fueron los pelotazos urbanísticos los que consiguieron romper una convivencia que perduró a pesar del Estado, la Iglesia y cuantos muros se pusieron por delante. Las casas de vecinos dan buena cuenta de ello, como lo hicieron antes las morerías. 

El movimiento feminista gitano aparece porque feminismo y racismo no son compatibles. Debemos entender que el machismo y el racismo se articulan en la sociedad de la misma manera. Y necesita diferenciarse del feminismo no gitano por sentirse excluido del mismo.

¿Qué tiene que ocurrir para que se abandonen definitivamente los estereotipos que acompañan a las mujeres gitanas? ¿Estamos más cerca de esa realidad, de romper definitivamente los  tópicos?

Debemos sostener las diferencias. El otro no puedo ser yo, sino no sería otro. Es básico comprender esto. No se trata de tolerar, ya que el que tolera ejerce el poder: “Eres todo lo que te permito que seas”.

Crear comunidades donde quepamos todos, esa es la auténtica revolución, por el mero hecho del deber que tenemos los unos con los otros sin esperar nada a cambio.

El conflicto no genera violencia. La violencia se ejerce cuando una parte barre a la otra en nombre del bien común y la normalizamos.

Deseo estar más cerca de esa realidad y estoy segura que estamos en el camino correcto.

¿La organización de Jornadas Feministas, como las que se celebraran en Zaragoza en noviembre, pueden contribuir a visibilizar más a las mujeres gitanas? 

Sin lugar a dudas. Compartir espacios para el debate se hace totalmente necesario.