“Cuidado con las mujeres cuando se sienten asqueadas de todo lo que las rodea y se subleven contra el viejo mundo. Ese día nacerá el nuevo mundo”. Las palabras son de Louise Michel, poeta y luchadora de las barricadas de la Comuna de París, pero podrían haber sido pronunciadas por todas las mujeres cuyas vidas inspiran el libro Revolucionarias. Historias de mujeres combativas y rebeldes, que buscaron transformar el mundo, y, en el trayecto, revolucionaron sus propias vidas. Mujeres que desafiaron las jerarquías establecidas del patriarcado, el racismo y el capitalismo. Mujeres que soñaron con un proyecto de emancipación colectiva y dedicaron su vida a conquistarlo. 

Las primeras ideas y voces del feminismo moderno se escucharon en el fragor de la Revolución francesa. Olimpes de Gouges y Mary Wollstonecraft cuestionaron el proyecto ilustrado que proclamaba principios universales de libertad, igualdad y fraternidad, pero los negaba para más de la mitad de la humanidad.

El desarrollo capitalista y el ingreso masivo de las mujeres al mundo laboral sacudieron los cimientos de las relaciones de género. Mientras se reforzaban modelos de feminidad tradicionales que retenían a las mujeres en una “casa de muñecas”, las trabajadoras soportaban dobles agravios: agotadoras jornadas laborales, salarios más bajos que sus compañeros, acoso sexual y hacinamiento en viviendas insalubres. Al terminar el día no había tiempo para el reposo, ya que tocaba ocuparse de las tareas domésticas, ese trabajo invisible y no remunerado, necesario para la reproducción de la vida y el capital.

“¿Acaso puede ser libre el hombre si la mujer es esclava?”, se preguntó el poeta inglés Percy Shelley. El socialista utópico Charles Fourier, por su parte, afirmó que el grado de civilización de una sociedad se mide por el grado de libertad de las mujeres. Flora Tristán profundizó esas ideas y afirmó que las obreras eran las “últimas esclavas” de la sociedad moderna. Desde fines del siglo XIX, las organizaciones de las clases subalternas, socialistas y anarquistas abordaron la “cuestión femenina” y dieron forma a una corriente feminista donde confluyeron las luchas contra la opresión de género y la explotación de clase.

Las mujeres participaron en los grandes eventos revolucionarios de la historia, pero su papel fue invisibilizado por la historiografía. Encendieron la chispa de la Revolución Francesa y levantaron barricadas en la Comuna de París, sin pedir permiso para tomar por asalto su pedazo del cielo. Mujeres de todo el mundo desplegaron métodos radicales de lucha para conseguir el derecho al sufragio, mientras las trabajadoras exigían “igual trabajo, por igual salario”, organizaban huelgas, publicaban periódicos y se unían a los sindicatos. Un 8 de marzo de 1917, las obreras de Petrogrado llamaron a la huelga e iniciaron una revolución. Aleksandra Kollontai escribió que las “mujeres nuevas”, capaces de revolucionar su propia subjetividad y transformar el mundo, eran hijas del “aullido infernal de las máquinas industriales”. Antes y durante la primera Guerra Mundial, mujeres internacionalistas convirtieron las fronteras en puentes y organizaron Conferencias con delegadas de todo el mundo. El movimiento de mujeres forjó desde entonces una práctica internacionalista profunda.

Flora Tristán, Louise Michel, Eleanor Marx, Juana Rouco, Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo, Sylvia Pankhurst y Aleksandra Kollontai fueron algunas de las pioneras del movimiento de mujeres revolucionarias. ¿Por qué volver a hoy a esas precursoras? No solo porque su vida resulta inspiradora, sino también porque en su obra se encuentran aportes para pensar debates que recorren al movimiento de mujeres en la actualidad; reflexiones sobre la relación entre clase y género, críticas sobre la familia y el matrimonio, acerca de la doble jornada laboral, la socialización de los trabajos domésticos y las estrategias para la emancipación.

La segunda parte del libro está dedicada a mujeres combativas y rebeldes, referentes de grandes luchas o movimientos sociales que cuestionaron de forma radical el orden de cosas existente: Mika Etchebéhère, Domitila Chungara, Angela Davis y Azucena Villaflor. Mis propias afinidades personales influyeron en la elección de las biografías que forman el libro, pero sin dudas hay muchísimas otras que podrían ser parte de esta constelación de mujeres indómitas. 

La nueva ola feminista es hoy el movimiento social más dinámico a nivel internacional. La huelga del 8M del 2018 sacudió al planeta entero, visibilizó los trabajos de cuidados y mostró que el mundo laboral tiene rostro de mujer. Al mismo tiempo, sembró la idea fuerza de que “si nosotras paramos, se para el mundo”. Dentro de un movimiento feminista amplio y diverso, se comienzan a escuchar con fuerza voces de un feminismo antipatriarcal, antirracista y anticapitalista. Un feminismo anclado en los dolores y las reivindicaciones de la mayoría de las mujeres -las trabajadoras, las migrantes, las precarias y racializadas-, y que, al mismo tiempo, invita a imaginar la creación de un nuevo mundo, sin opresiones ni explotación. 

En este nuevo clima social y político, recuperar la historia de mujeres luchadoras y revolucionarias es imprescindible, para que el movimiento no tenga que comenzar de cero cada vez, tejiendo y destejiendo. Retomar el hilo –rojo y morado– de sus ideas y sus combates, es una tarea colectiva. 

*Este artículo está basado en la introducción de la autora al libro Revolucionarias. 

-------------------------------

Josefina L. Martínez es periodista y escritora, autora del libro Revolucionarias.