Lo advirtió la ONU hace poco más de un mes: 2030 es la fecha límite para detener el cambio climático y que calentamiento global no supere el umbral de los 1,5ºC.  Para ello, son necesarios “cambios rápidos y sin precedentes en toda la sociedad”. El ultimátum del organismo internacional, tajante, se une a una larga lista de advertencias en los últimos años, aunque parece que no se les está haciendo demasiado caso. Según los datos recientemente publicados por el INE, durante el último año el sector productivo ha aumentado sus emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera un 2,6%.

Según el portal estadístico, tanto el sector económico como los hogares emitieron durante el año pasado un total de 344 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente, una medida de emisión de los distintos gases homogeneizada en valores de CO2. El registro supone un aumento de cerca de 9 millones de toneladas respecto de 2016. Los datos también son peores que los de 2013 y 2014, antes de que se firmasen los Acuerdos del Clima en París.

Por tipo de gas, el dióxido de carbono aumentó sus emisiones a la atmósfera un 3,8%, y es el que más contribuyó al crecimiento de la tasa anual en el balance medioambiental del INE. El CO2 acapara, además, cerca del 83% del total de emisiones de los gases de efecto invernadero, con cerca de 285 millones de toneladas. Otros gases muy contaminantes, como el metano o el óxido nitroso, también aumentaron su exposición entre 2016 y 2017, con crecimientos del 0,9% y 4,1%, respectivamente.

En cuanto a las emisiones de los distintos sectores económicos, el que mayor aumento registró durante el último año fue el mercado de los suministro energéticos, donde las emisiones de gases crecieron un 12,2%. También hubo registros más altos las industrias extractivas, con un aumento del 6,6%, y en el transporte y el almacenamiento, donde crecieron un 3,5%.

Otros sectores productivos, como el que engloba la agricultura, la ganadería, la selvicultura y la pesca, y que concentran las mayores emisiones de metano, sí que consiguieron reducir su producción total de gases de efecto invernadero en 2017, con un descenso del 7,7%. La construcción, uno de los sectores menos contaminantes, también redujo sus emisiones un 6,5%.

Por su parte, los hogares –que el portal estadístico añade a la comparativa por ser una unidad de consumo final– aumentaron sus emisiones un 1% de gases de efecto invernadero, con casi 71,9 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente. 

Recientemente, la Organización Meteorológica Mundial ha alertado que, a escala global, la concentración de gases de efecto invernadero ha registrado unos niveles máximos sin precedentes en la historia. Según el organismo, si no se reducen las emisiones de forma drástica, los efectos del cambio climático – subida del nivel del mar, acidificación de los océanos o fenómenos meteorológicos extremos– serán cada vez más irreversibles. Para evitar esto, apuntan desde la ONU, las emisiones netas de CO2 deberán ser cercanas a cero en 2050 si se pretende frenar el calentamiento global en el conocido límite de los 1,5ºC.