HACIA EL 2D / CAMPAÑA Y PALANTE
Esperando a la derecha en Andalucía
Pablo Casado se ha lanzado a hacer su propia campaña: cuarenta y cinco actos electorales en la comunidad. Albert Rivera e Inés Arrimadas también comparecen como cabezas de cartel
Manuel Gare 21/11/2018
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La tesitura electoral en Andalucía se parece a una película de Michael Bay: explosiones y efectos especiales sin ton ni son para que la historia, que no te cuenta absolutamente nada de principio a fin, tenga un poco de gracia. Bam, bam, bam. La trama, repleta de protagonistas y antagonistas insulsos, intenta mantener al espectador alerta: unos cuantos actos electorales con apariciones estelares, tres o cuatro cruces de acusaciones, otra encuesta cocinada. Pum, pum, pum. ¡Dios santo! ¿Eso es un Transformer?
Acto 1 (conflicto). Contigo, pero sin ti
Lo del PP en Andalucía nunca termina de cuajar. Su mejor resultado electoral tuvo lugar en 2012, cuando por primera vez en la historia de las autonómicas andaluzas logró superar al PSOE en votos. 40,6% frente a 39,5%. La burbuja no tardó en explotar. En las autonómicas de 2015, con la irrupción de Podemos y Ciudadanos, se desplomó a un 26,7% –el PSOE se mantuvo en un 35,4%–.
El 2D es la gran prueba de fuego del PP. Ahora o nunca. Con Ciudadanos acechando como segunda fuerza, los de Pablo Casado –liderados por el actor secundario Juanma Moreno– se juegan su posición en Andalucía. Si Ciudadanos o, incluso, Podemos+IU quedan por delante, la situación sería dramática para el partido.
La estrategia para evitar esa foto es poco menos que estrambótica. Pablo Casado se ha lanzado a hacer su propia campaña por Andalucía: cuarenta y cinco (45) actos electorales. De ellos, tan solo en cuatro (ejem, 4) comparte estrado con Juanma Moreno, ahora sí, el candidato del Partido Popular a la Junta de Andalucía.
Puede que ese “contigo, pero sin ti” le sirva a Casado como parte de su perpetua campaña electoral hacia la Moncloa. Si le servirá a Moreno, todo apunta a que no.
Acto 2 (desarrollo). El flashback catalán
Si en el PP andaluz su líder ha quedado relegado a un segundo plano, en Ciudadanos casi ni sabemos quién es o qué hace: Albert Rivera e Inés Arrimadas se han apropiado de la campaña andaluza como dos cabezas de cartel que tiran de todo lo demás. Y todo lo demás es un candidato alejado de los fuegos ideológicos que Ciudadanos lleva meses prendiendo: si algo juega a favor de Juan Marín en Andalucía es que todavía representa esa idea de un partido más próximo a UPyD que al neoliberalismo.
Aún con todo, la presencia de Arrimadas, el azote del independentismo catalán, descoloca. La política jerezana irrumpe en campaña tras la reciente dimisión en bloque de la junta directiva de Ciudadanos en, precisamente, Jerez. Las razones, desavenencias en la elaboración de las listas del partido para el 2 de diciembre que, según dichos miembros –ya suspendidos de militancia– se decidieron de manera unilateral.
De aquellos barros, estos lodos: las luchas internas por llegar al poder no extrañan teniendo en cuenta que la composición de Ciudadanos en Andalucía se nutre, en buena parte, de exmiembros del PP y PSOE. Empezando por uno de los principales activos del partido en Andalucía, Luis Salvador: de senador del PSOE por Granada a estratega andaluz de Ciudadanos. Y acabando por el propio Juan Marín: de sus cameos en Alianza Popular y al Partido Andalucista –en sus orígenes, Partido Socialista de Andalucía– a liderar Ciudadanos, previo paso por Ciudadanos Independientes de Sanlúcar, partido local que fundó en 2006 y con el que gobernó en la localidad junto al PSOE.
Tras su llegada al parlamento andaluz en 2015, Marín hizo lo propio y sostuvo al PSOE. Hasta hoy. “No estamos dispuestos a que el PSOE y el PP le roben más a Andalucía y a los andaluces”, decía Marín en su último acto en Málaga. “Andalucía no es del PSOE, como Cataluña no era de los nacionalistas”, añadía Arrimadas, obviando el dato de que, a día de hoy, en Cataluña continúan gobernando los nacionalistas con mayoría parlamentaria. En matemáticas, el producto de dos números negativos resulta en uno positivo. En Ciudadanos, al parecer, también.
Acto 3 (clímax). “Votando a Vox puedes estar ayudando a Pablo Iglesias”
Enrique Rodríguez es el presidente andaluz de Nuevas Generaciones del PP. En una carta publicada a través de Facebook el pasado junio, Rodríguez se posicionaba a favor de Soraya Sáenz de Santamaría como sustituta de Mariano Rajoy para la presidencia del partido. "Soraya conecta con los jóvenes. Es reflejo de una generación preparada y con experiencia, que ahora pide paso para seguir haciendo crecer España (...) los jóvenes queremos una presidenta como Soraya", decía.
Desde su elección en verano del año pasado, Rodríguez viene impulsando junto a Nuevas Generaciones políticas jóvenes en Andalucía, como “la cuota cero para autónomos, la construcción de VPO o un abono transporte de 20 euros”. “Estamos haciendo propuestas de sentido común. No consiste en hacer grandes inventos, sino en mejorar el día a día”, apunta en una entrevista a CTXT.
—¿Cómo ha cambiado el proyecto político del PP en estos años para llegar a una mayoría más amplia de andaluces?
—El Partido Popular es el proyecto que más se parece a Andalucía y a los andaluces, con más implantación en todo el territorio. Es un proyecto que ha evolucionado al ritmo de la sociedad, pero manteniendo sus ideales firmes y sus convicciones.
Preguntado por posibles pactos de investidura, Rodríguez dice que en el PP “se sienten cómodos con todos aquellos que compartan que es necesario un cambio en Andalucía”. No obstante, advierte a los votantes: “deben ser conscientes de que a Ciudadanos no le dolerán prendas para volver a unirse al PSOE”. “Ciudadanos ya ha demostrado que no es de fiar; engañaron a 300.000 votantes, se presentaron como cambio y fueron el recambio del PSOE”.
Sobre la posible entrada de Vox al parlamento andaluz, Rodríguez cree que el partido “no puede ser alternativa en Andalucía” ya que divide el voto y hace “más difícil echar al PSOE”. “Por el sistema electoral votar a Vox puede suponer ponerle más fácil a Podemos tener un escaño. Votando a Vox puedes estar ayudando a Pablo Iglesias”, dice.
—¿Puede alguien votar un día al PP y otro a la ultraderecha?
—Creo que el voto puede variar según los intereses y los planteamientos, no todos los procesos electorales son iguales.
Acto 4 (desenlace). La reconquista del esperpento
Con un argumento tan aburrido y previsible, es inevitable que el director recurra a ciertos artificios para mantener al espectador en vilo. Dicho de otra forma: que estemos hablando de Vox es sintomático de un panorama desolador, no por ello menos esperpéntico. Hay, irremediablemente, una parte del electorado al que la idea de “reconquistar” Andalucía y España le resulta encantadora.
Así, encabezados por Francisco Serrano, un juez condenado por prevaricación –aquí va la pieza musical de nuestro largometraje, donde Serrano decide prolongar la estancia de vacaciones de un menor con su padre separado para que pueda salir de procesión en una cofradía sevillana durante Semana Santa– y abiertamente contrario a la ley de violencia género por considerarla un “negocio” que va "contra el hombre", Vox busca conseguir en Andalucía su primer escaño desde su constitución como partido político. "El único género que me interesa es el género humano", decía Serrano.
Mientras, Santiago Abascal, presidente de Vox, hace campaña en Andalucía diciendo que hay que “comer jamón en los colegios” aunque “moleste a los islamistas” y que “el que quiera comer lechuga que lo haga libremente, el que quiera comer jamón lo haga libremente y el que quiera ir a los toros también lo haga libremente”, en esa equiparación enajenada de libertades tan habitual de la ultraderecha.
A veces, cuando todo está perdido, nos dejamos arrastrar hacia la demencia. “Estoy cansado de tantas tonterías, del lenguaje políticamente correcto de los candidatos”. No dicen las cosas claras, decía el padre de Marta del Castillo, el gran fichaje de Vox de cara a las andaluzas. Antonio del Castillo, vinculado anteriormente al PP, aseguraba que en Vox “dicen lo que realmente se piensa en la calle”.
La pantalla se funde en negro. Aparecen los créditos. Se encienden las luces. Las personas que ocupaban la sala empiezan a levantarse de sus asientos. No entienden qué ha pasado, pero se muestran satisfechas. El cúmulo de escenas de alto presupuesto han suplido la ausencia de guión. A pesar de todo, la película propiciará algunas conversaciones. Sus distinguidos actores continuarán pegados a la retina del espectador durante algún tiempo.
Cuatro años más tarde, cuando parezca que caen en el olvido, sin que ni ellos ni nosotros nos demos cuenta, llegará el momento de volver al cine. Otra secuela. Cada vez con más explosiones y giros de guión. Cada vez con más presupuesto. Y, aún así, cada vez peor.
La tesitura electoral en Andalucía se parece a una película de Michael Bay: explosiones y efectos especiales sin ton ni son para que la historia, que no te cuenta absolutamente nada de principio a fin, tenga un poco de gracia. Bam, bam, bam. La trama, repleta de protagonistas y antagonistas insulsos,...
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Manuel Gare
Escribano veinteañero.
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