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EL MENTIDERO

Pensar como taxistas

Bienvenido sea el cuento chino de la economía colaborativa donde unos pocos se forran el riñón con la miseria de la inmensa mayoría

Jonathan Martínez 25/01/2019

<p>Conductor de Cabify abriéndole la puerta a una clienta. </p>

Conductor de Cabify abriéndole la puerta a una clienta. 

Manolo Finish

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Ha vuelto a suceder. Los taxistas de Madrid y Barcelona se han puesto una vez más en pie de guerra contra las multinacionales de VTC y la prensa seria, de tradición lacaya y esquirola, ha sacado la brocha gorda de difamar a los trabajadores. Los mismos que doran la píldora al monarca, al banquero o al millonario quieren hacernos creer que doblar el lomo en un puerto o en un supermercado o en una obra es un exquisito privilegio. Que los estibadores son un gremio proclive a la pereza y al follón gratuito. Que los mineros, carne de silicosis, solo saben quejarse de vicio. Que los profesores forman una cofradía de zánganos y vividores adictos a las vacaciones. Que los funcionarios, ya se sabe, no pegan un sello y se pasan el día de cháchara en el descansillo. Y así en un largo etcétera de profesionales que nunca ocupan las primeras planas hasta que a alguno de ellos le da por protestar. Y por ahí, señoras y señores, la prensa seria no pasa.

Así que estalla la huelga y los intrépidos reporteros de la prensa seria, algunos entusiastas y otros más bien mandados, acuden a los hospitales a buscar las declaraciones de alguna pobre anciana que por culpa de los taxistas –¡ay!– no ha podido recibir la visita de su nieto pequeño, el notario, que es muy buena gente y siempre le trae bombones de esos de la caja roja. Estalla la huelga y los comentaristas de la crónica de sucesos, como recién salidos del humo de Lluvia de estrellas –¡tachán!–, aparecen reconvertidos en reporteros de guerra porque todo el mundo sabe cómo se las gastan los taxistas, que lo mismo te conducen un vehículo que te disparan un misil o te degüellan un niño. Y ahí los tienes, retransmitiendo en directo desde el corazón de la batalla, en mitad del apocalipsis zombi, esto es insoportable, Ana Rosa, vamos a morir todos, cortamos la conexión, Susanna, gracias por el escalofriante testimonio.

Al otro lado también tenemos al opinador progresista, todavía resentido porque una vez un taxista le puso el programa de Jiménez Losantos en la radio y dijo muy bien, así se habla. Hay quien se la tiene jurada al taxi porque tiene un primo que tiene un vecino que tiene un amigo que es taxista y vota a Ciudadanos. O porque los taxistas no han leído a Marx o a Lenin o a Bakunin. O porque en los taxis no te ofrecen una botella de agua y no te dejan elegir la música ni los conductores parecen mayordomos ni te hablan de usted. A quién no le gusta sentirse un marqués o un negrero de algodonal durante diez tristes minutos. También hay quien dice que los taxistas iban de listos cuando se endeudaron para comprar licencias y que les está bien empleado si ahora les hacen competencia desleal. Lo mismo dijeron de quienes se hipotecaron para comprar un piso y terminaron desahuciados entre comitivas judiciales y pancartas de la PAH.

No es nuestra misión explicar aquí lo obvio, que las huelgas acarrean imprevistos e inconvenientes o que las luchas laborales, cuando se enquistan, arrastran episodios desagradables y desperfectos materiales. Que las conquistas obreras han costado legiones de piquetes y cortes de vías y carreteras y paros en la producción. Que un like en Facebook o una firma indignada en change.org tal vez nos reconforta pero lo más probable es que su eficacia sea cercana a cero. No es nuestra tarea repetir lo más básico, que en todos los sectores hay trabajadores sin conciencia de clase, que en todos los pucheros cuecen habas y en todas las fábricas se encuentran empleados que votan contra su propio tejado. Que muchos huelguistas no toman conciencia hasta que se ven enzarzados en un conflicto de intereses. Pero es que en la defensa del pan hay una dignidad tan elemental que no debería alimentar ninguna duda.

Hay otra tarea, sin embargo, que sí nos corresponde: colocar la lupa sobre el mercado de VTC. En mayo del año pasado, El Confidencial explicaba que alrededor de 10.000 licencias VTC están en manos de veintiséis empresarios españoles. Un nutritivo pastel de 450 millones de euros. Entre ellos, figuran nombres tan ilustres como el banquero vizcaíno Jaime Castellanos, cuñado de Emilio Botín e inversor del grupo de prensa Vocento, que ha presidido Moove Cars con la contribución del fondo buitre King Street. Por ahí aparece el empresario Juan María Riberas, decimonoveno hombre más rico de España según Forbes. En la empresa de VTC Cibeles vemos la mano de Bernardo Hernández, fundador de Idealista, accionista de Glovo y espadachín de la gestación subrogada. En Vector Ronda tenemos a Rosauro Varo –pareja de la actriz Amaia Salamanca– y en Auro New Transport Concept tenemos a los cerebros de Tuenti.

De Uber podríamos decir que su fundador, Travis Kalanick, es uno de los hombres más ricos de Estados Unidos y que su fortuna está valorada en 5.900 millones de dólares. En 2017, Kalanick tuvo que abandonar la presidencia de la empresa entre escándalos mediáticos y denuncias de sus trabajadores. El caso más sonoro fue el de la ingeniera y empleada de la compañía Susan Fowler, que denunció el acoso sexual de su jefe ante la pasividad de los directivos. De Uber también podemos decir que sus servicios han sido declarados ilegales en Bruselas. Que Londres llegó a revocarles la licencia por “falta de responsabilidad corporativa”. Que la justicia francesa les impuso una multa de 1,2 millones de euros por incumplir la ley. Que la justicia holandesa les impuso una multa de 600.000 euros por ocultar un robo de datos. Y así en un extenso currículum de desencuentros con tribunales y gobiernos de todo el mundo.

De Cabify, que tampoco se queda atrás, podríamos contar que ha engordado gracias a la inversión de Beatriz González, hija del presidente de honor del BBVA Francisco González. El fondo de capital riesgo de la hija del banquero se llama Seaya Ventures y también está abonado al negocio esclavista de Glovo. Durante la última huelga de taxis del pasado verano, Cabify estuvo envuelta en una polémica porque trascendió que su sede se encontraba en Delaware, Estados Unidos. Las ventajas tributarias de este pequeño estado de la costa este son tan conocidas por los emprendedores de todo el mundo que en una extensión de terreno similar a La Rioja se acumula un ratio de una empresa por cada cuatro habitantes. 

Podemos mirar hacia otro lado y pretender que la pelea del taxi no va con nosotros. Sintonizar la prensa seria y creer a pies juntillas la salmodia cotidiana de trolas catódicas. Bienvenido sea el cuento chino de la economía colaborativa donde unos pocos se forran el riñón con la miseria de la inmensa mayoría. Ovación cerrada para el curro uberizado de doce horas a cambio de un salario de mendigo. Conductores uberizados. Repartidores uberizados. Camareros uberizados. Viva el mal y viva el capital. Aunque también podríamos, Dios nos libre, pensar por nuestra cuenta. Sospechar del gato por liebre y preguntarnos por qué la prensa seria increpa a los estibadores y a los profesores y a los mineros y a los taxistas. Por qué les disgustan las huelgas y las pancartas y los gritos alborotados de quien no está dispuesto a perderlo todo. Algo habrá, vete tú a saber, para que nos hagan pensar como consumidores y no como currelas. Algo habrá, digo yo, para que les preocupe tanto que  algún día, de la noche a la mañana, salgamos a la calle a defender el pan con nuestras propias manos y dejemos de pensar como pasajeros para empezar a pensar como taxistas.

Ha vuelto a suceder. Los taxistas de Madrid y Barcelona se han puesto una vez más en pie de guerra contra las multinacionales de VTC y la prensa seria, de tradición lacaya y esquirola, ha sacado la brocha gorda de difamar a los trabajadores. Los mismos que doran la píldora al monarca, al banquero o al millonario...

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10 comentario(s)

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  1. Aspirino

    Es curioso que taxistas asalariados se pasen a la VTC hartos de estar 14 horas al volante..Es curioso que desde 1980 no se emitan licencias de taxi y se revendan por 135.000 €

    Hace 5 años 4 meses

  2. PESETOR

    @UNO, estoy de acuerdo en que ambos productos deberían morir o cambiar muy mucho para cumplir con unos mínimos aceptables. El taxi por obsoleto y desagradable, Uber/Cabify debe tributar limpiamente y no explotar a sus trabajadores.

    Hace 5 años 4 meses

  3. manuel

    Y no faltado los comentarios que explicabas en tu papel. Seguro que vale mas luchar contra los pequeños que en contra de los ladrones que nos roban nuestras vidas y las de los que vienen. La izquierda pierde cada vez por no saber ver le 90% en contra los 10% de mala gente.

    Hace 5 años 4 meses

  4. D

    No entiendo que diga ud. que las televisiones y los medios digan que no están de parte (o eso entiendo de su artículo) de los taxistas cuando 5 de 6 generalistas han sacado un titular de "taxista atropellado por un VTC" cuando solo muestran medio vídeo, y en el completo se ve que es el supuesto taxista el que se lanza contra un coche en el que no se ve ninguna pegatina de VTC. Además, este caballero transitaba por una calzada donde está totalmente prohibido caminar, tal y como indica el código de circulación, por lo tanto no es calificable de atropello. Por último, tampoco entiendo que justifique, o al menos se escude en eso, que un gremio que realiza sus propios exámenes de acceso no quiera que sus licencias, -que realmente o idealmente son del ayuntamiento competente, no del taxista- sean un producto con el que se pueda especular. Me parece algo totalmente inverosímil en un mundo globalizado donde lo que se debería premiar es la calidad. Algo que tampoco aparece mencionado en este artículo.

    Hace 5 años 4 meses

  5. Tsiar Ardak

    Entonces los trabajadores de Uber o Cabify somos trabajadores o somos ya parte del malvado capital? Y los que trabajan en las flotas? Deberíamos seguir votando izquierda o ya no somos dignos de su protección? Este conflicto se presenta siempre desde la izquierda como los esforzados taxistas, convertidos ahora en el baluarte de la clase trabajadora, contra los malvados hombres con maletín y sin rostro que minan el estado de bienestar.

    Hace 5 años 4 meses

  6. salva

    razón no le falta, salvo que llama huelga de taxistas a cierre patronal y manifestación ilegal (a otros por lo mismo los procesan por rebelión). Lo que no quita para que quede claro que lo de las VTC roza el esclavismo por la parte de fuera.

    Hace 5 años 4 meses

  7. Vicente

    Estoy un poco perdido, la izquierda defendiendo a un colectivo mayoritariamente de extrema derecha, entre los que se encuentran, entre otros pluriempleados las fuerzas de seguridad del estado, privilegiado, que se puede permititir el lujo de vender sus licencias en negro y que explota a sus empleados, pero que por una extraña razón goza del beneplacito de Podemos y de I.U., mientras que los trabajadores de las VTC, en su mayoría parados mayores de 45 años son apestados, pues parece que los dueños de esas empresas no son del gusto de estos partidos. Pablo, Garzón, Echenique, seguid así, sois pateticos. Os vais a llevar una ostia que vais a flipar.

    Hace 5 años 4 meses

  8. pepin

    viendo los comentarios... parece que le tengais un poco de rabia a los taxistas, os habeis leido la noticia? habla de los derechos de la mayoria vivimos en una democracia se supone y la mayoria somos pobres currantes y deberiamos ayudarnos pq si no acabaremos todos peor.

    Hace 5 años 4 meses

  9. Candemor

    Gracias Uno por contarnos que los taxistas son unos mafiosos, privilegiados y especuladores violentos. Aiss se me olvidaba que también son votantes de vos y ciudadanos....eres el rey del humor...

    Hace 5 años 4 meses

  10. Uno

    Sin duda. Muy de acuerdo. Únicamente se ha olvidado mencionar a los taxistas, en número absolutamente no insignificante, que tienen varias licencias y las realquilan. O los que tienen sólo una y la realquilan en negro. A pringados. En condiciones uberizadas. O la bella práctica de venderla por un dineral. O el hecho incontrovertido que a este colectivo votante de Vox/PP/C's se le permite cosas que al resto de mortales están terminante prohibidas. No sé, prueben a cerrar al tráfico la Gran Vía y el Paseo de Gràcia con sus vehículos para reinvidicar, qué se yo, mejores condiciones laborales para los profesores, o sueldos más altos para los reponedores de Mercadona. De verdad. Verán lo que tarda en llegar la Brimo a molerlos a palos. En esta lucha entre Alien y Predator, el único resultado aceptable es que mueran los dos. Con las tripas fuera.

    Hace 5 años 4 meses

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