LA VIDA DESDE MI SILLÓN A RAYAS
Qué mala música
Athletic Club 2 - Atlético de Madrid 0
Javier Divisa 16/03/2019
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La noche del miércoles en el Juventus Stadium asistimos a dos conciertos, primera parte para Metallica, segunda para Iron Maiden. El fútbol de Copa de Europa como canción melódica ligera o balada pop-melosa de Jon Secada o Álex Ubago no tiene futuro. Como ese tipo de canciones que apuestan por clichés simplistas; otro día más sin verte o me muero por conocerte. Dan un buen concierto en provincias, pero al final sucumben en los grandes escenarios. La Champions League sólo admite estas disyuntivas: puro rock and roll, hard rock, sonata para piano “Claro de luna” (Beethoven) o Ballet de Rosamunda (Schubert). Allegri o Guardiola. De hecho al Atleti lo mató jugar a ser La oreja de Van Gogh en el primero y Taburete en el segundo. Así no se puede. Aquella noche le dijimos al Atleti: otro día más sin verte, me muero por conocerte, y fue una noticia bastante deprimente. La aspiración había sido otra, Lemar, Griezmann, Morata, Saúl & Co jugando de dignos teloneros de AC/DC: It's a long way to the top, if you wanna rock 'n' roll.
Repasando una crónica de nuestras vidas, por el Bernabéu pasaron Julio Iglesias, Plácido Domingo, Frank Sinatra, Bustamante, Bisbal y Chenoa; en cambio por el Calderón, los Rolling Stone, Bruce Springsteen, Pink Floyd, David Bowie, AC/DC, Sabina, Prince y Madonna. Nuestro entorno es tan excitante que conociendo el arte de vivir a tope ignoramos el aburrimiento. No negaremos (salvando Bustamante) que sean buenos los músicos del estadio del Madrid, pero sí afirmaremos que lo nuestro es mucho más provocador y apasionante, como también lo es un choque de estas dimensiones tan tradicionales: un Athletic-Atlético es puro rock, potencia, sonido. La buena música de toda la vida antes de que el electrolatino inundara el mundo (sobre todo de los futbolistas). Luces, cámaras y acción.
¿Turín? Estamos a tope con Mark Twain. La fama es vapor, la popularidad, un accidente; la única certeza terrenal es el olvido. No pudo ser.
Y el olvido comenzó por probar el tridente: Morata, Costa y Grizzi, que le mandó el primer balón en profundidad al de Lagarto, atajado por Herrerín, aunque existió un estudio mutuo y soporífero durante bastantes minutos, como si ninguno se atreviera a romper el hielo bailando de verdad. No teníamos a Beyoncé. Eran Rajoy y Sánchez bailando en una boda de Coruña. Rozando el bochorno, abrazando el tedio. Las ocasiones no fueron ni siquiera relativas, sino puro vapor, como la fama de Twain. Una ida y vuelta de volverte a casa igual que saliste, con veinte euros intactos en el bolsillo y un runrún de canciones cargantes de Sergio Dalma. Dio igual, al final mató el Ahtletic en dos errores que fueron dos temazos de rock and roll.
Entonces llegó el paradón de Jan Oblak, zapatazo de Ibai. Y luego el penalti (no concedido) a Griezmann que cayó ante Yerai tras un pase largo magistral de Thomas ¿Le derribó? ¿No? Pareció que sí. Se hizo el silencio en el VAR.
Un francés renqueante, un VAR suspicaz y dudoso, y los equipos a la caseta.
El segundo tiempo se inició con buenas ideas y malas conexiones (de los dos), aunque el Atleti adelantó la presión y pareció más entero que su rival. Garitano sacó a Córdoba por Muniain y el bilbaíno forzó la primera diana. Gol de Williams con toda la vanguardia colchonera vencida. A puerta vacía. Y volvió Griezmann porque Simeone lo sacó de la anarquía y las bandas y lo colocó en la punta del iceberg para regresar al partido con Rodri de timón y Thomas y Koke de interiores. Pareció otra cosa pero fue un espejismo. Herrerín trabajó menos que un portero de finca rústica.
Correa por Juanfran. Última bala. Cayó Morata en el área por zancadilla de San José. Nada. Ni consulta. Váyase a otra ventanilla, aquí no es. Costa pidió una mano. Tampoco, los sábados por la tarde no trabajamos. Entró Kodro para marcar un golazo, y las maravillosas estadísticas de Simeone aparte de ser inexactas afirmaron que no se puede alimentar a los hambrientos con números. Entonces el Atlético ya había perdido el norte, que en fútbol viene a ser perder el centro del campo.
Para rematar el solo de trompeta para funeral, alargó un balón perfecto Rodrigo en el primer palo y Morata entró al segundo con todo para marcar. El balón fuera. Como el Atlético si no despierta salvo que los problemas se conviertan en oportunidades, aunque la cornada tiene dos trayectorias, un pa acá y otra pa allá. Que Simeone abra todo lo que tenga que abrir. Tres penaltis demandados, tres canciones que el pincha se pasó por el forro, como en La Vía Láctea cuando teníamos 20 años. Qué mala música. No somos Paulina Rubio. Somos el Atleti.
La noche del miércoles en el Juventus Stadium asistimos a dos conciertos, primera parte para Metallica, segunda para Iron Maiden. El fútbol de Copa de Europa como canción melódica ligera o balada pop-melosa de Jon Secada o Álex Ubago no tiene futuro. Como ese tipo de canciones que apuestan por clichés simplistas;...
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Javier Divisa
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