LA VIDA DESDE MI SILLÓN A RAYAS
Morata y Saúl, sin comerse la cabeza
Atlético de Madrid 2 – Villareal 0
Javier Divisa 24/02/2019
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En esta batalla contra el olvido que es el fútbol no se van a postergar tan fácilmente las sensaciones del miércoles en el Metropolitano contra la Juventus. Algo no solo palpable, sino comestible en el ambiente. Qué demonios se va a olvidar, pase que se abandonen los detalles y las maniobras tácticas del primer tiempo, pero jamás la huella y el delirio del segundo. Y así se presentó el Atlético ante el Villareal para retomar el presente y buscar ser noticia en las hemerotecas del futuro y no en aburridísimas notas a pie de página. Una cosa atávica y hereditaria de los genes de Simeone donde no cabe la queja y sí la progresión. El Atlético de Madrid no necesita ser un equipo sólido sino apabullante, pero para eso hay que molestar a la fiera y creer en la ironía. Solo desde la ironía es posible entender el fútbol en su globalidad, como los Monty Python en Partido de fútbol para filósofos, un sketch con dos selecciones de filósofos, Grecia, con Sócrates, Aristóteles y Heráclito, y la de Alemania con Kant y Schopenhauer en la vanguardia defensiva; disputan la final del campeonato mundial de fútbol filosófico y ganan los griegos, entretenidos en jugar al fútbol mientras los alemanes se desconcentran pensando qué les está pasando en las piernas y dándole vueltas al coco. En resumen, en el fútbol si te comes la cabeza, te mueres. Ahí te queremos ver, Atleti, jugando y pensando lo normal, tampoco para tirar cohetes, que el fútbol es de listos, no de filósofos.
Mientras, la batalla por la Liga avanza hacia la primavera con las posibilidades más intactas que remotas, porque en el corazón del invierno liguero que ha hecho el Atleti vive una primavera palpitante y en la escala de lo sideral solo lo fantástico tiene posibilidades de ser verdadero. Vale, y si a esto añadimos un bajonazo de Messi y un ramalazo de locura para construir el destino, el campeonato es rojiblanco. Que nadie te robe la pasión, todas esas movidas.
Sólo hay una verdad absoluta: que la verdad es relativa. Y que la Liga se decidirá en Barcelona (esta carta no la tenía Maurois). A su vez el Atleti en su complejidad de equipo potentísimo que juega con el existencialismo de los más humildes, con mucha calidad, salvaguardia, acecho y golpeo, y sin comerse la cabeza, tal como se inició el partido, con iniciativa del Atleti y circulación lenta y sin peligro, como si el Villareal ya hubiese fijado su guión de esperar atrás y salir a la contra. Pero como quien conoce el arte de vivir ignora el aburrimiento, para gran vividor, o santo, o ya qué sabemos, Oblak, que salvó un mano a mano providencial con Ekambi. Otra vez el inventario de los milagros, una pierna taumatúrgica, o eso no es un portero, es una madre, y una lección más de Simeone, casi vitalicia. No hace falta tener mucho el balón para ganar, porque el partido se le puso rostro de domingo a las cuatro de la tarde, aunque lo despertaron Koke y Morata, el primero porque regresó valiente y obstinado tras la lesión, el segundo porque el VAR es improbable y a su vez dinámico para el delantero de raza.
Y a la tercera llegó la vencida, tras Madrid y Juve. Jugó el colectivo, Arias a la derecha comenzó la jugada y la pelota le llegó a Filipe, la puso perfecta y serena en el corazón del área y Morata, de volea a media vuelta con la zurda marcó el primero ajustado al palo, y entretanto Saúl lo intentó latigazo tras latigazo. Ese gol no se lo creyó ni dios, ni Morata. La tarde reapareció tan bonita como al inicio, Giménez se torció el tobillo y Funes Mori le torció la cara a Morata en el área con toda la improbabilidad de que el árbitro y el VAR determinaran penalti. Mientras, Lemar siguió haciendo running con el perro. Después apareció la fuerza de la naturaleza (antes Morata marchó con ovación), como un huracán norteamericano con nombre de mascota de Disney o similar (Leslie) o apariencia de Bonnie Tyler rasgando la voz en It´s a Heartache y Costa se recuperó como Pantera y se criogenizó como Killer, una fuerza insólita que arrasó con todo pero no pudo en el uno contra uno. A continuación la buscó de cabeza, pero basta que pólvora esté mojada para que el balón bote como le dé la gana, y también porque el destino se rió de las probabilidades, y el Villareal quiso morir matando con la entrada de Gerard Moreno y Fornals, que fabricó un partido sin centro del campo.
El partido acabó con Costa obtuso y tardo en el remate pero diligente en el preludio de las jugadas, y así le puso a Saúl de pase largo uno de esos goles que a él tanto le definieron, potencia, vaselina y gol que Asenjo y Víctor Ruiz vieron como quien contempla el derrumbe de su cabaña de madera amarilla porque no conviene enfadar a una fiera si no quieres que te acabe devorando. Y así concluyó un baño a intervalos, cuando el Atleti quiso jalarse al rival, con un pim pam pum bastante resolutivo, sin comerse la cabeza, como los griegos.
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Javier Divisa
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