Ese territorio del que usted no me habla
Extremadura o cómo resistir
Se respira cierta calma ¿tensa? en el PSOE extremeño. Los sondeos le vuelven a dar la victoria. Eso sí, con una mínima ventaja. Pero se ven ganadores. En su estrategia se baraja un pacto con Ciudadanos
Rocío Sánchez Cáceres , 3/04/2019
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A izquierda y a derecha. O a la inversa. El baile de la yenka. Adaptarse y sobrevivir. Hay que ser más español que nadie, con la bandera por delante, pero sin olvidar aquel ‘Pacto de la Corrala’ (con Podemos) donde la negociación para formar gobierno tuvo como escenario el patio de unas viviendas en manos del banco malo ocupadas por familias desahuciadas. Aquí un día se defiende la refinería, al siguiente la economía verde y circular (acaba la legislatura y todavía no se sabe en qué consistía esa gran estrategia de futuro, que iba a ser “referente mundial”) y al siguiente se pelea porque la central nuclear no se cierre. Bienvenidos a Extremadura, un feudo que los socialistas perdieron (después de tres décadas de telarañas de poder) y recuperaron. Y no piensan volver a soltar. Hace frío en la oposición, lo saben. Lo temen.
Al más puro estilo Pedro Sánchez (quién lo diría…), el presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, ha ido conformando un Gobierno de consejeras (seis de las siete personas con este rango son mujeres) para presumir de feminista, pero ejerce una autoridad muy centrada en él mismo.
En Extremadura sangran las heridas del desempleo y el éxodo juvenil. Los pueblos se vacían; las ciudades también. La oposición ataca: “¡Somos campeones en paro!”. Y el líder de los populares, José Antonio Monago, promete crear una Consejería de la Despoblación. Si todavía estuviera Iván Redondo a su lado, el PSOE le hubiera recriminado: “¡Otra ocurrencia de su asesor!”. Pero resulta que ahora Redondo, que dejó un daño imborrable en los socialistas extremeños, aconseja a Pedro Sánchez. El enemigo en casa.
Y el tren como metáfora. Continuos retrasos y averías. Episodios con pasajeros tirados casi tres horas de noche en medio de la vía, sin luz ni calefacción (ocurrió el 1 de enero). Una red deficitaria. Un servicio público que aísla. Sí, hay avances. Y una promesa sobre la mesa: antes del verano, un corredor nuevo entre Badajoz y Plasencia. En 2020 se electrificará la vía. Llegaremos al siglo XXI. ¿Habrá entonces dignidad?
Precisamente la del tren fue la particular bandera de Fernández Vara: la levantó bien alto cuando Rajoy habitaba en la Moncloa; montó una populosa manifestación en Madrid para reclamar justicia para Extremadura. Pero tuvo que bajarla cuando llegó Sánchez. La protesta se quedó en casa.
La central nuclear de Almaraz ha sido un hueso duro de roer. Los trabajadores señalaban a Vara como culpable. Ha logrado un respiro. La actividad se alarga. El empleo, de momento, no se pierde. Pero la incertidumbre ha hecho mella. Monago no ha perdido oportunidad de repetir que, con él, “Almaraz no se cierra”. Aunque la realidad es que quien se ha colado entre algunos empleados de la planta ha sido Vox. Ahí hay un nido.
¿Qué quién ganará las elecciones? Volvamos al inicio. La legislatura arrancó con ese ‘Pacto de la Corrala’ por el que Podemos se abstuvo y el PSOE recuperó un poder que, a veces, parece que les pertenece por herencia divina.
Pronto se alejó de ellos y se acercó a la derecha. Los dos primeros presupuestos los pactó con el PP. Después hubo cambio de tercio. Los dos últimos han sido acordados con la formación morada.
Casi a mitad de legislatura Fernández Vara tuvo que enfrentarse a un proceso de primarias en el que le aparecieron dos rivales, pero salió victorioso y no ha tenido que volver a defender su liderazgo. En su papel de barón socialista apoyó sin fisuras a Susana Díaz y la abstención de su partido para que gobernara Rajoy. Fue contra el “no es no” de Pedro Sánchez. Después supo reconvertirse en sanchista. La prueba, los candidatos extremeños al Congreso para el 28-A. El de Badajoz lo ha elegido Vara; la de Cáceres la ha impuesto Sánchez.
Se respira cierta calma ¿tensa? en el PSOE extremeño. Los sondeos le vuelven a dar la victoria. Eso sí, con una mínima ventaja. Pero se ven ganadores. En su estrategia se baraja un pacto con Ciudadanos que también se extendería a algunos ayuntamientos. ¿Saldrán las cuentas?
Ni sí ni no, ni confirmar ni desmentir. Ya se verá. Es el juego del partido de Albert Rivera para afrontar las elecciones autonómicas. Para el candidato a la Junta de Extremadura, Cayetano Polo, la defensa de “la lista más votada” ya es historia. Resulta que la sombra de Cataluña no era tan alargada y aunque Ciudadanos obtendrá más representación (no es difícil superarse, solo tiene una diputada en la Asamblea), los sondeos le ponen los pies en la tierra.
El poder del partido se disputaba entre Polo y esa única diputada, Mª Victoria Domínguez, implicada en un asunto de viviendas ilegales cuando era concejala de Urbanismo en Plasencia; pero la causa se archivó y ella recuperó fuerzas. No obstante, su destino ahora es Madrid, como candidata por Cáceres al Congreso.
El otro conflicto en Ciudadanos fue entre Polo y Francisco Piñero, coordinador provincial en Cáceres. Ambos se encargaron de extender el partido por toda la provincia. Pero estalló la bomba: “Me voy por motivos de traición personal, algunos políticos tienen una catadura moral difícil de asumir”, dejó escrito Piñero en su carta de despedida.
Que pactaría con Vox sin ningún tipo de complejos. Monago lo tiene (y lo dice) claro. Entre los populares hay tensión, y desconcierto, sobre todo después de que su jefe nacional, Pablo Casado, haya impuesto a los candidatos extremeños a las elecciones generales. Hubo, literalmente, cambios de última hora.
Se agarran a la cercanía del modelo de Andalucía (PP-Cs-Vox) y confían en que Extremadura vivirá una situación similar.
Podemos, IU, Equo y Extremeños se han dado la mano para formar Unidas por Extremadura. Una coalición similar a la andaluza, donde el resultado no fue, ni mucho menos, el esperado. Al frente de la misma, Irene de Miguel, de la que esperan que evite “encerrarse en el circo institucional” y huya de “la endogamia”. Es la crítica que desde Anticapitalistas le hicieron a la dirección de Podemos. De Miguel sustituye al anterior líder y todavía no se ha dado a conocer más allá de su entorno. Tampoco el partido ha sabido vender sus aciertos parlamentarios, ni rentabilizar su papel en la legislatura; al fin y al cabo, le dieron el gobierno al PSOE. Tienen un discurso dirigido solo a los suyos, que cada vez son menos. Les será difícil conservar votantes. Lo saben. Como intento, han defendido la caza como actividad económica y deportiva.
¿Y Vox? En la Asamblea de Extremadura ya se ha sentado un miembro de este partido: Juan Antonio Morales. Abandonó el PP por considerarlo blando y desde entonces ha ejercido como diputado no adscrito. En su currículum, un premio de la Fundación Francisco Franco por su lucha contra la ley de memoria histórica.
Y un ejemplo reciente que evidencia la división de la derecha. La candidata al Congreso por la provincia Cáceres es, ni más ni menos, que la hermana de la alcaldesa cacereña, del PP de toda la vida. ¿Existe mejor metáfora?
¡Hola! El proceso al Procès arranca en el Supremo y CTXT tira la casa through the window. El relator Guillem Martínez se desplaza tres meses a vivir a Madrid. ¿Nos ayudas a sufragar sus largas y merecidas noches de...
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Rocío Sánchez
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