El hombre que lucha contra el racismo en el fútbol europeo
“El brexit y la ultraderecha tienen un impacto en lo que sucede en los estadios”, asegura Piara Powar
Ricardo Uribarri 16/04/2019
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Un jugador abandona un partido de la liga boliviana harto de recibir insultos xenófobos; gritos racistas en Montenegro contra dos jugadores de color de la Selección de Inglaterra; misma situación en Cagliari contra un futbolista de la Juventus; una jugadora que profiere sonidos de mono contra otra en un partido de la Liga inglesa… En el pasado mes de febrero, la red FARE (Fútbol contra del Racismo en Europa), que combate cualquier tipo de discriminación en el fútbol europeo, registró 31 casos de racismo, xenofobia y homofobia tanto dentro como fuera de los estadios. A veces se hacen más visibles, otras menos. Pero estas situaciones de intolerancia siguen repitiéndose en el fútbol sin que las autoridades competentes en la materia adopten las medidas necesarias para cortarlas. Parece evidente que las vigentes en estos momentos no sirven.
Uno de los que tuvo que sufrir el acoso desde la grada por el color de su piel en Montenegro fue el internacional inglés Danny Rose, que pone el dedo en la llaga sobre porque no se erradica este problema: “La manera de luchar contra el racismo es una farsa. Cuando los países son sólo castigados con una multa equivalente a lo que yo puedo gastar en una noche de fiesta en Londres, ¿qué se puede esperar?”. Ante esta realidad cabe preguntarse, ¿qué están haciendo los organismos responsables? La FIFA promovió en 2013 una Unidad Especial contra la Discriminación, con el fin de buscar ideas innovadoras en la lucha contra este problema. Apenas tres años después la eliminó con el argumento de que las acciones ideadas por los abogados, periodistas y futbolistas que la componían ya se habían puesto en práctica. Entre ellas estaban una guía de buenas prácticas, embajadores identificados en la lucha contra el racismo, un sistema de monitoreo para identificar partidos de alto riesgo, campañas de prevención… Muy buenas intenciones pero escasos resultados. Ninguna de ellas ha servido para corregir la situación.
Es cierto que a nivel internacional ha habido equipos sancionados a jugar a puerta vacía algún partido y que incluso han sido expulsados de alguna competición (el brasileño Gremio de la Copa de su país en 2014). Pero son casos sueltos. No es lo habitual. En España, por ejemplo, incluso se suavizaron hace tres años las sanciones por casos de racismo e intolerancia ante las protestas de los clubes por la amenaza de los cierres parciales o totales de las gradas, pasando de un castigo mínimo de cuatro partidos a tan sólo uno. Habitualmente, los casos de racismo son castigados con multas que el artículo 107 del Código Disciplinario de la Real Federación Española de Fútbol limita a 18.000 euros como máximo. Incluso el Tribunal de Arbitraje Deportivo ha echado para atrás sanciones de cierres parciales por motivos racistas (en el campo gijonés de El Molinón por cánticos contra Williams, jugador del Athletic) bajo los argumentos de que no fueron proferidos por un gran número de espectadores, que era la primera vez que ocurría en ese recinto y que los precedentes apuntan a que en esos casos la sanción se suele quedar en una multa. En otras ocasiones, ha sido la justicia ordinaria la que ha estimado recursos de los clubes contra esos cierres parciales.
En los últimos días han sido varios los jugadores negros que han reclamado públicamente mayor dureza contra este tipo de actos. El africano Yaya Toure, que sufrió episodios de racismo en su estancia en la Liga ucraniana, señala que “si algún futbolista es ofendido, todo el equipo debería irse del campo, incluso los aficionados y los directivos”. De la misma opinión es el francés Thuram, que señaló en Le Parisien que “cada vez que sucede algo así todos dicen que la próxima vez el partido será suspendido, pero nunca pasa. El fútbol es un negocio así que las instituciones que han tenido la oportunidad de intervenir nunca harán nada”. Thuram también fue muy crítico con Leonardo Bonucci, jugador de la Juventus, que afirmó que la culpabilidad de los gritos que sufrió Moise Kean en Cagliari estaba “al 50%” entre su compañero de equipo y los aficionados, al considerar que el delantero había provocado a los seguidores por celebrar un gol. “Bonucci dice lo que mucha gente piensa: que los negros merecen lo que les sucede. La pregunta correcta para él sería, ¿qué hizo Kean para merecer tanto desprecio? Bonucci no les dice a los hinchas que están equivocados, sino a Kean que lo está buscando. Es como cuando una mujer es violada y algunas personas hablan de la forma en que va vestida”.
Piara Powar es el director ejecutivo de FARE, la asociación que reúne a grupos de aficionados, minorías étnicas y grupos LGBT de más de 40 países para luchar contra la desigualdad. En conversación con CTXT señala que “el fútbol es una parte importante de la sociedad y, a su vez, refleja lo que sucede en nuestras sociedades. Vemos los mismos patrones de discriminación en el fútbol contra las minorías étnicas, como los jugadores de herencia negra y africana, el abuso homofóbico y el abuso de los romaníes, que vemos en la sociedad dirigida a las comunidades más vulnerables. Sin embargo, el fútbol también ha sido específicamente dirigido y utilizado por grupos de extrema derecha para reclutar jóvenes y difundir su propaganda de odio en las últimas décadas”.
En su opinión, muchos de los problemas de racismo y discriminación que se viven en los estadios tienen su origen en situaciones o comportamientos que se dan en la sociedad. “Los desarrollos políticos en Europa, como el brexit o el surgimiento de partidos de extrema derecha en muchos países europeos, ciertamente tienen un impacto en lo que sucede dentro de los estadios. El desprecio a las minorías envalentonó a los racistas en el fútbol. Algo que antes no era aceptable de expresar en público ahora se escucha en las principales plataformas de los medios. Un buen ejemplo de esto es Italia, donde los partidos de extrema derecha en el Gobierno han atacado a varias minorías con políticas hostiles”.
Powar comparte la opinión de que se puede hacer mucho más para plantar cara a estas actitudes y pone el foco sobre quién debe hacerse responsable de esa lucha. “Tanto los órganos de gobierno del fútbol como los gobiernos tienen que hacer más. Nos acercamos a un punto crítico en el que los jugadores de la élite pertenecientes a minorías étnicas se sienten fracasados porque las instituciones de fútbol no pueden proteger su dignidad humana. Esto sería un desastre para el fútbol internacional. El abuso racista tiene un tremendo efecto psicológico en los jugadores. Vemos cómo jugadores de 18 y 19 años están tomando una posición en contra de este abuso, porque a esa edad tan temprana ya han sufrido lo suficiente. Existen medidas estrictas en el ámbito de la FIFA y la UEFA que deben aplicarse de manera constante, pero a menudo las asociaciones nacionales de fútbol son muy lentas en seguir estas directrices y muy débiles para hacerlas cumplir. Los gobiernos en muchos lugares simplemente están apartando la vista de estos temas. Es una llamada de atención para todos en la industria del fútbol. O todos hacemos un esfuerzo para proteger a los jugadores o se marcharán”.
Powar entiende que los jugadores negros levanten la voz y reclamen acciones más contundentes al ver que lo realizado en los últimos años “ha valido de poco”, como ha señalado Yaya Toure. El dirigente de FARE reconoce que “para los futbolistas el panorama es grave. Mientras ellos sufren abusos constantemente, los órganos rectores están atrapados en obstáculos legales: existen fuertes sanciones pero son difíciles de aplicar a nivel internacional debido al principio de proporcionalidad y la necesidad de evidencia sólida en cada caso, que a menudo es complicada de obtener. Si bien las sanciones pueden incluir la deducción de puntos, por la primera infracción sólo se castiga con un cierre parcial del estadio, y a nivel nacional ni siquiera eso, porque muchas federaciones simplemente no toman el problema en serio”.
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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