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Laura Pérez / Concejala de feminismos y LGTBI del Ayuntamiento de Barcelona

“Los presupuestos con enfoque de género son una obligación”

Steven Forti Barcelona , 8/05/2019

<p>Laura Pérez fotografiada después de la entrevista.</p>

Laura Pérez fotografiada después de la entrevista.

David Sagasta

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“¡En 2015 cuando pusimos el nombre de feminismos a la concejalía fue una revolución!”, comenta Laura Pérez, concejala de feminismos y LGTBI del Ayuntamiento de Barcelona y secretaria general de Podem de la Ciudad Condal. Han pasado casi cuatro años desde que el equipo de Ada Colau entró en la alcaldía de la capital catalana y es tiempo de hacer balance de lo hecho. También en lo que concierne a políticas feministas. “Antes el área de feminismos se llamaba de la mujer y se ocupaba sólo de violencia machista: nunca se concibió el urbanismo con una mirada de género. La ciudad tiene que tener una mirada atenta a los cuidados, una realidad que no siempre es productiva. Esto no existía antes. No existía en el ámbito de la cultura una autocrítica de dónde está el espacio de las mujeres en el mundo audiovisual, de la literatura o las artes en general”.

Quedamos con Laura Pérez en la plaza Salvador Seguí del barrio del Raval, poco antes de que se celebre una concentración de las prostitutas que ejercen en la calle d’En Robadors en homenaje a Lili, una joven compañera fallecida recientemente. 

¿Qué balance hace de estos cuatro años?

Con el anterior gobierno de Convergència i Unió las políticas feministas no tuvieron nunca espacio, ni presupuesto ni recursos. Los avances han sido reconocidos tanto a nivel de movimiento feminista en la ciudad como a nivel internacional. Somos referencia en políticas innovadoras en materia económica, de violencia sexual, en campañas de comunicación, en posicionar el tema desde una perspectiva abierta, integradora y no punitiva del feminismo. Tenemos que estar muy orgullosas porque el cambio es notable.

¿Cuáles son los mayores logros del mandato?

Hemos redoblado los esfuerzos que se hacían en la lucha contra la violencia machista, ampliando los servicios que estaban pensados solo en el ámbito de pareja y expareja. Hemos entrado en el ámbito laboral a través de las cláusulas de contratación que obligan a las empresas a tener mecanismos de lucha contra el acoso, dotándonos también de herramientas internas como Ayuntamiento. Hemos empezado a trabajar la violencia sexual a través del protocolo “No callem!”, elaborado junto a las salas de música y los festivales, apelando a la corresponsabilidad. Hemos abierto el centro LGTBI, que es una referencia para toda Cataluña. En materia de transversalidad de género, diría que hay pocos ayuntamientos que se han cuestionado tanto las cosas como nosotras: hablar de presupuestos con un enfoque de género hoy día debería ser casi una obligación para las instituciones públicas. 

¿Se trata de un cambio de paradigma?

Sin duda. Hemos abordado la economía desde un punto de vista mucho más complejo en lo que concierne a la paridad en los espacios de poder entre hombres y mujeres. En primer lugar está la lacra de la precariedad en la que están sumidas las mujeres, empezando por las cuidadoras, que son las más olvidadas. Hemos llegado a 50.000 mujeres con diferentes programas que han mejorado su situación laboral. Luego, está el tema de la conciliación: hemos creado un departamento específico de economía feminista que nos ha ayudado a tirar adelante estas políticas que amplían la mirada. Y hay muchas más cosas: hemos abierto programas de defensa laboral y un centro de cuidados que está siendo un motor de trabajo. Sin contar el tema de la fiscalidad: el 75% de las ayudas al IBI de este mandato iban dirigidas a mujeres y hemos creado precios públicos específicos para familias monomarentales.

¿Se habría podido hacer más?

Hemos hecho mucho más de lo que pensábamos poder hacer. Haber gobernado en solitario nos ha dado un margen de actuación muy grande. A nivel presupuestario, con la internalización de servicios, el área de feminismos ha cuadruplicado el personal que tenía inicialmente. Luego, es cierto que la desigualdad es tan estructural que hemos dejado muchos retos para el siguiente mandato. No hemos conseguido los cargos gerenciales a nivel paritario. El reglamento que hemos aprobado marca un camino hacia el cual tienes que dirigirte en los cuatro próximos años. Y en paridad habríamos debido ser más contundentes a la hora de dar más oportunidad a las mujeres de llegar a los espacios de poder. 

Hay que hacer políticas muy valientes en educación sexual y tener servicios específicos para atender a mujeres que han sufrido violencia sexual

¿Qué proponen para el segundo mandato?

Hemos abierto el camino, pero aún hay mucho por hacer. Una de las cosas es la prevención sexual: el acceso al porno violento y machista no está contrarrestado por una educación sexual seria. Las encuestas nos dicen que un 7% de los jóvenes creen que tener sexo sin consentimiento no es violencia. Hay que hacer políticas muy valientes en educación sexual y tener servicios específicos para atender a mujeres que han sufrido violencia sexual. También hay mucha violencia en mujeres trans o lesbianas en el ámbito sanitario a la hora de tener hijos o ir a una atención ginecológica: el tema de la diversidad sexual y de género todavía necesita mucho trabajo, también en la infancia.

¿Estas conquistas están consolidadas o puede haber vuelta atrás?

El reglamento de género que hemos aprobado consolida estos avances. Sin embargo, me temo que se puede volver atrás. La realidad mundial nos enseña cada día que hay que seguir protegiendo los derechos de las mujeres: venimos de una campaña electoral en la que se ha vuelto a cuestionar la existencia de la violencia machista. Me preocupa que el feminismo de esta ciudad pueda quedar en manos de un señor como Manuel Valls que expulsó de Francia a una niña gitana durante una excursión escolar. O que pueda pilotar las políticas feministas un señor como Ernest Maragall que dice que la ciudad tiene que ser femenina y no sabemos a qué se refiere. Y lo mismo vale para el PSC, que ha estado cuatro años intentando perseguir a las trabajadoras sexuales de Barcelona, en lugar de darles voz y ayudarlas.

Excepto Vox, las otras formaciones políticas hablan ya de feminismo. ¿Puede ser que el feminismo se convierta en algo vaciado de contenido?

Ya lo hemos visto. Todos han usado de forma electoralista la fuerza del 8M. Y se contradecían, como en el caso de Ciudadanos. Venían a decir que la ley de violencia machista hay que abolirla y equiparar la violencia intrafamiliar. El año pasado Inés Arrimadas criminalizó la protesta del 8M diciendo que eso no era una huelga. Y este año se fue a la manifestación.

Y ha empezado a hablar de feminismo “liberal”…

Aprovechó el término para no criticar un sistema económico que deja fuera a una gran parte de las mujeres. No puede existir un feminismo que no critique el sistema neoliberal que utiliza la fuerza de trabajo, especialmente a las mujeres en el sector no remunerado de los cuidados. En la manifestación del 8M fuimos con una pancarta que ponía “Feminismo para el 99%”. No es feminismo el que defiende que las mujeres lleguen a los consejos de administración para hacer cortes de luz a familias, muchas de ellas monomarentales, que no pueden pagarla.

La extrema derecha no puede marcarnos la agenda: no podemos sólo convertirnos en un dique de contención, tenemos que ser la fuerza que supere ese discurso

¿El feminismo es un dique de contención frente a la extrema derecha?

Absolutamente. Y el feminismo se conecta con el otro gran movimiento de la actualidad: el ecologismo. De hecho debemos hablar de ecofeminismo y elaborar política pública con esta doble mirada. También creo que hay un resurgir de la extrema derecha por los avances de ambos movimientos. La extrema derecha no puede marcarnos la agenda: no podemos sólo convertirnos en un dique de contención, tenemos que ser la fuerza que supere ese discurso.

¿Qué relación han tenido con el movimiento feminista?

Siento muchísimo respeto por el movimiento feminista. Es muy rico lo que está pasando en la ciudad de Barcelona: a veces necesita acompañamiento institucional y otras veces no. Y creo también que se nos ha reconocido y acompañado mucho. Ha habido momentos de coproducción de políticas públicas, como la estrategia de feminización de la pobreza, en que se ha volcado todo el mundo: desde académicas como Sandra Ezquerra, Cristina Carrasco o Rosa Ortíz a activistas en el ámbito de la migración… Hemos tenido una relación cercana y potente que nos ha llevado a una mejor y mayor calidad de la política que estábamos haciendo.

El día que fue elegida alcaldesa, Ada Colau afirmó: “No nos dejéis solos”, diciéndole a la ciudadanía y los movimientos que debían seguir presionando para que las instituciones pudiesen avanzar.

En el feminismo había una fuerza y una exigencia que teníamos que aplicarnos. Creo que hemos estado a la altura del momento. Pensemos también en los proyectos de memoria histórica, como LaSal, la primera librería feminista, o el cambio de nombres de las calles con la visibilización de las mujeres que nos han precedido… El feminismo suma de una manera diferente respecto a otros movimientos sociales.

En el feminismo había una fuerza y una exigencia que teníamos que aplicarnos. Hemos estado a la altura del momento

El municipalismo siempre ha defendido el trabajo en red. En el caso del feminismo, ¿con quién habéis tenido más relación?

Se trata de una red internacional que se conecta a través de los movimientos. La ola contra el asesinato de Lucía Pérez en Argentina y Marielle Franco en Brasil ha llegado hasta aquí. Y es muy necesario ver esas redes de solidaridad cuando estás en las instituciones. A nivel institucional, hemos trabajado conjuntamente con Montreal, que tiene políticas muy innovadoras como el Take Back the Night con la reivindicación del espacio público y la noche para las mujeres. Con Montevideo, Berlín y Ciudad de México hemos tejido una alianza en temas LGTBI, con un punto de vista interseccional que incluye la mirada de la discapacidad, la edad, el origen o el refugio. En Teherán hemos conseguido apoyar a las mujeres que están intentando dar pasos hacia adelante en un contexto complicadísimo. Esto lo permite el municipalismo, esa cercanía, ese compartir, y no otros niveles de la administración.

¿Y a nivel español?

Compartimos mucha información con las otras ciudades del cambio. Trajimos una campaña muy bonita que hizo Santiago de Compostela para corresponsabilizar a los comercios en la violencia machista. El eje comercial del barrio de Sants se involucró e hicimos la campaña “No le des la espalda a la violencia machista”. ¡La respuesta fue fantástica! Se trata de ampliar el ámbito de la gente ya involucrada en estas luchas. 

Para el municipalismo una de las mayores dificultades es el de las competencias que tienen los Ayuntamientos. ¿Cuál ha sido la relación con la Generalitat y el Estado?

Barcelona tiene una carta municipal que le otorga una serie de competencias que no tienen el resto de municipios: en el campo de violencia machista hay un desequilibrio territorial tremendo. Dicho esto, la relación ha sido escasa o, mejor dicho, casi inexistente. Hemos tenido una Generalitat desaparecida en términos generales, pero específicamente el Institut Catalá de les Dones tiró la toalla hace tiempo. Las personas referentes de esa área no constatan ya un interés en el tema. Su colaboración con el Ayuntamiento de Barcelona a nivel de recursos es mínima. Hemos visto una Generalitat de la escenificación, de ir a los actos, haciendo propaganda sin ningún tipo de política. En cuanto al Estado, solo a finales de 2018 llegó una primera aportación en el marco del pacto contra las violencias machistas.

Hemos tenido una Generalitat desaparecida en términos generales

Otro tema espinoso ha sido el de la prostitución. ¿Cuál es su postura al respecto?

Heredamos unas políticas criminalizadoras, tanto de CiU como del PSC, que se habían materializado en la llamada ordenanza del civismo que criminalizaba no sólo la prostitución, sino en general la pobreza y la mendicidad. El primer reto fue revertir esa falta de confianza en las mujeres que ejercen en la calle hacia una institución que las estaba multando de forma reiterada, incluso a víctimas de trata. Les dimos voz: ellas mismas elaboraron un informe sobre cuál era su situación en la calle, qué tipos de violencia estaban recibiendo, cómo percibían al ayuntamiento. Pensamos que todas las políticas que aborden prostitución se tienen que trabajar con las mujeres que ejercen la prostitución. Para mí es un tema de sentido común y de derechos humanos: reivindicamos que las mujeres tengan una voz activa en las políticas que les afectan. Y pensamos que las mujeres son sujetos de derechos, ejerzan o no la prostitución. Hemos hecho programas específicos, por ejemplo uno que se llama Carolinas, para mujeres trabajadoras sexuales trans: las carolinas eran las travestis que durante la Guerra Civil, con el bombardeo de las Ramblas, hicieron una manifestación para llorar el baño público que fue destruido. Hemos querido poner en positivo la realidad de esta ciudad durante su historia. Y crear programas específicos para el empoderamiento y la participación de las mujeres. Los servicios no deben ser solo asistencialistas, sino empoderadores, hablando también de ocupabilidad: para una mujer que quiere abandonar la prostitución vamos a crear un itinerario de ocupabilidad y la acompañaremos desde una perspectiva de derechos. 

Se les ha acusado de favorecer la prostitución…

El problema de fondo es que la sociedad ha normalizado las ordenanzas de criminalización. No creo que las mujeres están haciendo algo malo cuando se están buscando la vida, muchas de ellas sin papeles, con hijos a cargo, sin poder tener un trabajo porque no tienen una red familiar y relacional que se lo permita. Somos una de las pocas alternativas en el gobierno que ha reivindicado los derechos humanos de las trabajadoras sexuales y ha habido un sector que se ha opuesto de una forma muy beligerante. Somos una de las pocas alternativas en el gobierno que ha reivindicado los derechos humanos de las trabajadoras sexuales.

 Somos una de las pocas alternativas en el gobierno que ha reivindicado los derechos humanos de las trabajadoras sexuales

El próximo 11 de mayo se ha convocado una manifestación abolicionista en Barcelona.

Creo que no es una manifestación que represente el abolicionismo. Es solo un sector muy beligerante. Y tampoco está representando al movimiento feminista. Hay muchos colectivos en Barcelona que están acompañando a las mujeres que ejercen la prostitución. Es una manifestación electoralista. No es casualidad que ¡ dos semanas antes de las municipales en Barcelona, que es una ciudad que ha reivindicado los derechos de las trabajadores sexuales y que más ha luchado contra el tráfico de seres humanos, vengan aquí a intentar descalificar con mentiras lo que hemos hecho. Se dice falsamente que queremos potenciar los prostíbulos o defender al proxenetismo. ¡Nada más lejos de la realidad! Simplemente queremos que se trate con políticas específicas la trata, que a las mujeres que están ejerciendo la prostitución se les den alternativas de ocupabilidad en un mercado laboral muy precario, y que a las que quieran seguir ejerciendo debemos respetarlas, ayudarlas y protegerlas. Hay mucha mentira para descalificar y volver a la criminalización. 

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Autor >

Steven Forti

Profesor de Historia Contemporánea en la Universitat Autònoma de Barcelona. Miembro del Consejo de Redacción de CTXT, es autor de 'Extrema derecha 2.0. Qué es y cómo combatirla' (Siglo XXI de España, 2021).

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1 comentario(s)

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  1. Roberto

    Pues a mi me ha parecido que tiene un argumentario feminista de lo más sensato e inclusivo. Para que la hayan acusado de defender la prostitución, así serán sus acusadores... Sólo una cosa a señalar... Cuidados a personas dependientes, cuidados a personas dependientes, cuidados a personas dependientes. Y una vez más, cuidados a personas dependientes. Existe ya un enorme problema para atender a las cada vez más numerosas personas que necesitan una especial atención o especial dedicación que no se está atendiendo por parte de las instituciones públicas. En su 95%, estos cuidados recaen en los propios familiares, en su mayor parte de manera no remunerada, que hace cada vez más difícil conciliar el respeto a la autonomía personal y cuidados que necesitan estas personas, y la vida personal, y laboral de las y los cuidadores que se hacen cargo de ellas. No se puede seguir dejando de lado este problema porque es un colectivo con una dimensión nada desdeñable.

    Hace 4 años 11 meses

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