1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

'Flako' / exbutronero

“Robar bancos crea adicción”

Galo Martín Aparicio Madrid , 29/05/2019

<p>'Flako'.</p>

'Flako'.

Marina Neira

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

CTXT se financia en un 40% con aportaciones de sus suscriptoras y suscriptores. Esas colaboraciones nos permiten no depender de la publicidad, y blindar nuestra independencia. Y así, la gente que no puede pagar puede leer la revista en abierto. Si puedes permitirte aportar 50 euros anuales, pincha en agora.ctxt.es. Gracias.

Al currículum de Flako le falta una fuga de prisión para disipar cualquier duda que tenga un departamento de recursos humanos de una empresa que esté pensando en contratarle. Los cuatro años y tres meses que estuvo encerrado en una celda por robar bancos se los pasó cambiando pañales y escribiendo. Lo hizo con rabia, faltas de ortografía y preguntándose en qué había fallado. El resultado fue Esa maldita pared, publicado por Libros del K.O., editorial que se empeña en llevar a la imprenta a los malditos. La vida de este butronero vallecano es una historia de bajadas y subidas al y del subsuelo, de agujerear paredes, de amores y dinero. No todo el que le hubiera gustado reunir. Porque el dinero, el propio y el ajeno, siempre parece poco.

Ese hambre insaciable de poder que firmaría Gordon Gekko (protagonista de la película Wall Street, interpretado por Michael Douglas), es el mismo que impulsaba a Flako a expropiar bancos. Palabras que significan robar hay muchas, tantas como maneras de hacerlo. Flako se decantó por el butrón de las sucursales bancarias desde el subsuelo. Submundo al que se adentraba levantado tapas de alcantarilla con pericia y con mariposas en el estómago. Con la máscara de látex que usa para cubrir su rostro, y con la que se ha creado un personaje, nos realiza una demostración en plena calle Antonio Machado. Pura poesía.

Este exatracador de bancos y exbutronero, al que le gustan las películas de atracos, Le llaman Bodhi y La ciudad de los ladrones, aunque su perfil era más parecido al del Maestro Astilla, rata que ponía firmes a las cuatro tortugas ninjas con nombres de artistas renacentistas, en las cloacas madrileñas se movía con soltura. Con tanta que dice que “a Cristina Cifuentes le hubiera dado un Máster en Pocería”. Mierda hay abajo y arriba.

En la actualidad Flako se encuentra en régimen de libertad condicional que le permite disfrutar de su mujer e hijo, al que no vio nacer porque le detuvieron por robar un banco. Iba a ser su último gran golpe. La última vez de algo no es más que una declaración de debilidad y deseo. Está por ver que aquel viejo don de localizar salidas, hoy cubierto de telarañas, le sirve a Flako en su nueva vida como mozo de almacén, escritor y padre.

¿Atracar bancos es un oficio honrado?

Hombre, no robas a un pobre.

¿Dónde has visto más mierda: en las alcantarillas o en la superficie?

Hay más mierda en la superficie. Nosotros siempre decíamos que en la superficie hay ratas de dos patas que son más peligrosas que las de cuatro patas que habitan en las cloacas.

¿A qué huelen las cloacas?

Si mezclas todos los olores que se concentran ahí abajo los que menos se perciben son los de la mierda y el pis. Huele más a humedad, suavizante y lejía. Es un olor muy peculiar que no se puede oler en la superficie. Huele peor cuando las aguas fecales se estancan y cuando mejor es después de haber llovido, se lleva toda la mierda y lo deja limpito.

¿El subsuelo también entiende de barrios ricos y pobres?

En los barrios Salamanca, Chamberí y en la zona de las embajadas las alcantarillas están más limpias y vigiladas. Eso es así porque bajan más los topos (Policía del Subsuelo) y la plantilla de limpieza del ayuntamiento, quienes al caminar por las galerías van quitando las telarañas. Hay galerías en el subsuelo que no están identificadas con su nombre, como en la superficie, pero nosotros nos hacíamos una idea de nuestra ubicación a partir de la galería general, que sí lo está.

¿Cómo hacías para orientarte en el subsuelo?

Con un callejero de Madrid. Nosotros una de las zonas que más trabajamos era la de Chamberí, que es un barrio que sí aparece en los mapas de la ciudad turísticos, algo que no pasa en el caso de Usera, por ejemplo, que no está en el centro. Cuando íbamos a bajar en algún punto de Alonso Martínez, Ríos Rosas o Cuatro Caminos comprábamos un callejero turístico en una papelería. Me acuerdo que el papelero ya me conocía porque siempre se lo compraba a él y me preguntaba: “¿Qué zona quieres hoy?”. Yo lo que le pedía era que me ampliase el área que a nosotros nos interesaba y la hoja en cuestión la cubría de con un tira de celo ancha para poder manipularlo, doblarlo en el subsuelo. Era como el mapa del tesoro de los piratas.

¿Cómo describirías el subsuelo?

Es otra ciudad en un submundo de agua habitado por ratas, cucarachas y algún butronero que otro.

Antes de acometer el robo (“expropiar”, dice Flako) de un banco ¿qué sentías?

El día antes del golpe frustrado al banco Santander de la calle Alcalá 74, por el que estoy cumpliendo condena, era un domingo (9 de junio) de la Feria del Libro de Madrid. Me fui al Retiro a dar una vuelta y me pasé con el coche por delante del banco a echarle un vistazo. Antes de atracar un banco me gustaba aparcar delante y visualizarme ya dentro y decirme: “Mañana voy a estar ahí dentro”. También estaba nervioso (algo que no contaba a los compañeros), como si me hubiera tomado cuatro Red Bulls, cuatro cafés, espídico, no podía dormir.

¿Robabas por dinero o por el subidón de hacerlo?

Primero lo hacía por el dinero. No es que me hiciera falta ese dinero del banco por una deuda, era un añadido, un extra. Tú atracas un banco y sientes poder. Te ves muy alto.

¿Alternabas un trabajo con robar bancos?

Tengo once años cotizados. Tenía una doble vida que me daba mucho morbo. Recuerdo en una ocasión que íbamos mi mujer y yo por Atocha en mi coche con la policía detrás de nosotros. En ese momento ya se hablaba de una banda de butroneros que robaba bancos desde las alcantarillas y yo pensaba: “Me tenéis aquí delante, a dos metros, y no sabéis que soy yo”.

¿Robar bancos engancha?

Sí, crea adicción. Es como quien juega a la lotería a diario y en la administración todos los días le dicen “boleto no premiado”, hasta que una vez le dicen “boleto premiado”. Ese subidón es el mismo que sentía yo al entrar en un banco, que me abriesen la caja fuerte, ver la pasta y pensar que era mío, que ahora sí que me ha tocado la lotería.

¿Qué recuerdas de tu primer butrón?

Más que mi primer butrón lo que recuerdo es la primera vez que ayudé a mi padre. Era septiembre del 2000, hacía calor, pero yo sentía frío de los nervios. Cuando acabó todo y subí al piso donde estaban contando el dinero, unos veintitantos millones de pesetas (132.530 euros aprox.), pensé que esto yo lo tenía que contar algún día.

¿Cuándo ha sido la última vez que te has sentido eufórico?

Con el proyecto del documental (Apuntes para una película de atracos, dirigido por Elías León Siminiani) y los coloquios a los que me invitan para presentar la película y el libro. Ver a tanta gente para mí es gratificante, aunque me pongo nervioso. No es la misma euforia que sentía al atracar un banco, pero me hace sentir muy bien. Además, estás haciendo algo bueno, legal. Es muy difícil encontrar una situación que pueda crearte una euforia parecida a la de atracar un banco. Te hace falta un arma, meterte en las alcantarillas, estar encapuchado.

¿Qué hace falta para ser un buen butronero?

No tener claustrofobia, no ser asquerosito y, según la Policía, tener dos cojones, en relación a lo que hace falta tener para levantar una tapa de alcantarilla. Yo he levantado muchas con las manos (su peso es de algo más de veinte kilos).

¿Cuándo estabais abajo tus compañero y tú hablabais?

Sí, también nos reíamos mucho. Era una situación distendida, igual que cuando te cambian las pastillas de los frenos del coche. Hombre, en el momento de hacer el agujero en la pared te ponías más serio.

¿Piensas en el miedo que pudiste provocar a aquellas personas que se encontraban en los bancos que atracaste (expropiaste)?

Siempre he mantenido la filosofía de que un ladrón no mata a nadie, no es un asesino. El ladrón roba. A mis compañeros de butrón les decía que nosotros íbamos a robar, que no íbamos a atacar a nadie, menos a gente desarmada. Por otro lado, una persona que trabaja en un banco no va a defender un dinero que no es suyo. He llegado a escuchar de gente que trabaja en una sucursal bancaria que yo hacía bien en robarles. Habría que pedir perdón a las víctimas. Esas personas no tienen la culpa de que un loco como yo se despierte por la mañana se ponga una capucha y se vaya a atracar un banco a punta de pistola. Empuñar un arma y apuntar a una persona es violento.

A mis compañeros de butrón les decía que nosotros íbamos a robar, que no íbamos a atacar a nadie, menos a gente desarmada

¿Invertiste en algo productivo lo que ganaste “expropiando” bancos o lo malgastaste?

He ganado tanto que sigo trabajando, así que…Creo que tengo más pares de playeras ahora que cuando atracaba. No era de robar y al rato gastar el dinero. Sí me compré ropa, me fui de vacaciones o ayudé a mi familia. Tenía cuenta bancaria en la Caixa, en la que hacía ingresos y retiraba efectivo. En una ocasión hubo un descubierto de unos treinta euros y me llamaron del banco para avisarme de que me iban a cobrar una comisión. Me molestó porque cuando ingresaba dinero no me decían nada. A mí, que robaba bancos (ríe).

¿El miedo a acabar en la cárcel no te frenaba a la hora de robar bancos?

Creíamos tener un método de robo infalible, aunque sí pensaba que alguna vez íbamos a tener un susto: alguien nos va a ver bajar o subir a/ de las alcantarillas, van a encontrar herramientas de butrón en la furgoneta, etc. Esos eran mis miedos. Introducirme en el banco desde el subsuelo con la policía en la superficie yo sabía que no me podían coger.

En la calle Pilarica 23, en un sucursal de Bankia, en la que me detienen, yo no tenía relación con el que era mi socio en ese butrón, Ricardo. Yo no estaba fichado, luego a mí la policía no me podía seguir, pero él sí lo estaba. Mi paranoia era que podían darme un susto, pero en mi casa, cuando me iba a dormir o mientras hacía el amor con mi mujer, por eso cerraba las puertas de las habitaciones de mi casa.

¿Qué ha sido más difícil escribir este libro o robar bancos?

Escribir el libro porque lo he hecho dentro de prisión.

¿Cómo surgió la idea de escribirlo?

Al detenerme me trasladaron al módulo de aislamiento de Soto del Real. No tenía televisión y estaba encerrado 21 horas, así durante dos meses. Para matar el tiempo me puse a escribir. Arranqué a hacerlo con rabia y con faltas de ortografía. Redacté listas con posibles errores por mi parte, pedí a mi mujer y abogada la documentación relativa a mi caso, y así, poco a poco, surgió el libro Esa maldita pared (publicado por Libros del K.O.). Después conocí a Elías León Siminiani, director del documental Apuntes para una película de atracos, quien contactó conmigo. Al tiempo le cuento que estoy escribiendo un libro y se lo enseño. Me animó a seguir escribiendo y me regaló libros de otros atracadores de bancos. Libros que me sirvieron de guía para redactar el mío. Contactó con editoriales hasta dar con Libros del K.O. Uno de los fundadores, Emilio Sánchez Mediavilla, es un tipo de puta madre. Yo tengo que besar por donde pisan Elías y Emilio, me han ayudado muchísimo.

¿Qué te decían tus compañeros de prisión?

Ellos me veían escribir y debían pensar que estaba zumbado. En el módulo en el que estaba había gente que estaba estudiando. Había un narcotraficante, que ha salido en televisión, que era un genio en matemáticas. Una máquina. El chino Gao Ping era un cerebro en estadística. En Soto (del Real) coincidí con con la crème de la crème (entre ellos había terroristas de E.T.A.). A los etarras les traté en el módulo de aislamiento, un sitio en el que no sales con muchos presos, solo con cinco o siete. Recuerdo una vez que en el mismo patio se juntaron cuatro etarras y tres presos comunes. Entre ellos estaba Txeroki. Entre ellos hablaban en euskera. En una prisión, por lo general, el perfil que te encuentras es el del delincuente común, toxicómanos, al cruzarte con un etarra te encuentras con una persona deportista, tranquila (los que hay que practican yoga) educada y culta. Los hay también que les encanta hablar de comida.

¿En la cárcel, qué echabas de menos del exterior?

El limón de la paella, el poder quedarte en la cama hasta las diez de la mañana, en la cárcel a las ocho tienes que estar en pie. Poder comer el embutido que tú quieres, no el que ellos quieran. En la cárcel hay una tienda en la que puedes comprar: chorizo, salchichón, queso y jamón de York y serrano. Beberte un vaso de leche fría en verano, cosas así se extrañan, pero al final te habitúas. Yo en la cárcel tenía un exprimidor y estaba muy cotizado. Yo intercambiaba productos por naranjas para hacerme un zumo de naranja natural.

¿Te arrepientes de haber robado bancos o lo que te jode es que te detuvieran?

Me jode que me detuvieran. De lo que me arrepiento es de haber apuntado con una pistola a personas y haberlas hecho sufrir. De lo que más me arrepiento es que por haber cometido una serie de delitos no pude ver nacer a mi hijo. De llevarme el dinero del banco… más de uno que estuviera en mi lugar no se arrepentiría. Yo tampoco.

¿Con tus conocimientos técnicos del alcantarillado a qué actividad legal te hubieras podido dedicar?

Cimentación, estructuras de edificios. Algo ligado a la construcción, aunque lo que yo hacía era más bien una deconstrucción. También puedo trabajar en el servicio de limpieza de alcantarillas del ayuntamiento, saneando pozos, pero no colaborando con los topos, que luego saben más que yo (ríe).

¿Qué es lo que más te preocupa cuando tu hijo sepa a qué se dedicó su padre durante un tiempo?

Con 12 años mi madre me dijo que mi padre atracaba bancos, aunque ya antes me imaginaba que hacía cosas ilegales. Lo que intentaré con mi hijo es explicarle lo que hizo su padre en su día y que él lo que tiene que hacer es estudiar. Pero intentaré que ese día sea lo más tarde posible. En mi caso yo me enteré pronto, y mi padre para mí era un héroe. A lo mejor, si hubiera sido abogado, yo hubiera querido ser el mejor abogado de todos, pero como mi padre era atracador de bancos yo quise ser el mejor atracador de bancos. Algo difícil porque mi padre tenía más cojones que yo. Por eso no quiero que mi hijo me vea como un héroe por lo que hice, sino por la educación que le he podido dar. No quiero que se sienta orgulloso de su padre porque robaba bancos y le pase lo que me pasó a mí por sí sentirme orgulloso de que robara bancos y emularle.

no quiero que mi hijo me vea como un héroe por lo que hice, sino por la educación que le he podido dar

¿Sigues pagando al Banco Santander la multa que te impusieron (26 euros)?

Sí, y así va a ser hasta el resto de mi vida. Soy mileurista, no me voy a quedar sin comer por pagarles a ellos más dinero de golpe para reducir mi multa.

¿Todo esto ha merecido la pena?

Hay cosas que sí han merecido la pena, otras no. Yo he pagado un precio muy caro por robar bancos, por ejemplo, no ver nacer a mi hijo. Yo le cambié los pañales en prisión.

¿No te tienta volver a robar un banco?

Para mí tentador sería que me dijeran que me quedan dos años de vida, entonces antes de irme la preparo. Pero como eso no va a pasar, ni quiero que pase, no hay nada en el mundo que ahora me separe de mi hijo. No le vuelvo a dejar solo otra vez.

Hay veces, a fin de mes, que paso por delante de un banco y me digo “le pegaba un estacazo a esto”. La verdad es que ni tengo ni quiero tener contacto con mis antiguos compañeros de trabajo. Les he visto a todos, pero no he hablado con ninguno. No me aportan nada. Ahora mi vida gira en torno a mi familia y trabajo (es albañil).

¿Te siguen incordiando los porteros de una comunidad de vecinos?

(Ríe). Ya no.

La tuya es una vida de película, ¿este es el final que habías imaginado?

Este no es el final.

CTXT se financia en un 40% con aportaciones de sus suscriptoras y suscriptores. Esas colaboraciones nos permiten no depender de la publicidad, y blindar nuestra independencia. Y así, la gente que no puede pagar...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Galo Martín Aparicio

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí