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El joven sonriente, feliz, contento de conocerse a sí mismo, exultante, simpaticón, conservador y reaccionario, reciente y flamante nuevo alcalde de Madrid y típico miembro del PP se ha hecho con la alcaldía, no por haber obtenido el apoyo de la mayoría de los votantes madrileños, ni mucho menos, más bien menos, sino por la torticera habilidad de su partido, demostrada en más de una ocasión, para conseguir pactos espurios y contra natura, como señas de identidad política, al igual que su cínica denominación de “Popular”. Este nuevo edil, de estreno, se ha permitido la grosería de criticar a su antecesora en el cargo, Manuela Carmena, a la que no le llega ni a la suela de sus zapatos, ni profesional, ni moralmente, y, por lo visto hasta ahora, tampoco intelectualmente. Almeida ha inaugurado su mandato con una medida, en la mejor tradición del PP, contra el interés general, contra la salud pública, contra las normas europeas, contra la racionalidad más estricta, contra la historia y contra la decencia institucional (¡buen principio!). Le ha faltado tiempo para ir contra el proyecto de Madrid Central, que intentaba aliviar el problema de la polución ambiental en el centro de la capital de España, como buen ejemplo para el resto de la nación, siguiendo las normas de la Unión Europea y las mínimas exigencias del bienestar de los habitantes de Madrid. Fiel a los principios de su partido –“lo que es bueno para la General Motors, es bueno para el país”–, como ya lo demostró con la reforma laboral de Rajoy, que les quitó los derechos laborales a los trabajadores, en beneficio de los empresarios, al tiempo que alentaba la lepra de la corrupción, que había iniciado Aznar. En esta línea, Almeida, el PP en el Ayuntamiento, ha levantado el castigo, a partir del mes de julio, de las multas por circular indebidamente por la Gran Vía. (Ante tamaña barbaridad, ha rectificado inmediatamente y ha limitado la medida a los meses de julio y agosto. Precisamente los meses de menos circulación. Pero la intención se le vio). Porque es mucho más importante la cuenta de resultados y el balance de fin de año que los miles de pulmones afectados por la intensidad de la polución.