Reseña
El sector financiero y los trabajos de mierda
David Graeber analiza en su último libro los empleos que solo sirven para sostener el capitalismo
Álvaro Ramos Colás 26/06/2019
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David Graeber considera que el anarquismo no es solo una ideología, sino algo que se construye en primera persona del singular y del plural. El anarquista debe mostrar y moldear su idea de libertad con sus propios actos. Por eso no es extraño verlo en primera línea de las barricadas anticapitalistas, como en Seattle (1999), Occupy Wall Street (2011) o, más recientemente, en las de los Gilets Jaunes. Pero, además de activista, es un teórico del capitalismo y de los modos en que este somete a los individuos, es decir, cómo les arrebata la libertad, la cual, según defiende, es la esencia de lo humano y la madre de la imaginación y la creatividad. Ha estudiado, por ahora, tres grandes dispositivos con los que el capitalismo logra imponerse: la deuda (desarrollado en En deuda), la burocracia (La utopía de las normas) y la moral del trabajo, que es el centro del recientemente publicado Trabajos de mierda (Ariel).
Su última obra se ocupa de un tipo de trabajos que definen el capitalismo contemporáneo: los trabajos de mierda. ¿Qué es un trabajo de mierda y en qué se diferencia de una mierda de trabajo? Los segundos los conocemos todos, son los mal pagados, los peligrosos, los inestables, etc. Sin embargo, según Graeber, un trabajo de mierda es una forma de ocupación tan absolutamente innecesaria y perniciosa que ni siquiera el mismo empleado puede justificar su utilidad y su existencia, aunque se sienta obligado a fingir que no es su caso. Además, normalmente son llevados a cabo por trabajadores de cuello blanco, al contrario que los otros, que son desempeñados en gran parte por los de cuello azul. La clave reside en la percepción subjetiva de los propios trabajadores: deben sentir la frustración de no encontrarle un sentido o provecho social a su trabajo, lo que les produce una profunda frustración existencial, puesto que si, según Graeber, la esencia del ser humano es su imaginación y creatividad, un puesto de trabajo que esterilice ambas facultades no puede sino alienarlo.
Graeber defiende que este tipo de trabajos está cada vez más extendido, siendo el sector financiero (buque insignia del capitalismo de hoy en día) el mejor ejemplo de ello, y deja claro la finalidad de estos empleos: subyugar a grandes capas de población con potencial creativo anulándolos como personas para mantener el sistema “neofeudalista” del capitalismo financiarizado. En primer lugar, este sector es feudalista porque no se dedica a la producción de nada real, simplemente pone en circulación dinero ficticio (créditos principalmente) y lo mueve frenéticamente, de tal modo que las empresas relacionadas con esta actividad puedan cobrar comisiones y penalizaciones por servicios relacionados con esos movimientos. Por consiguiente, el capitalismo actual no obtiene su carta de naturaleza en la libertad de los mercados (como defienden los apóstoles del liberalismo), sino en la apropiación indebida de rentas mediante tácticas coercitivas.
Dado que este tipo de empleos no produce nada, su única utilidad reside en su capacidad para legitimar el sistema. Graeber sostiene que un sistema casi feudal necesita una compleja estructura orgánica que lo justifique, para lo que las grandes corporaciones financieras han construido inmensas estructuras piramidales fuertemente estratificadas, con multitud de cargos, grupos de trabajo, áreas de desarrollo, proyectos, etc. donde la mayoría de los empleos son redundantes. De este modo, estas organizaciones societarias consiguen una apariencia de poder, grandeza y realidad que les permite, sin producir absolutamente nada, apropiarse de rentas mediante el uso de individuos despojados de su creatividad e imaginación precisamente donde mayor potencial emancipador podrían tener, en su puesto de trabajo.
La gran contribución de este libro consiste en completar estudios más generales, como los de Francis Green o Christophe Dejours, con mucho más aparato estadístico (aspecto que queda en el debe de Trabajos de mierda), aportando una visión original sobre la naturaleza de gran parte de los trabajos de cuello blanco y su relación con el sistema (im)productivo contemporáneo. Nos ayuda a vislumbrar otro motivo más por el cual el capitalismo global y financiarizado poco tiene que ver con la creación de riqueza, con el intercambio de bienes, con la libertad individual y con el progreso, tal como nos quiere hacer ver el pensamiento único.
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Álvaro Ramos Colás realiza sus estudios de doctorado en filosofía en la U.N.E.D. Colabora asiduamente con revistas de estudios culturales y de investigación filosófica.
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