Análisis
“Solo queda hacerlo o morir”
Boris Johnson, nuevo primer ministro británico y ‘playboy’ trasnochado de la élite del país, defiende su compromiso de sacar al Reino Unido de la UE antes del 31 de octubre. La duda está en cuándo convocará elecciones
Andy Robinson Liverpool , 30/07/2019
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There’s but to do or die. Es la frase favorita del flamante primer ministro británico, Boris Johnson, para describir su compromiso por sacar al Reino Unido de la UE, de una vez, antes del próximo 31 de octubre, el Halloween ya más esperado por los amantes del género del terror desde aquella película de John Carpenter.
Solo queda hacerlo o morir. La frase se atribuye a Alfred Lord Tennyson en su célebre poema sobre la huida hacia adelante más demencial de la historia de la guerra: la carga de la brigada ligera, una división de la caballería británica que participó en la guerra de Crimea contra Rusia a mediados del siglo XIX y que, en lugar de rendirse o buscar otro plan más inteligente, decidió cargar directamente contra la artillería rusa. Fueron masacrados pero recibieron de forma póstuma las correspondientes Victoria Cross –cruces de la reina Victoria–, el galardón más codiciado del imperio británico. El poema se grabó en la imaginación inglesa como la mejor descripción de la terca valentía y disciplina británicas en su defensa de la libertad.
Son los valores que Johnson, deseoso de reencarnarse en Winston Churchill con una pizca añadida de un poeta romántico del imperio como Kipling o Tennyson, elogia en todos sus discursos sobre el brexit.
Pero basta con leer el poema para comprobar que Johnson, al igual que todos los ingleses, entre ellos yo, que recuerdan aquel verso de Tennyson aprendido bajo la mirada de un profesor con capa negra en el aula de la grammar school, ha tergiversado el verso más consagrado del imperio. Tennyson escribió: “Do and die” (hacer y morir) y no do or die. Es decir, que no había final feliz posible en el homenaje del poeta al orgullo patriótico y a la obediencia de la brigada ligera.
Tennyson describe la disciplina ciega de los integrantes de la brigada ante las órdenes suicidas de sus oficiales soberbios e incompetentes. (Formada, al igual que Johnson en escuelas de élite y enchufada en el sistema Oxbridge, la élite aristócrata en uniforme del siglo XIX cometería errores mucho más costosos en vidas humanas en la Primera Guerra Mundial). Someone had blundered –alguien se equivocó– deja caer Tennyson. Y esa persona no era el soldado montado en su caballo que galopaba hacia los cañones, sino tal vez un tipo gracioso y de muy buena familia, como Boris, gritando “Do or die!” con su sable desenvainado desde la última fila de la carga.
Do and die –en lugar de do or die– parece, efectivamente, la frase más indicada para aquellos votantes del brexit de clase trabajadora seducidos por individuos como Nigel Farage y Boris Johnson. Por ejemplo, los de los pueblos exmineros –feudos del brexit– con los que hablé en mi última visita al norte de Inglaterra. Los que han llegado a convencerse de que Johnson –el playboy del segmento más trasnochado de la élite británica– entiende las frustraciones de la clase obrera posindustrial que dio al botón rojo del brexit porque ya no soportaba más la pérdida de lo que había tenido.
Hartos de ser ignorados por el establishment en Bruselas y Londres, muchos creían que, además de Farage, el millonario de mal gusto que bebe pintas en el pub como ellos, también defendería su causa el niño grande de pelo rubio que prefiere el vino. Esto pese a que Johnson sea un toff, un petimetre –como los de los tiempos de Tennyson–, cuyos proyectos cuando fue alcalde de Londres incluyeron una serie de folies faraónicas, desde un aeropuerto en el río Támesis, que jamás tuvo viabilidad y no se construyó, a un puente mal diseñado de presupuesto desorbitado.
Es muy probable que Johnson convoque elecciones en los próximos seis meses, bien para buscar un apoyo popular para el Halloween del no deal, o bien para intentar ampliar la escueta mayoría conservadora tras una salida negociada antes del 31 de octubre. No es probable que un hombre con sus privilegios e inflado ego trate de apañarse durante mucho tiempo con una mayoría de solo un escaño, además, condicionado al apoyo de esos unionistas tan bastos de Irlanda del Norte. El do or die de Johnson serán nuevos comicios en los que intentará hacerse con los votos de la clase trabajadora del brexit. ¿Será posible que otro old etonian, de privilegios inimaginables, logre un mandato electoral en el Reino Unido, al igual que David Cameron, gracias a los votos de los que menos tienen?
Tras anunciar un gobierno conservador que ya no esconde su talante de derecha pura y dura, algunos de cuyos ministros serían entusiasmados compañeros de viaje de Vox, Johnson tratará de hacer lo que UKIP y Farage, al menos en las elecciones generales, no pudieron. Intentará conseguir los escaños de los laboristas en el norte y en otras partes de la tierra baldía posindustrial inglesa que votaron mayoritariamente a favor de salir de la UE.
Asesorado por Dominic Cummings, que diseñó la campaña del brexit, el nuevo primer ministro piensa que puede alzarse como el líder, el salvador de quienes se sienten ignorados por la beautiful people londinense y los tecnócratas europeos. ¡Qué más da que el mismo Boris sea un representante de la crema y la nata que ha despreciado durante siglos a los proletarios en el norte, tanto como a los inmigrantes jamaicanos con “sonrisa de sandía”, según el pintoresco racismo del nuevo primer ministro!
El plan puede funcionar, tal vez, al igual que funcionó en el referéndum del 2016. Pero hay motivos para pensar que el nuevo primer ministro, al igual que la brigada ligera, está encaminado hacia un desenlace de “hacer y morir” o aún más probable de “no hacer y morir”.
Primero porque los laboristas defenderán sus escaños obreros mediante la movilización de miles de activistas entre el medio millón de afiliados del partido con más bases de Europa. (El brexit ha quitado algo del entusiasmo por el partido de Jeremy Corbyn, pero sigue siendo mucho más grande en cuanto a personas dispuestas a salir a la calle y pedir el voto que los conservadores). Los laboristas podrán confirmar las sospechas de la gente con los salarios estancados de que Boris es cómplice de las políticas de austeridad, en las que se ha recortado el presupuesto de servicios públicos en pueblos como Doncaster o Barnseley, feudos del Brexit, con casi el 70% de los votos a favor.
Lo dijo en la madrugada de este miércoles 25 de julio John McDonnell, el número dos de Corbyn, en una entrevista con Robert Peston de ITV News: “A nosotros nos viene muy bien estar contra un gobierno de derecha neoliberal tan extrema; aún más de derechas que el de Thatcher”. Si hay algo que produce más rechazo que Bruselas en el norte posindustrial de Inglaterra, desde Newcastle a Liverpool, es el recuerdo de Margaret Thatcher (de ahí el empeño de ese grupo de hinchas del Liverpool, antes de la final de la Champions, el 1 de junio, en renombrar la vergonzosa plaza Margaret Thatcher en Madrid con carteles que rezaban “Jeremy Corbyn Square”).
Mucho dependerá de hasta qué punto el brexit se haya convertido en la cuestión identitaria más importante para esa gente olvidada de la Inglaterra globalmente desconectada que Johnson apenas ha pisado. He aquí dos escenarios:
Escenario 1: si Johnson opta por un brexit sin negociación y convoca elecciones antes del 31 de octubre en busca de un mandato popular, los laboristas optarán por una posición pro remain, según McDonnell. “Si la alternativa es un no deal, nosotros nos veríamos forzados a apoyar el remain”, afirmó. Esto distanciaría aún más a Corbyn de los probrexit en los condados del norte, pero tal vez permitirá a los laboristas frenar la pérdida de votos por el lado europeísta, donde los liberal demócratas, bajo el liderazgo de la joven escocesa Jo Swinson, se han levantado de la tumba cavada por Nick Clegg, el exvicepresidente de Cameron y coautor de las políticas draconianas de austeridad. La baza de los nuevos liberal demócratas es que han sido el único partido inequívocamente pro remain. (Dicho sea de paso, Clegg, formado en otra escuela de élite, es ahora directivo de Facebook –salario de un millón de dólares al año– y vive junto con su mujer Miriam, de la casta española, en una casa en Silicon Valley, cuyo precio se estima en siete millones de dólares).
En el escenario de elecciones antes del Halloween del no deal, Corbyn y su equipo intentarán combatir el efecto brexit en sus escaños obreros favorables a salir de la UE; destacarán el duro impacto que tendrá en las economías más frágiles del norte una salida no negociada. Mientras tanto, los liberal demócratas podrán quitar escaños a los conservadores en áreas más pendientes de la City londinense en las que un brexit no negociado causa pavor incluso a los conservadores.
Escenario 2: en caso de que Johnson logre unificar el partido conservador en torno a una propuesta aceptable para la salida de la UE, las elecciones se celebrarán después del 31 de octubre, quizás a principios de 2020. Si es así, los laboristas, que encabezan la mayoría de las encuestas, podrán librarse del dilema del brexit o remain y contrastar su plan para el mundo posbrexit con el de Johnson. A fin de cuentas, Boris, por mucho que hable de los conservadores “one nation” comprometidos con la justicia social, defenderá una profundización del modelo neoliberal anglosajón, una economía aún más desregulada y más golosa para inversores en busca de evadir impuestos. Así mismo pretenderá convertir el Reino Unido en el cuarto integrante del Tratado de Libre Comercio de América del Norte para consumar su estatus actual de socio junior de Washington sin ninguna personalidad propia. No es de extrañar que Trump lo califique como el “Trump británico, valiente e inteligente”. Este es el momento del narcisismo político, pero está por ver si el narcisismo convence en Wigan, en el condado metropolitano del Gran Mánchester.
El tercer factor que se debería tener en cuenta es Escocia, donde la presencia de Johnson puede complicar el pequeño avance que los conservadores lograron hace tres años tras permanecer borrados del mapa durante tres décadas por el mismo rechazo a Thatcher. Si se opta por unas elecciones antes del brexit con el fin de legitimar un acuerdo no negociado, las presiones en favor de un segundo referéndum sobre la independencia de Escocia serán cada vez más fuertes. Quizás Corbyn puede asimilar esa aspiración y buscar un acuerdo de gobierno con el Partido Nacional Escocés (SNP) –cuya política ha sido socialdemócrata y más progresista, en muchos sentidos, que el blairismo– para derrotar a Johnson. Por eso conviene buscar la fuente original de la célebre frase “hacer o morir”. Resulta que es de Robert Burns, el maravilloso poeta escocés, luchador contra las poderosas élites inglesas y contra aquellos privilegiados formados en Eton en el siglo XVIII. El poema primigenio se llama Scots Wha Hae y fue escrito en 1793, medio siglo antes de que Tennyson escribiera Charge of the light brigade. Aquí está (y si algún lector con conocimientos del inglés de los lowlands de Escocia del siglo XVIII quisiera traducirlo, sería una agradecida aportación):
Scots, wha hae wi’ Wallace bled,
Scots, wham Bruce has aften led;
Welcome to your gory bed,
Or to victory!
Now’s the day, and now’s the hour;
See the front o’ battle lour;
See approach proud Edward’s power—
Chains and slavery!
Wha will be a traitor knave?
Wha can fill a coward’s grave!
Wha sae base as be a slave?
Let him turn and flee!
Wha for Scotland’s king and law
Freedom’s sword will strongly draw,
Freeman stand, or freeman fa’,
Let him follow me!
By oppression’s woes and pains!
By your sons in servile chains!
We will drain our dearest veins,
But they shall be free!
Lay the proud usurpers low!
Tyrants fall in every foe!
Liberty’s in every blow!—
Let us do or die!
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Este artículo se pùblicó originalmente en el blog del autor en La Vanguardia.
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Autor >
Andy Robinson
Es corresponsal volante de ‘La Vanguardia’ y colaborador de Ctxt desde su fundación. Además, pertenece al Consejo Editorial de este medio. Su último libro es ‘Oro, petróleo y aguacates: Las nuevas venas abiertas de América Latina’ (Arpa 2020)
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