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Situado en el Parque Natural de Posets-Maladeta, en el valle de Benasque (Huesca), el pico Aneto es el más alto del Pirineo, con 3.404 metros. También es el que más visitantes recibe en verano. Una pequeña parte de ellos contrata los servicios de un guía de montaña. Chemary Carrera, natural del valle, tiene más de quince años de experiencia como guía y diez como guarda en el refugio de La Renclusa, donde muchos montañeros hacen noche durante el ascenso. Hablamos de cambio climático, consumismo y respeto a la montaña. 

¿Cómo es la gente que sube al Aneto? ¿Hay algún perfil?

Cambia bastante según la época del año. La gente que va en invierno o primavera suele ir más preparada, es más consciente de lo que es la alta montaña. Ahora, en verano, el perfil es más de gente que desconoce el medio, menos preparada en cuanto a material y en los aspectos técnico y físico.

¿Qué impulsa a estos a realizar una ascensión de este tipo?

Cada persona tiene su motivación. Es el pico más alto del Pirineo y a muchos les hace ilusión hacerlo, sin ser conscientes de que lo ideal es empezar con picos más pequeños, para ir aprendiendo las diferentes técnicas y alcanzar el nivel físico. Motivaciones, cada cual tiene la suya pero, en general, lo que se tiene hoy en día es mucha prisa. 

Circulan imágenes de colas en el paso de Mahoma [un paso estrecho, de 40 metros de longitud, con una pronunciada caída a ambos lados, que separa antecima y la cima del Aneto]. Algunos medios han comparado esta situación con la del Everest. ¿Hay un problema de masificación?

No. Nada que ver con el Everest. Las aglomeraciones en la cima se concentran en los fines de semana de junio, y a veces el primero de julio, porque coinciden buenas condiciones para hacer esquí de montaña y también para subir andando. Estos fines de semana puede haber más de 200 personas arriba, entre la antecima, el paso de Mahoma y la cima. Pero son ocho días al año. Cuando la nieve se empieza a retirar, dejando al descubierto las piedras, y en el glaciar se hace hielo, las condiciones son mucho más exigentes y la gente ya no llega hasta ahí. En agosto, posiblemente lo intenten 300 o 400 personas diarias, pero llegan unas 60.

¿Cómo se viven las colas en el paso de Mahoma?

Cuando se juntan 200 personas tienes que esperar media hora o una hora. No es un paso técnicamente difícil, pero sí muy expuesto. La gente que no está acostumbrada a esa posición de caída libre a los dos lados se asusta y se atasca. Y si se atascan cuatro personas, con gente detrás, se producen unos retrasos que son una pasada. Los guías llevamos a nuestros clientes encordados, les echamos una mano y van con bastante seguridad. Como mucho tardamos de cinco a siete minutos. 

Algunas voces piden una regulación del Aneto. ¿Qué opina al respecto?

No lo sé. Tampoco sé de qué manera sería adecuado regularlo, quién tiene derecho a subir al Aneto, qué se exigiría. A la gente lo que hay que pedirle es que sea prudente y que llegue con un mínimo de preparación.

¿Se ha notado mucho el cambio climático?

Sí, evidentemente. Los glaciares del Pirineo se han podido reducir en un 30% o un 40%. Ha sido exageradamente llamativo en los últimos diez o doce años.

Cuando hace calor, en las horas centrales del día, la pérdida del permafrost, el hielo que sujeta las piedras, hace que estas puedan caer desde las crestas por encima del glaciar. Es un riesgo.

¿Ha percibido otros cambios en la montaña en estos años?

El cambio más importante, aparte del climático, ha sido el cambio de actitud social en los últimos quince o veinte años. Vivimos a una velocidad diferente. La gente quiere hacerlo todo muy rápido, para decir que lo ha hecho, para hacerse la foto, para colgarlo en las redes. Antes se iba a la montaña a disfrutar. Había una enseñanza a través de los clubes y otros grupos, que transmitían un respeto a la montaña. Hoy en día, mucha gente no hace montaña, la consume. Van pensando en su objetivo, ni te miran, y aunque a veces lo aparenten, no saben por dónde han pisado, si han visto flores o si han visto animales.Y la montaña es más que eso.

¿Qué es la montaña para usted?

La vida. La nieve, que es agua para los valles. Los animales salvajes que viven en ella. Las flores, sus procesos para regenerarse y subsistir.  Y una forma de vivir. Intentamos transmitir lo que supone el entorno a nivel social, que es más que un simple objeto de consumo.

¿Cuántas veces ha ascendido al Aneto?

Muchas desde hace 22 años, pero no contabilizo esas cosas. Cada vez es diferente. Nunca se repite la misma imagen, ni la misma sensación, ni ella tiene el mismo color ni la misma temperatura, ni veo lo mismo. La montaña, ella, me permite trabajar, ganarme la vida con algo que me apasiona. La profesión de guía no es fácil. Física, técnica y psicológicamente es muy exigente. La montaña exige madrugar mucho, muchas horas de actividad, a veces más de las que esperas... Hacerlo puntualmente gusta a muchos, pero hacerlo habitualmente, lo dudo. Es una vida sacrificada, pero como nos apasiona lo que hacemos, a mí personalmente me compensa.