PROCESANDO LA SENTENCIA (I)
Do you remember september?
Este mes, todo apunta a ello, la marmota cat y la marmota esp estarán en forma, pues recibirán los alimentos que necesitan
Guillem Martínez Madrid , 4/09/2019
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1. Septiembre es el mes en el que, tradicionalmente, el procesismo se hace a sí mismo la ITV, se reformula y marca la tendencia del curso –spoiler: nunca, snif, es la minifalda–. Ese mes barroco en Cat, lo será aún más, pues converge en él el barroquismo Esp, aka barroco a secas, no te digo más. Y que viene muy loco –cambio comunicacional del PSOE hacia la nueva derecha, gobierno, por tanto, muy experimental o, lo más probable, elecciones–. Será un mes denso en su levedad eléctrica. Este articulete pretende ser una guía de lo estadísticamente posible para este mes.
2. La sentencia vendrá antes del 16-O, fecha en la que se cumple el segundo aniversario de la provisional para los Jordis y, por lo tanto, Día de la Vergüenza Torera en el Sistema Judicial Esp. Una efeméride que sería deseable, supongo, evitar. Vista la sabiduría, saber hacer y especial delicadeza del TS, la sentencia puede aparecer, lo que tendría guasa, antes del 11-S. Lo que caldearía la olla. Más. En tanto que sentencia mediática, es decir, polémica, es posible que, antes de que aparezca, se comunique al mundo, como cuando la sentencia 2.0 de La Manada. Será, me dicen los tribunalsupremólogos, una condena unánime. Pero, paradójicamente, dura –en estas páginas definimos la dureza en una condena igual o mayor a 8-10 años–, al límite de lo posible. El límite de lo posible, me temo, no es la ley, sino cierta idea del decoro y del ridículo en Europa. Lo que excluiría una condena a 25 años o a galeras. Ya veremos. La sentencia conferirá, por tanto, rango de opción real y peligrosa a las coreografías cursis e inoperantes que en su día aportó la peor clase política cat de la historia. Por el mismo precio, conferirá valor de estadistas I+D a la clase política y regia esp, que en los días de autos no se encontró el culo con ambas manos, y que optó por tratar un compendio comunicativo y propagandístico –católico, feo y sentimental–, sin capacidad de incidencia jurídica alguna, como una amenaza a la unidad nacional del país favorito de la divina providencia. La sentencia, vamos, apurará la curva y, por lo visto, reformulará y dará vidilla al delito de rebelión o/y de sedición, que teníamos ahí, olvidado, muerto de risa, tras su formulación en el XIX.
3. Y, luego, ¿qué?
4. Es posible que la cosa, tras el TC, no llegue a TEDH, donde, en todo caso, no se variaría la sentencia, ni se le dará un rapapolvo histórico y alfa-omega al Judicial esp que, simplemente, puede escuchar, con la cara de una vaca cuando ve llover, cosas que ya ha escuchado sobre la ausencia de segunda instancia, el abuso de la provisional, o sobre la implicación del sistema judicial en apriorismos y puntos de vista políticos.
5. El problema para el Estado sería otro. Sería un problema de percepción en Europa. Es decir, sería un problema llevadero, si pensamos que Europa empezó a percibir Hungría el año pasado. El Estado, en todo caso, y frente al hecho de tener en la trena y bajo sentencia a todo un pack de políticos peninsulares, puede optar por su singularidad, o por echar tierra encima, de manera que la sentencia no llegue a nivel cachondeo entre la clase política europea.
6. Sobre la cosa singularidad. Hace escasos días, un grupo de diputados franceses firmó un manifiesto contra la canalización jurídica que se ha hecho del caso. No se trata de un cable o de una loa a la clase política cat, que como que no, sino todo lo contrario, una crítica a la gestión jurídica vertida, percibida como gore. El Gobierno, por boca de Borrell, afeó la conducta de los diputados franceses, aduciendo su desconocimiento de la realidad esp. Una realidad, lo dicho, singular, no sometida a universalismos, y que requiere traducciones para ser entendida en la cultura europea, tan limitada. Algo así, pero más bestia, es lo que le pasa a Corea del Norte, que periódicamente debe comunicar al mundo, que no se entera, su desconocimiento general sobre la gloriosa y ejemplar revolución norcoreana.
7. Ningún Estado europeo criticará abiertamente al Estado esp, vamos. Europa es un club de Estados, en el que Esp, me temo, es percibida como una singularidad cultural, gastronómica, política y económica –la reciente imputación del pack Esperanza Aguirre, el Gobierno del DF esp, sella esas percepciones–. Por lo que Europa puede asumir también la singularidad jurídica esp, esa cosa que se asume aquí abajo de hecho cuando se propone, para un alto tribunal europeo a un presi del TC al que luego el alto tribunal europeo expulsa de la academia por falsificación de CV. Sí, eso pasó. Oé, oé, oé.
8. Pero no se vayan, amiguitos. Que aún quedan opciones y soluciones decorosas/tirar tierra encima.
9. Una sería la amnistía. Supone el perdón de los pecados. No solo de la condena, sino de los cargos, del delito. Además, la solución se ampliaría a los políticos exiliados con cargos penales.
10. Problemas. Bajo el trade-mark “indultos generales”, las amnistías están prohibidas en el artículo 62 CE. Sí, se podría hacer algún apaño, pero las amnistías las emite, con rango de ley, el parlamento, y parece que el Congreso, ahora y en un futuro inmediato, no va a votar nada conjuntamente que no sea una reivindicación de la tauromaquia. Por otra parte, y con la que está cayendo, una amnistía/algo parecido a ella sería un precedente de solución, me temo, para los casos de corrupción política, cuando se cuente con otra mayoría política absoluta.
11. Otra solución sería cambiar el Código Penal, en las líneas en las que a) se hace la XXXX un lío hablando de sedición y rebelión, o en las que b) se da pie a que los jueces puedan optar por hacerlo. Es sencillo, rápido y divertido. A la vez que edificante, pues se limitaría la cosa rebelión y sedición a los casos reales de rebelión y sedición.
12. Problemas. Se requiere un parlamento decidido a observar la realidad y practicarle cambios. No tenemos de eso por aquí abajo y, tras el descubrimiento de la filfa por parte de Sánchez, pues menos.
13. Luego tenemos el indulto. Mola. Es, visto lo visto, lo más razonable y rápido y efectivo ante un pifostio como el que presumiblemente sellará la sentencia. Un indulto es, vamos, el instrumento para que una madre en paro condenada a dos años por robar dodotis no vaya a la cárcel. No implica, además, que los acusados pidan perdón –lo que no sería, por otra parte, un problema ético para los acusados, que en el poder dieron sobradas muestras de desconocer lo que es un problema ético; si bien han sido detenidos injustamente y juzgados por cargos delirantes, lo que es preciso denunciar, describir y dar constancia, han dado sobradas pruebas de su deshonestidad intelectual y política; no son Mandela, como el Estado no es Camelot–. Vamos, que el indulto no sólo puede solicitarlo el condenado, sino una tercera persona, un partido, una institución/la Gene, o una asociación/Òmnium/ANC. O, incluso –no caerá esa breva–, podría pedirlo el propio TS en su sentencia, aduciendo que, snif, tenía las manos atadas debido al carácter prístino del delito de rebelión y de sedición en el mejor Código Penal del mundo mundial que bla, bla, bla. Otro bonus-track para la cosa indulto: permite que el indulto sea parcial. Sacar a los presos de la cárcel, que es lo que quiere el procesismo, el decoro, y una idea de democracia razonable, pero mantener su inhabilitación, algo que podría satisfacer a un Estado poco psicópata.
14. Problemas. El indulto es una gracia que concede el rey –en este caso, el rey menos gracioso de la historia, si omitimos al rey godo Pocabroma I–. Además, requiere la propuesta previa del Ejecutivo, que posiblemente no se ha formado ya, entre otras cosas, para no asumir esa propuesta, que tanto afea el carácter esp y responsable de un partido de gobierno. Gobernar Esp, en el siglo XXI, por lo visto requiere rehuir el contacto con representantes poseedores un ADN poco esp. Ni te digo indultarlos.
15. Si todo esto les parece divertido, no se pierdan la otra trinchera. Como siempre, la monda.
16. El procesismo, una corriente imparable –propagandística, sentimental y políticamente endeble– hacia la indepe que bla, bla, bla, desde el 16-S de 2017 ha mutado en una corriente imparable de protesta –propagandística, sentimental y políticamente endeble– por la cosa presos. Lo que era el cálculo del Estado. Otro indicio, vamos, de que el Estado sabía que esto no era una rebelión, sino un bucle propagandístico. La sentencia, en todo caso, supone el tercer cambio de época del procesismo. ¿Qué será, qué querrá, en qué consistirá el procesismo tras la sentencia?
17. No lo saben. No está la cosa clara. En la confusión, les paso tres líneas estilísticas.
18. Línea Torra/JxC/Waterloo. La respuesta de este pack de procesismo a la sentencia es divertida. La idea es que dimita Torra e iniciar el proceso para elegir como presi a Puigde, que, si construyes el estadio de béisbol, vendrá. Esta opción es altamente improbable. En su defensa, cabe señalar que es la opción improbable chorrocientosmil, y que todas las anteriores les han funcionado electoralmente. Requiere desobediencia, un delito que, visto lo visto, equivale a rebelión en el sistema político-jurídico-periodístico esp. Nadie –es importante saberlo: nadie– quiso o quiere eso en la clase política procesista. Y, mucho menos, el presi del Parlament Torrent, ERC, que iría a la cárcel sin pasar por la casilla de salida. Pero la idea del pack Torra es jugar con ello. Es decir, establecer una nueva partida de chicken game, fijar una solución impracticable y situar a ERC en el bando de los cobardes y traidores a la patria –un bando ya muy numeroso, me temo–, de manera que ERC, el partido mejor situado para las elecciones cat –serán en primavera u otoño; es decir, cuando lo decida Puigde; el Govern Torra ha gestionado el juicio, poco más; supongo que intentará gestionar la fase inicial tras la sentencia–, volviera a no ganarlas. ERC es, snif, como el Barça pre-Cruyff.
19. Línea ERC. La idea de ERC es responder a la sentencia con un Govern de Concentració, es decir, que integre al procesismo, a la CUP y a Comuns. Que como que no. Además, la idea es poco sexy para el procesismo, más dado a performances autorreferenciales, con patriotas I+D y genéticamente puros, que a ampliar el abanico de la cuchi-pandi. No, ERC no está muy eléctrica. Y, en efecto, puede perder, otra vez, la partida de chicken game, ese juego sentimental y eléctrico, que el PSOE, visto lo visto, está introduciendo en la política esp por la izquierda. Por otra parte, ERC, Aragonès, Economía, tiene otro punto de erosión: los presupuestos y la Llei Aragonès, un segundo recorte social, intenso en la forma de privatización de todo aquello que sea sensible de dar algún beneficio. Estas cosas no inmutan al procesismo, una cosmovisión conservadora de cintura para abajo, y ultraliberal de cintura para arriba. Pero sí que pueden inquietar al posible votante de izquierdas.
20. La sociedad civil ha empezado la campaña Tsunami Democràtic. Se supone que una campaña de manifestaciones y protestas contra la sentencia. Lo que nos lleva a la pregunta: ¿qué es la sociedad civil cat? Lo percibido desde 2010 es que consiste en un par de grandes asociaciones, verticales y vinculadas al Govern, y miles de asociaciones folclóricas y de incidencia más reducida. Es decir, que la sociedad civil cat no existe, o no es tan robusta como se anuncia. Y, sobre todo, no es civil. En todo caso, la misteriosa campaña Tsunami Democràtic ha sido comunicada al mundo por los medios públicos y concertados cat, que no han llegado a explicar qué o quién hay detrás de esa campaña. Por lo visto, nadie. Es una campaña que se monta sola y a través de sí misma, como una aparición mariana. Supongo, no obstante, que el objeto detrás del objeto es el Govern, que se ha quedado con la copla y que habría empezado a deslocalizar –más aún– la propaganda, de manera que no le salpique, una vez se ha constatado que la propaganda puede ser rebelión o sedición. Si eso es así, ese dato explica el tamaño y cáliz de las protestas resultantes, que fieles a la escuela gubernamental consistirían en grandes concentraciones sentimentales y auto-afirmativas, con banderas, lacitos, razón histórica que tira de espaldas, lloros y, tal vez, algún corte de carretera. Que como protesta fin-de-mundo, como que no. Los cortes de carreteras y de vías de comunicación fueron, por otra parte, la protesta social más radical en su día, en 2017-18. Convocados por los CDR –hoy está un tanto inactivos/sentimentales, diría; de alguna manera volverán a existir con la sentencia–, supusieron cargos iniciales de delitos próximos al terrorismo –sí, glups–. Ya veremos.
21. El 11-S, el Día de la Bestia para el procesismo, se presenta, a su vez, pocho. Los fastos oficiales observarán el absentismo escolar de C’s y PP, pero también del PSC. Los actos ANC/la mani gansa cuentan con la no asistencia anunciada de diversos líderes de ERC y de Colau. Es perceptible entre el consumidor procesista, por otra parte, la apuesta continuada por la protesta sentimental. Pero, a su vez, también se detecta cierto desapego hacia los partidos procesistas. Son percibidos como mentirosos, pero eso no evita que dejen de ser votados por sus consumidores, en tanto son los suyos y no hay otros –esta poética del partido y del voto, me temo, glups, es la que pretende edificar sobre sí mismo el PSOE postelectoral, que aspira a ser un partido chungo, poco edificante y libre, a su bola, pero la única izquierda posible, los tuyos–. Quizás algo de todo ello, sobre todo de cierto desapego hacia la clase política procesista, se respira para el 11-S. Para la mani, te tienes que inscribir, y este año, por estas fechas, hay un mínimo muy mínimo inscrito. Que no quitará que el día de autos haya uno o dos millones de ciudadanos procesistas en la calle, supongo. Pero que es un aviso de cansancio. No creo que estén cansados de hacer lo que se les propone –se les propone nada: movilización non-stop, sentimentalidad; por lo que sea, eso ha resultado un filón en la clase media cat–, pero sí de la ausencia de resultados. O, lo que es lo mismo, de un discurso propagandístico nuevo, victorioso, que zanje el fracaso de toda la información vertida por el procesismo y su periodismo desde 2012, y proponga otros palos y otras zanahorias.
22. Es importante saber que la sentencia también supondrá el fin en la zona de confort de Puigde. Que a) se enfrentaría a una Euroorden fundamentada en una sentencia, lo que en principio, y si el Estado no hace ninguna de las chapuzas –absolutas, integrales, totales–, protagonizadas con las anteriores emisiones de euroórdenes, puede suponer el fin de su etapa en el exilio. Haya o no extradición/euroorden, Puigde se enfrenta a b) el fin de una etapa. Es decir, que el protagonismo mediático lo tendrán los presos condenados. Lo que obligaría a Puigde a algún tipo de movimiento. Ignoro cuál sería. Y, supongo, lo ignora hasta él. Pero deberá producirse y ser espectacular. Es decir, sentimentalmente espectacular.
23. A finales de septiembre, la cosa se liará más. Torra se enfrenta a un juicio por desobediencia. Sinopsis: en plena campaña electoral colgó en la Gene símbolos pro-presos apropiados por partidos políticos. Es decir, símbolos partidistas. La Junta Electoral tenía, a su vez, otros medios para solventar esto, pero entre todos eligió el judicial. Hala. Le piden más de 20 meses de inhabilitación, lo que, según el tempo de la sentencia, podría traer consecuencias. Parece ser, no obstante, que Torra escuchará la sentencia como expresi. Ya veremos. En todo caso, la cosa supone, en Cat y en Esp, otro pequeño día de la marmota más. Un paso más en la judicialización de la política y en su sentimentalización, según la trinchera.
24. En septiembre, todo apunta a ello, la marmota cat y la marmota esp estarán en forma, pues recibirán los alimentos que necesitan. La marmota esp habla de un sistema político con poco recorrido, con poca tolerancia a otros mitos, y que confía en la justicia, en el periodismo y en la policía para la solución de conflictos. Con ese hacer dibuja un sistema con simpatías hacia lo autoritario y sin capacidad para solucionar conflictos, pero sí de marginarlos y castigarlos. La marmota cat también es autorreferencial y autoritaria, experimenta con el concepto nacional, con el concepto pueblo, con una nueva democracia que haga hincapié en el pueblo –en el que no cabe todo el mundo; la cosa queda muy brexit, sí–, con la idea de un Gobierno que una, definitivamente, la nación y su pueblo a través de él mismo. Se centra en lo sentimental antes que en lo político. Las dos marmotas son un chollo, una joya, en sí mismas. Además, son carnívoras. ¿Qué puede salir mal?
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Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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