Francisco Ferrándiz/ antropólogo y miembro de la Comisión del Valle de los Caídos
“El Valle es la expresión de un pensamiento totalitario”
Gorka Castillo Madrid , 1/10/2019
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Francisco Ferrándiz (Oviedo, 1963) dirigió una de las tres subcomisiones de expertos que en 2011 recibieron el encargo del Gobierno de desmantelar, de la manera más ética y moral, ese simulacro de memorial que es el Valle de los Caídos, y transformarlo en otra cosa. Como antropólogo social del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), su función fue buscar soluciones al simbolismo funerario nacionalcatólico que miles de manos esclavizadas tallaron en sus piedras, colgaron de sus muros y cavaron bajo tierra. Todo para gloria del dictador y para humillación de sus víctimas. La conclusión fue inapelable: “El monumento es una alegoría completa y jerarquizada para rendir culto a los dos protagonistas principales, Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera”. Autor de numerosas investigaciones internacionales sobre la memoria y el trauma social que causan los conflictos violentos en el mundo, Ferrándiz no duda al afirmar que exhumar al dictador “forma parte de la normalidad en un país democrático”. Sin embargo, insiste en que ese paso “que ha costado dar ocho años” abre una oportunidad para generar un espacio de recuerdo sobre el conflicto civil de primer nivel, “que sea conocido a nivel mundial”.
¿Cuáles fueron las conclusiones de aquella comisión formada en 2011?
Las portadas se las llevó, evidentemente, la necesidad de sacar de allí a Franco pero hubo muchas más sugerencias. Nos dividimos en tres subcomisiones. Una se encargó de estudiar el estatus jurídico del memorial, es decir, el Real Decreto de 1957 que regula la relación del Estado con ese monumento y el convenio firmado con la orden de los Benedictinos en 1958, a quienes se les pide cosas absolutamente anacrónicas como rezar cada 20 de noviembre por la victoria en la cruzada, y que a día de hoy sigue vigente porque no se ha revisado, pese a que el informe recomendó cambiar la ley-marco que regula el funcionamiento del Valle de los Caídos. Solicitamos reajustar el convenio con una orden diferente a la benedictina, que hoy es un nido ultraderechista. Otra subcomisión estudió todo lo relacionado con el simbolismo del memorial en base a la Ley de Memoria Histórica, y la tercera se dedicó a analizar el tema de las criptas. Por lo tanto, el trabajo que hicimos no fue tanto estudiar la forma de exhumar a Franco como el principio superior de desmantelar la jerarquía funeraria franquista de allí.
Hoy sigue vigente el convenio firmado con los Benedictinos en 1958, a quienes se les pide que recen cada 20 de noviembre por la victoria en la cruzada
¿Qué detectaron?
Que todo el monumento está jerarquizado y es fácil de visualizar. A un lado del altar está el fundador de la Falange, que fue ejecutado el 20 de noviembre de 1936 pero que fue el responsable de buena parte la represión y del trabajo sucio que el bando franquista practicó en retaguardia. En el otro está Franco. Ambas tumbas están rodeadas, casi en forma de abrazo, por las 30.000 o 35.000 víctimas que están en las criptas. No puedo hablar de la arquitectura ni de iconografía religiosa más allá de lo que sabe cualquier persona con un mínimo de interés porque no es mi especialidad. Pero como antropólogo social me interesa mucho el simbolismo y puedo decir que ese monumento está ahí por un motivo de culto religioso a los dos protagonistas principales. Solo hay que presenciar cada misa que allí se celebra. Aquello se convierte en una cápsula del tiempo que te hace saltar a los años 50.
¿Cómo fue concebido el Valle de los Caídos?
Es un cementerio dedicado a la guerra revestida de un relato arquitectónico y religioso nacionalcatólico. Tiene tres capillas a cada uno de los lados con, por los menos, tres niveles de enterramientos detrás. Luego, en el crucero, se construyeron otras dos capillas más grandes con, al menos, cinco niveles donde puede haber entre 10.000 y 18.000 cuerpos. Es una escenografía que, claramente, rinde culto a la dictadura. El Valle de los Caídos fue el resultado de la voluntad política para un arreglo funerario de aquel periodo.
Para muchos es el gran memorial a la necropolítica practicada en España durante 40 años
Claro. Es que la necropolítica define cómo las instituciones del Estado gestionan determinados colectivos de cadáveres. Pueden ser víctimas de la guerra, o del terrorismo, etc. Es decir, determina la manera en la que un Estado dedica recursos, genera legislación o instaura ciclos conmemorativos en relación a un muerto o a un colectivo de muertos, que es lo que ahora está sucediendo con los cuerpos de los campesinos, de los maestros, de las mujeres o de los sindicalistas que fueron asesinados en la retaguardia durante la Guerra Civil. A ese colectivo de víctimas les llamamos subtierro ya que conectan con las nociones de destierro y transtierro, del exilio. Representan la manifestación de la derrota, los civiles que quedaron abandonados en fosas comunes durante décadas con una historia de agravios y silencios acumulada sobre ellos. De hecho, la subcomisión que yo dirigí en 2011 se encargó de la necropolítica, es decir, de buscar soluciones para un arreglo funerario del Valle de los Caídos. Y fue ahí, en esas discusiones, donde establecimos la lógica que ahora está aplicando el gobierno. Han pasado ocho años desde entonces. A mi entender, es mucho tiempo.
Es un cementerio dedicado a la guerra revestida de un relato arquitectónico y religioso nacionalcatólico
¿Cree que la exhumación de Franco cierra el círculo democrático en España, tal y como asegura el presidente del Gobierno?
Se trata de un objetivo que el PSOE llevaba persiguiendo desde hace algún tiempo por lo que, desde el punto de vista político, es un broche extraordinario, qué duda cabe. Sacar al dictador es un hecho potentísimo y el mensaje que envía a la sociedad es muy nítido. Sin embargo, yo no soy tan optimista como el presidente porque se exhuma a Franco pero aún queda el franquismo. Si queremos que deje de ser un reducto de nostálgicos hay que ir mucho más allá. Cuando fijamos el desmantelamiento de la jerarquía funeraria del Valle nos referimos a que sacar los cuerpos de poder, Franco y José Antonio, era prioritario. Pero, para hacerlo de una manera ordenada, trazamos una línea roja siguiendo los propios edictos fundacionales del memorial firmados por el dictador, con el añadido del artículo 16.3 a la Ley de Memoria Histórica: allí sólo podían estar “los caídos por Dios y por España” y los muertos en la guerra. La pregunta es ¿murió Francisco Franco en la guerra? No, pues entonces fuera. Y eso es lo que exactamente ha hecho el gobierno.
¿El siguiente en salir será Primo de Rivera?
La historia de José Antonio es distinta. Por supuesto que no debe estar en el lugar de honor que ocupa, pero su traslado no entraña tantas dificultades como el de Franco. Principalmente porque no tiene tantos defensores en España. En la comisión de 2011 hubo tres votos particulares contrarios a la exhumación de Franco pero ninguno contra la de José Antonio. Ni siquiera la Falange está muy contenta de que esté enterrado allí.
yo no soy tan optimista como el presidente porque se exhuma a Franco pero aún queda el franquismo
¿Por qué?
Porque aquello es el monumento de Franco. Llevar los restos de Primo de Rivera al Valle fue una degradación funeraria para los falangistas. Sobre todo teniendo en cuenta lo que significó para ellos su traslado en procesión desde Alicante hasta la basílica del panteón de los reyes del Monasterio del Escorial en 1936. Duró diez días y redoblaban las campanas a su paso por los pueblos. Llevarle al Valle en 1959 no les hizo ninguna gracia. Protestaron y hubo incidentes hasta el punto de que Franco se vio obligado a publicar en el ABClas cartas en las que la familia daba permiso para realizar su reinhumación en el Valle. Ahora bien, según la lógica que elaboramos en 2011, los restos de José Antonio podrían continuar en el mausoleo pero lejos del lugar de honor, fuera de la vista de la gente. Su ubicación sería una de las criptas laterales.
¿Cómo llenaron las criptas?
Tenemos una hipótesis al respecto. En el año 1958, el entonces ministro de la Gobernación, Camilo Alonso Vega, envió una circular solicitando a gobernadores y alcaldes facilitar cuerpos de combatientes franquistas para el Valle de los Caídos pero se introdujo una línea, no sabemos bien cómo, especificando que podían ser de ambos bandos siempre que fueran católicos. Hasta donde sabemos, muchos franquistas se negaron a hacerlo. No querían desmantelar los panteones de honor que ya se habían levantado en los cementerios de sus pueblos, que era donde tenían su hermandad. Paracuellos es el mejor ejemplo de todo esto. Hubo hasta protestas contra la utilización de medios mecánicos en las exhumaciones ante el riesgo de destruir la integridad de las tumbas. Simplemente no querían llevarlos al Valle. Ante estas dificultades, creemos que optaron por hacerlo con republicanos enterrados en fosas comunes sin el conocimiento ni la autorización de sus familiares. Eso podría explicar la decisión de llevarse a todos los del cementerio de Lleida o los de Navarra.
Una de las preocupaciones de la comisión de expertos fue el estado de conservación de las criptas. ¿Es inviable la recuperación de los cuerpos?
La parte funeraria no está estudiada. Hay dos libros de investigación extraordinarios sobre este tema. Uno es el de Daniel Sueiro, que es maravilloso porque nos descubre que el Valle esconde un inmenso cementerio. Y luego está el libro de Fernando Olmeda que logró entrar en el Archivo general de la administración y nos abrió el espectro de las cosas que pasaron, en cómo aquello se convirtió en algo surrealista. Es que ni siquiera se sabe a ciencia cierta cuántos cadáveres fueron trasladados 20 años después de terminar la guerra. Oficialmente se inscribió a 33.840 pero no está claro porque hay números repetidos, errores de origen… En fin.
En España se vive un agravio que no ha dejado de crecer desde 1939
¿Qué significa que hubo “errores de origen”?
Fallos en la contabilidad. El caso más conocido es el de Valerico Canales, padre de Fausto Canales que fue el primero en destaparlo cuando al ir a recuperar los restos de su padre en una fosa común se la encontró vacía. Tras una investigación, el mismo Fausto encontró un acta administrativa de la exhumación de Valerico y descubrió que en la contabilidad aparecían registrados seis cuerpos en lugar de los siete que había en la fosa porque los desenterradores, que no eran profesionales, desecharon un cráneo que estaba demasiado roto. Como este caso puede haber muchos pero falta una exploración a fondo del estado de las criptas. Creemos que hay hasta 28 niveles de enterramientos aunque puede haber alguno intermedio que desconozcamos. Sólo hay un informe técnico fiable, el que realizó el instituto Torroja del CSIC, especializado en análisis de estructuras arquitectónicas, a raíz de la sentencia en firme para sacar a los hermanos Lapeña. Lograron introducir microcámaras por un orificio y filmaron el interior de uno de los niveles inferiores. La conclusión a la que llegaron es que el estado de conservación es relativamente bueno. Ahora bien, para llegar hasta ellos habría que sacar antes 700 cajas. Pero ese proyecto de extracción ya lo hizo el forense Francisco Etxeberria. Gracias a su trabajo sabemos dónde se pondrían los osarios, dónde acumularlos y bajo qué condiciones. Los informes son positivos pero falta, de nuevo, voluntad política.
¿La exhumación de Franco puede ser el detonante para desmantelar aquel memorial?
Por supuesto. La presencia del cuerpo del dictador, y también la resistencia mostrada por la comunidad benedictina, la asociación de defensa del Valle de los Caídos, la Fundación Francisco Franco y su propia familia, han bloqueado el avance de otros procesos paralelos ya previstos que ahora se van a liberar. Es difícil resolverlo todo al cien por cien porque hay muchas capas de complejidad en el Valle que hay que solucionar. Como decía, falta un estudio completo para determinar la viabilidad de abrir los distintos niveles y se debería acumular las reclamaciones existentes de familiares para elaborar un proceso administrativo con un protocolo forense regulado que serviría para dar una respuesta, siempre que sea posible. Pero el hecho de sacar a Franco de allí va a provocar un cambio radical en el resto del complejo. Siempre he creído que su tumba era el lugar para empezar a desmantelar aquel monumento.
Hay sectores que insisten en su inconveniencia porque reabre heridas y España tiene problemas más importantes que resolver
Decir que desmantelar el Valle de los Caídos abre heridas cerradas es un argumento falaz. En España se vive un agravio que no ha dejado de crecer desde 1939. El ejemplo es que toda la legislación funeraria franquista se refiere únicamente a los “caídos por Dios y por España”. Esto permitió que las familias de los vencedores tuvieran exenciones de tasas para enterrar a sus muertos, sirvió para extender la provisionalidad de las fosas comunes evitando problemas legales y agilizó exhumaciones de sus propios combatientes con todos los honores mientras seguían llenando las republicanas en el más absoluto de los silencios y abandonos. Por lo tanto hubo dos espacios de muerte, el del bando franquista y el del republicano, y se aplicó como un apartheid funerario por todo el país que debe ser reparado. Si alguien entiende este concepto no puede decir que las heridas que causó el franquismo ya están suturadas. Hemos heredado una situación de una tremenda injusticia hacia media España y creo que ha llegado el momento de repararlo.
queda pendiente el caso de Queipo de Llano, el genocida por antonomasia del franquismo.
Por ejemplo, ¿desmantelando otros santuarios como el de Queipo de Llano en la basílica de la Macarena de Sevilla?
Sí, queda pendiente el caso de Queipo de Llano, el genocida por antonomasia del franquismo. Cualquiera puede escuchar hoy en internet los programas de radio llenos de crueldad que hacía. Este militar golpista está enterrado en la basílica de la Macarena y la hermandad no quiere sacarlo porque él construyó ese edificio. El ayuntamiento de Sevilla quiere exhumarlo pero parece que no hay un mandato claro en función de la Ley de Memoria Histórica de Andalucía si no se cambia, como se ha hecho con el decreto ley que ha dado cobertura legal a la exhumación de Franco. También hubo problemas para sacar a Mola y Sanjurjo de la cripta a los caídos de Pamplona pero se logró. Con Mola no hubo dificultades. Se lo llevaron sus familiares y lo enterraron en la intimidad, como debe ser, pero los Sanjurjo lucharon y ganaron el derecho a regresar a la cripta aunque el Tribunal Superior de Justicia de Navarra finalmente lo echó para atrás. Luego fue reinhumado con honores en Melilla en una ceremonia en la que estuvo presente el presidente de la ciudad autónoma y algunos militares de alto rango.
¿Debería España fijarse en el espejo de otros países para resignificar memoriales como el Valle de los Caídos?
Cómo convertir el Valle de los Caídos en un lugar de memoria debería ser una de las tareas imprescindibles del próximo gobierno. Yo firmé en 2011 un documento en el que explicaba que, modificando cosas, podía convertirse en un monumento a la reconciliación de verdad. Pero todos evolucionamos y cambiamos de opinión. Hoy creo que hacer eso es imposible. Sin embargo, es la gran oportunidad para generar un espacio-memorial de primer nivel, que sea conocido a nivel mundial y que atraiga visitantes interesados por la historia política que nada tengan que ver con los nostálgicos del régimen. Hay lugares en el mundo que lo han logrado y eran tan complejos o más que el Valle. Mira los campos de concentración nazis o los centros de tortura argentinos y chilenos. Ninguno tiene nada que ver con el Valle de los Caídos, que es único y, por lo tanto, plantea un reto diferente. En Hiroshima cayó una bomba atómica y, después de conceptualizarlo todo, hicieron un parque de la paz. ¿Cómo resuelves un lugar de la complejidad y dureza de Cuelgamuros? Estamos impulsando una idea que es relativamente barata, fácil de implementar y conecta con las nuevas generaciones. En lugar de levantar un contramonumento o colocar los nombres de víctimas en una pared, proponemos construir un relato polisémico donde la memoria totalitaria se expresa en la piedra y la democrática en píxeles, usando las nuevas tecnologías. Partimos de la base de que se debe aprovechar lo que hay para transformarlo en un libro de historia sobre el totalitarismo. Porque el Valle es la expresión de un pensamiento totalitario. En cada piedra colocada, en cada escultura, en cada pedazo de cruz.
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Gorka Castillo
Es reportero todoterreno.
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