1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Palabras mayores
Perfecto Conde / Periodista

“Hoy da igual fabricar periódicos que chorizos o bragas de señora”

Aníbal Malvar Madrid , 8/10/2019

<p>Perfecto Conde.</p>

Perfecto Conde.

F.BELLAS | Cedida por el entrevistado

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Su libro Conexión gallega denunció hace casi 30 años el compadreo entre políticos y narcos españoles. “Me dijeron que Baltasar Garzón lo tenía de periódico de cabecera”. 

A los 76 años, el periodista Perfecto Conde sigue atropellando al interlocutor con palabras e ideas rápidas, humorosas, vitales y exactas, como si su belleza arrubiada y vagamente luciferina le hubiera facilitado algún inconfesable pacto fáustico con el tiempo.

–Después nos tomaremos un whisky.

–Uno o veintisiete.

Redactor inaugural de El País, periodista de investigación en Interviú, noctívago incansable, escritor rápido y de prosa retranqueira y siempre bienhumorada, hoy observa la prensa posmilenio con sano escepticismo: “Pero no me vas a hacer parecer un viejo chocho: no voy a caer en lo de que todo tiempo pasado fue mejor”. Conde apenas envejece, como la que quizá sea su obra profesional más ambiciosa, Conexión gallega: del tabaco a la cocaína, que apareció en 1991 y contaba, para escándalo de muchos, la naturalidad con que políticos, contrabandistas de tabaco y narcotraficantes convivieron durante lustros en Galicia y Madrid repartiéndose favores y compartiendo mantel. 

Aquel libro arrancaba con una cita del escritor y presidente colombiano en los 80, Belisario Betancur, que aún cuelga de las ramas cada vez más secas del árbol de la Verdad: “No más tertulias de salón para comentarios divertidos sobre quien acaba de hacerse rico con el tráfico de monedas manchadas de sangre”.

Naciste en A Pontenova (Lugo), hijo de labriegos. ¿Cómo se vivía en el campo gallego de aquellos años cuarenta?

Bastante malamente, por un lado, pero también con un cierto grado de felicidad que se inspiraba en la esperanza de que aquel mundo tendría que cambiar alguna vez. Si mirabas alrededor, todo era muy negro o, si acaso, totalmente gris y legañoso. Pero de la necesidad siempre había que hacer virtud y no quedaba más remedio que aprender a mirar más allá de la punta del dedo que señalaba la luna. Mi niñez transcurrió en esa década de los cuarenta –nací en abril de 1943– y me tocó padecer algunas de las penurias de esa época: escasez de horizontes, falta de libertad, miserabilismo intelectual, total ausencia de pensamiento crítico, cerrilismo ideológico, encorsetamiento religioso, etc. Pero guardo, sin embargo, el recuerdo de que mi niñez también tuvo algunos aspectos maravillosos. Creo que hay pocas cosas tan impagables como haber desarrollado enormemente la imaginación infantil jugando con cantos rodados recogidos en el lecho del río Eo. Los convertíamos en camiones, turismos, vagones de tren o carruajes diversos. Nada comparable a la saturación actual de la juguetería infantil de procedencia industrial.

Perfecto Conde en el centro, presentando Panorama de Galicia, con Luis Mariñas y Teresa Navaza.

La leyenda dice que entras en el mundo del periodismo en 1968 para escaquearte del servicio militar.

La leyenda no sé lo que dice, pero la realidad es esa. Yo hice la mili en un cuartel de Infantería de Santiago de Compostela. Por una parte, me iba bien. Ya empezaba a haber algunos militares que tomaban alguna distancia con el fascismo de Franco y que, años más tarde, acabaron configurando la Unión Militar Democrática, por ejemplo. Algunos de ellos fueron los que se encargaron de que mi paso por la disciplina militar no fuese del todo una travesía por el infierno, y me procuraron destinos y tratamientos más o menos llevaderos, pases pernoctas y otras facilidades que me permitían asistir, por ejemplo, a las clases de la Universidad. Recuerdo que ocupé puestos como el de cabo pagador del cuartel, secretario del Juzgado Militar, etc. Pero también seguían campando a sus anchas los militares de la vieja guardia franquista, algunos de ellos exponentes clarísimos de la ideología fascista dominante. A uno de ellos, el comandante Galán, que entre otros cargos ejercía el de jefe local del espionaje militar, se le metió en la cabeza que yo era un peligroso comunista e hizo todo lo posible para que me apartasen de cualquier destino y me metiesen en vereda, lo cual quiere decir que fue casi como si de repente me arrojasen a una mazmorra polvorienta y oscura.

Todavía me faltaban varios meses para licenciarme, y realmente no sabía cómo iba a soportar aquella vida de perseguido. Un día, hojeando El Ideal Gallego, el único periódico que editaba en Galicia la Editorial Católica, dueña del madrileño Ya, leí una noticia que anunciaba la convocatoria de los exámenes de ingreso en la Escuela de Periodismo de la Iglesia que por entonces funcionaba en Madrid. Inmediatamente pensé que, si me matriculaba para tomar parte en esos exámenes, en el Cuartel tendrían que darme algunos días de permiso y, de este modo, me libraría de la persecución a la que me había sometido el comandante Galán. Jamás había pensado en convertirme en periodista. Como buen desertor del arado, la primera idea que tuvo mi familia para mí fue la de que fuese médico, pero yo había virado mi vocación hacia las letras y me había matriculado en la Facultad de Filosofía y Letras de Santiago, después de pasar en Lugo por las clases de Literatura del profesor Alonso Montero. Lo que hice aquella vez fue recortar la noticia del periódico y acudir con ella en la mano a una gestoría, denominada Llovo, que había al lado de la vieja Facultad de Filosofía y Letras. Deposité el recorte sobre el mostrador y le dije a la mujer que me atendió: “Quiero que ustedes me matriculen en esto”. Le pareció tan raro el asunto que llamó inmediatamente al jefe y dueño de la gestoría, que de entrada tampoco supo darme una respuesta exacta sobre lo que deberíamos hacer. “Déjenos sus datos y vemos qué se puede hacer. Vuelva dentro de tres o cuatro días”. Volví y ya estaba matriculado. Viajé en tren a Madrid y me examiné. Contesté como pude la larguísima prueba de curiosidad periodística con la que se iniciaba el examen, redacté el tema libre basándome en una excursión escolar llevada a cabo por las montañas de los Ancares y afronté casi sudando el examen oral al que nos sometió un tribunal compuesto por cuatro profesores, uno de los cuales era el célebre Bartolomé Mostaza [jefe de prensa de Falange en Ourense durante la Guerra Civil] y otro un sacerdote muy mayor que fue el más amable de todos. Yo había encabezado mi tema de redacción con una cita de Juan Rulfo (“Como las supe, se las endoso”) y Mostaza me preguntó quién era ese escritor. Le respondí con desparpajo y él, a cambio, quiso descubrirme a mí otro sudamericano: Gabriel García Márquez. Casi me eché a reír antes de decirle que ya había leído Cien años de soledad. Asumir que solo podía esperar el suspenso, me permitía estos atrevimientos. En contra de lo que yo esperaba, aprobé, incluso con buena puntuación, y eso cambió mi futuro profesional. 

Tenías 25 años. ¿Vocación tardía?

Tardía, desde luego. Vocación depende, porque nunca creí demasiado en eso de las vocaciones. 

¿Qué se aprendía en aquella Escuela de Periodismo de la Iglesia que había fundado ni más ni menos que un cardenal, Herrera Oria?

Curiosamente era un buen centro de enseñanza del periodismo de la época. Sin duda, mejor la propia Escuela Oficial que la que tenía el Opus Dei en Pamplona.

Tengo entendido que, incluso antes, habías colaborado con el Diario SP, una bastante incendiaria publicación falangista especializada en ganarse enemigos, quizá el más notorio, el entonces todopoderoso Opus Dei.

A Diario SP llegué por mediación del escritor Gonzalo Torrente Ballester, que era amigo de Rodrigo Royo, un falangista muy curioso que admiraba al Che Guevara y había fundado y dirigía este periódico, que fue el primero que se imprimió en huecograbado en España. Royo era un hombre que dejaba hacer muchas cosas y que tuvo en su redacción a muchos periodistas que luego incluso destacaron por su izquierdismo.

Perfecto Conde, entrevistando a una autoridad médica de la década de 1960.

Ponerte al frente de la primera Enciclopedia Gallega a principios de los setenta tuvo que ser curioso. Imagino que tendrías que andar con pies de plomo con ciertos temas.

Fue una experiencia muy interesante. El editor Silverio Cañada, que ya estaba acabando de publicar la Gran Enciclopedia Asturiana, fue un día a verme a Madrid y me propuso sumarme a un proyecto que me pareció muy importante. A comienzos de 1972 me fui a vivir a Gijón, donde Cañada y yo acabamos de diseñar la obra y, a finales de ese año, ya estaba trabajando en Santiago con una redacción muy limitada con la que empezamos a producir fascículos que se imprimían en Heraclio Fournier, en Vitoria. Más que andar con pies de plomo, lo que tuvimos que hacer es ser prudentes tratando de no excitar demasiado a los nidos de víboras. Compusimos un comité de redacción en el que incluimos desde algún comunista hasta muchos galleguistas y algún franquista incluso (Manuel Blanco Tobío o Pío Cabanillas, por ejemplo) que en realidad no pintaban nada en la realización de la obra, salvo algunas excepciones, pero que nos permitía hacer gala de una cierta pátina de independencia y pluralidad. Una de las cosas más difíciles fue la de resolver en qué idioma se iba a publicar la Gran Enciclopedia, si en gallego o en castellano. Al final nos pareció que los tiempos aún no habían madurado lo suficiente para acometer un proyecto comercial tan costoso en gallego y la publicamos en castellano. Años después, El Progreso de Lugo adquirió los derechos de edición de la obra y publicó una meritoria versión en gallego.

Con la muerte de Franco, te incorporas a la TVE, delegación gallega, y eres el primer periodista de la historia que habla gallego en pantalla.

Ya me incorporé antes de la muerte del dictador. De hecho, Luis Mariñas, director del Centro Territorial de Santiago, mandó a alguien a mi casa para que me despertase el 20 de noviembre de 1975. No estoy muy seguro de que haya sido yo el primer periodista que habló gallego en la tele. Seguramente el propio Mariñas ya lo había hecho de manera episódica alguna vez antes que yo. Lo que fui es el primero que presentó un programa periódico en idioma gallego, una sección del Panorama de Galicia que presentaba Luis Mariñas. 

También eras corresponsal de la BBC. ¿Por qué bajo pseudónimo?

Porque en esto sí que tuve que andar con pies de plomo. El techo de libertad informativa y de opinión era más alto en la BBC que en los medios españoles y hacer uso de esas ventajas me obligaba al pseudonimato para no hacerle demasiadas cosquillas al tigre. Aunque, en realidad, creo que tardaron poco en darse cuenta todos de que Antonio del Eo era yo mismo. Entre otras cosas porque yo nací a orillas del río Eo.

Perfecto Conde, en una imagen de archivo.

Y en 1976 aparece El País. ¿Mitificamos aquel periodismo de la primera transición o fue realmente algo mitificable?

Yo siempre digo que para mí fue una gran suerte haber trabajado muchos años en dos medios tan importantes como el diario El País y la revista Interviú. Cada uno desde sus perspectivas, han sido ambos dos grandes escuelas de periodismo (El País lo sigue siendo aún). No se concibe la evolución posfranquista ni el desarrollo de la democracia en España sin las páginas de estas dos publicaciones democráticas. En consecuencia, no creo que se haya mitificado en exceso el periodismo de la primera transición, sino que sencillamente en aquella época se hizo muy buen periodismo.

¿Queda hoy algo de aquel El País que tú conociste?

Se ha regenerado bastante con la llegada a la dirección e Soledad Gallego-Díaz, que, curiosamente, es prácticamente de mi generación. 

También surge en el 76 Diario 16, que se cierra al poco de aparecer El Mundo en el 89. Daba la impresión de que el periodismo español se iba normalizando. 

Está en las antípodas de mis ideas y de mi pensamiento, pero Pedro Jota es el periodista que todos quisimos ser. Lo admiro. Incorporó ideas muy arriesgadas. Me quedo con eso, no con todo lo negativo que pueda tener.

A principios de los noventa, sacas el que yo creo que es el primer gran libro sobre el narcotráfico en España. Tengo delante la primera edición, que para los periodistas jóvenes, felices e indocumentados de entonces fue una biblia satánica. Se hablaba allí de las conexiones entre el narco y la política, algo que sigue escandalizando mucho aun hoy, que se retoma en el libro y la serie Fariña.

Cuando Ediciones B publicó, en 1991, la primera edición de mi libro La conexión gallega todavía andábamos en los albores de lo que está siendo la lucha española contra el narcotráfico. Algunos periodistas de entonces seguramente sabíamos sobre la materia más que la mayoría de los jueces y más que algunos departamentos de la Policía o de la Guardia Civil, por ejemplo. De hecho, a mí me contaron que Baltasar Garzón llegó a tener mi libro como volumen de cabecera durante algún tiempo. Luego hubo años de casi silencio y, al final, el tema rebrotó con fuerza con el éxito que alcanzaron el libro de Nacho Carretero y su versión televisiva, Fariña. Yo diría que el tema está pidiendo ahora una puesta a punto con la última actualidad, pero ya hay algunos periodistas que destacan en este seguimiento. En mi opinión, Javier Romero, de La Voz de Galicia, es el más destacable.

En tu libro ya aparece como personaje destacado Marcial Dorado, el amigo de Aberto Núñez-Feijóo. Resulta difícil de creer que el actual presidente gallego, entonces numero dos del Ministerio de Sanidad de Romay Beccaría, no supiera de las actividades delictivas de tan popular personaje.

Yo ya dije varias veces que no creo que Feijóo no supiera nada sobre las andanzas de Marcial Dorado, que se habían publicado en periódicos y revistas con cierta profusión. Yo mismo lo hice en el libro y en varios reportajes publicados en la Revista Interviú.

¿Debería de haber dimitido Feijóo?

Yo creo que sí. O haberse apartado temporalmente. Era un asunto muy feo, aunque yo creo que Feijóo es de lo más civilizado y con más dedos de frente de la derecha española.

Aquel periodismo de investigación que se hacía en la Transición, y más tarde, hoy es casi una reliquia del pasado. Los periódicos económicamente poderosos no tienen interés en hacerlo, y los digitales que quieren ejercerlo no tienen dinero para pagarlo.

El periodismo de siempre, el clásico, está herido de muerte. No sé bien si Seymour M. Hersh es o no el último gran periodista americano o si en España volverá a haber o no un Xavier Vinader o un José Luis Morales, pero no me cabe duda de que el periodismo que más necesita una sociedad democráticamente avanzada y socialmente competente, hoy por hoy, está muerto o por lo menos desaparecido.

¿Y los nuevos periódicos digitales que basan su independencia en los suscriptores?

Es un camino todavía a indagar.

¿Están acabando las redes sociales con el periodismo?

No creo que sean las redes sociales las que carcomen el auténtico periodismo, sino que, antes bien, podrían favorecerlo. La verdadera polilla del periodismo de verdad es la extremada dependencia actual respecto a los sistemas económicos y a los poderes políticos. Ya no hay empresarios periodísticos. Fueron suplantados por los ejecutivos bancarios y por los grandes manipuladores del sistema capitalista. Los periódicos, las revistas y los programas de televisión son producidos solo y únicamente como productos industriales. Da igual fabricar periódicos, que chorizos o bragas de señora.

Yo a veces digo que los periodistas tenemos lo que nos merecemos. Que fuimos permitiendo poco a poco que los publicistas se hicieran con el mando del barco. En lugar de vender noticias, vendíamos películas, aspiradoras, absurdas promociones…

¿Y qué querías que hiciésemos? ¿Alguna vez tuvimos poder para decidir estas cosas? Desde luego, hoy menos que nunca. La culpa no hay que buscarla entre los periodistas, que también, entre algunos por lo menos.

En una sola frase: ¿cuándo se jodió el perú periodístico?

Si yo fuese muy listo, muy listo, al protagonista de Conversaciones en la catedral le respondería con la siguiente frase: “Zabalita, el perú se jodió antes de empreñar, cuando los directores de periódico fueron desbancados por los vendedores de baratijas”.

¿Qué te quedó por hacer en lo profesional? ¿Qué frustración te vas a llevar al alén de los periodistas gallegos?

Creo que solo una: no haber escrito una novela. Todo periodista que se precie arrastra siempre detrás de su sombra la idea de una novela en la que amalgamar los retales que fue guardando de su vida periodística. Alguna vez intenté escribir esa novela, pero nunca pasé de las primeras veinte páginas. Tendría que haberme ido seguramente a la isla azoriana de Pico y encerrarme en Lajes do Pico para escribirla. Una vez estuve allí y, al segundo día, me di cuenta de que, en tan paradisíaco lugar, en vez de escribir novelas, yo lo que haría es beber vino de la isla, comer pescado y marisco, emborracharme con aguardiente de higo y sentarme en algún acantilado para ver si pasaba Moby Dick delante de mis ojos.

------------ 

Conexión gallega ha sido reeditado recientemente por la editorial Akal.

Ya está abierto El Taller de CTXT, el local para nuestra comunidad lectora, en el barrio de Chamberí (C/ Juan de Austria, 30). Pásate y disfruta de debates, presentaciones de libros, talleres, agitación y eventos...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

1 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Daldea

    Grazas aos dous. Pouco máis que dicir. Vós sodes un faro nesta escura noite. Sodes valentes e periodistas. Tiempos oscuros en los que periodista comienza a ser un adjetivo. https://www.youtube.com/watch?v=1Joyubfg2-w Boas noitese e boa sorte.

    Hace 4 años 5 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí