En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Un domingo cualquiera en la ciudad argentina de Santa Fe, con su mate, su cumbia santafesina, sus libros y sus conversaciones eternas. Este domingo 13 de octubre se convirtió, sin embargo, en un domingo histórico; la cuna de la Constitución, usualmente olvidada por los candidatos y el centralismo bonaerense, recibió con una fuerte tormenta a unos invitados especiales: los seis candidatos a la Presidencia de la Nación de Argentina. Una fuerte presencia de fuerzas y cuerpos de seguridad custodió a Mauricio Macri (Cambiemos), Alberto Fernández (Frente de Todos), Roberto Lavagna (Consenso Federal), Nicolás del Caño (Frente de Izquierda), José Luis Espert (Unite) y Juan José Gómez Centurión (NOS). Por primera vez, el debate era además obligatorio por ley, se contemplaban sanciones a los candidatos que no acudieran (tras haber superado la barrera del 1,5% de voto en las primarias que les permitió presentarse a la contienda electoral).
Patio de la Universidad Nacional del Litoral. Periodistas y fotógrafos abarrotan sus concurridos pasillos. Mientras los seis contendientes asisten a las pruebas de sonido e imagen, sus sparrings responden a los presentadores contándoles lo bien que le va a ir al candidato de su partido en el debate. Empieza la pugna con 45 segundos –gazapo de la moderadora incluido– introductorios, muy ilustrativos de la línea que seguirá cada candidato. Alberto Fernández se vio presidente, atacó cuando tuvo que atacar, y fue capaz de ilusionar ante un Mauricio Macri abatido –lo que contrasta enormemente con la imagen de triunfador y expresidente del Boca Juniors que transmitía cuatro años atrás– que sigue pidiendo esfuerzos a un pueblo que lo está pasando muy mal, al que deja endeudado y sin haber cumplido sus principales promesas. El único que se atrevió a disputar el discurso a Fernández fue José Luis Espert, un economista defensor del neoliberalismo económico, social y cultural, acostumbrado a los medios, con buena gestión del tiempo y muy clara transmisión de mensaje.
Uno de los temas que marcaron la contienda fue Venezuela (¡sorpresa!). Aquí, aunque sin hiperventilaciones, aspavientos y cartelitos ridículos varios, Macri y Espert intentaron poner a Alberto Fernández contra las cuerdas, obligándole a condenar “la sangrienta dictadura venezolana”. Él, sin perder la compostura en ningún momento, defendió una solución “del pueblo venezolano” sin “un solo militar argentino interviniendo en otro país” y reconociendo que Venezuela tenía “problemas importantes”. La izquierda de Nicolás del Caño criticó fervientemente las praxis de Maduro y guardó un minuto de silencio en directo por “las víctimas de la represión en Ecuador”, en uno de los momentos más comentados y compartidos en redes sociales de la noche. El acuerdo con el Mercosur fue otro de los puntos clave, con Macri como principal defensor y con la oposición defendiendo “conocer mejor” los puntos para “no perjudicar a la industria nacional”. El bloque de las relaciones internacionales se cerró con un cara a cara entre Macri y Fernández en que ambos defendían sus modelos para “abrir Argentina al mundo”.
Basta con tomar un taxi para saber lo importante que es para los argentinos la economía, en un país donde cada día despiertas sin saber cuánto vale tu dinero o si suben los precios de bienes básicos como la leche o el pan. El discurso económico de Macri fue tibio; consciente de las enormes limitaciones de su gestión, dice necesitar “más tiempo” para “arreglar la mala gestión del peronismo durante décadas” y “su modelo atrasado”. Espert eclipsó a Macri en este ámbito con un discurso antiestablishment, y sugirió que las políticas económicas macristas no eran tan distintas de las de la anterior presidenta Cristina Kirchner, con medidas comunes como el cepo cambiario. Alberto Fernández, con un discurso peronista de consensos sociales amplios y de implicación del máximo posible de actores sociales y económicos apeló a la unidad de los argentinos para salir de la crisis y “poner a la Argentina de pie” (idea fuerza de la campaña kirchnerista, que suscitó las dudas del candidato de la izquierda del Caño). Para Fernández, Macri “vive en un país que no es Argentina” y “nunca entendió cómo funcionaba esto (la política)”, vendiendo el país a los “usureros”. A diferencia de Cristina Kirchner años atrás, Fernández apeló sistemáticamente a la clase media, consciente de la importancia del retorno del voto que se llevó Macri cuatro años atrás.
Llegó el turno de los derechos sociales. El aborto, el feminismo –Fernández propuso la creación de un Ministerio de la Mujer, Diversidad e Igualdad– y la educación sexual marcaron una agenda en la que se vio una clara división entre progresistas y conservadores. La “ideología de género”, asunto que últimamente se cuela en todos los debates, fue sacada a colación por Espert. La educación y la salud marcaron el último bloque. Mientras Espert aseguró su intención de “arancelar las universidades” y favorecer la meritocracia, Macri defendió su gestión y apeló a medidas para favorecer la alfabetización digital y la “revolución tecnológica en educación”. Fernández lo refutó cuestionando su compromiso y dejando entrever que sugiere muchas cosas, pero no actúa conforme a sus palabras: “Ha bajado un 40 % la inversión en educación y un 43% en ciencia y tecnología”, aseveró.
Un minuto de oro de afianzamiento de posiciones puso el punto final a un debate sobrio y sin grandes sobresaltos, en el que los candidatos hablaron más de marcos y modelos que de propuestas concretas. Conscientes de la eterna campaña que llevan a sus espaldas y de que todavía queda otro debate, la sencillez y el tono conciliador hicieron que el primer asalto se saldara sin grandes sorpresas. Macri intentó resistir apelando a un programa que no ha dado sus frutos en cuatro años. Los simpatizantes que tímidamente lo apoyaban a las puertas de la Universidad Nacional del Litoral se fueron pronto a sus casas. En la sede del Partido Justicialista de Santa Fe, choripanes, canciones y cervezas a precios populares pusieron el broche a la velada, conscientes de que el triunfo de Alberto Fernández cada vez está más cerca y de que han conseguido una reunificación sin precedentes en los cuadros del peronismo. Anochece en Santa Fe, los periodistas y los ‘milicos’ abandonan la ciudad y vuelven a Buenos Aires. Los focos se desplazan hacia un segundo asalto. Nadie hablará mañana de Santa Fe. Continúa la tormenta.
Ya está abierto El Taller de CTXT, el local para nuestra comunidad lectora, en el barrio de Chamberí (C/ Juan de Austria, 30). Pásate y disfruta de debates, presentaciones de libros, talleres, agitación y eventos...
Autor >
Jordi Sarrión i Carbonell
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí