Padres e hijos
Se está dotando a las nuevas manifestaciones de un contenido social. Lo dicen los medios. Y los manifestantes cuando les ponen una alcachofa por la boca. Sería divertido si eso resulta ser así
Guillem Martínez 23/10/2019
Varias personas echan jabón para vajillas en la fuente de Plaza España (Barcelona) durante una protesta convocada por los CDR.
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1- Hola. Saludos desde MAD, donde estoy unos días. En MAD se ve con más frialdad lo de BCN. Concretamente, con gelidez, que hace un ris que parte el cutis. No sé cómo la madrileñidad lleva con tanta naturalidad estas temperaturas. Igual, antes de salir de casa se toman un chupo de anticongelante. Bueno. Cat. Les explico.
2- El sábado por la noche, como sucede periódicamente cada X sábados por la noche, se produjo el milagro. Grupos pacifistas se interpusieron entre los manifestantes y la poli. La violencia declinó a partir de entonces en las calles. También ayudó a ello la desaparición de la poli de las calles. La poli es como la Sexta Flota Americana. Nunca se sabe si va a los puntos de conflicto, o lleva los conflictos a los puntos.
3- La cosa está en un limbo, por tanto, difícil de leer. El limbo, un punto inmóvil, se lee a partir de sus movimientos. Estas líneas son un intento de leerlo.
4- Los medios públicos y concertados han utilizado esta relativa paz para meditar en la casilla anterior al sábado. En la meditación, por lo que veo, se ha cambiado la identidad de los manifestantes nocturnos de la semana pasada. Ya no son infiltrados, sino “els nostres fills”. Es decir (algunos) hijos de los que se manifiestan de día. De 2000 a 4000 hijos. También se está trabajando la idea de que la violencia –una palabra excesiva, si bien hay un manifestante grave y un policía muy grave– no es tal, sino “autodefensa”. Una posibilidad que no tenían los manifestantes aporreados, pongamos, en 2011, que al rechazar las medidas del Govern –la austeridad– eran españolistas violentos, próximos al fascismo, y reprimibles por la mejor poli del mundo.
5- Sí, mola ser sus hijos.
6- Se está dotando a las nuevas manifestaciones de un contenido social. Lo dicen los medios. Y los manifestantes cuando les ponen una alcachofa por la boca. Sería divertido si eso resulta ser así. Significaría que se reprimió a un 15-M sin banderas –cuidadín, con 8 condenados, a petición de Govern y Parlament–, hasta crear un 15-M con bandera, más preocupado por la bandera que por la austeridad. Yupi.
7- Por lo demás, si esto es un 15-M con bandera, es más llevadero para el Govern que el sin bandera. Los manifestantes aporreados no cuestionan políticas del Govern, no piden la dimisión del Govern, y parecen contentarse con ir pidiendo la de Buch, ese salvavidas del Govern, del que se pueden desprender cuando más convenga. También, por lo que veo, se reprocha a Mas una entrevista televisiva –gustó a los padres, pero menos a los fills–, en la que arremetía contra los manifestantes nocturnos, en tanto que un peligro para la catalanidad y el orden mundial. Mas, parece ser, ahora que finaliza su inhabilitación, se está postulando como futuro candidato de los padres y las madres, sendas calidades a las que casi todo el mundo acaba accediendo en el tiempo, en un momento dado tras la pubertad. Glups.
8- Las manifestaciones siguen. Hay cortes –cuidadín: el lunes hay anunciado un bloqueo indefinido a la frontera; por ahora, la francesa; a ver como se lo toman los camioneros; en la historia de la humanidad, ningún camionero ha sido propuesto a Nobel de la Paz–, y las performances procesistas de toda la vida. Son como las acciones situacionistas, pero sin llegar a su punto canalla y anarquista. Mientras escribo estas líneas, han quedado para lanzar Fairy, el milagro antigrasa, a la fuente de la Plaça Espanya. Me dice una amiga que estaba allí que no ha salido la espuma prometida en los spots. Han agitado las aguas con paraguas y cosas, pero nada. En contrapartida, el Fairy se ha salido de madre por otros medios, provocando resbalones no deseados. Finalmente, los convocantes, copados por el civismo –no se pierdan el punto 21–, han llamado al Ajuntament, para que venga a limpiar. Y luego, supongo, han pedido la dimisión de Buch y se han pirado.
9- Hay muchas manifestaciones. En todo el territorio. Se crean por red. En minutos, aparecen varios miles de manifestantes. Al menos en BCN. Todo ello sin la app de Tsunami, que al parecer se estrena el sábado con alguna acción. Verdaderamente, por primera vez desde 2012 –es decir, tal vez demasiado tarde–, esto puede ser desestabilizador e ingestionable, incluso si traen la Sexta Flota Piolín. Si dejan de tirar Fairy –no dejen de leer el punto 21–. Y si hubiera alguna línea política emitida por el Govern y asociaciones. Algo extrañísimo, por cierto, en un movimiento gubernamental. Horizontal. De pares i fills. Como también es extraño que una masa que no está representada por el Govern, no cree, si eso es así, un Comité de Higiene Pública.
por primera vez desde 2012 –es decir, tal vez demasiado tarde–, esto puede ser desestabilizador e ingestionable, incluso si traen la Sexta Flota Piolín
10- No hay línea política. De hecho, no se sabe para qué son las manifestaciones. La sensación es que ya no son para los presos. Son por la indepe. Soslayando la ausencia de unidad y de directrices gubernamentales. Y limitando las quejas, no a la estafa de 2017, sino a la cosa Buch. Aún a pesar de que los manifestantes se declaren indepes y den por finalizado el procesismo, no dejan a caldo al procesismo/los padres. Parece, por tanto poco –o, al menos, por ahora, ya veremos–, pero el Govern está sobrepasado. Y no sólo él. Todo el pack. Asociaciones y partidos y medios.
11- Hablando de presos, también emiten sin coordinación. Lo que habla de su desunión. En poco tiempo han aparecido entrevistas y mensajes de Jordi Sánchez, Junqueras y Forcadell. Sánchez aboga por el procesismo unitario y dirigido de toda la vida. Junqueras –“que se metan el indulto por donde les quepa”–, parece recurrir a una épica –muy cat/escatológica– a la que no recurrió en su defensa, en la que vino a decir que todo era política, es decir, nada. Como todo el mundo, por otra parte, salvo Cuixart. Lo que indica cierta comprensible crispación por la desmesura de la sentencia ante la nada. Forcadell, que ha recibido de lo lindo por ello, ha emitido meditaciones sobre el Procés. Ha dicho que fue un error poner fechas a la cosa –lo que no sólo es cierto, sino que se está corrigiendo en esta nueva emisión– e, importante, ha dibujado otro error, del que nadie habla: “No tuvimos empatía con la gente que no era independentista”. Lo que me parece de una valentía loable, con todas las letras. Algo que no emiten los intelectuales del pack que, con la que ha caído, siguen dibujando una sociedad cohesionada, un sol poble que bla, bla, bla. Quizás ese haya sido el mayor error del Procés. Un error político. Coger una sociedad, que no tenía problemas en hablar, en aceptar un referéndum, y en la que ser indepe o no serlo no era importante, y no hacer nada salvo polarizarla por beneficio electoral, sin fin político real. En la actualidad hay en Cat una minoría procesista –va de la extrema derecha a la extrema izquierda; no es independentista en todos sus tramos–, y otra no procesista –va de la extrema derecha a la extrema izquierda; no es españolista en todos sus tramos–, de las que nadie puede salir, y hacia las que están encaminados todos los discursos. Son minorías tan falsas como ser ortodoxo, católico o musulmán en la Yugoslavia pre-todo. No se ha buscado una mayoría rupturista –que puede haberla– que cuestione ambos bloques y que beba de ellos. Es decir, se buscaban bloques, no ruptura. Pureza.
12- Ayer martes, los políticos procesistas hicieron algo por fin. En el Parlament acordaron algo imposible la semana pasada. Es decir, algo votable para JxC, ERC y CUP. Una resolución que “reitera y reiterará tantas veces como quieran los diputados: la reprobación de la monarquía, la defensa del derecho de autodeterminación y la reivindicación de la soberanía del pueblo cat”. También se habla de rechazo a la sentencia al procés, y se pide una solución democrática a la cosa. ¿Estamos en 2017?
13- No. Estamos en 2019. Una resolución no vale un pepino, como en 2017. Recuerden, en ese sentido, que el Parlament hizo una hace unos años, en pleno procesismo, para exigir al Govern la rebaja de las tasas universitarias, las más caras del Estado. Y nada. Vamos, que no se las toman en serio ni ellos. Una resolución no es papel mojado. Es agua. No obstante, el papeleo del juicio al procés se inició con la resolución del 9-N de 2015. De manera excesiva y restrictiva de la democracia. Y el TC ha advertido que no todas las resoluciones –esa nada– son válidas. Por lo que puede optar por otra remesa de empures, en lo que sería otro ataque a la autonomía parlamentaria, que ni puede dotarse de resoluciones/nada.
14- En lo que es un procesismo, la resolución no se votará, al parecer, por el procedimiento de urgencia. Es decir, hoy. Sino que se hará por la vía ordinaria, en noviembre. Estamos, todo apunta a ello, ante la construcción de un objeto con el que negociar con el EstadoZzzzz y, en el ínterin, echar épica al público. Tanto Torra como Torrent han hablado, en fin, de esa chorrada denominada resolución en términos épicos. A ver si el TC, su entorno y su complejo armamentístico no vuelve a convertir la nada en épica.
15- Es importante, no obstante, que los políticos –hasta los de ERC– abandonen su zona de confort para exponerse a algo que –supongo que así lo calculan– puede suponerles inhabilitación. Indica que están sobrepasados. Por los fills. No son muchos. Son la CUP y los CDR. Que no es lo mismo, a su vez. No son fuerzas violentas, en todo caso. Quieren distanciarse, diría, de algo en lo que, paradójicamente, han participado hasta las cejas. Distanciarse, vamos, de sus padres. En correlación de fuerzas, son una minoría en el procesismo. Otra generación. Y otras tácticas, recién descubiertas, que afectarán al todo. Si el procesismo ad-hoc puede entenderse como una prolongación de pujolismo –una estilización de la historia cat, una reducción de todas las tensiones históricas y cotidianas cat a una–, sus fills ha accedido a la juventud durante el procesismo, una década en la que todo se ha depurado más hacia un solo tema, y en la que la mentira y el marco se han convertido en algo agresivo y cotidiano. E invisible. No creo que los fills sean un gran grupo. Pero es un grupo que puede aportar otra teoría de la tensión. Y, además, son sus fills, esa cosa que sólo somete a contradicción a sus padres. Por otra parte, se están comiendo el discurso de los padres. Por lo que los padres tendrán que hacer algo para existir. Inhabilitarse con chorradas, o tirarles la poli –están haciendo ambas cosas; tendrán que decidirse; y, conociendo el percal...–. Hace escasas horas han empezado las detenciones de manifestantes de la semana pasada, identificados por cámaras u otros mecanismos. Eso no sólo recrudecerá la cosa, al punto de que puede acabar el milagro del sábado, sino que supondrá una nueva iconografía de presos, que puede enviar al olvido a los de la sentencia. A sus padres, vamos. En estos momentos en los que se vislumbra la renovación generacional de un tema, pero con otros mecanismos, es cuando el Estado tendría que ofrecer algo más que nunca. Diálogo. Pero el Estado va a su bola, también épica.
16- Vaya, ya estamos hablando de la trinchera Estado, un tramo del artículo que arranca con esta frase: el Estado podría hacerlo peor, pero para ello tendría que hacer un máster. En, me temo, Bosnia.
17- El lunes, Pedro Sánchez fue a BCN. Un poco como otra Sánchez, Marta, fue al Golfo. En modo soldado del amoooooooor. Es decir, no como estadista, sino como candidato, en campaña y para su nuevo público. Visitó a los heridos –sólo a los serbios–. No habló de love power, sino que recordó pose y modos del anterior presi de Gobierno en sus viajes a BCN. Incluso, no pudo realizar al completo su –escasa– agenda, al dificultarlo los manifestantes. Al parecer, cuando cualquier persona accede a la Presidencia del Gobierno esp, es poseído por una función actancial, que le hace decir y hacer las mismas estupideces que, pongamos, O’Donnell.
18- Verbigracia. Esta semana se ha ido un tiempo bonito en exigir a Torra que abjure de la violencia, según el canon que introdujo la contrarreforma de Aznar. Un trámite innecesario, simbólico, propagandístico, de otra época, diría. Otro tramo se ha ido en no contestarle al teléfono a Torra. Algo que se debe hacer incluso si no hay nada que decirse, o incluso si la conversación telefónica no acabará en un cuelga tú primero, no tú, no tú, no tú, no tú.
19- Del punto 16 y 17 se deduce que Sánchez está asesorado con el culo. Que puede ser el suyo. Que no mantiene un diálogo fluido con el PSC. Y que su culo, o el de sus asesores, fue el que limitó el margen estético de soluciones a la Cosa este verano, al decidir ir a elecciones. En la cultura política esp –en absoluto diferenciada de la cat–, es imposible aportar soluciones en campaña a un problema real. De hecho, tanto el Govern como el Gobierno están haciendo campaña con todos y cada uno de sus gestos. Son gestos a sus parroquias. Que sean gestos idiotas indica que a) pretenden idiotizar, o b) ya no los pueden evitar. Pero, todo apunta a ello, será más difícil aportar soluciones tras las elecciones, con la derecha nacionalista esp muy próxima al futuro Gobierno, sea del color que sea. Sánchez se está revelando como un político más de la época. Comprometido con unas reglas del juego míticas, asfixiantes, teatrales, limitadas y sostenidas en lo que en Oxford denominan originalidad. En Oxford, cuando una ambulancia se lleva un alumno a un psiquiátrico, se dice de él que “jamás fue tan original”. De hecho, se diría, en los planes de Sánchez, en el caso de que los tenga, parece que el tema cat –es decir, la reedición de la lectura que hizo Rajoy, el creador del tema cat– es fundamental. Es fundamental el enemigo, esa cosa que te hace inocente en el momento de emitir tonterías políticas.
20- En MAD, por cierto, desde 2011, por poner una fecha, existe un nuevo usuario de la información y la política, plenamente consciente del punto 19. Muy abierto a la cosa cat –quizás nunca han habido tantas personas tan abiertas ante ese tema–, y consciente de que es un debate democrático que acaba, por sí mismo, con el R’78. Y sí. Lo es. Siempre lo ha sido. Pero también ha sido más cosas. Por ejemplo, lo contrario a todo eso. Ese nuevo sujeto, así, valora a tiempo real, y con indignación, el comportamiento de Sánchez. Con toda la razón del mundo. Por lo mismo, y por exigencias del guión, les sale una ponderación de los políticos cat, y de su sociedad, que encuentro más cuestionable. Leer esos artículos en MAD, con la mochila BCN, te hace comprender que el procesismo en MAD es vivido como esperanza de cambio por la izquierda. En BCN, ese mismo perfil de chicos y chicas MAD –demócrata, izquierdista, no R’78, con poco apego a las banderas–, ve el procés, y a sus fills, como algo para consumo interno, vertical, gubernamental, patriótico, dogmático, y que ha introducido comportamientos derechistas y populistas en la política y en la sociedad, en la información, que antes sólo eran perceptibles en MAD. Rayos, creo que este es el momento para el punto 21. Enciendan un pito.
21- En 1906, un grupo de oficiales que vio su honor ofendido, no por la trayectoria de sus ejércitos, sino por un chiste de la revista humorística cat Cu-Cut!, asaltó la redacción de la publicación. La indignación generalizada de ese asalto y de la solución judicial posterior, supuso la creación de Solidaritat Catalana, una coalición de federales, carlistas, la Lliga y nacionalistas republicanos –sí, siempre hemos sido un lío de pares i fills–. Que en 1907 barrió en las elecciones –41 de 44 dipus–. Pues bien, en 1906, con todo lo de Cu-Cut! fresquito, Solidaritat Catalana hizo un gran mitin en la plaza de Toros de las Arenas. Se llamó L’Aplec de la protesta/Reunión de la protesta. Que también es el nombre de un poema de Unamuno, un poeta, por otra parte, pésimo. Lo hizo porque estuvo presente en aquel acto, que le impresionó. Le impresionó la beligerancia de los discursos, programáticos. Y el programa de acción presentado: al final del acto todo el mundo sacó de su bolsillo el pañuelo blanco que la organización había pedido que llevaran. Lo agitaron, en señal de protesta. Luego, cada uno a su casita. Fue el primer contacto de Unamuno con la internacional situacioniosta-procesista, una tradición inveterada. El final de su poema eran dos versos, con admiración, como los poemas maluchos: “¡seréis siempre unos niños levantinos! / ¡os ahoga la estética!”.
22- El procesismo, como Solidaritat Catalana, está basado en hechos reales. Espeluznantes. Pero no puede evitar omitirlos. Sigo pensando que no hay que poner todos los huevos de un cambio democrático en ese cesto. De pañuelos. Por ahora, sigue siendo eso. Está por ver lo que será cuando los fills hereden el negoci de la liberación nacional en el Primer Mundo. No creo que aporten ningún resultado deseado, pero tendrá consecuencias políticas en Cat, tal vez, incluso, vivenciales. La estética usada en los últimos días, por ejemplo, ha afectado y desestabilizado más al Govern que al Gobierno. Veremos en los próximos días. Todo está tan enrarecido que igual puede pasar algo si se decide, en la calle o en las instituciones, que deje de pasar nada. Ni idea.
23- Hablando de cambios democráticos. La Comisión ha pedido al futuro Gobierno que recorte 6.500 millones. Yupi. Tenemos un marrón. Bueno, en Cat no, que dimitiría Buch, llegado el caso.
24- Me he releído esto. Puede parecer blue. Pero pasa en todas partes. Esto se hunde. El otro día, mientras se hundía, la Primera Familia Desestructurada Esp, en Oviedo, se brindaba discursos, en los que hablaban de relevo generacional, Esp, responsabilidad, todo eso de lo que hablan. Ninguna referencia a la realidad. Salvo la que pudo ver el observador. Una niña en situación y palabras incomprensibles. Como con los toros –una cosa normalizada, hasta que te paras a mirarla– cada vez más personas pueden considerar que esas coreografías con menores no son decorosas. Son decadentes. Son tan irreales como este cotidiano no hablar de la realidad. El rey, por cierto, y después de presos y Fiscalía –por ese orden–, ha sido la persona más afectada por la sentencia. Ni siquiera un TS entregado pudo darle la razón en su discurso del 3-O. No fue rebelión. Su discurso estuvo tan fuera de lugar como, pongamos, las chorradas emitidas en Oviedo.
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Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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