Santiago Gerchunoff / Filósofo
“¿Peronismo en España? ¡Eso es una gilipollez!”
David Rodas Martín 8/11/2019
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Santiago Gerchunoff (Buenos Aires, 1977) es profesor y filósofo. Vive en Madrid desde 1997. Da clases en la Universidad Carlos III de Madrid y dirige la editorial de ensayo Clave Intelectual. Su tesis doctoral se centró en la filosofía de Hannah Arendt. Según afirma, vivimos en la etapa más aburrida de la historia, aunque con MasterChef y los debates electorales se entretiene, como demuestra en sus redes sociales. En apariencia, le gusta el fútbol, ya que lo comenta con la misma asiduidad con que comenta la actualidad política y, sobre ambas cosas, hace chistes. Escribió Ironía on: una defensa de la conversación pública de masas, ensayo que le puede servir para defenderse de quienes no entienden el (doble, triple o ausente) sentido de sus incursiones en Twitter. Ahora, cuando se mezclan las voces de los que opinan de todo, es más necesario que nunca que el pensamiento, y más si es político, se deje oír.
Como la actualidad manda y Cataluña es una referencia informativa obligada durante estos días, ¿cómo ve la cuestión catalana? ¿Hay espacio para la política?
Lo que está pasando es política viva. Pero claro, es un escenario político extremo. Yo creo que la democracia representativa es, sobre todo, un sistema muy elástico comparado con otros. Es capaz de tolerar extremos incluso opuestos a la propia idea de representación. Sin embargo, las posibilidades de que termine bien, de que se pacifique… Creo que esto va para muy largo. Se han juntado unas visiones muy extremas y torpes por cada uno de los lados. Todo lo que hay en el medio, que podría armar algo un poco más sensato, está en horas bajas. Uno lo que ve es que cada herido, cada signo de represión del Estado, permite prolongar este estado de manifestación, de protesta continua, que no acaba de dar paso a ninguna solución.
Y con las elecciones del 10N a la vuelta de la esquina…
Lo que decía Carl Schmitt, criticando la República de Weimar, era que el parlamentarismo era la metafísica de la indecisión. Así que se aprovechó de que era un momento caótico y, para evitar procedimientos, abogó por una dictadura
Ahí ves, otra vez, el hartazgo que nosotros sentimos. Todos decimos: ¡qué bien vendría que no hubiera elecciones! Pero piensa lo que significa eso. Es un pensamiento directamente antidemocrático. ¡Qué bueno sería un gobierno estable, fuerte! Lo contrario a la democracia. Todos los mecanismos democráticos son molestos, son tardíos, lentos, torpes, poco efectivos en términos de decisión. Por eso la escuela de los críticos de la democracia liberal es el decisionismo. Lo que decía Carl Schmitt, criticando la República de Weimar, era que el parlamentarismo era la metafísica de la indecisión. Así que se aprovechó de que era un momento caótico y, para evitar procedimientos, abogó por una dictadura.
¿Cree que se podría calificar a las fuerzas de extrema derecha, en particular a Vox, de fascistas?
No sé si el fascismo es una estructura histórica eterna que va a existir en todas las épocas. Tengo la sospecha de que tiene que ver con la coyuntura del siglo XX. No creo que se repita. Si lo resumimos a “tiene tendencias ideológicas internas antidemocráticas”, pienso que sí es posible. Creo que se exagera la comparación de nuestra época con los años 30, con la República de Weimar, con la crisis de la democracia representativa. Yo, a veces, digo en broma que los intelectuales muy afectados con esto, que te ponen citas de, por ejemplo, Hannah Arendt y dicen: “Mira, es igual que en los años 30”, son intelectuales de entreguerras, pero sin guerras. Aquí hubo un atentado en 2001, en el que cayeron dos edificios, que cambió el mundo. Vivimos con otra lógica. Yo no creo en el fin de la historia, ¿quién sabe lo que va a venir? Quizá sea peor. Categorías históricas como revolución industrial o feudalismo se podrían trasladar a distintos tipos de realidad histórica y geográfica. Ahora bien, el fascismo no. Me parece algo muy concreto. No me parece que, sí o sí, cuando ocurra esto, esto y esto, haya fascismo.
En partidos como Más País (MP) o Unidas Podemos (UP) se ha discutido en torno a la posibilidad de generar una especie de movimiento de inspiración peronista (reivindicar la patria, la bandera…) ¿Es posible algo como el peronismo en España?
Yo creo que eso es una gilipollez. Es muy difícil definir qué es el peronismo. Pero en todo caso necesita de una gran masa social y un gran líder. Si en algo puedo ver peronismo en España es con lo que ha sido el PSOE en lugares como Andalucía. Porque, sea lo que sea el peronismo: gana las elecciones. Lo que no se puede hacer es una analogía del peronismo con un partido cuya esencia es una minoría que quiere ser revolucionaria. Vi que hay una parte de MP apostando mucho por esto, que lo nombran y que están investigando cómo reproducir el peronismo aquí. El problema es que el peronismo no se produjo, no fue un producto intelectual. Para ser peronista, MP debe tener el 60% de los votos y, a partir de ahí, podrán elegir la estrategia peronista. El peronismo es triunfal, no es un laboratorio.
Hay un pensador conservador, Oakeshott, cuya crítica al racionalismo en política es muy interesante. Es una crítica que vale para quienes quieren importar el peronismo porque, por aprender teoría o ciencia política, creen poder diseñar racionalmente cómo se van a comportar las masas. Oakeshott dice que la práctica de la política es un arte milenario que se aprende de manera involuntaria a través del propio ejercicio. Por eso, los intelectuales tienen que llegar después, no antes.
¿Existió, durante los años duros de la crisis (2012-2014), la posibilidad de que este espacio se volviera hegemónico? ¿O se vino abajo por errores de sus líderes?
Se vino abajo porque no había gente pobre, no había descamisados. Pudo plantearse porque aquí sí que había una sensación de pobreza muy fuerte en el epicentro de la crisis, y por eso apareció Podemos, que ya es bastante. Pudo hacerse un hueco. Pero de ahí a la hegemonía verdadera... Lo podrías hacer en una sociedad con unos índices de pobreza altísimos, pero no era ni es el caso.
¿Qué cabe esperar después del 10N?
Yo creo que está todo preparado, quizá por las imágenes de los acontecimientos en Catalunya, para la vuelta de la derecha. Creo que el Gobierno en funciones tiene una papeleta dificilísima porque el renacimiento del PSOE tenía que ver con haber logrado, un poco por casualidad y otro poco por la intuición de Sánchez, volver a tener una apariencia de partido de izquierda que le permitió reconquistar una parte de votantes y alcanzar el resultado del 28A. Obligado por las circunstancias, ahora debe tener una retórica más centrista. Como la crisis catalana lo atraviesa todo, y por cómo funciona el sistema político español, parece que se tiene que poner más cerca de la derecha. Cuando tiene que hablar de seguridad, del 155, su espacio se ve apretujado. Creo que el crecimiento del PP cada día que pasa es mayor. La solidaridad entre el independentismo más delirante (del que ERC parece haberse apeado) y la derecha española es increíble, se necesitan los unos a los otros.
¿Ve usted al PSOE capaz de formar una gran coalición con el PP?
La solidaridad entre el independentismo más delirante (del que ERC parece haberse apeado) y la derecha española es increíble, se necesitan los unos a los otros
Yo creo que le gustaría no hacerlo, pero le veo capaz de hacerlo. Es el partido donde se encarna mejor la flexibilidad de la que hablábamos, es un partido capaz de pactar prácticamente con todos. El PSOE es un partido de gobierno. Si tiene la posibilidad de pactar con el PP para gobernar, lo hará. Por eso puede venir esa gran coalición. A mí, personalmente, me gustaría que se diera lo que pudo haberse dado en la legislatura anterior. Yo creo que la coalición UP-PSOE se está demostrando ahora que era imposible, que la vieja guardia del PSOE tenía razón. Me parece que no tiene que ver con las malas o buenas intenciones de UP o Iglesias, sino que la posición frente a Catalunya, frente a la sentencia, no habría permitido que siguiera un gobierno de coalición. Pero creo que era mejor que el PSOE gobernara en solitario, pactando a izquierda y derecha. Ahora veo que lo único en lo que el PSOE podría participar es en una gran coalición que incluya a la derecha.
Y el antiguo “espacio del cambio”, que hoy engloba a UP y MP…
No sé qué va a pasar. Si a MP no le va bien, no será nada; y Podemos ya no es Podemos. A nivel de estructura, de teoría política, su función es la misma que IU, o del PCE en su momento: una conciencia de izquierdas que persigue al PSOE como un pepito grillo. Y se autoconcibe con esa función: “Tenemos que estar en el gobierno para obligar al PSOE”. La tesis de Podemos no era esa, era conformar una nueva hegemonía. Lo que yo creo que era un delirio, porque no había masa social para hacerlo. Y creo que hay espacio para ellos, una parte de la sociedad que les va a votar siempre. Pero no es la mayoría social. Es el esquema de un partido que se concibe como una minoría que influye, que tiene su fuerza… Pero como una minoría. UP puede crecer, pero ahí yo estoy con Errejón. Para que pase algo distinto, tienes que cambiar el discurso.
Dentro de Unidas Podemos se dejan oír, de vez en cuando, posturas cercanas al “rojipardismo”, reclamando más soberanía o cercanas al euroescepticismo. ¿Es un espacio interesante para los partidos de izquierda o es un acercamiento a las tesis conservadoras?
No creo que sea un engaño de la derecha. Creo que es una incapacidad de una parte de la izquierda para analizar y entender la realidad social del siglo XXI. Es la idea de que solo se puede vehicular un discurso crítico y de izquierda a través de la clase social. La frustración es terrible porque ya no existe una clase social cohesionada detrás de un discurso de izquierda. Hay una fragmentación enorme, y es un discurso que surge contra la fragmentación. Es la misma molestia de siempre para el que está formado en la teoría marxista: la clase media como una realidad. Si tú estás tan preocupado por el discurso de clase y te conviertes en un enemigo de cualquier otro discurso crítico que pienses que no se subsume dentro del discurso de clase, te puedes encontrar con que eres de derechas, sin más. Al que le gusta Fusaro, si hubiera vivido en los años 30, le hubiera parecido interesante Mussolini, que también hablaba de la clase o del pueblo. El discurso de clase no te asegura nada.
El PSOE es un partido de gobierno. Si tiene la posibilidad de pactar con el PP para gobernar, lo hará. Por eso puede venir esa gran coalición
También entra en juego la nostalgia por la soberanía, que es un concepto peliagudo y que, para mí, de todos los conceptos nucleares de la democracia representativa es el más antidemocrático. El concepto de soberanía vale tanto para la democracia como para una dictadura. Si a ti lo que te importa es la soberanía, aunque digas soberanía del pueblo, eso no tiene nada que ver con que te importe la democracia.
Surge de su respuesta otro tema de interés: la posmodernidad, que parece ser la antítesis de este tipo de discursos. Por contextualizarlo y comprenderlo: ¿qué es la posmodernidad?
A mí me gusta intervenir en estos debates sin dar una definición verdadera y epistemológica, me gusta dar por buenos los malos usos. Como cuando se usa como insulto, más allá de que esté mal construido, por ejemplo.
Se anhelan, en la crítica a la posmodernidad, unas condiciones idealizadas de la modernidad. Se entiende que la posmodernidad, burdamente, sería una especie de antimodernidad, de superación de la modernidad. Se anhelan unos supuestos logros de la modernidad que incluyen tanto el marxismo para la izquierda, como los valores tradicionales de familia y sexualidad para la derecha. Parece una especie de disolvente de estructuras que antes funcionaban.
Yo creo que es mítico que estas estructuras funcionaran y que la posmodernidad las disuelve. Es mítico que sea antimoderna. Creo que es el propio proceso de la modernidad, una modernidad un poco más lúcida. Así como la modernidad es una antigüedad un poco más moderna, más adaptada a las condiciones materiales de la época, yo creo que la posmodernidad pone algunos límites, algunas críticas a algunos logros de la modernidad. Ver que las grandes catástrofes del siglo XX tuvieron que ver con un desarrollo ilimitado del discurso moderno, con un racionalismo desatado. La posmodernidad es un racionalismo no desatado, que se critica a sí mismo. Cosa que estaba en el propio corazón de la modernidad. En un artículo, que escribí en CTXT, cito a Kant y sus tres críticas como proto-posmodernidad. La modernidad ya había empezado, el racionalismo está en marcha y, todavía como moderno, dice: “Hay que ponerle límites, hay que hacerle críticas de la razón”.
En lo que refiere al mundo académico y universitario, hay una crítica que se repite en torno a su marcado cientificismo. Y aquí entra en juego la pertinencia o no del término ciencia política…
En esto tengo que advertirte que soy muy prejuicioso. Yo me formé en una filosofía crítica con el hiper-racionalismo. Me parece que hay instrumentos en la ciencia política contemporánea muy útiles, que enriquecen el debate. Ahora bien, cuidado con creer que eso es una ciencia o que permite llegar a conclusiones con más valor que las de un ensayista que trabaja ensayando, pensando, arriesgando, argumentando con todo el rigor que puede. No creo para nada en el fetichismo de los datos, que genera aberraciones como que en los debates se muestren tablas que no llegas a ver. Los debates serían más ricos sin datos. Hay una retórica del dato. Y, otra vez, con tantos datos: anhelo de orden, anhelo de claridad. Creo que hay un exceso de confianza en que la mayor potencia del pensamiento político esté en ese campo, porque eso conduce a una superstición racionalista alrededor de los datos que puede ser muy nociva.
Por acabar; en su Twitter dice que, en el fondo, está “retriste”. Después de jornadas intensas como las de estas semanas, ¿estamos condenados a la “retristeza”?
Yo creo que la tristeza es un poco seductora, lo pones porque queda guay estar un poco triste. ¿Sabes eso del chico que, para que le hablaran las chicas, se ponía solo al costado de las fiestas? Hay que usar la tristeza para ligar, pero no para mucho más.
Ya está abierto El Taller de CTXT, el local para nuestra comunidad lectora, en el barrio de Chamberí (C/ Juan de Austria, 30). Pásate y disfruta de debates, presentaciones de libros, talleres, agitación y eventos...
Autor >
David Rodas Martín
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí