Análisis
La hora de los sindicatos
La concentración de empresas, la digitalización, la creación de gigantes tecnológicos y financieros han supuesto un aumento de la desigualdad y la eliminación de muchos derechos laborales
Andreu Missé 13/11/2019
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La concentración de empresas, la digitalización, la creación de gigantes tecnológicos y financieros, con poderes superiores a los de los Estados, han supuesto un aumento de la desigualdad y la eliminación de muchos derechos laborales.
La aparición de un nuevo tipo de empresas como las plataformas tecnológicas, especialmente en el reparto de comida, transporte y alojamiento, con empleados sin vinculación laboral, ha comportado un aumento de trabajadores sin derechos, como los falsos autónomos. Este proceso y el aumento de la robotización han conducido a una notable caída de la afiliación sindical. La consecuencia ha sido una debilitación de la capacidad de los sindicatos para seguir mejorando las condiciones laborales y de salud de los trabajadores.
Para muchos ejecutivos los sindicatos no son más que un estorbo para que las empresas consigan su único objetivo que es maximizar los beneficios por encima de cualquier otra consideración
Un reciente estudio de Bruegel apunta que estos cambios requieren un nuevo contrato social que elimine los riesgos en que se encuentran los trabajadores no tradicionales. Propone crear una tercera categoría de empleo que se encuentre en un punto intermedio entre los empleados y los autónomos.
Un reflejo de esta transformación de la economía ha sido la disminución del peso de los salarios en el PIB durante los últimos años, que continuará en el futuro de manera más acentuada en Estados Unidos que en Europa, según pronostica el Informe del Banco de España de 2018.
Junto a este cambio de escenario de la economía los sindicatos han sufrido además la descalificación del pensamiento neoliberal que ha dominado durante las últimas cuatro décadas. Para muchos ejecutivos los sindicatos no son más que un estorbo para que las empresas consigan su único objetivo que es maximizar los beneficios por encima de cualquier otra consideración.
En Francia se han analizado las discriminaciones que sufren los trabajadores por sus actividades sindicales. Un estudio de la Dares, dependiente del Ministerio de Trabajo, señala que sólo un 15% de los delegados sindicales se han beneficiado de promociones durante los últimos tres años, frente a un 26% del conjunto de asalariados.
En el ámbito de las instituciones europeas las exigencias de la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo, y Fondo Monetario Internacional) a los países que más padecieron la crisis han sido especialmente perjudiciales para los sindicatos y los trabajadores en general al desmantelar buena parte de los mecanismos de la negociación colectiva. Los resultados han sido desigualdad, trabajadores pobres e inseguridad en el trabajo.
En las últimas semanas se ha lanzado un movimiento Together at Work (Unidos en el Trabajo) que persigue impulsar la negociación colectiva para los trabajadores de toda Europa. La presidenta de la nueva Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el comisario de Empleo, Nicolas Schmidt, se comprometieron en el Parlamento Europeo a abordar esta materia.
De todas formas es en el Reino Unido y en Estados Unidos, en los que la desregulación de la economía ha provocado más estragos sociales, donde se están planteando las propuestas más firmes. El Partido Laborista británico propone “introducir la negociación colectiva sectorial porque la forma más efectiva de mantener buenos derechos en el trabajo es colectivamente a través de un sindicato”. Plantean también que los trabajadores participen hasta en un 10% de la propiedad y los beneficios de las empresas. También garantizarán que los sindicatos puedan acceder a los centros de trabajo para hablar con sus asociados y posibles afiliados.
En Estados Unidos la lucha por un salario mínimo de 15 dólares la hora, que empezó en Nueva York en 2012, ya ha sido probado por la Cámara de Representantes. La congresista demócrata Alexandria Ocasio–Cortez, propone elevar al 70% el tipo del impuesto sobre la renta a los que ganen más de 10 millones de dólares. La senadora demócrata Elizabeth Warren, candidata a la presidencia, defiende que el 40% de los puestos de los consejos de administración de las grandes empresas sean ocupados por representantes de los trabajadores y que estos tengan más facilidades para afiliarse a un sindicato. El senador Bernie Sanders en línea con los laboristas británicos propone la cesión de un 10% del capital de las grandes corporaciones a los trabajadores o entidades públicas.
Los sindicatos van a tener un papel muy relevante en los próximos años si los partidos de izquierda llegan al poder. Harán falta muchos sindicalistas como Ruben Warshosky y Norma Rae, como en la película de Martin Ritt, que puedan entrar en las empresas y explicar los derechos a los empleados. Pero seguramente harán falta otros métodos de lucha que tengan en cuenta la colaboración con partidos políticos, asociaciones, ayuntamientos y plataformas que defienden los mismos objetivos. Los tribunales europeos son un referente para lograr nuevos derechos. Pero dependen de las directivas existentes y del clima favorable a los derechos sociales para lo que es determinante la existencia de unos sindicatos fuertes e influyentes.
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Andreu Missé es periodista y socio fundador de la revista Alternativas Económicas.
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