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El sábado por la noche había que derrochar coraje y corazón a espuertas para acercarse al estadio a ver al Atleti. Hacía apenas 72 horas que se había disputado el último encuentro de Champions contra el Lokomotiv y la mayoría de la masa social no se había todavía descongelado. Este sábado parecía, sin embargo, un atardecer caribeño comparado con el frío polar que pasamos el miércoles, así que pese a las dificultades se reunieron unos cuarenta mil incondicionales, la mayoría con frigopies y algún plumífero, como uno mismo. Y también se acercó por San Blas un señor muy guapo, filólogo él y que, según dicen, ayuda en un comedor social durante sus ratos libres en su Jaen natal, de nombre José Luis y de apellidos Munuera Montero. Lució sus ciento noventa centímetros el señor colegiado como si estuviera en la alfombra verde o roja de un festival de cine. Vestido de negro hubo quien le confundió con el gran actor americano y exmarine Adam Driver. Bueno, pues el hombre dio un auténtico recital de pito durante los 94 minutos que duró el partido. Sancionó con casi el doble de faltas al equipo local, cuando desde las gradas parecía que eran los navarros los que más tobillos rascaban, desquició a Morata a quien no recuerdo que señalara ninguna falta a favor, animó a seguir corriendo a jugadores caídos por el suelo, se zampó un penalti que reclamó tras el partido toda la expedición osasunista –a nosotros en el campo no nos lo pareció– y sobre todo se marcó el sprint más potente de la noche para correr hacia el banquillo del Atleti y mostrar una tarjeta amarilla a Simeone con unos gestos, digamos, un poco exagerados.
Ah, también ocuparon localidades dos jóvenes muchachas que no pararon de hablar entre ellas sosteniendo el móvil en las manos durante todo el partido. Las mozas llamaban la atención, desde luego, pero le daban a uno ganas de hacer lo mismo que el Cholo con el debutante Manu Sánchez, quitarles el teléfono un rato. Como es habitual estuvo por allí luciendo el 11 a la espalda el Increíble Futbolísta Menguante. Dirán que le tengo ojeriza, pero vaya tela con el francés. Fue salir del campo Lemar y su equipo marcó dos goles que pudieron ser más. En justicia habrá que señalar, sin embargo, que el portero rojillo Herrera hizo en la primera parte algunos milagros bajo palos, varios paradones incluido uno al mismo Lemar, también un par de palomitas para la foto, que debieron haber llevado al marcador un muy diferente resultado al descanso.
Osasuna empezó con brío, moviendo la bola con criterio mientras a los locales parecían pesarles las piernas. Se asomaron a los dominios de Oblak, tercer partido con la puerta a cero en una semana, pero nunca dieron demasiada sensación de peligro. Volvió Giménez, el defensa montaña y a su lado Felipe, otra vez rápido, contundente. Estos juntos intimidan más a los rivales que Bertín Osborne y Arévalo, que ya es dar miedo. Solo el Chimmy Ávila osó molestar a la pareja de centrales con algún brujuleo al borde del área y un disparo a portería tras fallo de Saúl ya en la segunda parte, pero con poca pólvora.
Thomas fue haciéndose con la manija, Koke corría a destajo, Saúl reinaba en el centro del campo, Morata fallaba sus ocasiones y Joao brillaba intermitente. Antes del intermedio, el pequeño lateral Manu Sánchez –buen partido el suyo– metió un balón a la olla que Joao Felix mandó con la coronilla al larguero tras estirada increíble del arquero de Osasuna. Así se llegó al descanso. Los más veteranos y resabiados recordaban el centenariazo del Atleti en un Manzanares a reventar, un 0-0 que aún escuece contra este mismo rival. Pero los tiempos han cambiado desde 2003. En la reanudación, Fran Mérida, un reconocido hincha del Atleti que no tuvo suerte en su paso por el club y que se ha asentado en la sala de máquinas del Osasuna, tuvo un remate claro que no encontró portería. Con Correa sobre el césped, la velocidad de los movimientos en ataque fue otra, empezaron a verse más huecos en la zaga visitante, y a los sesenta y seis minutos, tras una falta lateral bien pateada por Trippier, Morata vio cómo su cabezazo se colaba por fin. Más que feliz, pareció rabioso y contrariado en la celebración. Las muchachas de los móviles se apresuraron a fotografiar el momento mientras la piña colchonera se acercaba hacia nuestro córner. Y con el regusto del muro derribado con tesón y empuje, llegó la mejor jugada de la noche, esas que ponen muy contento al Cholo y a todos los que por allí estamos: robo de balón en el centro del campo de Saúl, movimiento rápido, pase de primeras a Morata, un toque a Correa que devuelve al 8. Entró Saúl en el área como un tren de mercancías y con un toquecito de clase superlativa levantó la pelota lo justo, por encima de un Herrera vendido. Había perdido tiempo el portero durante todo el encuentro y alguna voz autorizada de nuestro sector le avisaba; “Vas a terminar corriendo porterito, al final vas a correr”.
La celebración fue mayor al verle sacar la pelota de entre las redes con cierta desgana. Al poco tiempo se acabó el partido, pero antes tuvo Koke el tercero en sus botas con el que hubiera celebrado su reciente paternidad, (fue padre por primera vez esa misma madrugada). Ya dijo el capitán que su hijo sería socio del Atleti nada más nacer: ¡Bienvenido!
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Luis Mengs
Luis Mengs es realizador. Algunos de sus trabajos se han proyectado en museos como el Thyssen-Bornemisza de Madrid, Bellas Artes de Bilbao, Fundación Telefónica, Reina Sofía, Nagasaki Prefectural Art Museum, Public Library de Nueva York y el Palacio de Carlos V en Granada. Desde 2015 dirige con mano de hierro una empresa de un solo empleado.
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