GOBERNÁNDOSE ENCIMA (I)
Fiscalizar lo nuevo
Parece ser que se está creando un lenguaje que posibilita que el gobierno hable con otros objetos, por encima de los berridos del Constitucionalismo
Guillem Martínez Madrid , 10/01/2020
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1- Las instituciones modulan a sus usuarios. Es decir, también el modo en el que se accede a ellas. Manuel Vázquez Montalbán, cuando el PSE y el PP iban a reevangelizar Euskadi en modo constitucionalismo, decía que ojalá, que un lehendakari del PP miraría la ikurriña y escucharía el himno vasco con otra retina y con otra oreja, no previstas ni en sus peores pesadillas. Nunca lo sabremos, en todo caso, lo que tampoco es mala noticia.
2- Sobre el-modo-en-el-que-se-accede-a-ellas: este Gobierno ha accedido al gobierno por los pelos, y a través de un mecanismo no deseado por ningún grupo parlamentario que lo integra o que ha participado en ello. El Me-la-envaino system. Es decir, el reconocimiento del desacuerdo, ese reconocimiento de razones distantes a las propias. Reconocer el desacuerdo en un momento de crisis de régimen tiene su miga. Es importante. Augura un futuro fracaso. O, todo lo contrario, el nacimiento de una nueva cultura democrática por aquí abajo. Por definición, más democrática. Supone, al menos, varias trincheras menos.
3- De hecho, si nos fijamos, desde que todo empezó a irse al pedo –electoralmente, que es lo que le interesa a los partidos, en 2014–, todo indicaba que la solución de gobierno más verosímil y más esperada, en Europa y, todo lo contrario, el IBEX, era la gran coalición. Y, en efecto, PP, C’s –y a tramos y en dosis lejanas, Vox– y PSOE tienen una cultura común. Pero poseen otra que les separa, que es la que ha imperado, se ha radicalizado y se ha atrincherado, y que es la que ha alejado al PSOE de su evolución prevista. Por ello, el PSOE está jugando en una cultura que no es la suya, pero que es la que tiene más próxima. Exactamente igual que el resto de partidos que le han apoyado.
Reconocer el desacuerdo en un momento de crisis de régimen tiene su miga. Es importante. Augura un futuro fracaso. O, todo lo contrario, el nacimiento de una nueva cultura democrática por aquí abajo
4- El periodismo tendrá que evaluar esa cultura por hacer. Carece aún de forma y de nombre. También, y en lo que ya es pedir mucho al periodismo patrio –tertulias+canutazos+identificación más allá de lo decoroso con algún poder–, tendrá que evaluar la cultura de las derechas esp, un producto finalizado, si bien dinámico, así como el hecho de que, ganen o pierdan elecciones, las derechas esp son Estado. Es más, es deep Estado. Se llama Constitucionalismo. Hace escasas horas, Ortega Smith, un influencer en la familia constitucionalista, ha formulado el concepto, en modo niquelado, a través de unas declaraciones –este periodista no utiliza declaraciones, salvo que sean lacanianas–. Ahí van: “Este es un gobierno legal, pero ilegítimo e inmoral”. El Constitucionalismo es, vamos, la superación de la legalidad por otros medios, no necesariamente constitucionales o legales. Pero sí, glups, ‘constitucionalistas’, un palabro muy cercano a ‘constitucional’ pero, por lo general, tan opuesto que lo aplaza. Hay cosas, así, que, siendo legales y democráticas, no lo son. Ayer jueves y hoy, viernes, por cierto, hemos tenido de eso a lo bestia y como para una boda. No se pierdan la juerga que arranca en el punto 18.
5- El Constitucionalismo es la evolución natural de la cultura de la transición, esa asfixia, hacia el derechismo y el nacionalismo. Algo chungo. La evolución natural de la cultura de la transición hacia su izquierda –lo bien-queda, la sentimentalización, la homeopatía, el aplazamiento, la suspensión de lo problemático, el soldadismodesalaminismo– ha quedado, al menos momentáneamente, aplazada. Algo chachi. Por fin hay, en principio, dos culturas políticas a la greña, explícitamente diferentes, contradictorias y en combate. Es decir, por fin hay beligerancia política. Que es para lo que sirve la cultura y la política.
6- Y, aquí, importante: si no se produce en su esplendor esa cultura de la beligerancia, las derechas y su lectura posdemocrática de la democracia, su cultura del enemigo –que no alude a beligerancia, sino a guerra, a dialéctica de los puños, las pistolas y los tribunales, que diría José Antonio si estuviera vivo y fuera, por tanto, tertuliano–, nos comen con patatas. Socorro.
7- Lo único que sabemos de esa cultura de izquierdas –que nace o nos vamos pa Alemania, Pepe– es que está en crisis. Profunda. Ha fallado en la anterior crisis y en sus pasos previos. Alemania emite alguna izquierda sexy. Y en Escandinavia, países que negociaron muy bien su soberanía en la UE, la socialdemocracia existe. Dicen que la belga es la más meditada. Ni idea. En UK, se la ha comido, ñam-ñam, el nacionalismo. En Portugal está salvando los muebles, unos muebles, el Bienestar, que son de la abuela y nadie quiere. En los USA emite cosas nuevas y sorprendentes. Las izquierdas, fuera de la cosa socialdemocracia, y en ocasiones dentro o cerca, poseen una agenda programática intuitiva, mundial, más formulada de lo que creemos, si bien fuera del Estado. Se irá colando/se está colando. Cambio climático, ampliación y efectividad de derechos, ampliación del trade-mark democracia, feminismo, políticas anti antiinmigración, corrección de la pobreza a través de mecanismos no únicamente fiscales, como lo es una Renta Básica. Hay, por otra parte, una izquierda I+D con mayor acceso –al menos intelectual– al Estado. Cuando el Estado se pone divino e interesante. Lakoff, que desdramatiza la izquierda, la formula como mentalidad e, importante, la contrapone a las nuevas derechas, a sus mitos, que son la antesala, sala y patio de sus políticas. Y Piketty, lo contrario a Lakoff, un itinerario supranacional, programático y material de las izquierdas de Estado. Admirado, leído y levemente aplicado, Piketty es una suerte de Marx del siglo XXI. Es decir, trae regalos para todos.
8- Claro que las izquierdas pueden optar por lo contrario a todo esto tan sexy/punto 7 y volver a su estadio previo a la crisis. Limitarse a ser la parte amable de la que está cayendo, y apostar, para ello, por la identidad. Es decir, por el léxico. Por un léxico chorras que pretende ser su única diferenciación. Apostar por el yo soy, de manera que tengo este léxico que lo demuestra. O lo suple. Es el yo-por-mi-léxico-mato. El léxico sirve poco para cambiar el mundo. O para paliarlo. O para acariciarlo siquiera. La prueba del algodón: si el léxico tuviera esa incidencia sobre los cambios –más bien, sucede lo contrario–, hace siglos que ya hubiéramos acabado con la propiedad, tan solo eliminando los pronombres posesivos. El léxico, por definición, camufla la ausencia de cambios. Por definición, las políticas sustentadas en léxico son falsas. Es decir, reaccionarias. Es decir, crispantes. Por lo que sea, a una parte de las izquierdas locales, a nivel usuario o profesional, les va, snif, ese rollo.
9- Volviendo al punto 7, en casa somos muy de Lakoff.
10- Lakoff puede ayudar a explicar este momento fundacional en Esp. Y ver si, en efecto, se está fundado algo. Así, explica que “no puede ser que (las izquierdas) presenten programas (de gobierno) que parezcan una lista de la compra. Es preciso que presenten una alternativa moral”. Supongo que la alternativa moral que puede, o no, aportar este gobierno, jamás producida y que tendremos que evaluar y fiscalizar, es su capacidad de integrar esa mayoría parlamentaria en un proyecto que excede al de todos sus integrantes. Eso sería algo histórico. Algo que contradijera las dinámicas de las izquierdas y objetos raros peninsulares desde 1937 hasta esta mañana a primera hora. Si se logra, eso excedería el patrimonio de la Transición. Sería, por tanto, otra cosa. Si no, es la XXXX Transición de siempreZzzzzz. Y su léxicoZzzzzz.
11- En su definición de progresismo, Lakoff también ayuda a describir este gobierno. Es más, la clava, al desglosar lo que es el progresismo. Son varias familias. Seis. Que enumera. Se trata de 1) el progresismo socioeconómico –que observa la cosa pasta y la cosa clase–, el 2) identitario –el grupo oprimido; o que así lo cree, que es otra forma de serlo–, el 3) ecológico, el 4) el defensor de las libertades civiles, 5) el espiritual –judíos que, lamentablemente, no tenemos en demasía, lo que es una historia política abreviada de este país; y cristianos, y musulmanes, y budistas, y del pack Pachamama, o veganos– y, 6) el antiautoritario –algo muy amplio y desde lo que les saludo; hola–.
Las izquierdas, fuera de la cosa socialdemocracia, y en ocasiones dentro o cerca, poseen una agenda programática intuitiva, mundial, más formulada de lo que creemos, si bien fuera del Estado
12- Lakoff, si se fijan, no sitúa el patriotismo como progresismo. Es una propiedad de las derechas. Es difícil acercarse a él sin acercarse a ellas. Plof. Lo más parecido es el progresismo 2), que no tiene por qué ser patriota. Si lo es, apaga y vámonos. El progresismo 1), en dos grados diferentes, es el PSOE y UP. Y, menos el 6) –presente en Nueva Zelanda y poco más; suele colarse en los USA, en presidencias demócratas–, la mayoría que sustenta al gobierno suponen los otros 5 progresismos. Pas mal. Lakoff explica también por qué es más frecuente el pacto en las derechas que entre estos progresismos. Es decir, expone por qué este gobierno se puede ir al guano en cualquier momento. Ahí va: “[los diversos progresismos] no comprenden que el suyo sea un caso particular de un planteamiento más general, y no ven la ligazón entre todos los tipos de progresismo”. Comprenderlo sería un/el éxito histórico. Y, en ese sentido, no hay otra: o lo comprende PSOE y UP, pero también ERC y PSOE, o esto acabará como el rosario from the aurora. O comprenden todos que deben hacer algo conjunto y poseedor de cambios profundos y sólidos, en absoluto anecdóticos o léxicos y, además, a gusto de ninguno, o, tras la inoperancia, unas derechas reaccionarias arrasarán en breve –tanto en Esp como en Cat–, a través tan sólo de la cosa léxico.
13- Gracias, por cierto, por permitirme un periodismo que entra en la actualidad más obvia en el punto 14. Gracias por permitirme la cosa petting. El petting lo es casi todo en las cosas divertidas, según he leído en algún sitio. Creo que no era la Biblia, pero no me hagan caso.
14- Sánchez ha aplazado la formación de Gobierno. Lo que no es normal. Por lo que debe de ilustrar algo. Que puede ser nada. O puede ser que le falle un fichaje en el mercado de invierno de ministros –nota mental: espero que no sea Neymar–. Es decir, que pretenda iconografía. Lo que no mola. La coreografía, la comunicación muy barroquizada, son primas del léxico. Empobrecimiento y ocultación del mensaje político. Pero también puede ser una huelga sanchista ante el hecho de que UP comunicara al mundo su listado de ministros, saltándose la jerarquía del presi de Gobierno. Es decir, indicios de futuros problemas.
15- Cabe decir, si es así, que no hay para tanto. Un gobierno de coalición requiere otra lógica de la jerarquía adhoc. En efecto, un gobierno de coalición no es la comuna de Calanda, sigue siendo su contrario, pero requiere otra lógica del mal rollo. Que, por lo visto, se está empezando a dibujar con medidas internas, como el pacto de que ningún ministro hable de otro ministerio. Una dinámica que, por otra parte, siguen todos los ministros planetarios que no quieren ser expulsados de su gobierno. Hay indicios de que a UP, por otra parte, no le ha sentado bien la orgía de vicepresidencias que ha diseñado Sánchez, en tanto que con ello disminuye la impronta de la suya. Si eso es así, el silencio de UP al respecto es un indicio de que hay cierto criterio inicial de no querer liarla. Que debería ganar simetría. También hay indicios, en el PSOE, de lo que Lakoff alude bajo las palabras “no comprenden que el suyo sea un caso particular de un planteamiento más general”. La transformación de direcciones generales en ministerios. Es decir, el vaciado de competencias en algún ministerio UP. Puede ser que la socialdemocracia tenga memoria, y recuerde que así es como Mitterrand se peló a sus ministros comunistas y, posteriormente, ñaca, al PCF. También es posible que los tramos eurocomunistas de UP tengan memoria al respecto. Y, por lo tanto, una táctica. O un verlas venir.
16- En general, un gobierno de coalición es otro lenguaje. Es decir, la capacidad de entender varios lenguajes. Eso, y si bien los lenguajes no son lenguas, es una cosa muy poco esp. Hay indicios, no obstante, de que se progresa adecuadamente en ese sentido. El día de la investidura, ERC emitió un discurso procesista. Vamos, que lo que decían –“nos importa un pepino la gobernabilidad de Esp”; bueno, con otras palabras– se diferenciaba de lo que hacían –garantizar la gobernabilidad de etc.–. Y ese lenguaje complicado fue entendido al vuelo y no fue contestado ni problematizado. Hace 48 horas, el Govern Torra anunció que tenía un plan infalible, la habitual trama de trama de Ed Wood, para sacar a Junqueras del trullo. Lo que es procesismo, esa emisión continuada de un plan de desobediencia institucional, siempre secreto en sus detalles, que no se lleva a término jamás de manera nítida. Pues bien, en esta emisión, no se envió a los Navy Seals del TC, sino que Sánchez, se colige, entendió que eso no significaba nada y, al día siguiente, llamó a Torra para quedar algún día para hablar de lo de la mesa. El conocimiento de los lenguajes –algo básico en política y en la vida en pareja, ese otro sitio en el que nadie dice o hace necesariamente lo que dice o hace– hubiera evitado varias toneladas de dramas en los últimos diez años. Y, hoy, puede evitar un gobierno progresista que no la pringue en el minuto uno. Por no ser progresista. Por no entender los lenguajes de sus interlocutores.
el TS dificulta la solución de un conflicto político. Es decir, en su contexto, dificulta la creación de un gobierno de coalición, su convivencia, sus apoyos, en la estela de la JEC, pionera y avanzada a su tiempo
16- Iba a hablarles de lo del TS/Junqueras. Pero, piticlín-piticlín, me llama Pedro Vallín. Que habíamos quedado para ir a ver un concierto de los Manel, y que me he columpiado, pollo. Así que me pasan a buscar en moto. Conduce a toda leche la señora Vallín, mientras él y yo vamos en el sidecar. En mi caso, duchándome y, luego, vistiéndome. Hace tiempo que no voy a un concierto. El último fue de Mozart. Salzburgo, 1773. Muy bueno, pero con bises poco entregados. El concierto de los Manel es divertido, brillante. La sala, repleta de chicos y chicas MAD. Manel, por cierto, es un grupo que no se ha significado en la cosa procesista, esa máquina de inventariar tipos y tipas significados o tibios. Algo bestia: es lo que está haciendo Vox con Teruel. Supongo que Manel habrá recibido presiones à gogó. O no, que no hablo de ello. En los últimos años la cultura oficialista en Cat ha llegado hasta el pop. Lo que es significativo. Imagínense una cultura de Estado que llega hasta el pop. Imagínense una cultura de Estado en la que todo el pop es Bertín Osborne. Socorro. Descubro que a) Manel no es Bertín etc., que b) uno de los Manel es hijo de una compi luminosa de cuando El País. Yupi. Y que c) el manager del grupo no es otro que Gerardo Sanz, de mi pueblo, cinturón ex-rojo de BCN. Hacía años que no nos veíamos. El abrazo es apoteósico. Acabamos hablando de nuestra vida, que es lo que hacen los amigos después de abrazarse. Nos ponemos en progresismo 1) hasta el punto de que Gerardo va y dice: “venimos del limo”. Vuelvo a casa echando leches en la limousine de CTXT, que me tocaba esa noche, oliendo a limo fresco y con tiempo para hablarles de lo del TS/Junqueras, después de meterme una lamproie à la bordelaise, que yo mismo cocino con estas manitas, pues el servicio, los doce, libra los jueves.
17- TS/Junqueras. En su sesión matinal, el TS, subsector contencioso, ha establecido que Junqueras no era eurodiputado, adoptando el criterio de la JEC, si bien condicionando su decisión a lo que dijera el TS, subsector penal. En una segunda sesión del programa continuo, el TS, subsector penal, ha establecido que Junqueras no es eurodiputado, en tanto pringa con condena firme. Por lo que no es necesario reclamar al Parlamento Europeo un suplicatorio. Para todo ello, el TS ha emitido un texto meditado, lógico, de nota, brillante y chorras. Que, no obstante, no responde a la pregunta del millón: ¿para qué diantres el TS preguntó al respecto al TJUE sobre la condición de eurodiputado de Junqueras si, luego, la respuesta no iba a ser pertinente? Respuesta: supongo que era una pregunta en voz alta, para evitar una respuesta posterior, no solicitada, del TJUE, o del TEDH. Una triquiñuela, vamos. Argucias más propias de una defensa que de un tribunal. Lo que indica que el TS se estaba defendiendo. Estaba defendiendo una justicia que, sabía, no era exportable ni comprensible más allá del país favorito de la Divina Providencia.
18- Con esa respuesta restrictiva, Constitucionalista, el TS se degrada, si bien él cree que ha vuelto a triunfar. Pero es preciso decir que lo emitido por el TS responde a lo pedido por el TJUE, que le solicitó que solucionara el embrollo. Lo ha hecho. Desde la política. Y embrollando más. Primando posicionamientos políticos y nacionalistas –casi obviando al TJUE– a judiciales. He hablado con diversos chicos y chicas listos, y no han ni he podido establecer si el TJUE se dará por satisfecho con la respuesta reaccionaria del TS, que cumple con el encargo del TJUE alejándose, con ello, de la cultura que le proponía el TJUE. Ya veremos. A lo largo del día ha corrido la sensación de que el Parlamento Europeo la liaría y presentaría batalla. Tal vez, a través de una consulta al TJUE, lo que parecía lógico. Y lo que hubiera creado una situación nunca vista antes en Esp, pero sí en Polonia o Hungría. Pero al final de la tarde de hoy viernes, el Parlamento Europeo ha aceptado la decisión de TJUE, contradiciendo, al menos, la beligerancia puesta en el caso por parte de su presi. Game over. O no. La cosa cambia de velocidad. El único tramo esp que le queda, por otra parte, a todo este embolado para reconducirse con tecnología propia, es el recurso de amparo frente a la sentencia, que los condenados han lanzado al TC, esa institución que, con el procés, le sucedió como al amor. Se nos murió de tanto usarlo. Desde 2010, en chapuzas.
19- La visualización del hecho de que Junqueras esté en prisión, como el resto de condenados por cosas no tan gravemente ilegales –desobediencia, camuflada de léxico y trilerismo–, “pero ilegítimas e inmorales”, que diría Vox –y, visto lo visto, el TS–, visualiza en Europa el carácter político de la condena de los presos, no obstante.
20- Desde ese idealismo jurídico, el TS dificulta la solución de un conflicto político. Es decir, en su contexto, dificulta la creación de un gobierno de coalición, su convivencia, sus apoyos, en la estela de la JEC, pionera y avanzada a su tiempo. Es posible que en breve hasta el Tribunal de las Aguas esté en ese plan, actitud y programa constitucionalista. Este no es el primer problema del futuro gobierno, sino que puede ser EL problema.
La visualización del hecho de que Junqueras esté en prisión, como el resto de condenados por cosas no tan gravemente ilegales, “pero ilegítimas e inmorales”, que diría Vox –y, visto lo visto, el TS–, visualiza en Europa el carácter político de la condena de los presos
21- Lo que nos lleva a la pregunta: ¿qué ha fallado en algunos tramos de la Justicia esp? ¿Por qué su alto grado de politización en algún tramo, según se sube, a la derecha? ¿Falló el CGPJ? ¿El acceso a la Fiscalía y la judicatura, mediatizados por la clase social y la ideología? ¿El sistema de formación? ¿El de promoción? Y, lo que es más importante, ¿cómo solucionarlo? ¿Cómo evitar que una región del Estado, la Justicia, se coma con patatas a otra, el gobierno, cuando lo considera “ilegítimo e inmoral”, y mire para otro lado cuando lo considera legítimo y moral?
22- El Gobierno tiene en su mano la corrección de este alejamiento de la cultura europea por parte de la Justicia esp, a través de varios mecanismos. Uno de ellos es el indulto, esa cosa que se utiliza cuando la justicia no ha funcionado, y que no sólo no viola, sino que confirma el Estado de Derecho como algo democrático, verificable, y no como una barra libre de dura lex sed lex nacionalista. El indulto existe, en fin, en todas las democracias como una corrección del desastre legal, eso que pasa en todas las familias. UGT cat ha anunciado que solicitará el indulto de Bassa. Sería ocurrente que también lo solicitara UGT esp. Y, para otros casos, otras entidades civiles, imprevistas. Se trata de abordar un problema político gordo –no es el procesismo; es la judicialización de la política, es decir, la politización de la justicia–. Se trata de crear respuestas solventes, legales, imaginativas, a ese exceso denominado Constitucionalismo. Y condiciones, lenguajes, complicidad, entre progresismos diferenciados. O malamente, trá-trá, mumal, mumal, mumal. Rayos, qué tarde es. Me voy a la camita. Con mi peluchito Lakoff.
23- Amanezco con otro volcado de doctrina del TS. El pack contencioso rechaza las medidas cautelarísimas solicitadas por Torra. Es decir, mantiene la inhabilitación de la JEC, ese órgano administrativo con, al parecer, más poder y determinación que el Senado de la Guerra de las Galaxias. En segunda sesión, el TC da la estocada al recurso presentado por Torra. En la línea, se supone, más satisfactoria para el Constitucionalismo. Es decir, dando un rol al Parlament, que tendrá que decidir, en última instancia, si Torra, un ex-dipu, es o no presi. Es decir, satisfaciendo las necesidades escenográficas y de léxico de la derecha cat, y facilitando el enfrentamiento a muerte con ERC, un partido que debidamente presionado por el procesismo, como el PSOE, debidamente presionado por el Constitucionalismo, puede cambiar de carácter. Supongo que esa es la meditación implícita de la JEC y del TS.
24- La buena noticia es que, con mucho menos pitote que el emitido por la JEC y el TS, la mesa de negociación Gobierno-Gene hubiera muerto hace unas semanas. Como un pajarito. Y hoy no es el caso. Parece ser que se está creando un lenguaje que posibilita que el gobierno hable con otros objetos, por encima de los berridos del Constitucionalismo. Ya veremos si esto es así y se traduce en algo.
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Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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