Crónica
La oportunidad y el yuyu
Gana la cosa Sánchez por un voto. Glups. El martes, la votación definitiva. Hasta entonces, ruego que prime la civilización en las tres derechas, y opten por un tamayazo antes que por la bomba atómica
Guillem Martínez Madrid , 5/01/2020
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
NADIE SABE LO QUE PASA Y ESTO ES LO QUE PASA. La precarización de los planes se observa en la precarización de sus primas canijas, las ceremonias. Una sesión de investidura es eso. Es más que eso, es una ceremonia televisada, que es más bestia. Que hoy haya habido ceremonia para que actuaran en solitario Bildu y CUP es una rareza, que indica que no hay grandes y magníficos planes, que este gobierno de coalición va avanzando a tiempo real, sin planes B, frente a una derecha desconcertada –la derecha esp pasa del desconcierto al puente aéreo Marruecos-Sevilla con celeridad, no obstante–, y que todo ello es algo no previsto en su intensidad. Desde hace años, hasta hace días, esto –un monográfico Bildu+CUP– hubiera sido imposible. Hubieran aparecido tras el tercer acto, en modo plis-plas y arreando. Luego Risto Mejide hubiera dicho debes-abandonar-la-academia, y a otra cosa. Pero hoy han tenido día propio, como el café, al que la UNESCO, o quién se dedique a ello, le ha otorgado un día mundial. El 1-O, por cierto. Los marcos, siempre férreos, siempre rampantes por aquí abajo, están gagás. Y permiten este descontrol. Lo que indica que un gobierno de coalición, independientemente de lo que acabe siendo, ha enviado los marcos a paseo. Al menos ahora y brevemente. Ese hecho, tan sólo ese hecho, es algo inusitado. Una ocasión. Que se puede aprovechar o no. Rayos, empieza Aizpurua, Bildu.
EL CONSTITUCIONALISMO, ESA FORMA DE GRITAR. Las derechas reciben y acompañan el discurso de la portavoz de Bildu en modo surround. Adolfo Suárez jr., en la Mesa, asiste a todo su discurso ladeado, dándole la espalda. Es de agradecer que haya optado por ese signo de protesta gestual y no por enseñar la chorra, gestualidad que, siendo igual de profunda y meditada, es más antigua y, por ello, netamente esp. En un momento dado, los gritos de nuestros ultracentristas ultraliberales son tan acusados que se interrumpe el discurso. Batet, presi del Congreso que no defendió la autonomía parlamentaria frente al Judicial en la anterior emisión, ahora se planta, con naturalidad y algo que, en su exotismo, puede ser la belleza de lo sencillo, y hace callar, como puede, los berridos de los ciudadanos honrados –que en ocasiones pagan sus impuestos– con aplomo, dictando un esquema de lo que es un parlamento. Un punto –hay pocos; de hecho hay por las calles, en este momento, una veintena de raperos esperando juicio– con libertad de expresión garantizada. Aizpurua, por su parte, hace, cuando le dejan, un diagnóstico no muy diferenciado del momento político. Crisis de régimen y de la democracia, agotamiento del sistema autonómico, tal y como fue creado en el 78 y paralizado en el 81, necesidad de una reforma profunda, apertura hacia puntos de acceso a la autodeterminación, presentes en las agendas de todas las izquierdas hasta el 77, inclusive. Dibuja algo que vive en el interior del Estado, y que evita el aire fresco. Es algo que el rey vertebró el 3-O. Ante eso, las derechas esp, cuyos discursos están vertebrados por el discurso del rey el 3-O, se levantan, juran en arameo y lanzan vivas al rey y a Esp. El discurso de Bildu se emite a través de un lenguaje nada autorreferencial. Es decir, sensible de ser dialogado, contrastado, sensible de ser funcional, alejado, en ese sentido, de la cosa Cat, de la que tanto se han alejado y se han hecho los suecos los nacionalismos vascos, gatos pardos. Bildu es, por otra parte, un partido institucional. Gobierna en algunos puntos. Es decir, conoce la velocidad institucional, esa trituradora de las izquierdas. En ese sentido, parece brindar al nuevo gobierno esperanza y escepticismo. Entre la portavoz y Sánchez se produce diálogo. Interesante más allá de su teatralización ceremonial. Diría que, por tanto, se produce una primera vez efectiva. Un primer momento en el que, públicamente, ambos packs se escuchan. Y se miran. Y se asienten.
CUP. La CUP parece que esta legislatura llevará el rol que anteriormente, en algún grado, llevaba UP. UP está dentro, y CUP es, por tanto, el afuera. Eso puede relajar a UP, menos sometido a la estética del afuera. La CUP, que en el Congreso está fuera, en el Parlament ha estado muy adentro, de manera que en la pasada legislatura fue determinante para las políticas derechistas del Govern. Como solucionar el tema austeridad a la enseñanza privada, religiosa y segregada. En esta ocasión, no obstante, no apoyará un gobierno más hacia la izquierda. Al vertebrar el razonamiento, Vehí, la portavoz de CUP expone argumentos razonables, de desconfianza, de desconfianza ante el posicionamiento que pueda tener la Comisión Europea ante unos presupuestos de gasto. Y otros más autorreferenciales, menos sensibles al diálogo y a la incidencia, porque son emitidos desde y para la comunidad de votantes, que en Cat, como en tantos puntos del Estado, son comunidades léxicas, fundamentadas en el lenguaje. El drama de la CUP, partido de orden en Cat, ese sitio en el que el orden está desordenado –la peor forma del orden, esa cosa invariable y cabreada–, y del afuera en Esp. Podría parecer un chiste, pero ese desorden entre ser dentro o afuera es el drama de las izquierdas, ese afuera. Ambiente. Las derechas brindan menos ruido a la CUP. Quizás no están acostumbrados, o quizás saben que, digan lo que digan ellos mismos, la cosa Cat no es preocupante para ellos. O, al menos, es menos preocupante que la cosa vasca, más silenciosa y menos ceremoniosa y léxica. Sánchez se agarra a las corrientes de simpatía distante, emitida por Vehí, para establecer una respuesta dialogada, en buen tono. Estamos como en preescolar, ponderando que la parroquia no se pegue de leches y se deje los juguetes. Pero es que, en verdad, estamos en preescolar. Los últimos 10 años –austeridad, constitucionalismo, gritos– han acabado con todo. Y, previamente, había poco.
EL RESTO. Sánchez se pela a un carlista navarro que, como siempre desde el siglo XIX, luego se levanta y sigue con la matraca. Lastra hace un discurso eléctrico, en el que da para el pelo a las derechas, pero evita dibujarlas como constitucionalismo, como una interpretación de la Consti peligrosa, reaccionaria y determinante. Si miras a las tres derechas como fachas franquistas trasnochados, pueden ser incluso entrañables. Si los miras como un populismo europeo derechista más, poseedores del trade-mark constitucionalismo, una comunidad de sentido determinante en la política esp, da miedo. Sánchez finaliza la fiesta. Discurso Kennedy, que acaba con cosa Nixon, reclamando moderación y progreso como seña de identidad del nuevo gobierno. Votación. Gana la cosa Sánchez por un voto. Glups. El martes, la votación refinitiva. Hasta entonces, ruego que prime la civilización en las tres derechas, y opten por un tamayazo antes que por la bomba atómica.
MEDITACIÓN. Se abre una oportunidad. La oportunidad consiste en lo siguiente. Ahí va. Nadie quería esto. El Sánchez 4.0, cuando era Sánchez 3.0 lo evitó, y pareció apostar por la zona de confort del constitucionalismo. Perdió la batalla de la comunicación para, en la anterior legislatura, dibujar sobre UP constitucionalismo de ese. Para este gobierno, ERC ha perdido su anclaje al procés, esa otra forma de confort que ni emite ni produce cambios, sino inquebrantables adhesiones y proyectos vinculados a populismos extraños, cada vez más frecuentes en Europa. Diversas izquierdas y nacionalismos han cambiado léxico, esa otra forma del confort. Y, todo ello, diría, no ha sido decisión de todos estos sujetos. Ha pasado en otro sitio. En la sociedad, que no ha comprado marcos que antes eran infalibles. Que, queriendo tal vez sencillez, no observa esa sencillez en la propuesta constitucionalista. Con ello, una mayoría diversa y dispersa ha invalidado una década. Y, mucho más y muchas más cosas. Esa es la oportunidad. Breve, frágil e, incluso, poco fiable. Frente a ello, la involución, más allá de en lo político, del constitucionalismo, la forma de las derechas esp y de amplias regiones institucionales del Estado.
Ya está abierto El Taller de CTXT, el local para nuestra comunidad lectora, en el barrio de Chamberí (C/ Juan de Austria, 30). Pásate y disfruta de debates, presentaciones de libros, talleres, agitación y eventos...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí