Análisis táctico
El Atlético de siempre le niega los espacios a Klopp
El Liverpool, un equipo experto en contragolpes, es una máquina de competir que se quedó sin combustible cuando se cruzó con Simeone. Este muerto está muy vivo
Felipe de Luis Manero 19/02/2020
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El acordeón
Se comportó el Atlético como un acordeón: estirándose en elegidas ocasiones para hacer daño y encogiéndose durante el grueso del partido, negándole cualquier tipo de espacio al rival.
La consigna estaba clara: el Liverpool no podía correr. El plan de Simeone estipulaba –como en los viejos tiempos– una salida fulgurante y una hora y media de contención. Así, el Atlético cedió la iniciativa al equipo de Klopp y se parapetó en un bloque medio que se fue hundiendo cada vez más. La receta, la de siempre: 4-4-2, líneas muy juntas, cerrando opciones de pase por dentro, estrechando bien el campo y con ayudas constantes para tapar las posibles incorporaciones por los costados.
El Atlético sabía que no le convenía un intercambio de golpes así que trató de no exponerse demasiado. La línea defensiva no sucumbió apenas a los intentos de engaño del tridente ofensivo del Liverpool. Roberto Firmino volvió a ser el que más se movió entre líneas, pero no logró en casi ninguna ocasión arrastrar a los defensores.
Los repliegues del equipo del Cholo fueron rápidos y certeros y en las bandas las permutas y las coberturas lograron establecer un 2 versus 1 defensivo en muchas jugadas. Thomas Lemar, a pesar de ser sustituido en el descanso, no desentonó en tareas defensivas. El liviano futbolista fue para muchos un intruso en un once inicial de soldados. En la imagen de abajo vemos cómo va a ocupar el espacio dejado por Lodi.
Un esfuerzo sobrehumano
El dominio territorial del Liverpool fue casi absoluto y, aunque es cierto que el equipo de Klopp ha mejorado mucho en la confección de ataques posicionales, Oblak no tuvo apenas que emplearse.
Lograr esa ausencia de peligro supuso a los hombres del Cholo un ímprobo esfuerzo físico, pero también mental. La concentración en cada basculación, en cada cobertura, en cada ayuda, debía ser total y mantener eso durante 90 minutos es realmente complicado. En la imagen de abajo vemos uno de los pocos desbarajustes defensivos que hizo a Salah encontrar un espacio demasiado grande en el intervalo entre central y lateral.
El riesgo de defender en zona
El Atlético de Madrid dispuso de dos saques de esquina a favor en todo el partido, y el primero de ellos, el que abría el choque, fue el que finalmente decantaría la balanza.
El Liverpool defendió mayoritariamente en zona y solo dejó a dos hombres para perseguir a los posibles rematadores. Por su parte, los atacantes del Cholo se colocaron fuera del área pequeña –en el punto de penalti– para entrar todos a la vez. Los defensores se centraron en intentar despejar el balón y obviaron las marcas individuales, no había tiempo. El balón rebota en el pie de Fabinho y cae manso a Saúl, que no tenía oposición alguna.
Defender en zona una segunda jugada es difícil y entraña un riesgo muy elevado que el Liverpool puede pagar caro.
Buscar la espalda
El Atlético no gozó demasiado tiempo del balón, aunque tampoco lo pretendía. La idea era saber qué hacer con el esférico cuando lo tuviera. Jugar rápido, a un toque o dos, y buscar con premura la portería rival. La orden era atacar la espalda de la defensa del Liverpool con rapidez, casi por sorpresa. El equipo del Cholo buscó envíos largos –frontales o diagonales– a la espalda, sobre todo, de los laterales. Savic, Felipe o Saúl fueron algunos de los encargados de realizar estos pases.
No dejar opción a la presión
Hace años el entrenador de un equipo alemán, un discípulo del gegenpressing (la presión tras la pérdida del balón) de Klopp, se quejó amargamente del estilo de juego del Atlético del Cholo: “No pudimos presionar ni una vez, siempre sacaron en largo”. De eso se trata, de minimizar las virtudes del rival. Ante el Liverpool la historia se volvió a repetir. Oblak inició el juego con envíos directos, siempre hacia la parte izquierda, siempre hacia Morata. El delantero madrileño, eso sí, tuvo un incómodo compañero de viaje: Van Dijk le ganó varias de esas disputas.
Desnaturalizar al Liverpool
El Liverpool, un equipo experto en contragolpes, se fue del Metropolitano sin haber realizado ninguno. Es tal vez la mejor muestra de la trascendencia de la victoria del Atlético. El hito es mayúsculo, pase lo que pase en el partido de vuelta. El equipo de Klopp es una máquina de competir que se quedó sin combustible cuando se cruzó con Simeone. Este muerto está muy vivo.
El acordeón
Se comportó el Atlético como un acordeón: estirándose en elegidas ocasiones para hacer daño y encogiéndose durante el grueso del partido, negándole cualquier tipo de espacio al rival.
La consigna estaba clara: el Liverpool no podía correr. El plan de Simeone...
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Felipe de Luis Manero
Es periodista, especializado en deportes.
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