1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Feminismos

Para evitar “una nueva normalidad” de la violencia de género

La prevención de la violencia machista implica otorgar a la gente un salario mínimo, acceso a la educación, atención sanitaria y condiciones de vida seguras

Laura Macaya Andrés 18/05/2020

<p>Manifestación del 8-M en Valencia.</p>

Manifestación del 8-M en Valencia.

Nicolas Vigier

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

No hace mucho Santiago López Petit dijo que “cada sociedad tiene sus propias enfermedades y dichas enfermedades dicen la verdad acerca de esa sociedad”. Y parece que nuestra verdad es que la actual pandemia mundial y la consiguiente crisis social y económica han visibilizado y amplificado las situaciones de precariedad y malestar que ya asolaban la existencia de una gran parte de la población. Ahora bien, como dice Zizek, esta situación, a su vez, nos ofrece la oportunidad de arriesgarnos a repensar  las características básicas de la sociedad en la que nos encontramos para construir alternativas a lo que sin duda ya se ha desvelado, no solo como inoperante, sino incluso como contrario a la vida. Pero sería mezquino alegrarnos por una situación que está segando vidas, generando pérdidas masivas de empleo, aumentando los malestares de las personas que conviven con problemáticas de salud mental, aislando a quien más necesita comunidad y apoyo y agravando un sinfín de sufrimientos solo porque esta desgracia parece servir a nuestros objetivos. Y es por ello que no se trata de aplicar nuestras teorías previas a la actual coyuntura para regocijarnos en esa fantasía narcisista del “te lo dije”, porque por muy buenas que fueran esas teorías no alcanzan para comprender la situación actual.

Los actuales discursos sobre el posible aumento de la violencia de género durante el confinamiento están cayendo en ese mismo error, el de aplicar el marco analítico de siempre en un contexto en el que se hace evidente su más que cuestionable utilidad. Por ello, es imprescindible analizar la situación desde nuevas perspectivas y eso implica abordar dos cuestiones fundamentales: la crítica a una mirada desresponsabilizadora hacia las víctimas de violencia de género y el análisis estructural de esta violencia para superar la perspectiva que la entiende como un litigio interpersonal, en lugar de analizarla como una experiencia que se produce en los marcos estructurales que jerarquizan nuestras vidas.

Una de las cuestiones principales que han centrado las actuaciones y los análisis respecto a la violencia de género en la actual crisis derivada del virus SARS-CoV-2 ha sido el aumento del riesgo al que, debido al confinamiento, se enfrentan las mujeres que conviven con las personas que las agreden. Es cierto que la acumulación de tensión debido a la pandemia, a los temores a la enfermedad y la muerte, a la pérdida del puesto de trabajo o las condiciones precarias de la vivienda, pueden producir una escalada de violencia, un aumento de las situaciones que sirven como caldo de cultivo para quienes someten a los demás a situaciones de verdadera tortura por su incapacidad de gestionar sus propios malestares de otra forma.

Apuntar que las mujeres están encerradas con sus agresores da una idea errónea respecto a los motivos por los cuales mantienen la convivencia

Ahora bien, las mujeres no han sido encerradas con sus agresores debido al confinamiento, como parece apuntarse, sino que las mujeres ya convivían con ellos antes de esta situación y, de hecho, es completamente inadmisible negar que estaban decidiendo hacerlo.

Vamos a empezar por el principio. Apuntar que las mujeres están encerradas con sus agresores da una idea errónea respecto a los motivos por los cuales mantienen la convivencia con quienes las agreden. Pareciera que las víctimas de violencia en el ámbito de la pareja están privadas total y absolutamente de la capacidad para tomar la más mínima decisión sobre su destino, han desaparecido como parte y solo obedecen los designios de otro u otros. Esta supuesta incapacidad de acción limita en las víctimas la posibilidad de entenderse como agentes de cambio de su propia situación, alimentando la desresponsabilización que justifica la necesidad de protección por parte de un agente externo. Todo ello contribuye a reafirmar la impotencia de las víctimas, impotencia que ya forma parte de la construcción patriarcal de la identidad femenina, sirviendo como sustitutivo de la acción y la autoafirmación que queda reservada a los hombres que agreden. La indefensión ha sido esencializada en la identidad de víctima de violencia de género y serán aquellas que encajen en esa identidad las que merezcan atención y compasión social. Por otra parte, aquellas que la desafíen defendiendo su derecho a tomar sus propias decisiones, aun cuando estas impliquen permanecer en una relación de violencia, serán juzgadas con desconfianza y desaprobación social. Además, a la naturalización de la indefensión femenina y la omnipotencia masculina se suma la tendencia autoritaria generalizada que prioriza la solución penal de los conflictos. Así como los intereses particularistas de un feminismo que entiende que acompañar los procesos de cambio de quien agrede va en detrimento de la inversión pública destinada a proteger a las mujeres sirve como justificación para los excesos punitivistas presentados como únicas medidas posibles ante los perpetradores de violencias.

Negar la capacidad de decisión de las mujeres que permanecen en una relación de violencia las despoja del atributo básico para su liberación, la responsabilidad. Ello no implica eludir todos aquellos condicionantes que pueden limitar la libertad de acción, porque de hecho hacernos responsables implica entender que las decisiones, en este caso la decisión de mantener la convivencia con la pareja agresora, están siempre mediadas por nuestra capacidad de agencia y que, por tanto, no son completamente libres. Evaluar nuestra capacidad de agencia implica hacernos conscientes de que existe una realidad exterior que va a condicionar nuestro marco de decisiones. Esto es así para todo el mundo, pero es innegable que ese marco de decisión es más amplio para unas personas que para otras y que, precisamente aquellas que acumulen más situaciones desfavorables, que pertenezcan a colectivos estigmatizados y/o precarizados social o económicamente, verán mucho más limitadas sus opciones y, por tanto, su capacidad de decidir. Pero un marco de decisión limitado o reducido no debe suponer la anulación de la soberanía personal y la potestad para ejercerla, porque, de ese modo, siempre serán las personas en situaciones más precarias las que carecerán de la dignidad social que se deriva de la capacidad de prestar consentimiento, de poder establecer pactos y ser capaz de influir en los cambios personales, sociales y políticos.

La afirmación de la agencia no puede aislarse de la necesidad de articular políticas que tengan como objetivo amplificar los marcos de decisión de todos y todas. Especialmente de aquellas personas cuyas situaciones de precariedad económica y de reconocimiento social reducen sus posibilidades a mínimos inaceptables. La crisis social y económica agudizada por la emergencia de la pandemia de la covid-19 ha visibilizado la precariedad en la que se encontraban las trabajadoras domésticas, las cuidadoras de personas mayores, las trabajadoras sexuales y muchos otros sectores feminizados, empobrecidos y desregulados en los que se ocupan mujeres migradas, en situación administrativa irregular, víctimas de violencias de género en el ámbito familiar, laboral e institucional y a las que se les han negado derechos básicos de forma sistemática. Los marcos de decisión para muchas de estas mujeres están limitados por cuestiones que van más allá de la violencia de una pareja o familiar que las agrede y limita su capacidad de movimiento y, por ello, la insistencia en que la solución es llamar al 016 o abandonar el domicilio es sumamente inefectiva.

Habría que empezar a hablar de la posibilidad de otorgar rentas básicas universales y no condicionadas y garantizar derechos laborales a las trabajadoras del sexo

Resulta mucho más tranquilizador presentar esta violencia como un litigio interpersonal eludiendo la necesidad de incidir en un marco estructural que constituye a los sujetos y favorece las condiciones de la permanencia de esta violencia. El abandono de un abordaje estructural ha supuesto una tendencia creciente a centrar los objetivos de intervención sobre las víctimas en la recuperación del impacto emocional y psicológico de la violencia de género como elemento principal para la desvinculación de las parejas agresoras. Es indudable que es necesario intervenir para atender ese impacto, pero el análisis de las demandas de las mujeres que actualmente saturan los circuitos de atención a la violencia de género y sus problemáticas, muestran también que la acuciante necesidad de alojamiento, protección y acompañamiento son resultado de algunas cuestiones estructurales. Algunas de estas cuestiones son el impacto de la ley de extranjería que niega derechos básicos a las mujeres en situación administrativa irregular, la imposibilidad de acceso a la vivienda y la precariedad económica a causa de un feroz capitalismo especulativo, la explotación laboral agravada por una reforma laboral que prioriza los intereses patronales y una violencia institucional que se ceba contra colectivos estigmatizados. Cuando se combinan perspectivas desresponsabilizadoras con formas de abordaje psicologicista de la violencia de género y se aplican sobre mujeres con una necesidad de reconocimiento de derechos básicos se produce un efecto tremendamente perverso, el de su regulación y modelaje institucional. Ante la posibilidad de obtener una cobertura precaria y circunstancial de sus necesidades básicas muchas mujeres optan por plegarse a las exigencias regulatorias que implican la sumisión a una forma preestablecida y burocratizada de entender la recuperación y desvinculación de la violencia. De esta forma, pueden acabar accediendo a reconocer como violencia hechos que para ellas no son significativos al no cuadrar con sus valores, o asumir un proceso terapéutico que no necesitan o no les resulta prioritario ya que así pueden acceder a alojamiento, protección y cobertura de necesidades básicas para ellas y sus hijos, hijas o personas dependientes.

Todos estos elementos dibujan un escenario en el que poco espacio queda para la ampliación de los marcos de decisión de las mujeres. Dice Mithu M.Sanyal respecto a la violencia sexual que “ la prevención del abuso de poder sexual también significa otorgar a la gente un salario mínimo, acceso a la educación, atención sanitaria y condiciones de vida seguras”.

Para plantearnos nuevas perspectivas respecto al abordaje de la violencia de género habría que empezar a hablar de la posibilidad de otorgar rentas básicas universales y no condicionadas; incorporar en las políticas públicas el reconocimiento del trabajo sexual y garantizar derechos laborales a las trabajadoras del sexo y a las mujeres que se ocupan en la economía de los cuidados, invertir en la mejora de la ocupabilidad, promover el empoderamiento económico de las mujeres e intervenir en el mercado laboral mediante leyes que den mayor protección a los trabajadores y trabajadoras. Así como sería esencial negar la visión liberal de la mujer cuidadora en el hogar como un sujeto altruista y reconocerlo como imprescindible y parte de la sociedad civil a la vez que cuestionamos el marco patriarcal de la división sexual del trabajo. Sin olvidarnos de la derogación de la ley de extranjería, de regular el mercado especulativo de la vivienda y promover la vivienda social, incorporar la transversalidad de género en servicios básicos generalistas y transformar la mirada desresponsabilizadora hacia las víctimas.

Como ha dicho Clara Serra recientemente  “para que la normalidad que venga sea, además de nueva, una normalidad mejor, tiene que ser decidida por nosotros y nosotras mismas”. Las personas que trabajamos atendiendo a mujeres víctimas de violencia de género hemos demostrado en estos días nuestra capacidad de organizarnos y sostener los servicios a pleno rendimiento, a veces en condiciones de riesgo y precariedad. Esto no debería ser aceptable, pero lo hemos hecho. Qué duda cabe que es imprescindible defender nuestros derechos incluso más allá de aquellos establecidos. Pero estos derechos nunca pueden ir en detrimento ni en contraposición de los intereses de las personas a las que atendemos. Demandar más y más recursos para los servicios específicos de violencia, especialmente en la actual tesitura, no hace más que alimentar un monstruo insaciable y nos convierte en elementos de contención ante el impacto generado en las mujeres por políticas y economías asesinas, mientras sus necesidades más básicas quedan desatendidas. Pero además, esta especificidad contribuye a establecer jerarquías entre personas pobres usuarias de servicios sociales. Tenemos la responsabilidad y la indudable capacidad de ser un elemento indispensable para la transformación social, no la desaprovechemos. A mi entender, ese mínimo imprescindible que amplia la capacidad de decisión de todos y todas nos ofrece un escenario en el que empezar a pensar juntas no en una nueva normalidad, sino en un mundo nuevo.

No hace mucho Santiago López Petit dijo que “cada sociedad tiene sus propias enfermedades y dichas enfermedades dicen la verdad acerca de esa sociedad”. Y parece que nuestra verdad es que la actual pandemia mundial y la consiguiente crisis social y económica han visibilizado y amplificado las situaciones...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autora >

Laura Macaya Andrés

Experta en atención directa y diseño de políticas públicas en género y feminismos. Forma parte de Genera, asociación en defensa de los derechos y libertades sexuales y de género.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí