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Si algo tiene esta crisis sanitaria, además de carga vírica, es carga pedagógica. Son tantas las lecciones que nos deja la llegada del puto bichito que podríamos empezar a dudar: ¿no será esto la retorcida obra de un autor de cuentos infantiles? Alguien que, partiendo de una historia tan simple como la de un virus, quiera conseguir unificar el compendio de clásicos infantiles que habíamos olvidado. Si esto fuese así, en España ha fracasado estrepitosamente.
Los tres cerditos nos enseñaron la importancia de construir una buena casa, sólida. Por si lo habíamos olvidado, este virus ha vuelto para recordárnoslo. Ni una casa de paja de esas “externalizadas”, ni una de madera sin el personal sanitario necesario, aguantan el empuje de los soplidos de la naturaleza como lo hace una robusta casa de piedra. Los países cuyos sistemas sanitarios fueron bien trabajados en las últimas décadas, los que lideran la ratio europea de personal sanitario contratado y camas por paciente, han aguantado la embestida infinitamente mejor que quienes no estaban preparados. Lejos de querer enterarse, muchos de los que en las últimas décadas hicieron caja construyendo una sanidad de paja culpan ahora, con la casa apuntalada después del derrumbe, al lobo, a la madre del lobo y a los fabricantes de piedras. Ni con virus, ni con cerditos, ni con evidencias sanitarias, ni con médicos repitiéndolo una y otra vez, se quieren enterar de qué va este cuento.
La cigarra y la hormiga, con permiso de Javier Bardem en Los lunes al sol, nos explicó que el trabajo que hiciste el pasado verano condiciona tu tranquilidad o tu sufrimiento cuando el invierno llega. Con el invierno arrasando en las residencias de mayores, algunas cigarras de cuna, encargadas de vigilar lo que allí sucedía, decidieron pasarse la vida tocando con la guitarra esa famosa canción de “la mano invisible del mercado todo lo arregla”. Con la vejez de la población convertida en negocio y sin nadie que vigilase sus condiciones, el invierno y el virus llegaron y el descontrol del sector se unió a la falta de recursos en los hospitales. Hemos conocido que la dirección de algunos centros hospitalarios madrileños dio orden de no atender a pacientes que venían de residencias. El nivel de saturación que sufrían no lo permitía. A pesar de esto, algunos siguen sin entender un cuento que entendería un niño de cinco años y apuestan por un final alternativo y adaptado a sus necesidades políticas: “Y cuando llegó el invierno, la culpa de todo la tuvieron las hormigas de la UME y quien las envió a solucionar esos veranos de guitarra y canciones ultraliberales”.
El patito feo nos habla del científico Fernando Simón, elegido como diana de una extensa familia de bellos cisnes ignorantes. Quien cada día sale a dar explicaciones del estado de la pandemia ha sido convertido en objetivo y mofa por su aspecto físico. No importa su experiencia, ni su preparación epidemiológica, ni su buena voluntad, ni su esfuerzo diario. Ni siquiera importa que sea un hombre de ciencia y no de política –Simón ya estuvo al frente de crisis sanitarias con gobiernos de derechas–. Los cisnes prejuiciosos han encontrado en él una diana. En un tipo que, como decía la eminencia Carmen Lomana, “parece un sintecho”. A Fernando Simón, niños, hay que criticarlo duramente y buscar maldad en sus cambios de criterio. Doctor Mengele, lo llaman algunos en homenaje al médico nazi. Tanto cambia de criterio Simón, según cambian los hechos, que, más que un sintecho, parece algo aún peor: un científico.
Con Pinocho aprendimos que la vida era un lugar peor con mentiras. A pesar de ello, algunos han hecho de ellas su bandera. Libertad para mentir, gritaría el Pinocho adaptado a la realidad española de hoy en medio de una mani en Nuñez de Balboa con su nariz de metro y medio convertida en mástil de bandera. Junto a Pinocho se uniría a la protesta el Lobo Feroz, harto ya de estar en casa sin poder salir al bosque a hacer lo suyo. Prometiendo ser abuelita, confiado en que muchos no habrán aprendido nada de esta pandemia igual que no aprendieron nada de aquellos cuentos infantiles.
Si algo tiene esta crisis sanitaria, además de carga vírica, es carga pedagógica. Son tantas las lecciones que nos deja la llegada del puto bichito que podríamos empezar a dudar: ¿no será esto la retorcida obra de un autor de cuentos infantiles? Alguien que, partiendo de una historia tan simple como la de un...
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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