En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Muchas veces he intentado encontrar alguna alusión a la línea del centeno en textos científicos. La última vez hace un momentito. Y nunca la encuentro. Así que puede que sea fruto de mi imaginación. De modo que debería empezar esta historia de esta manera: de pequeña imaginaba una línea que cruzaba Europa longitudinalmente de este a oeste. Al norte de esa sinuosa línea el trigo no germinaba, no crecía, o sus espigas no granaban, o sus granos no maduraban. Los pueblos que vivían al norte de esa línea hacían su pan de centeno, un cereal más resistente a las heladas. Al sur de la línea se inclinaban las espigas por el peso de sus granos dorados y otros pueblos las recogían para hacer el pan. Porque al pan de trigo dan ganas de llamarlo pan. A mí el de centeno me gusta, me gusta mucho, pero entiendo que la gente lo llame brōt. Los pueblos del trigo se organizaron y empezaron a expandirse, sus legiones llevaban el pan cada vez más al norte, pero nunca podían mantenerlo más allá de la línea del centeno durante demasiado tiempo. Subrayaron la línea con fosos, empalizadas y muros de Adriano, la llamaron limes y pusieron generales a custodiarla, luego jefes locales, luego ya quien quisiera, al final nadie. La Pequeña Edad del Hielo permitió al centeno ganarle valles al trigo, pero tampoco por mucho tiempo. Entonces la Gran Superstición que había unido a todos los pueblos con su forma sagrada, ya fuera de trigo ya de centeno, se resquebrajó y la grieta se dibujó milimétricamente sobre la vieja línea. Luego vinieron la ilustración, la revolución industrial, el capitalismo, y las masas obreras se ganaban el brōt en las fábricas mientras las comunidades campesinas se ganaban el pan en los campos tardofeudales. El final lo cuenta mejor Max Weber en La ética protestante y el espíritu del capitalismo. El libro de Weber fue trending topic en mi casa, en mi adolescencia, y jamás me lo leí. Poco me pasa. Pero el dibujito que he hecho a partir de la raya cereal rezuma lo que las personas serias denominamos, con un mohín de desprecio, “determinismo” sin saber bien por qué lo hacemos. Todas las teorías del mundo que se me ocurrían desde pequeña pecaban siempre de determinismo. Y hasta el día de hoy.
Max Weber va a intentar refutar el determinismo económico de Marx, porque determinismo caca, para acabar reforzando un determinismo cultural que qué quieres que te diga.
Pero mucho antes, en el XVIII, un escocés protestante, Adam Smith, escribió la biblia del liberalismo y la llamó The wealth of the nations, que se tradujo al español como La riqueza de las naciones.
Vi hace poco un video de un señor en una asociación de liberales preguntándose por qué el liberalismo es tan rechazado por estos lares, por qué la sociedad aquí da tanto valor a la redistribución, a la igualdad, y tan poco al emprendimiento individual y a la creación de riqueza.
Voy a atreverme a aventurar una explicación de por qué el discurso liberal cala menos en países de habla hispana. Es una digresión sin el menor valor científico. En mi línea.
Creo que el problema es equiparar “wealth” a “riqueza”. No son lo mismo, no significan lo mismo ni tienen la misma connotación para quien recibe el mensaje. Mientras wealth viene de well y de weal, del germánico occidental walon, con el significado de prosperidad, de bienestar, y relacionado también con la esfera semántica del deseo y de las aspiraciones (esto es, el futuro); riqueza está relacionada con la raíz indoeuropea rege, que da cosas como derecho, reinar, regir, rijk, reich, right, regente, regla, un ámbito semántico más relacionado con la imposición y el dominio (esto es, el pasado). No suena igual un discurso articulado en torno al bienestar y la prosperidad que el mismo discurso que gire en torno a la obligación y la sumisión. Creo que el liberalismo hispano tendría más tirón si sustituyera “riqueza” por otra cosa. No se me ocurre qué, pero no puede ser tan difícil. Es que, si no, al final vamos a acabar viendo a la nobleza defender el liberalismo en el parlamento o algo.
Muchas veces he intentado encontrar alguna alusión a la línea del centeno en textos científicos. La última vez hace un momentito. Y nunca la encuentro. Así que puede que sea fruto de mi imaginación. De modo que debería empezar esta historia de esta manera: de pequeña imaginaba una línea que cruzaba Europa...
Autora >
Alicia Ramos
Alicia Ramos (Canarias, 1969) es una cantautora de carácter eminentemente político. Tras Ganas de quemar cosas acaba de editar 'Lumpenprekariat'. Su propuesta es bastante ácida, directa y demoledora, pero la gente lo interpreta como humor y se ríe mucho. Todavía no ha tenido ningún problema con la Audiencia Nacional ni con la Asociación Española de Abogados Cristianos. Todo bien.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí