Crónicas hiperbóreas
Elecciones en Galicia, ese deporte en el que siempre gana Alemania
A pesar de Álvarez de Toledo, de Casado y de cualquiera de la banda que abra la boca en el Congreso, todo apunta a que el partido ese que no figura en la propaganda de Feijóo espigará el 10% de los votos socialistas, o más
Xosé Manuel Pereiro 26/06/2020
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No sé en qué grado se encuentran ustedes de adaptación a la nueva normalidad (“nueva normalidad” es uno de esos oxímoros que admitimos como si tal cosa, como “crecimiento negativo” o “capitalismo compasivo”). Yo y el resto de los gallegos estamos tan inmersos en ella que hasta tenemos campaña electoral. Bueno, todos menos los del PP. El PP en Galicia nunca se presenta a las elecciones. Hay, sí, un militante que se postula como presidente, antes Fraga, ahora Feijóo, pero su estrategia electoral es hacer como que no es el PP. Ajeno al rechinar los dientes que se producía en la madrileña calle Génova y se oía allende el Bierzo, Fraga viajaba a Rumanía, a Cuba y a Libia, jugaba al dominó con Fidel Castro, bebía té con Gadafi en su jaima y lo que era peor, aprobaba con todo su peso de hombre de Estado cosas como la Ley de Normalización Lingüística. Feijóo, al contrario, no airea precisamente su círculo de amistades, se define como galleguista y hace leyes contra el idioma, pero se hace querer por lo que queda de prensa progresista en el Estado, que no ha escarmentado con Gallardón. Una cosa es ser demócrata y otra es ser listo. Alberto Núñez Feijóo es listo. “Necesito que me vote el 10% del PSOE, y Cayetana lo dificulta”, ha declarado.
Feijóo, como Fraga, es consciente de que la mejor gestión posible es la gestión de la propia imagen, aprovechando los medios públicos o los concertados con dinero público. “Lo que nos interesaba a nosotros era resolver los problemas, no salir en televisión”, criticó a Pedro Sánchez sin despeinarse, después de salir alrededor de 40 horas en prime time en la televisión autonómica durante la pandemia, mientras sus opositores estaban confinados, en todos los aspectos. Los sondeos que en enero le daban 38 escaños –la mayoría pelada– ahora le dan 40-41. (Pedro Sánchez también salía, pero no iba a convocar elecciones al mes siguiente, ni centraba sus intervenciones en criticar las medidas de otro gobierno).
Al contrario que Fraga, Feijóo es consciente de que las ideologías las carga el diablo. Él siempre ha dicho que votó a Felipe González en 1982 (o sea, estamos hablando del Felipe González de 1982). El lema del candidato independiente del PP es “Galicia, Galicia, Galicia” (no sé si para que el subconsciente complete: “ra, ra, ra”). Eso no ha impedido que la abuela gallega que se ha traído Santiago Abascal para hacer campaña le haya recomendado a su nieto que le atice a Feijóo por ser poco gallego y por hablarlo mal.
En realidad, a pesar de Cayetana, de Casado y de cualquiera de la banda que abra la boca en el Congreso, todo apunta a que el partido ese que no figura en la propaganda electoral de Feijóo espigará el 10% de los votos socialistas, o más. Al parecer, seis de cada diez gallegos querrían un cambio en el gobierno, pero siete de cada diez no lo ven posible. Contando con los dedos, me sale que además de esos cuatro de cada diez que están contentos con lo que hay, hay tres que no y querrían cambiarlo, pero que no se ven con ánimos o no les viene bien ese día. O a que adaptan a la política gallega aquello que decía Gary Lineker de que el fútbol era un juego de 11 contra 11 en el que siempre ganaba Alemania. Es decir, Feijóo.
Por razones que la razón ignora, el PSOE en Galicia siempre ha estado cómodo dedicándose a gobernar las ciudades y ahora también las diputaciones
Pese a todos los titulares simplistas que aventuran que el PP (perdón, Feijóo) refuerza su mayoría, lo que parece que se reforzará es la tendencia de las últimas elecciones de conseguir los mismos, o quizá más escaños, bajando el número de votos (la media de las encuestas le otorga en la horquilla más alta los 41 escaños que ahora tiene, aunque es cierto que el PP-Feijóo suele tener mejores resultados en las urnas que en los sondeos). No me pregunten por qué, pero supongo que algún mérito tendrá la oposición.
De hecho, por razones que la razón ignora, el PSOE en Galicia siempre ha estado cómodo dedicándose a gobernar las ciudades y ahora también las diputaciones, solo o en compañía del BNG, dejando las pesadas tareas de la administración autonómica en manos de los de siempre. Llegó a tener un secretario general del PSdeG intermitente, el alcalde coruñés Paco Vázquez, que ponderaba a Fraga e inauguraba primeras piedras con él al comienzo de las campañas. En justa correspondencia, el PP apeó a algún candidato suyo con posibilidades de ganarle la alcaldía. En más de una ocasión, parecía que el candidato a la presidencia de la Xunta por el PSOE era el que se había quedado de pie en el juego de las sillas.
En esta, el gobierno central le ha permitido al candidato del PP convocar las elecciones cuando a él –y a Urkullu, que es siempre quien convoca primero por los dos los comicios euskogalaicos– le convenía. Y la Junta Electoral Central ha hecho una novedosa interpretación del sistema de voto por correo previsto en la LOREG, de forma que serán los carteros los que recojan el voto en las casas y certifiquen la identidad del elector. La oposición ha pedido en vano el VAR. Las esperanzas de los socialistas de celebrar algo la noche del 12 de julio residen en volver a ser segunda fuerza, tal y como le auguran la mayoría de las encuestas, entre ellas la del CIS. Aunque hay sondeos que aventuran el sorpasso del BNG, que hasta ahora era la cuarta.
Después del 6,1 de valoración que el CIS le otorga a Feijóo, la única que aprueba, con un 5, es la candidata nacionalista, Ana Pontón. El socialista Gonzalo Caballero –sobrino del alcalde de Vigo, Abel Caballero, y ahora reconciliado políticamente con él– tiene un 4,9, mientras que Antón Gómez-Reino, secretario de Podemos en Galicia y diputado en Cortes, es calificado con un 3,9. En el tracking que realiza La Voz de Galicia, en caso de producirse un cambio en la presidencia de la Xunta, la líder del Bloque sería la preferida por el 24,7% de los entrevistados, Caballero por el 23,7% y Antón Gómez-Reino por un 3%.
El caso de la opción antes conocida como En Marea y ahora como Galicia en Común (coalición de Podemos, Esquerda Unida, Anova y Mareas locales que, para dejar las cosas claras, se presenta bajo el lema "Galicia en Común/PODEMOS"), lo de pasar de liderar la oposición a ocupar el cuarto y último puesto en una sola legislatura es también para analizar. En las bajas expectativas de la opción rupturista quizá influya que la candidatura ya no la encabezan ni Xosé Manuel Beiras ni Yolanda Díaz, ni tampoco los exalcaldes de A Coruña y Santiago. O puede que tenga algo que ver que, al igual que su predecesora pre-Podemos, Alternativa Galega de Esquerdas (EU+Anova), En Marea empezó siendo un grupo parlamentario y acabó convertido en dos, fruto de las restas y no de la multiplicación.
El sector minoritario, Marea Galeguista (En Marea + Compromiso por Galicia + Partido Galeguista), sería la quinta fuerza, según las profecías demoscópicas, pero fuera del límite del límite del 5% de representación para acceder al Parlamento que Fraga impuso en su día para evitar que el hemiciclo se le llenase de grupúsculos. Pese a ello, en la TVG, esa en la que Feijóo dice que no sale, la Junta Electoral, ese grupo de jueces que entiende de asuntos informativos, le ha adjudicado más cuota de pantalla que al PSdeG, y prácticamente el doble que al BNG y a Galicia en Común. También tendrán presencia en la televisión pública gallega Ciudadanos y Vox, pese a que los primeros no tengan más representación institucional en Galicia que algunas concejalías y los segundos ni eso, y que a ambos los sondeos no les den esperanzas de rozar ese 5%, por mucho que intervenga la abuela de Abascal.
Quizá sea ese panorama el que determine que uno de cada tres gallegos –no se sabe si de los seis que quieren cambio o de los siete que no lo ven– el día del inicio de la campaña todavía no tenga decidido su voto.
No sé en qué grado se encuentran ustedes de adaptación a la nueva normalidad (“nueva normalidad” es uno de esos oxímoros que admitimos como si tal cosa, como “crecimiento negativo” o “capitalismo compasivo”). Yo y el resto de los gallegos estamos tan inmersos en ella que hasta tenemos campaña electoral. Bueno,...
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Xosé Manuel Pereiro
Es periodista y codirector de 'Luzes'. Tiene una banda de rock y ha publicado los libros 'Si, home si', 'Prestige. Tal como fuimos' y 'Diario de un repugnante'. Favores por los que se anticipan gracias
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