Zozobrando
La mujer expandida
Marta Bassols 3/08/2020
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Hola, estoy embarazada, grávida, encinta.
Y aunque no me es del todo nuevo porque lo estuve antes (he hecho una persona y también tuve un embarazo interrumpido) tal vez, porque probablemente después de estos nueve meses, ya no lo vuelva a estar más, buena parte de las cosas que me ocurren me parecen insólitas.
No se piensa muchísimo en este asunto de ser preñada salvo cuando a una le toca. Ni siquiera dentro del feminismo, sino es para denunciar la violencia obstétrica o el derecho al aborto o las cuestiones morales en torno a la gestación subrogada.
Es tan sorprendente las pocas vueltas que se le dan a la gestación, que incluso decir cosas bien obvias, mamíferas e irrebatibles al respecto, suena a milagro poético. (Y lo es, en realidad).
Hasta el ser humano más misógino y machista se ha hecho mediante un embarazo. Es alucinante y a la vez, qué normal. Dentro del cuerpo de una mujer con la capacidad de gestar (y por fortuna a menudo con la voluntad de hacerlo) se genera otro cuerpo humano con órganos, aptitudes, actitudes y latidos propios. Algunos heredados genéticamente y otros aprendidos luego. Pero el caso es que del interior de una entraña humana sale con todos sus gadgets y potencialidades una persona que luego será cosas; quizá un político de cuyas decisiones dependerán vuestras vidas ancianas, quizá una científica, quizá una activista trans.
Y aunque seguramente la seguridad emocional de los aún fetos dependa más de la crianza y la maternidad –recordemos en este espacio que para ser madre no hace falta gestar– la paternidad y toda la red que le configurará los procesos educativos y de acompañamiento, hay evidencias científicas que demuestran que las condiciones físico-ambientales de la gestante influyen no sólo en el desarrollo fisiológico y neurológico de los embriones, sino también en el cognitivo-emocional.
Entonces el embarazo, además de como místico y sagrado, ¿no debería ser tratado como un asunto mundial de alta prioridad? En realidad es tan importante para que continúe la vida y mejoren sus condiciones como parar las emisiones de CO2 o brindar ayuda sanitaria en emergencias, o en caso de que haya guerras, firmar la paz.
Sin embargo, y a lo mejor por ser una cosa que sólo tiene lugar en el cuerpo de las mujeres se tiene en cuenta (cuando se hace) desde una perspectiva naïf e infantilizada, llena de diminutivos y consejitos rosas, mientras en el fondo se aparta sutilmente a las embarazadas de la representación profesional, política y hasta social. (Quién quiere contratar a una embarazada, escuchar su discurso sobre la vida o incluso invitarla a una fiesta, si eso implica que no se vaya a poder fumar).
Pensad sin embargo, cuánto admiramos a quienes ponen su cuerpo para defender derechos humanos o hacen trabajos pesados o específicos necesarios para la comunidad. Pues las mujeres cuando gestan exponen su cuerpo a mutaciones (kilos, estrías, celulitis, retención de líquidos, manchas en la piel) y a malestares (vómitos, mareos, angustia, dolor de cabeza, diabetes gestacional, tendencia a la infección de orina, gingivitis, dolores en la zona lumbar) así como a renuncias de los hábitos tóxicos en su vida cotidiana (no se puede beber alcohol, ni fumar, ni consumir droga o medicinas) y no tan tóxicos (no te dejan comer embutido o sushi sin previamente congelar), a cambio claro de generar (digamos que en la mayoría de los casos) un vínculo bastante hermoso y explosivo de por vida. Así como un chute de hormonas que hace tener una piel magnífica, unos pechos contundentes y –pasado el primer trimestre– una extraordinaria energía vital.
Todo para parirnos, para hacer LA HUMANIDAD, para traer al mundo a vuestros mejores amigos, a vuestras novias, o a las propias progenitoras futuras y a las estrellas de rock que más os gustarán.
A lo mejor estaría el mundo más equilibrado si en lugar de dibujitos en las tripas y babyshowers hubiera un reconocimiento real por semejante trabajo durísimo y de tan precisa (y preciosa) calidad. Corred a dar las gracias a mucho personal.
Hola, estoy embarazada, grávida, encinta.
Y aunque no me es del todo nuevo porque lo estuve antes (he hecho una persona y también tuve un embarazo interrumpido) tal vez, porque probablemente después de estos nueve meses, ya no lo vuelva a estar más, buena parte de las cosas que me ocurren me parecen...
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Marta Bassols
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