1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

DICTADURA Y EXPOLIO

Franco deja de nuevo Meirás

La justicia lenta a veces también es justicia

Xosé Manuel Pereiro 7/09/2020

<p>El pazo de Meirás (Sada, A Coruña).</p>

El pazo de Meirás (Sada, A Coruña).

Colectivo 19 de Meirás

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

“Lamentaría tener que incluir a ningún sadense en las listas negras que por orden del Excmo. Sr. Gobernador general se formarán con los malos patriotas que nieguen su concurso a esta obra tan humanitaria como patriota”. Para sufragar los gastos de la guerra que habían provocado, los sublevados en julio de 1936 echaron mano de métodos tan sutiles como este que reflejaba el alcalde de Sada (A Coruña) en un bando del 13 de noviembre de 1936, iniciativas como el Día sin Postre (sic), o los más contundentes como incautar los bienes a los desafectos o declarar papel mojado el dinero acuñado por el Gobierno de la República. Para sufragar los esfuerzos bélicos o para lo contrario: ofrendar al Caudillo de España una casa señorial para que descansase cuando hubiese ganado la guerra. Que el regalo de Meirás al Generalísimo fue fruto de un expolio era una extendida tradición oral en la comarca de A Coruña, que poco a poco fue teniendo numerosos respaldos documentales y ahora figura en papel timbrado. En una sentencia fechada el pasado 2 de septiembre, la magistrada del juzgado de instrucción número 1 de A Coruña, Marta Canales Gantes, declara nulos todos los actos jurídicos con los que, desde 1938, la familia Franco pretendía justificar la propiedad del pazo y finca de Meirás y ordena “restituir su posesión a su legítimo propietario” (Patrimonio del Estado).

La sentencia es recurrible –y los Franco ya han anunciado que lo harán–, pero es absolutamente demoledora. Lo es jurídicamente, según los expertos, pero también según criterios más profanos. Pocas veces casi 400 folios de jerga judicial son de tan provechosa lectura. La iniciativa de regalarle una casa de veraneo al que ya se barruntaba como vencedor de la Guerra Civil partió de un grupo de próceres coruñeses. El teniente alcalde de la ciudad, el pintor Fernando Álvarez de Sotomayor, que había sido y volvería a ser director del Museo del Prado fue, dado su condición de artista, el encargado de buscar el sitio idóneo. Eligió las torres que Emilia Pardo Bazán había erigido sobre unas ruinas del siglo XIV en los alrededores de la ciudad para pasar los rigores estivales, como era habitual en las familias pudientes de la época. El promotor y arquitecto financiero de la operación fue el propietario del Banco Pastor, Pedro Barrié de la Maza, que llegaría a ser el principal capitán industrial de Galicia. Se rodearon de otras gentes insignes, como el presidente de la Cámara de la Propiedad, Alfonso Molina, hijo y nieto de alcaldes, que después también ocuparía el cargo hasta su fallecimiento. Era imprescindible un equipo eficaz “ante las noticias de que había otras poblaciones o provincias que teniendo la misma idea podían adelantárseles”, reza uno de los documentos citados en la sentencia. No fuese a pasar lo que a los próceres que le regalaron en 1910 la isla de Cortegada (Arousa) a Alfonso XIII, para encontrarse con que se les habían adelantado las fuerzas vivas santanderinas con el Palacio de la Magdalena. (Alfonso XIII tan solo visitó la isla una vez, para aceptarla. Su hijo, Juan de Borbón, la vendió después, como La Magdalena, para construir una urbanización).

Para asegurarse, la Junta Pro Pazo (el Meirás team) solicitó el plácet del agasajado, mandando recado a Ramón Serrano Suñer y a Francisco Franco Salgado-Araújo, concuñado y primo carnal del líder, respectivamente. Aunque largo, merece la pena reproducir el texto por esa asombrosa mezcla de concisión telegráfica y prosopopeya cortesana: “En nombre del pueblo coruñés agradeceré transmita a S.E. nuestro Caudillo ha sido firmada hoy escritura en la que esta ciudad y provincia se honran donándole castillo Torres de Meirás, testimonio no ya de lealtad y fervor que son patentes sino deseo quede vinculado a suelo que le vio nacer y le siguió con fe desde el primer momento deparándonos emoción sea su residencia veraniega cuando circunstancias guerra lo permitan. En momentos que genio militar Generalísimo teje cadenas victorias pueblo coruñés en pie de júbilo y entusiasmo siente satisfacción feliz coincidencia avance triunfal nuestro Ejército y logro anhelo común de que fundador nuevo Imperio español tenga su solar entre nosotros. Representaciones fuerzas vivas elementos militares obreros mercantiles y sociales esperan solo fecha regreso Burgos Caudillo para entrega residencia en nombre Galicia”.

Las personas de significación eran falangistas, o curas, que realizaban listas de los que contribuían –y por exclusión lógica, de los que no lo hacían–

Desafortunadamente, el júbilo y el entusiasmo inundaban más la prosa del telegrama que la cruda realidad. Cuando se ofreció el regalo, en marzo de 1938, todavía no se había comprado. “La primera acción que se acordó y puso en marcha para cubrir los gastos y demás exigencias económicas del proyecto fue una suscripción pública sin fijación de cuota… Por circunstancias de forma y propaganda, se vio desde los primeros momentos el fracaso de dicha suscripción”, reza un informe tan fuera de sospecha como que fue remitido por un teniente coronel a la Delegación Nacional de Provincias de Falange. El informe describía el plan B: “Recabar de los Bancos locales un crédito para las primeras atenciones y cubrir luego todos los gastos mediante un repartimiento proporcional entre todos los Ayuntamientos de la Provincia, tomando como base su capacidad industrial y comercial, regulada por la contribución, siendo el tipo mínimo el cinco por ciento de esta. Fue aceptada y puesta en práctica. La Banca local proporcionó un crédito aproximado de 500.000 pesetas; se comunicó a los Alcaldes, se imprimieron saludos y recibos, y se puso en marcha el cobro”.

Con semejante derrama, las distintas instituciones tuvieron que poner en práctica métodos recaudatorios como el firmado por el alcalde de Sada. “Nos permitimos indicarle la conveniencia de nombrar comisiones que se compondrán de dos o tres personas de significación en la localidad quienes se encargarán de visitar personalmente a sus convecinos”, decía una circular de la Junta Pro Pazo a los alcaldes. Las personas de significación eran falangistas, o curas, que realizaban listas de los que contribuían –y por exclusión lógica, de los que no lo hacían–. Como tampoco así se completó el crowdfunding de Meirás, se detrajeron cantidades a los funcionarios y se impusieron multas por los motivos más peregrinos. Ni siquiera los letrados de los Franco, Gil Evangelista y Utrera-Molina (hijo) intentaron desmentirlo en la vista oral celebrada el pasado mes de julio. Únicamente consiguieron que los peritos reconociesen que, en efecto, hubo donaciones voluntarias.

El informe a la Delegación Nacional de Provincias de Falange criticaba el método “porque de esto ha resultado que han contribuido al regalo, no los buenos españoles que la quieren, sino todos, buenos y malos, saliendo como es natural de estos últimos los disparates mayores y las censuras para quien lo merece todo. Lo mismo se ha hecho con los gastos que ha originado la visita del Caudillo a esta Plaza llegando a oírse en diversas ocasiones el siguiente comentario: ‘venga a pagar la multa del Pazo y las fiestas del Caudillo […]’. La cifra gastada en el Pazo es de tal magnitud que si se supiese causaría asombro, ya que esta responde al diez por ciento de la contribución de la provincial aparte de donativos importantes, facilitados por Organismos y Entidades”.

Desde 1938, o 1941, los Franco no gastaron un duro de aquellos en los que salía el padre de familia en el mantenimiento de Meirás. Todo el dinero provenía de organismos públicos

El teniente coronel informante (los letrados de los demandados se quejaron de que no figurase su nombre, nada extraño teniendo en cuenta el contenido) se hacía eco incluso del “rumor público de que la insistencia en fijar las ‘Torres de Meirás’, como edificio para la residencia, obedecía a que así se favorecía a una Entidad Bancaria (Banco Pastor), por el hecho de tener hipoteca sobre la finca. Esto se relacionaba también en el precio excesivo de 415.000 pesetas que se dice importó la compra”. La venta, escriturada el 5 de agosto de 1938 (cinco meses después de anunciar la propuesta), alcanzó el importe de 406.346,20 pesetas (700.000 euros, según la variación del IPC, pero casi 14 millones de euros, según la relación al PIB. Los Franco lo pretendieron vender hace dos años por ocho millones de euros). Incluía todos los edificios y terrenos anexos, “a excepción de tres tapices, a negociar aparte”. De regalo, iba la biblioteca de la Pardo Bazán.

En la biblioteca, al contrario que en la de Galdós, no se conserva ninguna de las cartas de elevado tono, no exclusivamente literario, que se cruzaron los escritores que mantuvieron una tórrida relación. Isabel Burdiel en Emilia Pardo Bazán (Taurus) apunta que el sicalíptico archivo pudo ser expurgado a cuatro manos: primero las de Nieves Quiroga Pardo-Bazán, hija de la novelista, y después las de Carmen Polo. La secuencia parece plausible porque la señora de Franco, antes incluso de que se firmase la escritura, visitó lo que ya llamaban pazo para ver su potencial en habitabilidad y decoración. Sin embargo, después de la firma, un capitán de la Guardia Civil le impidió el paso a la hija de doña Emilia, que pretendía recoger objetos de carácter personal o familiar, según desveló ABC el 9 de abril de 1982.

El 5 de diciembre de 1938, el Generalísimo llegó a Meirás para aceptarlo oficialmente. Le entregaron un pergamino que nunca llegó a escriturarse públicamente. Y lo agradeció con un discurso un tanto peculiar: “Acepto gustoso, exclusivamente por tratarse de un obsequio de mis paisanos. Galicia, por su fecundidad, ha sido la región que más ha tenido que dar en este Movimiento. Ahora, señores, haya que estudiar la manera de compensar esos sacrificios, es decir, hay que estudiar aquellas obras o planes que sea necesario ejecutar en las cuatro provincias gallegas. En otras provincias que no son de esta región hay que preocuparse de llevarles el agua para resolver sus problemas. Aquí en Galicia como no existe tal preocupación, hay que pensar en cambio en otro tipo de obras”. Sin embargo, estaba claro que tenía una fijación con los pantanos. En Galicia también se hicieron, y muchos, pero para producir electricidad y de ello se encargó Pedro Barrié de la Maza, factótum del Meirás team. Su empresa, Fuerzas Eléctricas Noroeste. S.A (FENOSA), se había erigido sobre otra, Electra Popular Coruñesa, que Franco le había regalado después de que su propietario, José Miñones, fuese expropiado y asesinado por republicano.

No obstante, a Franco, a Carmen Polo de Franco o al coro de aduladores de guardia les debió de parecer que los terrenos de la antigua propiedad de la condesa de Bazán (66.722 metros cuadrados) eran demasiado reducidos. Así que construyeron un muro alrededor que englobaba 37.000 metros cuadrados más de fincas privadas de labradores. “Los muros iban avanzando, y los que allí tenían tierras miraban todos los días para ellas con la esperanza de que no pasase por encima de sus fincas. Si ese dichoso muro incorporaba tu finca sabías que la perderías y más pronto que tarde tendrías una incómoda visita”, consta la declaración de un vecino en la sentencia. La visita solía ser “una orden del traslado a la sede del Banco Pastor en A Coruña, para firmar la compraventa. Ese transporte, según la memoria oral, se hacía en camiones militares”.

Lo de compraventa era un formalismo. En unos casos se pagaba, en otros no, y en otros se ponía una cifra y se daba otra. Manuel Villar tenía entonces 16 años y era hijo del oficial mayor del notario Manuel Banet Fontela al que le encargaron los documentos notariales. “Mi padre, con una rabia contenida, me los dictó a mí (…). Cuando llegamos Perico Barrié estaba con un abogado, con el que encargó las escrituras y el intermediario al que le encargaron hacerse con las tierras de Meirás, del que no diré el nombre, aunque ya ha muerto. En la puerta había más de 30 personas, gente entre cuarenta y pico y setenta años, hombres y mujeres llorando. Algunos firmaron con la huella digital. Yo no entendí lo que significaba aquello hasta unos años después. Se les despojó de sus bienes porque no querían vecinos cuyas propiedades lindasen con el pazo”. Todo ese proceso está descrito en el libro Meirás, un pazo, un caudillo, un expolio, de Carlos Babío y Manuel Pérez Lorenzo, que además declararon durante varias horas en calidad de testigos peritos, “lo que ha permitido a esta juzgadora comprender el proceso histórico seguido y asumir como probados muchos de los contenidos”, reza la sentencia. La abuela de Babío fue una de las que se quedaron sin casa de la noche a la mañana.

Construido el muro y habilitado el pazo con lo que doña Carmen iba apañando aquí y allá, alguien debió de reparar en que la donación se había hecho al jefe del Estado, y no al que lo ocupaba necesariamente de forma temporal, aunque fuese por la Gracia de Dios. Así que, en mayo de 1941, tres años después de firmar la escritura de venta de Meirás por 406.000 pesetas a la Junta Pro Pazo “a fin de que sea donada o regalada al Generalísimo y Jefe del Estado Nacional”, las mismas personas vuelven al notario: la nuera de Emilia Pardo Bazán, la hija y Pedro Barrié. La nuera declara que se le había olvidado consignar en la herencia aceptada de su marido e hijo la finca de Meirás y, “como propietaria”, se la vende a Francisco Franco Bahamonde, representado por Barrié, en 85.000 pesetas. No obstante, nadie –nuera, hija, notario o Barrié– vio las 85.000 pesetas. Los letrados de los Franco admitieron en sala que nadie había entregado o recibido tal cantidad. Irregularidades o corrupciones, las justas.

El historiador Xosé Manuel Seixas (en el centro) en una visita a Meirás.

Desde 1938, o 1941, los Franco no gastaron un duro de aquellos en los que salía el padre de familia en el mantenimiento de Meirás. De las obras se encargaba la Diputación, la Jefatura Provincial de Carreteras, la Comandancia de Obras del Ministerio del Ejército, el Ayuntamiento de A Coruña o Sada u otro organismo (el Gobernador Civil, por ejemplo, aprovisionaba de tabaco y alimentos perecederos). De los gastos corrientes se hacía cargo la llamada Casa Civil del Jefe del Estado. Hasta los hortelanos que cultivaban los terrenos anexos a las Torres de Meirás eran guardias civiles. Y la Casa Civil se encargaba de comercializar lo producido. Los hortelanos, por ejemplo, tenían órdenes de enviar los huevos a Madrid. A 30 pesetas la docena, se cotizaban los huevos de Meirás en 1957 (más o menos la mitad del salario diario de un obrero aquel año).

Con toda esta chapuza jurídica –al menos desde el punto de vista profano–, ¿en que se basaba la defensa de los herederos? En que, efectivamente, tanto los gastos corrientes como las sucesivas reformas del Pazo de Meirás fueron a cuenta del Estado hasta 1975, fecha de fallecimiento del veraneante ilustre. Pero desde entonces, el mantenimiento de la finca –que fue incluida en la herencia que dejó Franco a sus sucesores– corrió a cargo de la familia, al igual que la contribución urbana y rural. Es más, después del incendio que sufrió en 1978 (que destruyó parte de la biblioteca de Emilia Pardo Bazán y a raíz del cual desaparecieron diversos objetos, entre ellos un busto de mármol de Franco, de varias toneladas), fue la familia, 20 años después, la que acometió la restauración. En resumen, argumentaron, el Estado se desentendió de un bien de su propiedad y no lo reclamó en el plazo legal de 30 años, por lo que se produjo una desafectación tácita, y por ello debería permanecer en poder de los Franco, o más exactamente de los Martínez-Bordíu Franco.

La jueza argumenta que la presencia del Estado continuó después de la muerte del dictador, porque hubo allí un destacamento de la Guardia Civil hasta el 28 de febrero de 1981 (sí, una semana después del 23F), e incluso se mantuvieron los “agentes hortelanos”, el último hasta 1990, cobrando su nómina como guardia en activo. Asimismo, los recibos de los seguros e impuestos estaban a nombre de Franco, pero no hay constancia documental de que fuese él quien los pagase. También señala que los bienes de dominio público son imprescriptibles, y es necesaria su desafectación oficial para que pasen a propiedad privada. Y que, en definitiva, tampoco los Franco estuvieron presentes en Meirás desde 1978 hasta 2002, cuando finalizaron las obras de reconstrucción.

Por ello, anula “la donación efectuada en 1938 de la finca denominada Torres o Pazo de Meirás al autoproclamado Jefe del Estado, Francisco Franco Bahamonde, por carecer del requisito esencial de forma”, así como el contrato de compraventa de 24 de mayo de 1941, las particiones de la herencia de Franco en lo que afecta a las propiedades de Meirás, y la cancelación de los asientos registrales. Las costas de los abogados del Estado correrán a cargo de los demandados, María del Carmen, Jaime Felipe, María Aránzazu, José Cristóbal, María del Mar y María de la O Martínez–Bordiú Franco, PRISTINA S.L. (una sociedad en la que Francisco Franco Martínez Bordiú pretendió resguardar su parte) “y los ignorados herederos de doña Manuela Esteban Collantes y Sandoval, en situación de rebeldía procesal”.

La primera reivindicación de que el Pazo fuese devuelto la realizó en 1977 una pequeña organización nacionalista, la Asamblea Popular Gallega

La victoria, aunque sea provisional y en primera instancia, tiene muchos padres. En el caso que nos ocupa, la sentencia ha desencadenado una epifanía de bombos mutuos entre las administraciones –Gobierno central, Xunta de Galicia, Diputación Provincial de A Coruña y ayuntamientos de A Coruña y Sada– que han sumado sus fuerzas documentales y legales para recuperar Meirás. Pero la historia es la historia para todos. La primera reivindicación de que el Pazo fuese devuelto la realizó en 1977 una pequeña organización nacionalista, la Asamblea Popular Gallega. Cinco años después, primero como diputado autonómico y después como alcalde de A Coruña, el entonces socialista Paco Vázquez, sugiere la compra del pazo para convertirlo en sede de la Xunta de Galicia. Hay un intento de la Diputación coruñesa, presidida por el conservador José Manuel Romay Beccaría (entre otras cosas, presidente del Consejo de Estado en 2003 y de 2012 a 2018), para la compra, por 40 millones de pesetas, que se frustra por la protesta de la oposición de izquierdas.

Desde 2004, la recién creada Comisión por la Recuperación de la Memoria Histórica organiza actos y concentraciones por su devolución. En 2008, el gobierno de coalición PSdeG-BNG consigue la declaración de Bien de Interés Cultural para el Pazo y, pese a la oposición judicial de la familia, que se abra al público cuatro días al mes. En julio de 2018, el Parlamento de Galicia, por unanimidad, acuerda instar a la Administración del Estado a que ejercite las acciones legales procedentes para la recuperación del Pazo de Meirás para el patrimonio público, adjuntado informe de la Comisión de expertos elaborado a tal fin. Un año justo después, la Administración General del Estado presenta la demanda que ha desembocado en la actual sentencia.

Pero el mérito no ha sido precisamente de las administraciones. En 2011, el exvicepresidente nacionalista de la Xunta Anxo Quintana, atendiendo un ruego de su correligionario Abel López Soto, alcalde de Sada, se entrevistó con el ministro de la Presidencia del gobierno Zapatero, Ramón Jáuregui, para solicitarle un aval para recalificar la zona del Pazo como dotación pública. “Me atendió muy amablemente, pero en cuanto le expuse el caso, me contestó que aquello era un disparate, que era abrir conflictos con el pasado y algo contrario al espíritu de la Transición, con el que su partido estaba firmemente comprometido”, comentaba Quintana estos días. Jáuregui está retirado de la política, pero Alberto Núñez Feijóo desde luego que no. En 2018 su partido votó a favor de que el recién estrenado Gobierno de Pedro Sánchez reclamase el pazo, pero el año anterior había votado en contra de pedírselo al de Mariano Rajoy, por considerar que expropiar el Pazo era “un mecanismo franquista”. “El Pazo de Meirás es ya patrimonio de todos. Así lo decidió hoy la Justicia, avalando los criterios y argumentos que la @Xunta trasladó al Estado”, tuiteó al conocer la sentencia.

Por supuesto, todavía queda recorrido judicial. En este caso y en los colaterales. Está pendiente el juicio contra 19 militantes del BNG que ocuparon simbólicamente el Pazo de Meirás en agosto de 2017 y contra otros nueve que al mes siguiente repitieron la acción en la Casa Cornide, un palacete de 1.400 metros cuadrados en el corazón de la Ciudad Vieja de A Coruña que era propiedad del Ayuntamiento hasta que, para regalárselo a Franco, lo adquirió en una subasta presuntamente fraudulenta… Pedro Barrié de la Maza. Los Franco acusan a los ocupantes de varios delitos (entre ellos el de odio) que podrían suponer condenas de hasta 13 años. El portavoz del colectivo denunciado, Néstor Rego, ignora cuándo se señalará el juicio. De momento, los juzgados locales se han inhibido a favor del Supremo, porque Rego es ahora diputado en el Congreso. El Ayuntamiento coruñés inició hace tiempo los trámites para declarar la casa BIC, y también para reclamar su devolución. Los Franco la han puesto a la venta el pasado mes de julio, por un precio “a calcular”.

“Aquí no se discute si Franco fue bueno, malo o regular”, fundamenta la validez de la venta el abogado Utrera Molina. “Mis clientes han declarado los impuestos de la herencia de su madre y pueden poner a la venta cualquier inmueble de su propiedad”. El catedrático de Historia Contemporánea en las Universidades de Santiago y de Múnich, Premio Nacional de Ensayo 2019, y presidente de la comisión de expertos que designó el Parlamento Gallego, Xosé Manuel Núñez Seixas, expuso durante el juicio el argumento contrario: “Lo que caracteriza un régimen dictatorial es la mezcla de lo público, de la función pública, con lo privado”.

“Lamentaría tener que incluir a ningún sadense en las listas negras que por orden del Excmo. Sr. Gobernador general se formarán con los malos patriotas que nieguen su concurso a esta obra tan humanitaria como patriota”. Para sufragar los gastos de la guerra que habían provocado, los sublevados en julio de 1936...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Xosé Manuel Pereiro

Es periodista y codirector de 'Luzes'. Tiene una banda de rock y ha publicado los libros 'Si, home si', 'Prestige. Tal como fuimos' y 'Diario de un repugnante'. Favores por los que se anticipan gracias

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí