1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.347 Conseguido 91% Faltan 15.800€

Periodismo y revolución

John Reed, antes de Octubre

Se cumplen cien años de la muerte del autor de ‘Diez días que estremecieron al mundo’, la gran crónica de la revolución bolchevique. Antes de viajar a Rusia, Reed ya había escrito otra obra maestra: ‘México insurgente’

César G. Calero 10/10/2020

<p>John Reed entre 1910 y 1915.</p>

John Reed entre 1910 y 1915.

Colección George Grantham Bain / Library of Congress

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Casi al final de su vida, enfermo y confinado en una celda de la estación de policía de Abo, en Finlandia, John Reed siente todavía la necesidad de contarle al mundo sus experiencias, tal y como le aconsejara en Harvard su mentor literario, el profesor Charles Townsend Copeland. Apenas dispone de algunas hojas para escribir, garabatea ideas y poemas en el reverso de los telegramas que recibe de su compañera, la periodista Louise Bryant, desde Estados Unidos, y esboza la trama de varias novelas con tintes autobiográficos. The Tides of Men (Las mareas de hombres), titula uno de esos proyectos. Pero el tifus lo acecha ya. Morirá unos meses más tarde en un hospital de Moscú, ya junto a Louise. El 19 de octubre de 1920, tres años después de haber sido testigo del asalto al poder de los bolcheviques, será enterrado en el Kremlin junto a los mártires de la revolución. Su libro Diez días que estremecieron al mundo, bendecido por Lenin, lo había catapultado al éxito. Antes de su etapa rusa, Reed ya había conocido el vértigo de la revolución en un escenario muy distinto, la inmensidad del desierto de Chihuahua. De sus cuatro meses junto a la División del Norte de Pancho Villa nacería otra obra maestra del periodismo: México insurgente.

La pandemia ha golpeado duro a CTXT. Si puedes, haz una donación aquí o suscríbete aquí

La vida de Reed da un giro de 180 grados cuando cruza el río Bravo en diciembre de 1913. Enviado a México por la revista Metropolitan y el periódico New York World, va a ser testigo privilegiado de la primera revolución del siglo XX. Reed se entusiasma. Para entonces ya se ha fogueado como reportero en varios conflictos sociales, como la huelga de los trabajadores de la seda en Paterson (New Jersey), declarada a principios de ese año. “Hay una guerra en Paterson. Pero es un curioso tipo de guerra. Toda la violencia es obra de un bando: los dueños de las fábricas. Estos controlan la policía, la prensa y los juzgados”, escribe en la revista The Masses. Durante esos días eléctricos conocerá a quien será uno de sus faros políticos, Bill Haywood, líder del Industrial Workers of the World (IWW), con quien compartirá celda fugazmente y a quien homenajeará unos meses más tarde al representar en el Madison Square Garden un espectáculo teatral sobre la huelga de Paterson con la participación de los propios obreros. Como Reed, Haywood también tendrá reservado un lugar en la necrópolis de la Plaza Roja de Moscú. 

En su voluminosa biografía sobre Pancho Villa, el escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II se refiere a Reed como el gran cronista de esa etapa de la revolución en su país. A finales de diciembre de 1913, cuando pisa suelo mexicano, Reed tiene 26 años (había nacido en Portland, Oregón, el 22 de octubre de 1887). “Viste un traje de pana amarillo brillante, dispone de cuenta de gastos, carga 14 diferentes clases de píldoras y vendajes”, documenta Taibo. Unos días antes, en El Paso (Texas), Reed empieza a ser consciente del complejo tablero de intereses que se despliega en la frontera. Un espeso entramado de espías, contrabandistas de armas, traficantes de ganado, periodistas ociosos y vividores de toda laya. Es el centro de los conspiradores del mundo, piensa Reed: “Cada vez que un gran hombre abandona el refugio del hotel, le persigue en la calle la sombra de un detective, a quien sigue otro, cuyos movimientos son observados por un tercero, y así sucesivamente”. Los enfrentamientos entre federales (a las órdenes del dictador Victoriano Huerta) y constitucionalistas (con Venustiano Carranza a la cabeza) están a tiro de prismáticos. Y, pese a las balas perdidas que se cuelan en la ciudad y causan víctimas, la frivolidad prevalece. El lujoso hotel Paso del Norte, que alberga a gran cantidad de toda esa fauna conspirativa, ofrece una limonada en su azotea con un cautivador anuncio: “The only hotel in the world offering its guests a safe comfortable place to view a mexican revolution (El único hotel del mundo que ofrece a sus huéspedes un lugar seguro y cómodo para observar la revolución mexicana)”.

Reed será uno de los pocos periodistas que podrá juzgar in situ en qué consiste el experimento revolucionario mexicano

Reed inicia su andadura mexicana en el polvoriento pueblo de Ojinaga, donde se han acantonado las tropas federales de Huerta tras ser hostigadas por los villistas. Ahí arranca México insurgente, una recopilación de crónicas que no seguirá un orden cronológico. Enseguida solicita una entrevista con el general Salvador Mercado, pero su telegrama lo intercepta Pascual Orozco, otro uniformado del mismo rango y lengua afilada: “Estimado y honorable señor: Si usted pone un pie en Ojinaga, lo colocaré ante el paredón y con mi propia mano tendré el gran placer de hacerle algunos agujeros en la espalda”, le advierte el espadón. Reed no se amilana ante las baladronadas de Orozco, cruza la frontera y entrevista a Mercado, un hombre “preocupado e irresoluto” que le echa en cara el supuesto apoyo de Estados Unidos a las tropas de Villa. 

Sin más dilación, el reportero estadounidense irá en busca del hombre del que habla todo el mundo, ese bandido devenido guerrillero, el general Pancho Villa, cuyas hazañas militares se transmiten de pueblo en pueblo agrandando su leyenda. José Doroteo Arango, su verdadero nombre, se había hecho célebre en Chihuahua durante sus muchos años de bandolerismo. Adscrito a la causa constitucionalista de Carranza, aplicaba ahora una justicia revolucionaria más próxima al ideario de Robin Hood que a las enseñanzas de un socialismo que solo despertaba su curiosidad. “El socialismo, ¿es una cosa posible?”, querrá saber Pancho Villa cuando se encuentre con Reed. “Yo solo lo veo en los libros y no leo mucho”. La prensa estadounidense, sin embargo, habla ya sin tapujos del “socialismo villista”. Reed será uno de los pocos periodistas que podrá juzgar in situ en qué consiste ese experimento revolucionario. Su compromiso político previo le ayudará a entender qué está ocurriendo en México.

La bohemia roja

Durante sus años de estudiante en Harvard (1906-1910), Reed no se involucró en la política. Allí se dedicó a otras cosas. Fue un gran deportista, un consumado animador de veladas y un alumno aventajado de las enseñanzas literarias de Copey (el sabio profesor Copeland a quien dedicará su libro sobre México). Una vez instalado en Nueva York, su concepción del mundo cambiaría radicalmente gracias a la relación que establece con la denominada “bohemia roja” de Manhattan. A golpe de tertulia se va cincelando el nuevo John Reed.

Fue el periodista y editor Lincoln Steffens quien introdujo a Reed en la escena artística e intelectual que bullía alrededor de Washington Square. Steffens, a quien había conocido en Harvard, le facilitó también su primer trabajo como periodista en The American Magazine, una revista literaria y política de amplia difusión. Pero su creciente concienciación política lo acabará llevando a la redacción de la revista izquierdista The Masses, fundada en 1911. “Sensibles a todos los nuevos vientos que soplan (…) Ese es nuestro ideal”, rezaba su manifiesto. A Max Eastman, editor de la revista, Reed le había parecido en una primera impresión un joven demasiado impulsivo. Tal vez por ello lo sentó en un despacho a seleccionar los poemas que llegaban a la redacción y que, previamente, habían sido rechazados por la prensa capitalista. En esa época (1912), Reed escribió The Day in Bohemia, un largo texto poético sobre la atmósfera de creatividad y rebelión que se respiraba en el Greenwich Village neoyorquino.

Poco tiempo después, muy lejos de las tertulias políticas de Manhattan, Reed asistirá  maravillado a la insurrección de todo un pueblo. El 26 de diciembre de 1913 franquea las puertas del palacio de gobierno de Chihuahua donde le aguarda un Villa que, sin estudios ni lecturas, está haciendo la revolución a su manera. El flamante gobernador militar de la región emite su propia moneda para pagar salarios, reduce por decreto el precio de la carne, reparte entre los campesinos tierras expropiadas a los terratenientes y ordena construir medio centenar de escuelas. El carisma del Centauro del Norte eclipsará a Reed, como en su día lo hiciera el sindicalista Haywood y más tarde lo hará Lenin.

A Villa le cae en gracia ese periodista curioso que se preocupa por los de abajo. Jack, como lo llaman sus amigos norteamericanos, pasará a ser Juanito en México (Chatito para Villa). Solo otro gringo gozará de sus favores: el fotógrafo Otis Aultman, autor de imágenes legendarias de Villa y su tropa. Reed dispondrá del uso gratuito del telégrafo y el tren. No solo eso. El general lo invita a sus reuniones y le asegura que podrá acompañarlo a sus campañas militares. En las filas de la División del Norte compartirá Reed comida y tabaco con esos campesinos humildes que pelean en huaraches por la tierra que trabajan.

La maquinaria de guerra villista no cesa. Se avecina una gran ofensiva sobre la estratégica ciudad de Torreón. El reportero está en el centro de la acción y se siente útil. Al viajar con la División del Norte, tiene acceso directo a Villa, habla con él, observa sus movimientos y constata la camaradería de que hace gala con sus hombres. Es un peón más en armas. El Villa que emerge de las conversaciones con Reed es un personaje con muchas aristas (“tenía una extraordinaria sagacidad natural”). No reniega de la violencia (y así se lo hace saber a su interlocutor cuando este se interesa por la brutalidad de algunos de sus oficiales), pero rechaza tajantemente las acusaciones que lo presentan como un violador. Es consciente de su papel en la historia, el de un jefe militar al servicio de los desposeídos sin pretensiones de sentarse en la silla presidencial del Palacio Nacional. Reed querrá saber de forma insistente (“por mandato” de su periódico) si esa falta de ambición política es sincera. Y la respuesta de Villa será siempre la misma: “Sería una desgracia para México que un hombre inculto fuera su presidente. Hay una cosa que yo no haré: es la de aceptar un puesto para el que no estoy capacitado. Existe una sola orden de mi jefe (Carranza) que me negaría a obedecer si me la diera: la de ser presidente”.

Retrato de un guerrillero

Si Reed supo trasladar a los lectores de Estados Unidos la esencia de México, su retrato de Villa logró cambiar también la imagen del bandolero sin escrúpulos que hasta entonces predominaba sobre el personaje. El periódico Los Angeles Times lo calificaba de “bandido y asesino” y The Sun veía la revolución como el “socialismo bajo un déspota”. Reed ofrecerá otra cara de ese “hijo de peones ignorantes que nunca fue a la escuela”: “Los soldados lo idolatraban por su valentía, por su sencillo y brusco buen humor. Lo he visto con frecuencia cabizbajo en su catre, dentro del reducido vagón rojo en que viajaba siempre, contando chistes familiarmente con veinte soldados andrajosos tendidos en el suelo, en las mesas o las sillas”.

Su retrato de Villa logró cambiar también la imagen del bandolero sin escrúpulos que hasta entonces predominaba sobre el personaje

Sus vivencias con la División del Norte le aportan a Reed un material de primera mano sobre la revolución. Pero la censura de prensa impuesta por Villa para pasar desapercibido en su avance por el desierto impiden al periodista enviar sus crónicas desde el frente. Necesita un telégrafo y se las ingenia para subirse a un tren-hospital y regresar a El Paso. Sus crónicas rezuman verosimilitud por la lograda ambientación que recrea, la reproducción del habla de los campesinos analfabetos, la descripción minuciosa del día a día de los combatientes, sus charlas con el jefe insurgente… Nada que ver con los fantasiosos artículos enviados por la mayoría de los corresponsales que no han salido de sus hoteles en El Paso.

Las crónicas de Reed no son un mero relato de los hechos. No pretende ser neutral ni objetivo. Ha tomado partido por un bando y lo deja claro desde el principio (“habíamos tomado Bermejillo la tarde del día anterior”). Su editor en el Metropolitan Magazine, Carl Hovey, lo felicita en cada entrega. Reed le llega a sugerir que elimine o retoque aquellos pasajes en los que detecte una excesiva emotividad. Pero no hay nada que revisar, le responde Hovey. Al contrario. Su apasionada visión de México enriquece sus crónicas. La fama del reportero va extendiéndose. Ha nacido una estrella mediática. Algunos de sus amigos reaccionan con ironía ante ese México en el que Jack es siempre protagonista: “Hay mucho de Reed y sospecho que muy poco de México”, dirá el dramaturgo Dave Carb. Para Robert A. Rosenstone, autor de una de las biografías más completas sobre Reed, Romantic Revolutionary, el reportero tal vez no era consciente de que estaba escribiendo sobre la revolución mexicana al mismo tiempo que esbozaba un fragmento de su propia autobiografía. En cualquier caso, según su biógrafo, Reed consiguió capturar el espíritu de la revolución: “México insurgente es un libro para los ojos, una gran panorámica, como los grandes murales de los pintores mexicanos”. Su trascendencia radicará precisamente en esa identificación del autor con el objeto de su obra. Siguiendo a Rosenstone y corrigiendo en parte a Carb, podría decirse que en el libro hay mucho de Reed, pero también mucho de México. Al leer sus crónicas mexicanas, el escritor Walter Lippmann, excompañero de Harvard, caerá rendido ante la “genialidad” de un Reed que es a la vez reportero, poeta, escritor y activista. Todas esas facetas impregnan unas narraciones que, a juicio de Lippmann, aunaban una clase magistral de historia y la mejor literatura.

Cuando Reed regresa a Nueva York en abril de 1914 se encierra en su piso durante unas semanas para dar forma a México Insurgente con algunos textos añadidos a sus crónicas. El libro se publicará en julio de ese año en Estados Unidos. Tendrán que pasar cuatro décadas para que vea la luz en México. En Almost Thirty, un texto autobiográfico escrito en 1916, Reed rememoraba así sus cuatro meses en México, “tal vez el periodo más satisfactorio de mi vida”: “Descubrí que las balas no son tan aterradoras, que el temor a la muerte no es una cosa tan grande y que los mexicanos son maravillosamente simpáticos (…) Me hallé de nuevo a mí mismo. Escribí mejor que nunca”.  

La publicación de México insurgente potenciará la figura de Reed. Escribe sin descanso poemas, relatos, manifiestos políticos de orientación comunista… Su vocación periodística lo lleva de nuevo a la primera línea del frente. Ha estallado la Primera Guerra Mundial. Reed regresa a un continente que ya visitó en 1910 nada más graduarse, en un viaje iniciático sin rumbo fijo y con el bolsillo medio vacío (llegó a dormir bajo las estrellas en el Retiro madrileño). Siente que los trabajadores son los grandes perdedores de ese “vil conflicto de intereses capitalistas que sangra a los pueblos europeos”. Y antes de que concluya la guerra viajará a Rusia arrastrado por una marea interior que no puede reprimir. Reed está preparado ya para contarle al mundo la Revolución de Octubre.

La pandemia ha golpeado duro a CTXT. Si puedes, haz una donación aquí o suscríbete aquí

 

Casi al final de su vida, enfermo y confinado en una celda de la estación de policía de Abo, en Finlandia, John Reed siente todavía la necesidad de contarle al mundo sus experiencias, tal y como le aconsejara en Harvard su mentor literario, el profesor Charles Townsend Copeland. Apenas dispone de algunas hojas...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

César G. Calero

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí