LA VITA NUOVA
Peix fregit
Los ojos de un pescado frito, los ojos de la locura, ilustran que, en efecto, nadie aguanta vivir en aceite hirviendo. En una freidura colossal, que diría Pla. Agencias Espaciales, Rusia. Nos fríen
Guillem Martínez 29/10/2020
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Esta semana apareció la noticia usual en un país en crisis absoluta. Cat tendrá su propia agencia espacial. Esta debía ser, supongo, la tendencia otoño-invierno en la política cat. Y, en verdad, es una noticia espectacular. En breve, cualquier territorio recortado, con líderes y cuadros que sólo dominan la comunicación, que no aprovecharon la pausa veraniega del virus para practicar rastreos, aumentar plantillas, darle botox a los CAPs, podrán optar, en contrapartida, por una agencia espacial. Es más, deberían hacerlo. La construcción de Ayuso de una pirámide vacía, con aspecto de hospital, pero sin médicos/momia, no deja de ser un amateurismo si lo comparamos con la NASA Cat. La genialidad duró, no obstante, poco. Sólo dio de sí un artículo en The Guardian, con un gracejo nada despreciable en una cultura que abandonó la UE antes de que Chiquito la impregnara. La ocurrencia fake fue superada en horas por la realidad. Por satélites mayores. A través de las detenciones practicadas por el juzgado 1 de BCN de casi una treintena de personas acusadas de a) varios cargos y b) haber planificado la invasión del territorio por un ejército ruso. Empecemos por b), que tiene más gracia.
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Sí, durante el Procés –el Terráqueo, que ahora estamos en el Procés Espacial– hubo, en efecto, contactos con potencias. La primera, con un alto cargo USA de la Secretaría de Estado de la época Clinton. Se reunió en el Palau. En el encuentro Mas fue diciendo nada hasta que al final la política americana dijo un americanismo: “¿Pero ustedes qué quieren?”, momento en el que Mas volvió a reafirmar la nada. En 2017 –seguimos con USA y con sectores demócratas–, hubo contactos con el mundo financiero. Que, mucho antes de la hora de la verdad –no hubo hora de la verdad en un proceso en el que todo fue mentira–, recibieron la respuesta-tipo. Nada. Y sí, hubo contacto con Rusia. Fueron publicados en su momento. La principal fuente fue Hilary Clinton, que habló de una reunión en Moscú de la nueva ultraderecha mundial, en aquel momento muy orientada por Bannon. Citó, entre otros, grupos indepes del gran estado de Texas, y umpalumpas de la Gene, momento en el que la Gene desapareció de aquella Internacional como un ninja. Zas. Y, sí, tuvo que haber contactos previos, como los hubo en la UK del Brexit. Cutres, como siempre, y sin traducción efectiva. El nada de siempre, una posible generación de tuits de bots –Rusia, al parecer, ofrece ese servicio gratis y de forma altruista– y unos pocos tuits de Assange y de Pamela Anderson –sí, la vida es sueño–. Y en una noticia en Russia Today. No era un fake. El artículo analizaba los países de la UE que reconocerían un Estado cat. Y especificaba que ninguno. Pero iba acompañado por un gráfico –ese era el fake– de los Estados de la UE, en el que aparecían varios que sí. Y sí, hubo un algo, un mensaje exterior que influyó en los políticos procesistas para no convocar elecciones, como estaba previsto, después del 1-O, o en el 10-O, un día básico. Lo que hubiera sido un win-win. No vino de Rusia, sino que parece que vino de los USA. Y fue un malentendido, o un fake transmitido boca a boca en la élite. Una élite dispone de más información que los pelanas. La particularidad del procés es que la élite, informativamente, estaba compuesta por pelanas. Hubo, en fin, fakes emitidos por ellos que les fueron devueltos como información. La monda.
El pack b) del sumario y las detenciones tiene aspecto de una agencia espacial. Un fake. Una apuesta del Deep State –yo lo pronuncio, y así lo defiendo y lo aconsejo, como se pronuncia Wipp-Expreeeess en el anuncio–. El Deep State, a pesar de su nombre, no es algo profundo. No es una estructura secreta. Es la voluntad de un individuo o de un cuerpo del Estado de confundir Estado con Esp, y Esp con un país milenario, en peligro constante ante el enemigo interior. Además, por lo que veo, el grueso de las acusaciones –en a) y en b)– se sustentan en grabaciones telefónicas o/y de wasap. Lo que dista mucho de ser una prueba. Yo mismo, en una grabación de wasap, tuve un relación tórrida con la vecina del quinto. Quizás toda la cosa a) es un indicio de lo que pasa en la AN, dónde se investiga por terrorismo, glups, a Tsunami, aquella app que sirvió para movilizar manifestantes y, más y mejor, como todo en el procesismo, para desmovilizarlos. Es un indicio de que el Estado Mayor –así se llamó en su día a un grupo de empresarios que asesoraba al Govern en los idus de octubre; la élite pelanas; ninguno se dedica a vender coches de ocasión, y eso es por algo– es el próximo colectivo humano que será juzgado bajo criterios de Deep State. Supongo que por traición, o por algo más bestia, que dé una categoría a un compendio que siempre ha carecido de ello. Por lo mismo, es un intento de guerra cultural. De entorpecer algo que está sucediendo. Una mayoría en el Congreso, diversa, enfrentada en ocasiones, pero más parecida a las sociedades esp que su opuesto, y que evitaría al PSOE una apuesta por C’s. En ella debería estar ERC. Una ERC invitada por a) a irse al monte de la guerra cultural.
El pack a) es el importante. Y, para el Deep State, el menos importante. O, al menos, ha quedado desvirtuado por los 10.000 Hijos de San Putin, por los habituales informes creativos de la GC, y por la perspectiva del juez. Se trata de diversos delitos de índole económica, verosímiles en una sociedad en la que la corrupción ha sido estructural desde 1981. Algunos afectan a cuadros de ERC. Enriquecimiento ilícito en pandemia, chanchullos de recalificación de terrenos, subvenciones creativas, desvío de fondos de cooperación de la Diputació de BCN a la cosa Waterloo –fuentes del PDeCAT explican que lo de Bélgica les ha costado, sólo a ellos, 2’5 millones de euros–. La cosa a) queda desacreditada por b). Prima b), que crea una guerra cultural llamativa, retroalimentada, entre dos derechas esencialistas. El Deep-State y el procesismo. Ayer mismo hubo manifestaciones en Cat contra b). Es decir, por lo mismo, a favor de a), esa cosa que no se ve con esa b) tan grande. Estamos donde siempre. En una agencia espacial. En una carrera espacial de agencias sin cohete alguno. Lo único serio e importante es que esta semana ha dimitido la Junta del Barça. El fútbol ya nada tiene que ver con la realidad. Pero sí las directivas. En este caso, la huída de una directiva ilustra una élite –otra élite-pelanas– cansada, agotada, que no ha acudido al combate.
Peix Fregit, el título de este articulete, es también un libro de Josep Pla. Sobre Palafrugell, su pueblo, que una canción marinera definía como un topos en el que se come peix fregit/pescado frito. Freír es el trato más sencillo que se le puede dar a esos animales magníficos, nobles, muertos de asfixia por nosotros. Y sí, allí se fríen pescaditos –el sonso, un pez diminuto, un monumento a la felicidad que tiene gusto a posidonia porque come posidonia–, pero más comúnmente se fríen peces medianos. Es la cena. Pla explicaba que freírlos era una vulgaridad. Pero que era la suya. Su país. Cuando, vulgar en mi país vulgar, mi hijo me vocifera la cena y frío un verat, pienso siempre en ello. Y cuando miro los ojos del pescado, en el trance de freírse, veo también cómo la mirada siempre perpleja del pez muta hacia el blanco, hasta convertirse en los ojos de la locura. “Hay que freírlos a noticias”, dijo Steve Bannon sobre todos nosotros, antes de ser, él mismo, una noticia en sucesos. Generalmente, todos los grandes freidores de noticias acaban ahí, al cabo. Los ojos de un pescado frito, los ojos de la locura, ilustran que, en efecto, nadie aguanta vivir en aceite hirviendo. En una freidura colossal, que diría Pla. Agencias Espaciales, Rusia. Nos fríen.
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Esta semana apareció la noticia usual en un país en crisis absoluta. Cat tendrá su propia agencia espacial. Esta debía ser, supongo, la tendencia otoño-invierno en la política cat. Y, en verdad, es una noticia espectacular. En breve, cualquier territorio recortado, con líderes y cuadros que sólo...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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