Notas de lectura (IX)
Sentimientos, fotografías, bondad
Reflexiones en torno a la escritura y los premios literarios
Gonzalo Torné 20/11/2020
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Escritura y bondad. Da igual a quién atribuyamos la frase: “No se hace literatura con buenos sentimientos”; con algunas variaciones ha pasado al caudal de suposiciones públicas, se ha constituido en un lugar común. La frase, por supuesto, es falsa, pero pertenece a una clase de falsedad muy particular, una que viene definida porque su contraparte: “No se hace literatura con malos sentimientos” también es una trola como una casa. La sonoridad de los motivos puestos en juegos: “bien” y “mal”, con esa aura de importancia que parece exigirnos una respuesta tan contundente como urgente, sin medias tintas ni velos, impide quizás darse cuenta en un primer momento de lo que es evidente tras un poco de reflexión: se trata de una clase de falsedad muy particular, la de la lo improcedente. Pertenece, si se quiere, a la misma familia que: “No se hace literatura solo con la letra e” o “No se hace literatura solo con la letra o” o “solo con días de lluvia” o “solo con días de sol”. O si se prefiere: se hace literatura con buenos y malos sentimientos, pero también con toda la gama intermedia moral, y una cantidad de fuerzas y energías implicadas (astucia, crudeza, atención, ambiciones, esfuerzo, relajación, malicia, generosidad...) que desbordan el claroscuro artificioso de la frase. De gran efecto, con el prestigio de lo contundente, pero hueca.
La pandemia ha golpeado duro a CTXT. Si puedes, haz una donación aquí o suscríbete aquí
Fotografías. La aparición de fotografías en una novela suele dejar una estela agridulce. Da igual si las imágenes se mencionan, si se describen o si se reproducen: la captura fantasmal del tiempo (de la luz de un momento pasado) levanta acta de lo mucho que se ha perdido; se parece al sonido del reloj que nos obliga a reparar en el silencio de fondo, o en esa mancha roja que parece puesta allí solo para recordarnos la blancura de la pared. Lo poco que recupera una fotografía de la vida de alguien pone de relieve lo mucho que se ha perdido, a menudo de manera irremediable. Cuando se trata de recuperar la memoria, la escritura disfruta de un alcance más profundo que cualquier fotografía: puede cubrir años, recabar datos, explorar los deseos y expectativas (individuales y colectivos), recorrer las principales aventuras de una vida... Pero una sola fotografía (mencionada, descrita o reproducida, tanto da) nos recuerda la imposibilidad de fondo de la escritura memorialística: que cuando se trata de palabras apenas llegamos a ver con el ojo figurado de la imaginación, nunca con la luz de los ojos físicos.
La bondad del premiado. Dada la impertinencia de los buenos o los malos sentimientos del escritor para evaluar el resultado de su obra (entre otras cosas porque es casi inevitable que durante el proceso pase por una catálogo amplísimo de sentimientos; por no decir al escribir con frecuencia se delegan los sentimientos y la moral al texto, y no insistir en que el registro de esos sentimientos está perdido), revuelve un poco que, cuando un novelista o un poeta reciben un premio, sobre todo de la subsección dedicada al “conjunto de la obra”, las notas de prensa dediquen tantos esfuerzos a glosar la “bondad” privada del escritor. Subyace la superstición (agradable en la medida que se escapa de la asociación cretina entre “maldad” y “escritura”; y desconcertante en tanto que apenas se la solicita a políticos, empresarios y banqueros) de que la buena obra prospera alejada de las grandes luchas y ambiciones mundanas, de la carrera pública, de los “focos”: el mito monástico. La tontería es notable (y uno tiene la sensación de que ocupa el espacio que el periodista debería emplear en pensar la obra del premiado y decir algo más preciso), pero se vuelve más inquietante si nos detenemos a examinar la clase de bondad que se maneja en estas celebraciones menores. Rara vez se señalan beneficios públicos o la participación en empresas colectivas, sino que el retrato incide en virtudes privadas, retiradas: en la humildad, en el silencio, en la amabilidad con el periodista, en la paciencia y en la discreción (cualidades compatibles con el canibalismo y el parricidio); una criatura pasiva, mellada para la brega social, a medio camino entre el místico y un periquito.
La pandemia ha golpeado duro a CTXT. Si puedes, haz una donación aquí o suscríbete aquí
Escritura y bondad. Da igual a quién atribuyamos la frase: “No se hace literatura con buenos sentimientos”; con algunas variaciones ha pasado al caudal de suposiciones públicas, se ha constituido en un lugar común. La frase, por supuesto, es falsa, pero pertenece a una clase de falsedad muy...
Autor >
Gonzalo Torné
Es escritor. Ha publicado las novelas "Hilos de sangre" (2010); "Divorcio en el aire" (2013); "Años felices" (2017) y "El corazón de la fiesta" (2020).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí