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Nació en Madrid en 1944, cuatro años después de la muerte de su tío abuelo, Manuel Azaña. María José Navarro Azaña es una de las familiares más cercanas al último presidente de la Segunda República que continúa residiendo en España. En 1985 decidió vivir en la misma casa que vio nacer al político, en el centro de Alcalá de Henares.
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El pasado 3 de noviembre se cumplió el 80 aniversario de la muerte de Manuel Azaña, fallecido en 1940 en el exilio, en la localidad francesa de Montauban. Esta efeméride hace que su sobrina nieta se replantee el futuro de la memoria e historia del polifacético personaje. Su sueño es que se cree una fundación para salvaguardar y estudiar el archivo histórico disperso en diferentes manos, entre la familia política de Azaña en México, el Estado español y ella misma. Abre las puertas de su casa a CTXT. Antes de todo, acepta que se la tutee. “Hombre, claro, faltaría más”, responde.
Eres una de las familiares consanguíneas más cercanas a Azaña que vive en España, ¿cómo te sientes? ¿Te enorgullece?
Por supuesto. Toda mi vida he oído hablar de lo que él decía, de cómo era, de lo que escribía… Me hizo mucha ilusión poder leer algunas de sus obras antes de que se publicaran completas. No es que tenga muchas anécdotas porque directamente no le llegué a conocer, pero a través de su hermana me ha llegado todo lo que significó su figura. A través de ella también supe lo que pasaron en Francia, cuando se exiliaron un poco antes que él. Desde pequeña he sabido todas sus historias, sobre todo cómo empezó la Segunda Guerra Mundial y la invasión alemana. De todas formas, casi todas las personas de aquella época evitaban hablar de la guerra. Pero sí, estoy muy orgullosa de quién fue mi tío abuelo y lo que hizo.
Vives en la misma casa en la que lo hizo el propio Manuel Azaña, ¿cuál es la historia de este inmueble?
Él nació aquí, pero también sus hermanas, e incluso mi madre. Cuando consigue su oposición del Estado se va a trabajar a Madrid, pero sigue viniendo asiduamente a ver a su hermana y su amigo Vicario. La casa queda vacía cuando mi familia tiene que huir a Francia, y se cierra. Poco después, la asaltan y la saquean, así que apenas queda nada original de la casa natal de Azaña.
¿Quién la asaltó?
No lo sé. Bueno, en Alcalá parece ser que sí que se sabe, pero a mí nunca me lo han dicho y tampoco me importa. Allá el que lo hiciera.
¿Cómo es el proceso de recuperación de la vivienda?
Alrededor de los años cincuenta devuelven la casa. Me acuerdo de que yo acompañaba a mi padre, que se encargó de las gestiones, cuando se reunía con el director del tribunal de responsabilidades políticas. Consiguió que se la devolvieran tras sortear bastantes trabas argumentando que la casa pertenecía a mi tía, y diciendo que ella nunca se había metido en política. En 1985 decido venir a vivir a Alcalá de nuevo, porque estaba en Madrid con mi marido, para acompañar a mi madre. Ella, tan contenta de mi regreso, al poco tiempo muere atropellada durante los meses en los que estamos preparando el traslado, y aquí he estado desde entonces.
Cuando salieron los famosos cuadernos robados, Esperanza Aguirre dijo que eso les pertenecía. Yo no podía meterme en un pleito contra la administración pública
¿Qué legado del político aún permanece en la vivienda?
Casi todo se perdió en el saqueo. Algunas cosas se las llevaron en la Guerra y otra parte se la llevó a México su esposa, Dolores Rivas Cherif. Casualmente, hace poco aparecieron algunos de sus escritos en la antigua Dirección General de Seguridad, ubicada en lo que hoy es la sede de la Comunidad de Madrid, en la Puerta del Sol, pero se lo quedó todo el Estado. Eso me ha supuesto un sinvivir para, al final, no conseguir nada. Cuando salieron los famosos cuadernos robados, Esperanza Aguirre dijo que eso les pertenecía. Yo no podía meterme en un pleito contra la administración pública porque no es fácil y cuesta bastante dinero, así que no pudimos hacer mucho por recuperarlos. Lo que sí me dieron fue un índice sobre qué documentos habían encontrado. Entre ellos estaba el manuscrito de mi bisabuelo, Esteban Azaña, sobre la historia de Alcalá. Te puedes imaginar cómo me sentí al saber que existía, que lo tenía tan cerca y que no me dejaban verlo. Aun así, sé que eso no prescribe. Según la convención de Ginebra que suscribió España, los botines de guerra no prescriben, pues siempre tienen que ser devueltos a su legítimo dueño.
Se cumplen 80 años de la muerte en el exilio de tu tío abuelo y por ello el Gobierno ha preparado un programa en su homenaje que culminará con una exposición en la Biblioteca Nacional. ¿Cómo han ido variando los honores que, con el paso del tiempo, le han brindado a Azaña las diferentes administraciones?
Han sido lentos y de a poco. Al principio no se hacía nada, absolutamente nada. Creo que fue en 1980, con Carlos Valenzuela como alcalde de Alcalá, cuando pusieron la placa de homenaje en la puerta de casa. Ha habido algunas cosas después, como el estreno de la obra de Azaña La velada en Benicarló en Madrid, en la que José Bódalo representó al protagonista. Aquello fue muy bonito, y en esa línea sí que se han ido haciendo cosas, pero no mucho. Por ejemplo, Francia sí que ha rendido un homenaje a mi tío abuelo y hemos ido muchas veces invitados, al igual que lo hizo Pedro Sánchez el año pasado.
Parece que ahora intentan programar cada vez más eventos relacionados con la figura de Azaña. Vamos, ya era hora. Cuando Zapatero era presidente se presentaron sus obras completas, y aquello estuvo muy bien. Aznar también asistió a un acto sobre Azaña en el que dijo que uno de sus libros de cabecera era de mi tío abuelo.
Durante estos días está todo muy bien, y a ver si es verdad que la exposición en la Biblioteca Nacional es el colofón a los homenajes. Aunque al final tenemos menos espacio que el planeado, porque la sala también albergará otra muestra que se retrasó por la pandemia, he podido saber que han salido cosas muy interesantes que tenían guardadas por ahí la gente.
Azaña también tenía un perfil muy logrado como escritor. ¿En alguna de sus novelas y textos se puede vislumbrar cierta influencia de su ciudad natal?
Más que tener un perfil logrado fue todo un experto en la materia. De hecho, llegó a ganar el Premio Nacional de Literatura y además fue el que tradujo por primera vez al castellano a Bertrand Russell. Muchas veces se dice que Azaña no quería a Alcalá y a mí eso me parece una barbaridad. Si tú le lees, verás que muchas de sus obras están inspiradas en la ciudad. En su novela Fresdeval, tanto los personajes como el libro en sí están relacionados con la ciudad. En su conferencia El campo laudable, el propio título alude a una parte de la ciudad romana de Complutum, ubicada en la misma Alcalá. Es una narrativa poética preciosa y eso no lo puede escribir alguien que no esté enamorado de su tierra y de lo que está escribiendo. Cuando entró en el Gobierno, Azaña volvió a Alcalá en dos visitas oficiales como presidente, pero también venía a casa o a ver a sus amigos más cercanos. La quería y la cuidaba, pero lo que pasa es que cuando eres jefe de Estado no puedes estar todos los días de paseo.
La ciudad complutense apenas es conocida por ser el lugar en el que nació el presidente, ¿qué crees que haría falta para que esto cambiara? Y no me digas lo de la Fundación que luego vamos con ello.
(Se ríe). Pues entonces me tengo que callar.
Bueno, es cierto que otras personalidades políticas ligadas a la izquierda, como Pablo Iglesias y Largo Caballero, sí tienen fundaciones que atesoran y reproducen su historia y memoria. ¿Por qué no sucede lo mismo con Manuel Azaña?
Eso es lo que falta, una fundación. Si esto lo dejamos en unas exposiciones, es poco para alguien de su prestigio e importancia. Hablando estos días en un homenaje con Carmen Calvo, ella misma me ha dicho que habría que hacerla, pero a nivel nacional para que no se quedara en algo local. No hemos podido hablar mucho, pero lo suficiente para que ella supiera que ya tengo los estatutos preparados para la posible fundación.
En Toulouse realizan muchos estudios sobre Azaña y en Montauban hay un instituto que lleva su nombre
Hace tiempo lo intenté, hablé con el alcalde y el rector de la Universidad de Alcalá (UAH), y se llegó a tratar en el pleno del Consistorio, pero no lo aprobaron y dejé de intentarlo. Con la fundación se podría potenciar una cátedra en la propia UAH referida a Azaña. En la Universidad pueden sacar mucho partido, tanto de su figura como político como de la de escritor, y establecer relaciones con otras universidades a nivel internacional. Por ejemplo, en Toulouse sí realizan muchos estudios sobre Azaña; y en Montauban hay un instituto que lleva su nombre. Aquí no se hace nada de eso. Programan los homenajes que le corresponden, pero hay que ir más allá, confeccionar una institución que perdure y no sea momentánea.
Al fin y al cabo, yo tengo limitaciones, por eso intenté recabar el apoyo de la UAH y del Ayuntamiento. Aunque me invade la inquietud por la figura de mi tío abuelo, eso no es suficiente, así que sería necesario que dos de las más importantes instituciones de la ciudad me ayudaran. Me acabaron dando el visto bueno, pero me dijeron que no podían financiar la fundación.
Los Rivas, la familia política de Azaña afincada en México, también guardan muchos objetos de gran interés, como el retrato que le realizaron cuando se convirtió en jefe de Estado. ¿Alguna vez ha intentado ponerse en contacto con ellos para unir toda la colección que aún perdura?
Tienen muchas cosas de Azaña. El cuadro que comentas está realizado por López Mezquita, es precioso. Yo he dejado un retrato que tengo de mi tío abuelo para la exposición, pero claro, ni de lejos es tan bueno ni de esa envergadura. He tenido mucho contacto con ellos, sobre todo con Enrique Rivas, sobrino político de Azaña que se ha interesado mucho por él, pero ahora está bastante enfermo. Realmente, no he intentado unir todo su legado. Ellos no han expuesto nada de lo que allí tienen y desconozco si lo habrán apalabrado con alguna universidad o lo venderán. Eso es precisamente lo que les decía al rector y al alcalde cuando me reuní con ellos, que era una ventaja que yo pudiera reclamar esos documentos y objetos porque tenía derecho a ellos, pero los necesitaba porque sola no poseía la fuerza suficiente.
Mi tío abuelo estaba casado con Lola [Dolores Rivas], efectivamente, pero todo el patrimonio que Manuel Azaña tenía antes de la boda no le pertenecía. No está escrito en ningún sitio que el legado que hay en México tenga que estar allí y no en Alcalá. Como murió sin hacer testamento, está bien que la viuda lo disfrute, pero, una vez que ella también fallece, no tiene razón de ser que lo siga disfrutando solo su familia política y no la consanguínea. De todas formas, esas cosas no se discuten. O te callas y lo pierdes o lo reclamas por un juzgado.
Por último, ¿qué te gustaría que pasara con la vivienda y con el fondo bibliográfico que ahora mismo guardas el día que fallezcas?
No lo sé. Tengo tres hijos y desconozco lo que pensarán sobre esto. Mira que les digo que todos nos tenemos que morir, pero se desentienden rápidamente porque es empezar a hablar de lo que ocurrirá cuando yo no esté y se niegan a continuar con la conversación.
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Nació en Madrid en 1944, cuatro años después de la muerte de su tío abuelo, Manuel Azaña. María José Navarro Azaña es una de las familiares más cercanas al último presidente de la Segunda República que continúa residiendo en España. En 1985 decidió vivir en la misma casa que vio nacer al político, en el centro de...
Autor >
Guillermo Martínez
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