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Cuando, en el verano de 1998, Imanol dejó la Real Sociedad para fichar por el Villarreal, pocos habrían pensado que iba a ser él quien liderara el salto definitivo para colocar al club en la aristocracia del fútbol español. No era el más habilidoso, ni el máximo goleador, tampoco el cerebro del equipo; seguramente no era el que más destacaba en ninguno de los aspectos del juego.
En ese momento, la consistencia en el lateral derecho de Miguel Fuentes y la eclosión de un joven Aitor López Rekarte ponían fin a una trayectoria de siete temporadas en el primer equipo de la Real, en las que Imanol se había mostrado como un luchador incansable, humilde y siempre a disposición de lo que necesitara el equipo. Fue delantero cuando alguna lesión de Kodro le obligó, centrocampista cuando había que suplir el lugar de algún fichaje que no daba el nivel esperado y lateral en la mayoría de las ocasiones. Si el entrenador le dejaba fuera de la convocatoria, se ponía el chándal y salía a correr para soltar la rabia. Imanol entrenaba, lo daba todo en el campo y rara vez se quejaba.
Una vez que dejó el fútbol volvió a hacer lo mismo que hacía antes de que el deporte de élite le exigiera dedicación plena. Por circunstancias familiares había tenido que ponerse a trabajar a los 16 años en una fábrica de Lasarte y no dejó ese puesto hasta tener un contrato profesional con la Real Sociedad. Después de doce temporadas en vestuarios de Primera, Segunda y Segunda B, pasó a ejercer como comercial y montó una empresa de mensajería, sin ninguna pretensión de que el fútbol volviera a tener un papel protagonista en su vida.
Unos años más tarde le ofrecieron encargarse del equipo cadete del Orioko, el equipo de su pueblo. Cerca de casa y compatible con su trabajo, parecía una buena oportunidad para volver al fútbol y un buen momento también para sacarse el carnet de entrenador. Años después le llamaron para ocuparse del juvenil del Zarautz y los buenos resultados del equipo despertaron el interés de la Real. Su antiguo compañero Bittor Alkiza le ofrecía incorporarse al club como segundo entrenador del juvenil. Sin embargo, ese mismo año Montanier llegaba a la Real y necesitaba un traductor de francés, lo que obligó a un movimiento de fichas en el organigrama técnico de la cantera que dejó a Imanol al frente del equipo juvenil. No tardó en repetirse la situación. En 2014 Imanol empezó la temporada como segundo entrenador del Sanse, filial de la Real Sociedad, con Asier Santana al frente. Para el mes de noviembre marchaban cómodamente en mitad de la clasificación, pero la mala trayectoria del primer equipo llevó a la destitución de Jagoba Arrasate. Moyes llegaba como nuevo entrenador, Santana pasaba a ser su ayudante e Imanol tomaba las riendas del filial. Todavía seguía sin plantearse un futuro en el fútbol profesional. “Cuando empecé como entrenador en el Orioko lo hice sin ningún afán de nada más que de enseñar y transmitir lo que sabía a los chavales del pueblo”, cuenta en el libro Maite, maitea. Memorias de la Real vol.II.
El Sanse terminó aquella temporada en mitad de tabla y Aritz Elustondo dio el salto definitivo al primer equipo. Un año más tarde, los de Imanol terminaban en séptima posición y era Mikel Oyarzabal quien promocionaba. En la tercera temporada al frente del filial, Álvaro Odriozola deslumbró en Primera División y debutaban también Bautista, Zubeldia o Guridi. Al año siguiente, las circunstancias del club volvieron a mover de banquillo a Imanol. El Sanse terminó la temporada jugando la fase de ascenso a Segunda División, pero no fue su entrenador quien dirigió al equipo, porque la destitución de Eusebio le llevó directo al banquillo de Anoeta.
Con un balance de cinco victorias, un empate y tres derrotas, el trabajo del cuerpo técnico liderado por Imanol sorprendió a todos los que no habían puesto un ojo al Sanse en las temporadas anteriores. Sin embargo, el técnico decidió volver a un equipo filial en el que ya despuntaban nombres como Barrenetxea, Le Normand, Roberto López, Guevara, Zubimendi o Aihen. Seis meses más tarde, con la Real en la decimoquinta posición, la directiva volvía a reclamarlo para dirigir en Primera División.
En esta segunda etapa el balance es, si cabe, más exitoso. Con la base de los jugadores que dirigió Imanol en su etapa del Sanse y el salto de calidad de un buen grupo de fichajes, la Real disputará en enero la Supercopa, tiene pendiente la disputa de la final de Copa frente al Athletic y una eliminatoria de Europa League frente al Manchester United. En Liga pelea por el primer puesto junto al Atlético y Real Madrid. La fórmula es la misma que viene utilizando desde que era futbolista: trabajo, humildad y sacrificio. No sabemos quién se está encargando de la empresa de mensajería que montó antes de iniciar su carrera como entrenador, pero va siendo hora de que Imanol busque un buen gerente.
Cuando, en el verano de 1998, Imanol dejó la Real Sociedad para fichar por el Villarreal, pocos habrían pensado que iba a ser él quien liderara el salto definitivo para colocar al club en la aristocracia del fútbol español. No era el más habilidoso, ni el máximo goleador, tampoco el cerebro del equipo;...
Autor >
Xabier Rodríguez
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