Ludivine Bantigny /Historiadora y autora de ‘La Commune au présent’
“La Comuna nos interpela sobre el significado de una verdadera democracia”
Enric Bonet 18/03/2021
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Ludivine Bantigny (Lille, 1975) es una historiadora experta en movimientos sociales y revolucionarios. Cuando se conmemoró el 50 aniversario del Mayo del 68, publicó 1968. De grands soirs en petits matins, uno de los libros más destacados entonces sobre la última gran revuelta en Europa occidental. Tres años después, la rica tradición revolucionaria francesa vuelve a estar de celebración. El 18 de marzo se cumplen 150 años del inicio de la Comuna de París de 1871.
“La memoria de la Comuna sigue presente porque nos interpela sobre el significado de una verdadera democracia”, asegura Bantigny en una extensa entrevista telefónica. Integrante de la revista Contretemps, fundada por el filósofo trotskista Daniel Bensaïd, esta profesora de la Universidad Rouen Normandie ha aprovechado el aniversario de esta insurrección para adentrarse en la última revolución francesa del siglo XIX con el libro La Commune au présent. Une correspondance par-delà le temps. En este trabajo original establece una relación epistolar con una sesentena de communards. Y así muestra el mosaico de actores que participaron en una revolución breve, solo 72 días, pero que dejó una profunda huella en la historia.
¿Por qué decidió escribir un libro en el que dirige cartas a los protagonistas de la Comuna como si siguieran vivos?
Porque quise tomarme al pie de la letra la fórmula del poeta, cantante y communard Eugène Pottier, quien decía que “la Comuna no está muerta”. Esta fue una idea omnipresente entre los supervivientes de la revolución de 1871. El hecho de escribir cartas también me permitió estar lo más cerca posible de los hombres y mujeres que participaron en la Comuna y darles más vida que en un libro de historia clásico con un relato lineal. Además, me sirvió para establecer vínculos entre los ecos del pasado y el presente, entre aquellas cosas que nos preocupan actualmente y que ya eran debatidas en la Comuna.
¿Cómo resuena en el presente el legado de la Revolución de 1871?
En movimientos sociales recientes en Francia observamos muchas referencias a la Comuna. Por ejemplo, en las protestas de los ‘chalecos amarillos’ había pancartas de “Viva la Comuna” y “Viva Louise Michel (una de las figuras revolucionarias)”. En la Nuit Debout, la Plaza de la República de París fue bautizada como “Plaza de la Comuna”. La herencia de 1871 está muy viva en las Zonas a Defender (ZAD) [comunidades anarquistas gestionadas por asambleas]. También resurge ahora con el interés por lo común. A nivel internacional, la revuelta zapatista de Chiapas o en Rojava en el Kurdistán sirio han tomado como referencia la Comuna parisina. La memoria de la Comuna sigue presente porque nos interpela sobre el significado de una verdadera democracia.
Uno de los aspectos interesantes de la Comuna es su apuesta por llevar la democracia más allá de los límites de su modelo liberal. No solo se eligió un consejo municipal de París con sufragio universal (masculino), sino que sus representantes podían ser revocados por el pueblo.
Sí, sin duda. Esta promovió una forma de democracia directa, construida desde la base y en la que se daba una gran importancia a las asambleas y clubs populares. Se elegían a representantes para las asambleas de los distritos y barrios. Los cargos del consejo municipal de París, bautizado como Comuna, eran considerados como mandatarios del pueblo, ya que tenían un cargo revocable. El pueblo controlaba diariamente cómo funcionaba la democracia.
Además, la Comuna fue una de las cámaras de representantes con una mayor presencia de obreros en la historia.
Fue una revolución popular, en la que el mundo obrero ejerció como actor principal. Aquellos que ocuparon el Hôtel de Ville de París el 18 de marzo de 1871 eran personas con vidas ordinarias. Obreros, empleados y artesanos lideraron la insurrección, aunque también hubo comerciantes y periodistas. Mientras que en el gobierno creado tras la Revolución de 1848 solo hubo un obrero, las clases populares y trabajadoras eran mayoritarias entre los 70 miembros de la Comuna. Supuso una gran novedad respecto a las revoluciones de 1789 y 1848 en las que la burguesía cultivada estaba al frente de las instancias de poder. Todo esto fue un reflejo del París de la época, una ciudad muy obrera, nada que ver con las clases sociales que predominan actualmente en la capital francesa.
¿Qué medidas sociales destacaría de la Comuna? ¿Algunas de ellas conservan cierta vigencia?
La Comuna promovió una forma de democracia directa, construida desde la base y en la que se daba una gran importancia a las asambleas y clubs populares
Un aspecto importante fue una reorganización del trabajo que cuestionaba la propiedad de los medios de producción. Los miembros de la Comuna debatieron sobre la sociabilización de los medios de producción; por ejemplo, al decidir requisar los talleres abandonados y las viviendas vacías para alojar a las muchísimas personas sintecho que malvivían en el París de la época. Esta idea de poner en común los bienes fue planteada como una alternativa a la lógica del lucro, la competitividad y el funcionamiento del capital. La noción de lo común estaba muy presente en la Comuna y tiene una gran resonancia con problemas y debates actuales.
Pero muchos historiadores destacan que este cuestionamiento de la propiedad privada resultó más bien tímido.
Sí, es cierto. Pero no podemos olvidar que la Comuna dispuso de muy poco tiempo para impulsar su proyecto. Solo duró 72 días. Los miembros de la Comuna solían hacerse preguntas sobre lo que era democrático y no lo era. Por este motivo, decidieron no hacerse con el control de las arcas del Banco de Francia, ya que llegaron a la conclusión de que al tratarse de la Comuna de París no disponía de la legitimidad para hacerse con las reservas de divisas de todo el país.
¿Qué puntos en común hay entre la insurrección de 1871 y las otras revoluciones francesas del largo siglo XIX (1789-1914), según la terminología del historiador británico Eric Hobsbawm?
Los vínculos son evidentes, ya que los miembros de la Comuna se referían constantemente a la Revolución Francesa (1789-1794). En 1871, hubo discrepancias entre aquellos que apostaban por imitar la Revolución Francesa, mientras que otros decían que la respetaban, pero que no debían copiarla. Sin embargo, el nombre de Comuna es una referencia a la primera Comuna de París de 1792 –la asamblea municipal y popular que en verano de ese año impulsó la revolución que derrocó a Luis XVI–. Y se consideraban como los descendientes de los sans-culottes.
La Revolución de 1848 también estaba muy presente en su memoria, ya que algunos de los actores de la Comuna habían vivido esa insurrección popular, que se había producido solo 23 años antes. Muchos de ellos la recordaban como una Revolución popular y de fraternización con el ejército, pero al mismo tiempo la consideraban un acontecimiento triste por la República burguesa implantada tras esa insurrección. Ese episodio les recordaba que el hecho de impulsar una República no era suficiente para que pudiera considerarse una verdadera república social.
La Revolución de 1871 fue bastante corta y en su época no tuvo un impacto tan inmediato como las revoluciones de 1789-94 y la de 1848. A pesar de ello, su referencia está muy presente en los movimientos de izquierdas actuales. ¿Cómo lo explica?
Porque se trató de una revolución pura. Los miembros de la Comuna dijeron que no se debía reproducir el Terror revolucionario. Por ese motivo, se quemó una guillotina en abril de 1871. Además, el final de la Comuna se produjo tras sufrir una represión brutal –en la que murieron entre 5.000 y 20.000 personas–. Este recuerdo trágico quedó marcado en los supervivientes. Una gran figura revolucionaria como Louise Michel, que sobrevivió y años después impulsó el movimiento anarquista en Francia, contribuyó a mantener viva esta memoria.
Mientras que en el gobierno creado tras la Revolución de 1848 solo hubo un obrero, las clases populares y trabajadoras eran mayoritarias entre los 70 miembros de la Comuna
Además de los anarquistas, era recordada por los socialistas y comunistas. El hecho de generar consenso entre las distintas corrientes de la izquierda favoreció que su memoria se mantuviera muy viva durante décadas. Las marchas hacia el Muro de los Federados y el cementerio parisino del Père Lachaise, donde fueron fusilados unos 147 miembros de la Comuna, se convirtieron en un acto ritual de la izquierda. En 1936, con el Frente Popular, allí se produjo una manifestación que reunió a unas 600.000 personas.
¿Qué presencia tuvo la Comuna en el imaginario de Mayo del 68?
Desde la primera noche de las barricadas en mayo de 1968, en los reportajes de televisión y radio solían repetirse frases del estilo: “Estamos bajo la Comuna de París”, “Se trata de la revancha de la Comuna”. Las paredes de la capital se llenaron de pintadas con eslóganes situacionistas con referencias a 1871. La construcción de las barricadas también resultó una herencia revolucionaria. Cuando las fuerzas del orden reprimieron las protestas, los estudiantes solían llamarlos “versalleses”. Era una referencia explícita a las autoridades francesas que se enfrentaron a la Comuna.
¿Hasta qué punto influyó la Revolución de 1871 en las distintas tradiciones de la izquierda (socialistas, comunistas o anarquistas) a nivel internacional?
Los elogios de Marx hacia la Comuna reforzaron su prestigio en el movimiento internacionalista. Aunque criticó algunos de sus aspectos, siempre defendió que el gran mérito era haber existido y que demostraba que un gobierno de los obreros era posible. Siguiendo las interpretaciones de Marx, Lenin tuvo constantemente presente esta revuelta. Cuando la Revolución de Octubre de 1917 superó los 72 días, bailó bajo la nieve mientras cantaba la Marsellesa. En las escuelas de la China popular se estudiaba esta revolución parisina. Y hace poco leí que en la Venezuela chavista hubo un movimiento comunalista de reapropiación de bienes que entroncaba con la Comuna.
¿Cuál fue la importancia del rol de las mujeres en la revolución de 1871?
Desde que empezó la insurrección el 18 de marzo, estuvieron muy presentes. En la colina de Montmartre fraternizaron con los soldados y contribuyeron a evitar que se hicieran con los cañones de la Guardia Nacional de París. Participaron en las manifestaciones, construyeron barricadas e intervinieron en los clubs de debate. También se organizaron en asociaciones femeninas como la Unión de Mujeres, en la que se reflexionaba sobre la explotación laboral. Algunas de ellas impulsaron iniciativas de educación laica y de pedagogía emancipadora. Aunque las mujeres ejercieron un verdadero rol político, en ningún momento pidieron que se les reconociera el derecho a voto. Entonces, les parecía inimaginable y comprendieron que podían tener una gran influencia sin ser reconocidas como ciudadanas con todos los derechos.
¿Cómo se abordó entonces la búsqueda de la igualdad entre mujeres y hombres?
La exigencia de igualdad entre hombres y mujeres estuvo presente en torno a las condiciones laborales y a la petición de igualdad salarial. Una de las conquistas de la Comuna fue que equiparó el salario de las maestras con el de los maestros. También combatieron la explotación laboral, pero lo hicieron más a partir de cooperativas que con la adopción de nuevas leyes.
En el caso de la Comuna, conocemos muy bien a revolucionarias como Louise Michel o Nathalie Le Mel. ¿Las mujeres tuvieron una mayor relevancia en 1871 que en revoluciones precedentes?
En realidad se trata de un papel mejor conocido, pero no más importante. No podemos olvidar que las mujeres ya ejercieron un rol fundamental en 1789. Por ejemplo, en una de las grandes jornadas revolucionarias, el 5 y 6 de octubre, una marcha de mujeres se fue de París hasta Versalles para obligar a Luis XVI a que se instalara en la capital. De la misma forma que las mujeres de la Comuna eran llamadas de manera despectiva como las petroleuses –acusadas de cometer incendios con gasolina–, a las de la Revolución Francesa se las conocía como las tricoteuses, por las agujas que llevaban. Resulta interesante constatar que las mujeres de la Comuna solían recordar a las de 1789, mientras que en Mayo del 68 las manifestantes se referían a sus precursoras de la Comuna.
Ludivine Bantigny (Lille, 1975) es una historiadora experta en movimientos sociales y revolucionarios. Cuando se conmemoró el 50 aniversario del Mayo del 68, publicó 1968. De grands soirs en petits matins, uno de los libros más destacados entonces sobre la última gran revuelta en Europa occidental. Tres...
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