Diario itinerante
Isabel Díaz Ayuso, made in USA
En el Madrid de la candidata popular hay muchas banderas rojigualdas. Pero el desayuno de los gobernantes de la capital española no son los churros sino el ‘dunkin donut’
Andy Robinson 4/05/2021
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Una de las paradojas de la campaña de Isabel Díaz Ayuso y su reivindicación de la auténtica identidad madrileña es que ella es un producto político que –si se permite la frase inglesa– es 100% made in USA.
Desde el inicio de la campaña se veía que los asesores de la candidata del PP ni tan siquiera se han tomado la molestia de añadir un poco de contenido local a las importaciones de trumpismo en la campaña. Para las marcas globales, el contenido local se considera imprescindible, debido a aquellas idiosincrasias imposibles de borrar. Incluso McDonald’s incluye un “deseo” de tortilla de patatas y tostada ibérica en la carta de desayuno de sus locales madrileños.
Pero los diseñadores de la campaña de Ayuso han aplicado la fórmula Trump sin hacer la más mínima concesión o adaptación al paladar político madrileño. Los mensajes telegráficos tremendistas están calcados. Las referencias al comunismo sacados de la pequeña Habana en la calle Ocho de Miami también. La traducción de la palabra freedom se ha hecho como si “libertad” fuera exactamente igual. En la Miami del exilio cubano y venezolano, tal vez basta con traducir tal cual los lugares comunes, los bloques lingüísticos e ideológicos del inglés estadounidense. Pero en Madrid resulta sorprendente que Ayuso piense que todo puede traducirse con el diccionario de su teléfono móvil. (La referencia a que “si te dicen que eres fascista estás en el lado bueno de la historia”, contiene un anglicismo –the right side of History– sacado del diccionario de tópicos rimbombantes made in USA).
Pasa lo mismo con la propaganda del PP en las calles. Cuando hice un reportaje sobre el Barrio Salamanca y Miami hace un mes puse la frase: “Aún no hay torres iluminadas de diez metros de altura con el mensaje con luces neón Against socialism como los del expresidente estadounidense en Florida, aunque nada es descartable”. Y efectivamente, ya hay una enorme valla publicitaria en la calle de Diego de León (distrito Salamanca) que nada tiene que envidiar a las de Trump. Todo ha sido copiado de Florida en la campaña madrileña del PP.
El último ejemplo –ya rozando lo absurdo– de la importación directa de lenguaje e ideología de la derecha estadounidense se dio hace unos días cuando la presidenta madrileña calificó a Pablo Iglesias como “el Mal”, tal vez con mayúscula, una traducción directa de Evil, el adjetivo satánico utilizado por la derecha evangélica en Estados Unidos. Tal vez pudiera valer para Brasil con sus 30 millones de neopentecostales. Pero en Madrid ni el Evil ni el Mal parecen el término más indicado, y menos en el mismo discurso en el que se defiende el derecho a tomar unas cañas y escaparse del “ex.” Tal vez el asesor de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, recibiera un wasap de Steve Bannon que, en realidad, iba destinado a Eduardo Bolsonaro sin que el supuesto cerebro del PP se diera cuenta…
Lo más preocupante para quienes elegimos vivir en Madrid por sus encantos inimitables es que la candidata de la campaña made in USA parece estar a punto de ganar las elecciones.
No es solo el marketing político lo que está importado tal cual desde Estados Unidos. Con Ayuso y el PP al mando, Madrid se ha convertido en la franquicia más obediente de la marca estadounidense del neoliberalismo –liberalización total para las marcas multinacionales y sus aliados en las elites locales; represión policial para los demás–. Ha sido la seña de identidad de Estados Unidos durante 40 años. Ahora es la seña madrileña. Lo más irónico es que ha sido rotundamente rechazada en Estados Unidos por el electorado, por el movimiento de base demócrata e, incluso, por un viejo clintonista como Joe Biden. Hasta el viejo Joe sabe que es un ideario caduco ya. Pero la joven Isabel lo ha importado como si se tratase de un bote de mantequilla de cacahuete, con fecha caducada. Es la defensora del recorte de impuestos para todos, de la desregulación de todo, de la privatización de los servicios públicos incluyendo la sanidad, pese a que, como se ve en esta entrevista realizada el 3 de mayo en la cola de vacunación en el estadio Metropolitano, incuso madrileños que van a votar al PP sin reflexionar, no quieren una sanidad privatizada y externalizada.
Así mismo, los homenajes de Ayuso al modo de vida “a la madrileña” camuflan la conversión de la capital española en la ciudad de franquicias y fondos buitres inmobiliarios. Un buen ejemplo tal vez, comentado en este artículo: poco después de que Esperanza Aguirre liberalizara el juego en Madrid en 2006, la empresa española de juego Codere se comió parte de la vieja churrería que estaba en la plaza de Lavapiés. Ahora, esa churrería es una de las 400 casas de apuestas que hay en Madrid, ocho veces más que en Barcelona. La sala de juegos ha ido ocupando el local donde los descendientes de las chulapas y los chulapones mojaban sus churros en el café. Una barrera de tragaperras y pantallas ha convertido el desayuno más castizo en un agobio. Ahora para ir a desayunar la porra con café con leche hay que enseñar el carné de identidad para que te abran una barra metálica.
Esta es la libertad, o sea freedom, de Isabel Ayuso que –el lector recordará– adjudicó el contrato de distribución para alimentar a los niños madrileños más necesitados durante el confinamiento a Telepizza, cadena fundada por otro millonario cubano exiliado en Florida, Leopoldo Fernández Pujals. (Por si eso fuera poco, la primera franquicia española de Kentucky Fried Chicken la gestionó el padre cubano de Roció Monasterio, la candidata de Vox).
En definitiva, en el Madrid made in USA de Isabel Ayuso hay muchas banderas rojigualdas. Pero el desayuno de los gobernantes de la capital española no son los churros sino el dunkin donut.
Una de las paradojas de la campaña de Isabel Díaz Ayuso y su reivindicación de la auténtica identidad madrileña es que ella es un producto político que –si se permite la frase inglesa– es 100% made in USA.
Desde el inicio de la campaña se veía que los asesores de la candidata del PP ni tan...
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Andy Robinson
Es corresponsal volante de ‘La Vanguardia’ y colaborador de Ctxt desde su fundación. Además, pertenece al Consejo Editorial de este medio. Su último libro es ‘Oro, petróleo y aguacates: Las nuevas venas abiertas de América Latina’ (Arpa 2020)
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