Diario itinerante
Madrid, capital de las Américas
Al igual que en Bogotá, en Caracas y, por supuesto, en Miami, ya no hay matiz alguno en el discurso conservador en la capital española
Andy Robinson 19/03/2021
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
He tenido que pasar cuatro meses seguidos en la crispada capital de España, donde la bandera nacional es el ubicuo complemento inmobiliario de la franquicia Burger King, para darme cuenta de lo mucho que se parece la política en Madrid a la latinoamericana.
Al igual que en Bogotá, en Caracas y, por supuesto, en Miami, ya no hay matiz alguno en el discurso conservador en la capital española. La derecha madrileña ha hecho suyo el discurso de Álvaro Uribe, Jeanine Añez, Jair Bolsonaro –y de algún asesor ya en paro de Donald Trump– respecto a una izquierda supuestamente “castrochavista” (sic), comunista y terrorista.
Nadie se salva de esto. Igual que los trumpistas de Miami, que acusaban al viejo senador de Delaware, Joe Biden, de ser aliado de las fuerzas armadas revolucionarias de la guerrilla colombiana, la alianza de derecha (PP) y ultraderecha (Vox) en Madrid llega a tachar a Pedro Sánchez de chavista revolucionario.
En América Latina, la derecha empieza a darse cuenta de que la cruzada contra el “castrochavismo” la está dejando fuera del poder
La izquierda, por su parte, ha sido noqueada por la virulencia y el increíble descaro de este discurso conservador en una ciudad que sufrió 40 años de dictadura, y en la que los clandestinos del Partido Comunista de España eran solitarios luchadores por la democracia en los momentos más oscuros.
Las similitudes con América Latina son obvias. Pregúntenselo a Dilma Rousseff, que fue torturada por el general Carlos Brilhante Ustra, al que Bolsonaro dedicó su voto a favor de la destitución en 2016 de la expresidenta, que había resultado elegida poco más de un año antes.
Hay otras resonancias. La izquierda madrileña busca una estrategia para recuperar la iniciativa del movimiento ciudadano del 15-M, que llenaba la Puerta del Sol hace una década, mientras que la izquierda latinoamericana busca aquella unidad y optimismo que impulsó la marea rojiza hace 20 años.
Y, en este sentido, quizá son buenas las noticias que llegan desde las Américas para aquellos madrileños que se sientan horrorizados de que prospere esa derecha licenciada en la Escuela de las Américas, en Panamá, con prácticas en un salón de manicura en Coral Gables, en Miami.
La apuesta negacionista de cosechar votos con gritos de “libertad” y guiños a los delirantes seguidores de la ‘plandemia’ no ha funcionado. No funcionó en Estados Unidos y ya hay señales de que no está funcionando en Brasil, donde Bolsonaro cae en picado en las encuestas, mientras el país alcanza el primer puesto del ranking en muertes diarias por covid (más de 2.000).
En el resto de América Latina –Bolivia, Ecuador, Argentina, Chile, tal vez Perú–, la derecha empieza a darse cuenta de que la cruzada contra el “castrochavismo”, en tiempos en los que la gente tiene cosas más importantes en qué pensar, la está dejando fuera del poder.
Lo cierto es que en países como Brasil y Bolivia, la radicalidad de ese discurso no cuadra con la percepción que tiene gran parte de la opinión pública sobre los líderes de la izquierda, a quienes ve pragmáticos (los casos del presidente de Bolivia, Luis Arce, y el candidato ecuatoriano Andrés Arauz) o, fundamentalmente, socialdemócratas rooseveltianos, como Lula. Con un poco de suerte quizás lo mismo puede ocurrir en Madrid.
Lula vuelve a liderar los sondeos con una intención de voto del 50%, frente al 38% de Bolsonaro
Bolsonaro subió, lógicamente, en los sondeos cuando el Congreso aprobó subsidios para los brasileños más pobres, el 50% más golpeado por la pandemia. Ahora que esos subsidios de 600 reales mensuales (100 euros) se retiran, al presidente de ultraderecha solo le queda llamar “burros, ignorantes y suicidas” a los gobernadores de ciudades como São Paulo y Rio que han anunciado toques de queda y el cierre de tiendas y bares para frenar la pandemia. Y, con un grado de rechazo del 54%, la opción de Bolsonaro no parece estar dando buenos resultados. Lula vuelve a liderar los sondeos con una intención de voto del 50%, frente al 38% de Bolsonaro.
Tampoco ha funcionado el discurso racista y xenófobo de Trump en Estados Unidos, ni las tácticas de constante provocación en su mensaje mediático. Por lo que cabe esperar que, tal vez, los resultados de frases tan infames como la pronunciada por la candidata de derecha Isabel Díaz Ayuso de que la covid se extiende debido al “modo de vida de nuestros inmigrantes” no sean tan buenos como algunos esperan.
Advertir sobre el peligro rojo no resulta muy convincente cuando China y Rusia son los únicos países que proporcionan vacunas a precios razonables a América Latina, mientras que Cuba fabrica su propia vacuna. El pragmático economista Andrés Arauz, en Ecuador –donde la derecha echó a los médicos cubanos por orden de Trump, al igual que en Brasil y Bolivia– puede ser el próximo candidato de izquierda que demuestre, en las elecciones presidenciales del próximo 8 de abril, que el discurso de la guerra fría no funciona.
Tampoco parece muy aconsejable, a partir de la experiencia estadounidense y latinoamericana, verte estrechamente vinculado con las fuerzas de choque de la extrema derecha. Los guiños de Trump a los Proud Boys que asaltaron el Capitolio dejaron perplejos a sus mejores asesores. Los estrechos lazos de los Bolsonaro con los sicarios paramilitares en la zona oeste de Rio merman su popularidad. Álvaro Uribe –más astuto que Bolsonaro– esconde sus vínculos con los paramilitares colombianos, pero aun así han hundido su barco político y el de Iván Duque.
De modo que cuando Ayuso deja caer frases como “si te llaman fascista es que vas por el buen camino” –convirtiendo el dog whistle (lenguaje en código de doble sentido) en una trompeta de la legión–, uno se pregunta quién la está asesorando.
Las arengas contra el castrochavismo y el narcocomunismo ni siquiera han funcionado en Venezuela
Tal vez esos asesores hablan demasiado con sus amigos de Miami y otros del exilio blanqueador latinoamericano, afincado ya en el barrio de Salamanca, de Madrid. Las arengas contra el castrochavismo y el narcocomunismo ni siquiera han funcionado en Venezuela. Trump consiguió alguna migaja en Miami, pero, más allá de la calle Ocho, la campaña diseñada por cubano-americanos, como Marco Rubio, y sus amigos venezolanos y colombianos en El Doral, pinchó.
Si Trump fue castigado en las urnas por querer desmantelar la tímida socialización de la sanidad del Obamacare, es lógico pensar que muchos madrileños –siempre que se les explique la verdad con claridad– querrían castigar a Ayuso por la privatización de la sanidad pública madrileña, puesta en marcha por su patrocinadora política, Esperanza Aguirre.
Tal vez Madrid sea diferente. Ayuso ganará según las encuestas publicadas en el diario ABC. Pero estos sondeos me recuerdan un poco a las previsiones del exdirector del diario de Los Tiempos de Cochabamba, que me explicó con absoluta seguridad, a principio del año pasado, que Jeannine Añez ganaría las elecciones en Bolivia y que el candidato de Evo Morales no llegaría ni a la segunda vuelta.
He tenido que pasar cuatro meses seguidos en la crispada capital de España, donde la bandera nacional es el ubicuo complemento inmobiliario de la franquicia Burger King, para darme cuenta de lo mucho que se parece la política en Madrid a la latinoamericana.
Al igual que en Bogotá, en Caracas y, por...
Autor >
Andy Robinson
Es corresponsal volante de ‘La Vanguardia’ y colaborador de Ctxt desde su fundación. Además, pertenece al Consejo Editorial de este medio. Su último libro es ‘Oro, petróleo y aguacates: Las nuevas venas abiertas de América Latina’ (Arpa 2020)
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí