1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.347 Conseguido 91% Faltan 15.800€

FOCO DE CONTAMINACIÓN

La ría de Ferrol: media vida enferma e industrializada

El cortoplacismo en el diseño de infraestructuras, los vertidos industriales y una inexistente depuración hasta hace apenas cuatro años marcan el pasado, presente y futuro de la ría ferrolana

Pablo J. Rañales Pérez 29/05/2021

<p>Puerto de la ciudad de Ferrol, visto desde la villa de Mugardos, lleno de grúas industriales. </p>

Puerto de la ciudad de Ferrol, visto desde la villa de Mugardos, lleno de grúas industriales. 

P.J.

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

La contaminación de la ría de Ferrol no surgió a partir de un proceso efervescente y de pura combustión. Al contrario, nació gota a gota, convirtiéndose en una enfermedad crónica que todavía perdura en la actualidad. La explicación a lo que ha sucedido en esta unión de agua salada y dulce situada en el noroeste de Galicia no es simple; no existe un responsable único de los procesos de contaminación, sino que se constituye como un trabajo colectivo, sustentado principal y sintéticamente, como exponen las personas consultadas para este reportaje y la documentación analizada, por la no-gestión y unos intereses y necesidades con perspectivas cortoplacistas.

En un momento de posibles transformaciones estructurales, amparadas por la llegada de los fondos Next Generation a Galicia, cobra especial relevancia el concepto de sostenibilidad medioambiental. Junto con la digitalización, la comunidad autónoma se enfrenta al reto de transformar los modelos productivos industriales en nuevas formas de organización sostenibles a largo plazo, de cara a aprovechar las sinergias del dinero europeo. La sociedad gallega mira al futuro, pero también podría echar la vista atrás para entender qué ha sucedido con sus espacios naturales.

El sábado 24 de abril, ante la planta regasificadora de Reganosa, situada en la ría de Ferrol, la tercera más utilizada en el sistema español, la Coordinadora Galega por un Reparto Xusto dos Fondos Europeos se concentraba para denunciar falta de transparencia y de participación civil en la asignación autonómica de los fondos Next Generation. Algunos de los lemas expuestos en la concentración ayudan a entender la dirección de sus críticas: “Non máis diñeiro para quen contamina”. Como telón de fondo de este acto, los tanques grisáceos de la planta de gas, pintados de un abanico de colores (azul, naranja, amarillo, verde, violeta) y situados a un kilómetro de las 65.000 personas que viven en Ferrol. La concentración de esta agrupación civil constata un hecho: en la ría de Ferrol han saltado algunas alarmas para evitar que se repitan los mismos errores del pasado.

De cara a entender mejor el contexto medioambiental de la zona, Xan Rodríguez Silvar, director y fundador de la delegación ferrolana de la Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN), además de activista medioambiental, revisita durante una hora y cuarenta y cinco minutos las grandes construcciones que se realizaron en la ría. Una a una, compara fotos actuales con instantáneas de los 60. En ese período de tiempo, se pueden comprobar los cambios, las consecuencias y los efectos de la contaminación. La exposición que lleva a cabo Xan Rodríguez es el resultado de cuarenta años de activismo, como cuarenta años tiene la delegación de la Sociedade Galega de Historia Natural.

¿Qué ha presenciado Xan por el camino? Lo más evidente, una subida en el ranking: la ría de Ferrol es la segunda más contaminada de toda Galicia, por detrás del área de Vigo, pero también ha perdido en torno a 3.000 especies marinas, según el catedrático de zoología marina por la USC y director de la Estación de Bioloxía Mariña de A Graña, Victoriano Urgorri. De igual manera, ha sido de las más sometidas a rellenos y obras, con más de tres millones de metros cúbicos, según datos aportados por el periódico El País. Por haber, ha habido hasta galardones, con la entrega del premio a la contaminación en 2016 por parte de Ecologistas en Acción, bajo el marco de sus “Banderas Negras”.

Xan Rodríguez contextualiza el inicio de la contaminación de Ferrol. “Del siglo XVIII a mediados del XX ya existe un impacto medioambiental en la zona. Pasar de mil, mil y poco habitantes en Ferrol Vello a veinticinco mil… Ahí ya hay vertidos a la ría”, declara. Es la denominada contaminación orgánica, producto de la actividad humana en sus hogares. Los siglos XVIII y XIX son momentos claves en la expansión urbana de Ferrol, pero también de los astilleros en auge. Es el Ferrol de la Ilustración, puerto fundamental en la construcción de buques para la Armada de la mano de Felipe V y Fernando VI.

La empresa Megasa marcó un antes y un después en la historia de la ría de Ferrol // Xan Rodríguez Silvar

Pero, más allá del crecimiento demográfico de la zona, lo verdaderamente diferencial para alcanzar las máximas cotas de contaminación arranca en el siglo XX. En gran medida, la historia de la ría está interrelacionada con la expansión industrial, marcada por el franquismo en todo el territorio nacional. Encontramos una fecha clave: 1953, la fundación de Megasa Siderúrgica S.L., propiedad de la familia Freire, una fábrica de acero corrugado en barra, en rollo salvaje y de alambrón. La fábrica está situada en el corazón de la ría, a 9 kilómetros del puerto de Ferrol, una posición geográfica estratégica que favorece el transporte y, también, las actividades de la industria siderúrgica. Pero, en contrapartida al aumento de los beneficios económicos, hay unos costes medioambientales.

“Megasa importa chatarra del mercado internacional para fabricar material de construcción. Descargan la chatarra en el puerto interior de Ferrol, con una uña al aire libre, a lo bestia, y llevan los materiales por carretera a la fábrica para fundirlos. El problema es que fundir chatarra genera escoria, restos que se tienen que gestionar”, explica Rodríguez.

Al subir la marea, el agua entraba en contacto con la escoria arrojada, según el director de la SGHN, directamente a tierra o a la ribera. Con Megasa, y teniendo en cuenta que su vida empresarial se desarrolla desde mediados de la década de los 50, ya se consolida un historial largo de metales pesados industriales y residuos que deterioraban el ecosistema medioambiental de la ría. 

La fábrica sigue funcionando en la actualidad, con discreción, parapetada tras una hilera de árboles. Cerca de ella, encontramos un parque para perros, el paseo marítimo del pueblo de Xubia y viviendas civiles. Una vista rápida desde Google Maps ayuda a entender mejor qué hay detrás de lo vegetal, justo al lado de la población local: grandes montañas de chatarra que se someten a fuertes procesos de transformación para reconvertirse en acero. La sede de un gran imperio industrial, cobijada en las entrañas de la ría ferrolana, funciona a toda potencia con la misma discreción que su familia propietaria. Los Freire, al fin y al cabo, han aparecido reiteradas veces en la revista Forbes como las fortunas más ricas de España, con cifras cercanas a los 750 millones de euros, pero apenas se exponen al ojo público.

Un espacio de ingenierías low cost

El catedrático Victoriano Urgorri sintetiza para El País los tres factores claves en el deterioro medioambiental de la ría, respaldados también por el análisis de Xan Rodríguez Silvar. El primero, mencionado anteriormente, es la contaminación orgánica a partir de los vertidos producidos en los hogares de los ferrolterranos, no debidamente depurados hasta hace apenas unos años. El segundo factor, los vertidos industriales, se consolidó alrededor de la actuación de Megasa, pero también con otras empresas como Forestal del Atlántico, un complejo petroquímico situado en la ría, o los astilleros Navantia-Astano, el símbolo de la construcción naval de Galicia. El tercer gran mal se desarrolla en las obras civiles realizadas en la ría, que desembocaron en una ocupación del terreno irreversible, de la mano de unos vertidos que quedaron sedimentados en el fondo de la ría. Difíciles de extraer y difíciles de solucionar. 

Las ampliaciones de los astilleros, la reconstrucción del puente de As Pías tras el choque del Discovery Enterprise, la instalación de un puerto carbonero… todas estas obras civiles construidas sobre la ría son calificadas por Xan Rodríguez como “ingeniería low cost”, destinadas a satisfacer las necesidades de la forma más barata y rápida posible, pero acelerando la sedimentación e impidiendo el paso del agua. Sin embargo, de entre todas ellas, hay una que destaca por encima del resto: el puerto exterior de Ferrol, 70.000 metros cuadrados con un dique de abrigo de más de un kilómetro de distancia.

La planta de gas de Reganosa, situada en el municipio de Mugardos, a un kilómetro de la ciudad de Ferrol y al lado de un núcleo poblacional.  // Pablo J. Rañales Pérez

La planta de gas de Reganosa, situada en el municipio de Mugardos, a un kilómetro de Ferrol y al lado de un núcleo poblacional // P.J.R

Sentados en la misma terraza del muelle de Mugardos, una villa marinera que no se entiende sin su vínculo con la pesca y la ría, pero en distintos días y franjas horarias, Evaristo Martínez y Luis Alonso, el primero reciente marinero de 23 años y el segundo, pescador de bajura en la ría de Ferrol, hablan de sus oficios vinculados al mar. Ambos hablan, también, del puerto exterior. Y Evaristo Martínez y Luis Alonso, sentados en la misma terraza, pero en distintos días y franjas horarias, llegan a la misma conclusión: esa construcción lo cambió todo. 

“El puerto exterior transformó el flujo de entrada y salida del agua; antes entraba con mucha más fuerza que ahora. Se ha perdido intensidad al estrechar la boca y no hay la misma renovación”, explica Evaristo Martínez. También Xan Rodríguez, desde la Sociedade Galega de Historia Natural, corrobora las transformaciones en el flujo de las aguas, principalmente con la construcción del largo dique de abrigo sobre el que se estampan las olas y las corrientes. Esta renovación es un tema central para el ecosistema de una ría, sobre todo si tenemos en cuenta que su biodiversidad se fundamenta en el equilibrio entre el agua salada y el agua dulce. 

Este puerto exterior se constituye como la obra culmen de todo un historial de construcciones civiles y empresas industriales dentro de una ría angosta, pequeña, 18 veces menor que la ría de Arousa: Megasa, complejos de Astano-Navantia, puente de As Pías, puerto interior carbonero, planta química de Forestal del Atlántico, la regasificadora de Reganosa y el puerto exterior. Siete grandes intervenciones, todas en una misma ría. Y todas, en mayor o menor medida, terminaron o bien vertiendo residuos, o bien ganando espacio, comiéndoselo al agua, creándolo si no lo hubiera. Un impacto constructivo que pasa factura. 

Desde la óptica marinera, tanto Luis Alonso como Evaristo Martínez coinciden en que lo más lógico hubiera sido evitar la construcción de la planta de gas o del puerto exterior. Martínez concluye que “igual deberían haber escuchado a la gente de mar de aquí; no construir estas cosas que pudieron interesar en un pasado, pero a muy corto plazo”. En sus palabras asoma el cortoplacismo y la industrialización desmedida de la ría de Ferrol.

En 2013, una comisión de investigación de la UE visitó las rías de Vigo, O Burgo y Ferrol para comprobar su estado. La investigación terminó con polémicas y fuertes disputas internas // P.J.R.

A lo largo de las últimas décadas, la sociedad civil gallega también ha denunciado de manera pública y reiterada la situación a la Comisión de Peticiones de la Unión Europea. De hecho, es posible encontrar peticiones ciudadanas del año 1999 y 2006, que aportaban pruebas sobre diferentes vertidos contaminantes, avisos constantes centrados en la emergencia medioambiental de las rías gallegas. Este proceso de quejas tardó años en tener algún tipo de movimiento político; en 2013, una comisión de investigación, gestionada en gran parte por la actual eurodiputada del Bloque Nacionalista Gallego (BNG) Ana Miranda, llegaba a Galicia para comprobar la solidez de las denuncias de la ciudadanía, que achacaban a diferentes niveles administrativos nacionales y autonómicos una falta de aplicación de Directivas europeas. La visita se imbuía de un cierto simbolismo, al atender por fin las peticiones civiles.

En teoría, esta comisión de investigación visitaría las rías de O Burgo y Vigo y redactaría un informe consensuado, no vinculante pero clave para recibir futuros fondos europeos.

En la práctica, no fue, ni mucho menos, así.

Hubo fuertes discrepancias entre los miembros de la comisión, pertenecientes a diferentes partidos. El resultado de la investigación y primera visita de eurodiputados se saldó con un texto que salía a la luz con frases censuradas y rodeado de discusiones. Según el artículo Los vertidos disfrazados de Ferrol de El País, el PPE maniobró para sacar a la luz un informe con cambios no comunicados previamente al resto de grupos europeos.

Las frases eliminadas del texto final, recogidas por la periodista Belén Domínguez Cebrián para El País, aludían a una realidad preocupante, de emergencia medioambiental y socioeconómica. Se referían, en esencia, a la enfermedad crónica de la ría, a la excesiva industrialización y a la mala utilización de fondos europeos.

En el informe hecho público, no hay referencias a ninguna ingeniería low cost, como las define Xan Rodríguez, ni a las consecuencias de los rellenos y obras civiles o al cortoplacismo que critica Evaristo Martínez. Sí que hay, en contraposición, un conflicto narrativo constante entre sus firmantes, una pugna de valoraciones, argumentos y contraargumentos que se desarrolla en los pies de página del escrito.

¿Qué resumen se puede hacer de todo esto? ¿Qué palpita por detrás de la ría ferrolana? Xan Rodríguez presenta una tesis aglutinadora: “La ría estuvo siempre, a partir del XVIII, a merced de poderes superiores. Ahora no es la corona de España, pero puede ser Endesa”. 

Las heridas de la contaminación

Los efectos de la contaminación son medioambientales pero también socioeconómicos. Los primeros han llevado a la ría a ser la más contaminada en cobre y a una gran pérdida de biodiversidad. Los segundos, más complejos todavía, están relacionados con el valor económico y hasta cultural que tiene el marisqueo en la zona: la contaminación redujo puestos de empleo, capacidad de producción y la calidad laboral de la pesca de bajura. Luis Alonso es tajante: “Sinceramente, los pescadores que se quedan por la zona de Ferrol no sé cómo viven. No pueden darle las cuentas”. 

Por detrás de la contaminación, existe un problema estructural latente: el complicado futuro de un oficio de tradición simbólica e histórica, la pesca artesanal. Sobre la mesa, el gran reto es encontrar un posible relevo generacional. En ese sentido, los veinte años de trabajo pesquero de Luis Alonso le llevan a afirmar que  “si volviera a tener 22-23 años, cambiaría de oficio” Su hijo quiere seguir sus pasos pero a él no le gusta “que vaya para el mar porque no tiene futuro”. “Yo buscaría otro trabajo: carpintería, albañilería. Lo preferiría. En esto quedarán cuatro contados; el que compra un barco es para intentar vivir él, solo él” dice. 

Sin embargo, aún queda un resquicio para la esperanza: las depuradoras locales están en funcionamiento desde 2017. Eso sí, se calculaba que la depuración llegaría en 2009. Xan Rodríguez apunta que incluso en los años 90 ya había promesas sobre su construcción. El saneamiento tardó en llegar a la ría diez años por encima de lo planeado; era la única que estaba sin depurar. Hubo décadas de margen para que la enfermedad final, la contaminación crónica, pudiera gestarse.

El Diario de Ferrol informaba en 2018 de que el área se libraba de las Banderas Negras de Ecologistas en Acción gracias a la calidad de sus aguas. La contaminación orgánica, derivada de la actividad humana, tiene ya un rival en las centrales de depuración. No obstante, el catedrático en zoología Victoriano Urgorri explicaba para el mismo diario local que en ningún caso se podrá volver a la situación anterior: las alteraciones físicas son irreversibles, teniendo en cuenta que parten de grandes obras, y han afectado al flujo de las corrientes y a la supervivencia de muchas de las especies de la ría ferrolana.

El muelle de Mugardos, con gran tradición marinera // P.J.R.

Xan Rodríguez habla de las posibles soluciones. No hay ninguna fácil: más allá del saneamiento integral en marcha, es complicado suprimir los rellenos sedimentados en el fondo de la ría o eliminar las consecuencias directas de los vertidos industriales. Todos los planes requieren de un coste muy alto en términos económicos y de tiempo. Se trataría de un “Plan Marshall de ingeniería” complicado de gestionar a medio-largo plazo.

Cabe preguntarse qué papel pueden jugar los fondos Next Generation en el futuro de la ría de Ferrol, pero también en la reconfiguración medioambiental de Galicia para el siglo XXI. La ría ferrolana enseña que es fundamental saber a quién se beneficia, para qué y por qué, en un intento por no repetir los mismos errores del pasado. En ese sentido, las últimas informaciones disponibles apuntan a cuatro grandes entes encargados de la canalización de los fondos europeos en Galicia: Abanca, Reganosa (propietaria de la planta de gas de Mugardos), Sogama y Xunta, a partir de una sociedad limitada público-privada ideada por el propio gobierno.

La crisis de la covid-19 y también la llegada de los fondos europeos sitúan a la sociedad civil y a las administraciones públicas locales ante un reto: el de hacer justicia en un espacio natural del que salieron, en algunas limpiezas en las que participó el pescador Luis Alonso, ya hace quince años, desde ruedas de automóviles y cabinas de teléfono hasta escaleras de aluminio. La ría ha sido, es y queda pendiente saber si continuará siendo ese agujero negro gigantesco y tranquilo que ha tragado todo sin rechistar, una y otra vez, año tras año, y sobre el que nadie puede calcular exactamente cuándo va a implosionar.

La contaminación de la ría de Ferrol no surgió a partir de un proceso efervescente y de pura combustión. Al contrario, nació gota a gota, convirtiéndose en una enfermedad crónica que todavía perdura en la actualidad. La explicación a lo que ha sucedido en esta unión de agua salada y dulce situada en el noroeste...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Pablo J. Rañales Pérez

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí