DIARIO ITINERANTE
Libertad y golpismo en Lima, Miami y Madrid
Miami es una aficionada en el arte del golpe latinoamericano comparada con otra ciudad de élites rancias y comunidades de exilios inventados, integradas por blanqueadores y especuladores inmobiliarios. Pongamos que hablamos de Madrid
Andy Robinson Lima , 28/07/2021
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Tras una semana en Miami a principios de este mes, pensé que la ciudad de Marco Rubio y Jorge Más Canosa era el mayor peligro para las democracias latinoamericanas, un centro neurálgico de operaciones de mercenarios y golpes de Estado.
Pero al llegar a Lima la semana pasada, donde las amenazas golpistas contra el nuevo gobierno de Pedro Castillo siguen circulando, empecé a darme cuenta de algo muy preocupante. Miami es una aficionada en el arte del golpe latinoamericano comparada con otra ciudad de élites rancias y comunidades de exilios inventados, integradas por blanqueadores y especuladores inmobiliarios. Pongamos que hablamos de Madrid.
En Miami había visitado la sede de la empresa de mercenarios CTU para confirmar que su dueño, el venezolano Antonio Intriago, radicado en Doral, el barrio venezolano, no solo había contratado a los asesinos colombianos del presidente de Haití sino que es activista del movimiento de ultraderecha estadounidense Blue Lives Matter que defiende la violencia policial.
De paso había hablado con Eduardo Gamarra de la Universidad Internacional de Florida sobre una operación de mercenarios en Bolivia contratados por el exministro de Defensa del infame gobierno de Jeanine Añez, Luis Fernando López, con el fin de derrocar al flamante presidente electo Luis Arce –elegido de forma abrumadora– en octubre del año pasado. López intentó contratar a 10.000 hombres para una mini invasión de Bolivia que partiría de una base aérea en Miami, según las grabaciones de la conversación entre López y Pereira obtenidas por The Intercept.
Para confirmar mis peores temores sobre Miami, había escuchado también a los cubano americanos en la Pequeña Habana exigir a Washington una invasión militar contra Cuba para solucionar la crisis humanitaria causada por el embargo que ellos mismos exigen a Washington. Y había repasado lo último de la operación Gideón, en la que la empresa de mercenarios Silvercorp organizó en 2019 una mini invasión de Venezuela con dinero de J.J. Rendon, el consultor venezolano millonario afincado en Miami. El director de la compañía, el exboina verde estadounidense Jordán Goudreau, vive en Melbourne, en la costa de Florida, al norte de Miami, y Silvercorp está registrada en el distrito chic de Brickell, también en Miami.
Todo esto confirma una vez más que, como dijo la autora de Cuba Confidential, Anne Louise Bardach, “la península de Florida parece en el mapa un puñal apuntado hacia América Latina y efectivamente lo es”. Pero tal vez, en el mismo mapa, España parece un hacha afilada en el océano Atlántico y Madrid en estos momentos es otro laboratorio de operaciones contra gobiernos de izquierda legítimamente elegidos. Miami proporciona los mercenarios y Madrid los discursos rimbombantes sobre la libertad con marca de premio Nobel.
Pongamos por ejemplo el XIV Foro de la Fundación Internacional para la Libertad (FIL) celebrado el pasado 9 de julio en la Casa de América en Cibeles con el apoyo del ultraconservador think tank estadounidense Atlas e impulsado por la corriente más radical del Partido Popular madrileño. El discurso de apertura fue pronunciado por el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y el discurso del cierre por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, cuya campaña electoral se resumió en el eslogan “comunismo o libertad”.
El evento contaba con el pedigrí intelectual y cultural de Mario Vargas Llosa, presidente de la FIL, y de su obediente hijo Álvaro. Ambos estuvieron acompañados por una amplia gama de políticos de la derecha latinoamericana, desde Iván Duque, de Colombia, hasta Mauricio Macri, el expresidente de Argentina que, dicho sea de paso, se encuentra bajo investigación por su papel en el envío de armas a Bolivia –concretamente al mismísimo ministro de Defensa Luis Fernández López– que habrían sido usadas para operaciones contra manifestantes opuestos al golpe de Estado.
Tras una serie de elogios a Álvaro Uribe y a la oposición venezolana de Leopoldo López –otro conferenciante– y Juan Guaidó, los defensores de la libertad llegaron al tema del día: Perú. En el último momento, se había fichado como tertuliano presencial al exministro peruano Daniel Córdova Cayo, que fue presentado como “un buen amigo de la FIL”.
Córdova no dudó en afirmar que “ha habido un fraude electoral en Perú y las pruebas son contundentes”, y reprochó a “demócratas de antaño que ahora nos llaman golpistas”. El exministro remató que “las dictaduras actuales son de izquierdas que buscan la forma de perpetuarse en el poder”. Esto pese a que Pedro Castillo lleve toda su vida dando clases u organizando el sindicato en un pueblo de la marginada sierra andina, mientras Córdova y las elites blancas repartían el botín en Lima.
Enfadado por el hecho de que los eurodiputados no hayan sido tan fácilmente convencidos por la derecha española respecto al (inexistente) fraude en Perú, o del (inexistente) fraude en Bolivia, por no hablar de Venezuela, Córdova terminó su intervención con el llamamiento “a los partidos políticos españoles, en particular el PP y Vox, para que nos ayuden a convencer al Parlamento Europeo”. Esto ocurrió el pasado 9 de julio en un momento en el que las presiones golpistas en Perú contra Pedro Castillo –que ganó las elecciones aquel día por un margen de 40.000 votos– iban in crescendo.
Córdova –me cuenta una académica en una universidad en Lima– “fue izquierdista hasta renacer como neoliberal más por su ambición que por sus conocimientos”. Su frustración contra los “demócratas de antaño” que defienden el resultado de las elecciones y la legitimidad de la victoria de Castillo vale también para todos los observadores internacionales, las Naciones Unidas y hasta la Organización de Estados Americanos (OEA) de Luis Almagro, que ha dado por buenos los resultados pese a haber legitimado un golpe de Estado en Bolivia en octubre de 2019. Es decir, que la FIL y sus anfitriones del PP madrileño están un poco solos en este asunto.
Después de Córdova, intervino Vargas Llosa advirtiendo de que si Pedro Castillo llega al poder “habrá desaparecido la democracia en Perú”. Castillo defiende “el modo de Venezuela”, aseguraba el premio Nobel, que terminó su intervención con la promesa de que –ante “la llegada del marxismo leninismo a la presidencia peruana”– “¡no lo vamos a permitir!”.
Acto seguido Álvaro Vargas Llosa dio el golpe de gracia en apoyo implícito al golpe de Estado. “Pedro Castillo tiene la intención de instalar un régimen semejante a los regímenes que hay en Venezuela y en Cuba, que representan la barbarie en América Latina”, dijo. Si Pedro Castillo sigue adelante con su propuesta de celebrar un referéndum sobre la creación de una asamblea constituyente, “se pondrá fuera de la legalidad”. En ese caso habría que responder con “movilizaciones en la calle”. En su argumento quedó implícito que si Castillo está fuera de la ley, ¿quién podría oponerse a una acción militar?
Esto tal vez para los lectores de la prensa madrileña y los directores de la Casa de América es parte del libre debate de ideas. Pero en Lima las amenazas de golpe de Estado contra el nuevo gobierno de Pedro Castillo van muy en serio. Álvaro Vargas Llosa se sentirá satisfecho de que los fujimoristas ya estén acampados desde hace semanas delante del Palacio de la Justicia en Lima con pancartas que anuncian “Libertad” y “No al comunismo y el terrorismo”. Todos piden intervención militar. Al igual que en Madrid , las defensas de la libertad maquillan el racismo. “Los ronderos (campesinos) creen que como vienen de la sierra, donde no hay mucha educación, que son unos pobrecitos… pero hay pobres que se superan”, dijo una fujimorista.
Mientras, los murmullos fujimoristas de la calle se repiten en sectores más peligrosos. Un grupo de militares coordinado por Jorge Montoya, el exalmirante diputado de la ultraderecha en el Congreso, ya ha advertido de que si Castillo sigue adelante con su plan de convocar un referéndum para crear una asamblea constituyente sería la justificación para una intervención militar. Exactamente el mismo argumento que los de Vargas Llosa y la FIL. Como dice en una entrevista que publicaremos esta semana en La Vanguardia Verónika Mendoza, la líder de la izquierda peruana y aliada de Castillo que apoya la constituyente: “Hay una ultraderecha internacional que avala maniobras golpistas”. Y añade: “No tengo la menor duda de que intentarán desde el parlamento impulsar una vacancia (impeachment), y mantener esos niveles de violencia en las calles. Muchos medios de comunicación, y líderes políticos, terminaron avalando este golpismo”. En Madrid aplaudirán.
Tras una semana en Miami a principios de este mes, pensé que la ciudad de Marco Rubio y Jorge Más Canosa era el mayor peligro para las democracias latinoamericanas, un centro neurálgico de operaciones de mercenarios y golpes de Estado.
Pero al llegar a Lima la semana pasada, donde las amenazas golpistas...
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Andy Robinson
Es corresponsal volante de ‘La Vanguardia’ y colaborador de Ctxt desde su fundación. Además, pertenece al Consejo Editorial de este medio. Su último libro es ‘Oro, petróleo y aguacates: Las nuevas venas abiertas de América Latina’ (Arpa 2020)
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