Futuro de paz
Apuntes en torno a la crisis ecosocial y la conflictividad
Si bien no ha podido demostrarse un nexo directo entre cambio climático y conflictos, sí es posible establecerlo entre el actual sistema de producción y consumo y la crisis ecosocial
Nuria del Viso 13/10/2021
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Es un secreto a voces que el sistema de producción y consumo capitalista está degradando rápidamente la capacidad del planeta para sostener la vida. Ya se considere el cambio climático, la colosal generación de residuos de todo tipo, el rápido declive de la biodiversidad o el cambio de los usos del suelo, se acumula evidencia de que el sistema económico está topando con los límites biofísicos del planeta. Para apuntalar el sistema, se consolidan formas económicas más extractivistas y mercantilizadas en un contexto global de desposesión, que resulta en un mayor expolio.
Sin embargo, la ecológica no es la única faceta de esta crisis, que tiene carácter multidimensional, con aristas políticas, económicas, culturales y sociales. Estas aristas se entrecruzan generando nuevos problemas que, de forma genérica, pueden sintetizarse en la erosión de las condiciones materiales de vida de los seres humanos y la profundización de las desigualdades, en parte debido a la gestión insolidaria del cambio climático y la crisis ecológica. Así, se ensanchan aún más tanto las brechas entre Norte y Sur como dentro de las sociedades, tal como muestra, entre otros, este informe de Oxfam.
La intensificación del extractivismo, unido a los ingentes residuos ha dado lugar a un nuevo tipo de conflictividad global, los conflictos socioecológicos o ecológico-distributivos, con graves manifestaciones sobre todo en el Sur global. Igualmente, algunos proyectos de adaptación climática, lejos de contribuir a la paz, están propiciando nuevos conflictos, como ocurre, por ejemplo, con la multiplicación de macroproyectos de energía eólica en el istmo de Tehuantepec (México). El proyecto CLICO examina algunos de los conflictos en relación a la adaptación climática y el agua.
Por si fuera poco, los fenómenos climáticos extremos y la degradación ecológica están expulsando de su hábitat cada año a una cifra creciente de personas. El año 2020 terminó con 40,5 millones de nuevos desplazamientos forzados internos. Esta cifra no incluye a quienes cruzaron fronteras internacionales. Del total, solo una cuarta parte se debió a conflicto y violencia política –anteriormente la principal causa de desplazamiento forzado–, mientras que el resto tuvo que dejar su hogar por desastres vinculados al clima –como huracanes o sequías– o geofísicos –como la erupción de volcanes o terremotos–. La respuesta del mundo enriquecido ante esta crisis humana y humanitaria es blindar sus fronteras y externalizar la gestión fronteriza a terceros países que no garantizan debidamente los derechos humanos. Todos estos factores minan la cohesión social y tensiona las relaciones internacionales.
El año 2020 terminó con 40,5 millones de nuevos desplazamientos forzados internos. Esta cifra no incluye a quienes cruzaron fronteras internacionales
Desde la II Guerra Mundial, las sociedades occidentales se han enorgullecido de vivir un largo periodo de paz. Esto, por valorable que sea, es solo una verdad a medias. Si bien los conflictos armados se han logrado esquivar en el mundo postindustrial, muchos de ellos se han exportado al Sur global, donde sufren las guerras por delegación. Vivimos, así, una paz negativa que esconde la violencia sobre la que se asienta el sistema económico y sociopolítico, con unas estructuras basadas en el ejercicio injusto del poder y la violación sistemática de derechos que resulta en un conflicto social más o menos latente, pero continuado. Un elemento añadido es que todo ello está apuntalado por un fuerte militarismo que consume ingentes recursos y contribuye aún más a la crisis ecosocial.
Estos elementos crean las condiciones para más fricciones sociales, agravios e incluso violencia. A la vista de todo ello, cabe preguntarse: ¿estamos abocados a un mundo con más conflictividad a medida que avanza la crisis ecosocial?
Se ha especulado extensamente en torno a las “guerras climáticas” y los posibles vínculos entre desestabilización ecológica y climática y los riesgos para la seguridad humana y la paz. Algunos autores han tratado de trazar un hilo directo entre cambio climático y conflicto, pero lo cierto es que no se ha podido demostrar este vínculo, y continúa siendo un debate abierto en la Academia. Si bien es cierto que el enrarecimiento del clima es un factor que interactúa con muchos otros y puede agravarlos, es aventurado identificarlo como causa directa de conflictividad. Esto no significa que los mimbres que presenta la crisis ecosocial vayan a ser neutros. Por ejemplo, sabemos, por los estudios de paz, que el aumento de las desigualdades en los sistemas sociales se correlaciona con el aumento de la conflictividad armada –no así en el caso de la pobreza–. Y, como se ha señalado, las desigualdades en el mundo se están profundizando.
Si bien no ha podido demostrarse un nexo directo entre cambio climático y conflictos, sí es posible establecerlo entre el actual sistema de producción y consumo y la crisis ecosocial. Como recoge el informe Militarismo y crisis ambiental, del Centre Delàs, “si examinamos los factores que confluyen en la crisis ambiental, hay una influencia directa, determinante, del modelo de sociedad occidental en la causa, intensificación y aceleración de las crisis ambiental y la violencia en el mundo”.
Así, la conflictividad se vincula, más que a la crisis climática en sí, a la violencia estructural y simbólica, que se traduce también en violencia directa. Por tanto, puede hallarse un nexo entre cambio climático y conflicto, pero no en una relación directa y determinista, sino que hunde sus raíces en las injusticias y las fuertes asimetrías de poder, la desposesión, la violación de derechos y la coerción de los sistemas militares.
Aunque la crisis ecosocial, con el cambio climático a la cabeza, plantea amenazas monumentales innegables, la activación de la violencia no es inevitable; el deterioro ecosocial no tiene por qué conducir automáticamente a la violencia. En este sentido, investigadores alemanes de Adelphi –Tänzler, Maas y Carius– subrayan en una de sus publicaciones que en el cambio climático no existen escenarios fijados de antemano: “Un agravamiento de las situaciones de conflicto como resultado del cambio climático solo es uno de los posibles escenarios, y la evitación pacífica de nuevas situaciones de conflicto es otro”. Estos autores también señalan la existencia de estudios que identifican la desestabilización del clima como posible catalizador de paz. Los estudios de paz y conflictos han mostrado cómo la cooperación en cuestiones que plantean retos comunes, como los ecosociales, puede apoyar la creación de confianza entre exrivales y apoyar los esfuerzos de construcción de paz.
En un escenario complejo e inestable como el de la crisis ecosocial, quizá sirva mejor a los propósitos de la paz poner menos énfasis en el vínculo cambio climático-conflictos y bascular la atención a las posibilidades que brinda la investigación para la paz. Los estudios de paz y conflictos pueden aportar décadas de investigación y experiencia que ayude a comprender mejor los retos que se nos plantean, huyendo de ideas preconcebidas sin base científica. Por su parte, las redes pacifistas pueden desempeñar un papel crucial a la hora de promover una paz más holística, a todas las escalas –es decir, la paz positiva–, aplicando los instrumentos y prácticas testadas a lo largo de los años. Los resultados serán aún más sólidos si se conjugan con la investigación realizada en cuestiones afines desde las ciencias de la Tierra y la experiencia del movimiento ecologista. Por descontado, no habrá que perder de vista los obstáculos estructurales y de relatos que amenazan la convivencia en un mundo en crisis. Estas y otras cuestiones relacionadas se explorarán en el II Congreso Internacional de Paz, “Reimaginar nuestro mundo. Acciones para la paz y la justicia”, organizado por la red de organizaciones de estudios de paz International Peace Bureau (IPB) del 15 al 17 de octubre en Barcelona. Solo poniendo la mirada en objetivos deseables –la paz positiva– podremos orientarnos en este Tetris.
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Nuria del Viso es periodista y antropóloga. Trabaja en Fuhem Ecosocial.
Es un secreto a voces que el sistema de producción y consumo capitalista está degradando rápidamente la capacidad del planeta para sostener la vida. Ya se considere el cambio climático, la colosal generación de residuos de todo tipo, el rápido declive de la biodiversidad o el cambio de los usos del suelo, se...
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