Marx y Menos / Diálogos paramarxistas
Coaliciona que algo queda
Conversación ficticia entre el filósofo alemán y su negativo amigo sobre el actual Gobierno de España y el cuestionamiento o no del sistema capitalista
Constantino Bértolo 16/10/2021
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—Hola, Marx, ¡cuánto tiempo!
—Hola, Menos, pues sí que hace tiempo que no venía por aquí.
—¿Por dónde has estado?
—Por China, que tenía mucha curiosidad pero, confinado por esto de la maldita pandemia, he aprovechado sobre todo para leer y charlar con viejos y nuevos amigos.
—¿Y qué te parece China?
—Para mucho pensar. Se aprenden cosas. La utilización, por ejemplo, de la economía como arma de agitación o de la paciencia como recurso político. Pero creo que estar en estos momentos por aquí es algo que merece la pena.
—¿Lo dices por lo del Gobierno de coalición, donde hasta hay viceconsejera y ministra comunista?
—Bueno, la cosa no es así exactamente. Al fin y al cabo, la ministra a la que te refieres no es una “ministra comunista” sino una ministra de Unidas Podemos, pues como diputada de esa coalición electoral, con su correspondiente programa, se presentó a las elecciones.
—Bueno, pero al fin y al cabo el Partido Comunista está integrado en esa coalición.
—Sin duda, pero conviene tener claro que ella no está en el Gobierno como comunista, por más que como ciudadana milite en sus filas.
—Te veo muy católico, Marx. ¿Ahora resulta que podemos hablar de una sola persona con dos naturalezas políticas? ¿Nueva versión del misterio de la Santísima Trinidad?
—Pues sí, Menos, algo así. Todo un misterio. De la misma clase que el misterio de este Gobierno de coalición, en el que conviven y friccionan dos entendimientos distintos, si no divergentes, de lo político. Y eso, la convivencia de esa divergencia, es lo que, más allá de la personalidad de sus miembros, me interesa de este Gobierno.
—Más que divergentes pienso que lo mejor sería hablar de contrarios, aunque ya se sabe aquello de que la política hace extraños compañeros de cama.
—Sí, por eso a mí lo que me interesa en realidad es analizar la cama que están construyendo.
—No te entiendo, Marx, no te entiendo.
—Me estoy refiriendo al modo en que van a plantear y resolver lo propio de una tarea gubernamental bajo el capitalismo: la gestión de las plusvalías, la cama socialdemócrata sobre la que cohabitar.
—¿Socialdemócrata el PSOE? ¿Revisionistas tus nietos e hijos de Lenin?
—Déjate de etiquetas y tratemos de analizar las condiciones objetivas y subjetivas sobre las que unos y otros plantean su acción política.
—¿Hablas de la crisis económica del 2008 o de los efectos catastróficos de la pandemia?
—Sin duda una y otra están presentes en el escenario actual, pero soy de los que piensan que en política condiciona más el futuro que el pasado porque son las expectativas las que acaban por moldear las ideologías y conductas, la materialidad de las expectativas. Al fin y al cabo el comunismo no deja de ser eso: una expectativa social. Que eso fue lo que Engels y yo tratamos de contar en el Manifiesto comunista.
—Sí, sí, acaso tienes razón, pero lo malo de mirar hacia el horizonte es que este, el histórico en este caso, nunca se alcanza. Alguno de tus enemigos siempre compara la utopía del comunismo con el verso de Lope: “Siempre mañana y nunca mañanamos”.
—Ingenioso el enemigo, pero para eso existimos: para madrugar y que la Historia amanezca más temprano.
—¡Ay, Marx! ¡No te pongas estupendo!
—No, lo único que digo es que lo realmente interesante, es decir, lo que tiene verdadero interés para nosotros, es ver si este Gobierno quiere y logra revertir la línea de actuación neoliberal hoy dominante basada ya no en el incremento de las plusvalías absolutas y relativas –más horas reales de trabajo, mayor productividad–, sino en la fuerte mengua del salario social.
—Hombre, Marx, no creerás que este Gobierno vaya a hacer la revolución.
—Ay, Menos, ya sé que muchos piensan que soy una mera reliquia del siglo XIX, pero te aseguro que no me he vuelto tan tonto. Ni las famosas condiciones objetivas y menos aún la actual correlación de fuerzas a nivel nacional y mundial están como para eso. Pero en el mientras tanto, que es el espacio histórico en el que nos estamos moviendo, creo que al menos hay que pretender no favorecer esa cultura de la inevitabilidad del capitalismo que recorre buena parte de las mentes económicas, políticas, periodísticas de nuestro tiempo. Espero que no sea el caso de la tuya.
—No, Marx, no, yo solo trato de poner en contexto tus palabras.
—Pues el contexto inevitablemente viene determinado por los propios límites socialdemócratas en los que el Gobierno se mueve. Límites y por tanto juego de posibilidades que entran en fricción ya no solo con la realidad económica que Bruselas representa sino en el interior del propio Gobierno de coalición, y que no dejan de reflejar las transformaciones que se están produciendo en el espacio social y laboral: la precarización del empleo, la erosión de los servicios públicos, la autoexplotación como salida personal, el endeudamiento como servidumbre, la tercerización de la economía.
—No sé si te estoy entendiendo bien, ¿estás diciéndome que las políticas socialdemócratas son hoy las únicas posibles?
—No, ni mucho menos, digo que ese es el contexto en el que este Gobierno desenvuelve su acción política pero el contexto es condición y no condena. La socialdemocracia centra sus objetivos económicos en la distribución de las plusvalías que el sistema capitalista genera sin cuestionar su sistema de producción y extracción. En tiempos en los que la pobreza extrema en España afecta a más de once millones de personas, que la socialdemocracia quiera cumplir con esa tarea no parece mala cosa. Ahora bien, cabe pensar y exigir que la fuerza política que Unidas Podemos supone, en cuanto representa a los sectores más desfavorecidos del mundo del trabajo y a los más interesados en cuestiones de igualdad y ecosostenibilidad, sí que cuestionen las bases del actual sistema de producción de bienes y servicios: la propiedad privada de los medios de producción
—Por cuestionar entiendes denunciar.
—No solo y no principalmente. Lo que entiendo por cuestionar es el llevar a cabo una política que obligue al propio sistema a denunciarse a sí mismo. A obligar a que el poder muestre su verdadera cara. Y en ese sentido creo que hasta el momento algo así se está tratando de llevar a cabo: las subidas del salario mínimo aunque muy discretas han permitido conocer la verdadera catadura social de los círculos de empresarios; las tímidas medidas para controlar los escándalos de las grandes empresas energéticas han mostrado el animus antidemócrata que anida en esos emporios, y la regulación, aunque parcial y elástica, del alquiler de las viviendas hace aflorar los sarpullidos que provoca el más mínimo intento de tocar la propiedad.
—Vamos, ¡que ni dictadura del proletariado ni nada de nada! ¡Que el Parlamento acabe votando la revolución!
—¡Ay, Menos! No te hagas el gracioso. La ironía no deja de ser la enfermedad infantil de los radicalismos de izquierdas. Sabemos que la verdadera dictadura hoy es la dictadura de Bruselas. Agradeceremos a este Gobierno que sea capaz de mostrar y demostrar esa evidencia. ¿Te parece poco?
—No, Marx, no. Pero no puedo dejar de acordarme de la derogación de la Reforma Laboral aún pendiente, de la Ley Mordaza y de todos los fondos perdidos al servicio de las Banca.
—Cierto, Menos. Tan importante como lo que se hace o intenta es lo que no se hace ni intenta. Habrá que seguir hablando.
—Hola, Marx, ¡cuánto tiempo!
—Hola, Menos, pues sí que hace tiempo que no venía por aquí.
—¿Por dónde has estado?
—Por China, que tenía mucha curiosidad pero,...
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Constantino Bértolo
(Navia de Suarna, 1946) ha sido editor de Debate y de Caballo de Troya y ha ejercido como crítico y agitador cultural en diferentes medios. Es autor, entre otros libros, de 'La cena de los notables' (Periférica) y de '¿Quiénes somos? 55 libros de literatura del siglo XX' (Periférica). Ha publicado sendas antologías de Karl Marx ('Llamando a las puertas de la revolución', Debolsillo) y de Lenin ('El revolucionario que sabía demasiado', Catarata). Es militante del Partido Comunista de España.
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