LA VITA NUOVA
Los Rodríguez
Las sentencias emitidas por el TS que acabarán en el TEDH están ganando intensidad, categoría y frecuencia. Lo que indica que el TS, ese sitio al que se accede por un CGPJ bloqueado por PP, no teme su politización ni el enfrentamiento con Europa
Guillem Martínez 24/10/2021
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1- En 1938, con el Acuerdo de Munich, el premier Chamberlain permitió que Alemania invadiera los Sudetes. A cambio de esa barbarie, Chamberlain consiguió la garantía alemana de que nunca, jamás, haría otra barbarie. Pongamos, invadir Polonia. De lo que se desprende que asumir la barbarie, a cambio de que la barbarie cese, es uno de los métodos más inocuos contra la barbarie. Y, sin duda, el favorito de la barbarie. Pues bien, en la cumbre europea que se ha desarrollado en Bruselas esta semana, Merkel ha evitado emitir una fórmula ante la barbarie que no sea la de Chamberlain. Es decir, ha permitido a la propia Polonia que invada Polonia.
2- Está en juego en Europa la vuelta del Estado nacional, ese bicho que nunca se fue, y que nos debe varias copas. Está en juego la fórmula chorrocientos países, dos sistemas, y uno muy chungo, o la fórmula chorrocientos países y un solo sistema: el Estado de Derecho. Y, en este minuto del partido, los europeos del XX parecen ganar a los post europeos del XXI. Al menos, todo apunta a ello, no habrá en Alemania una beligerancia sobre el tema, lo que limita la beligerancia anunciada por la Comisión en este tema.
3- Lo iliberal parece adoptar formas, posibilidades y tolerancias. En todo este conflicto, el caballo de batalla –o el caballo que no irá a la batalla, que ya veremos– es la independencia judicial y su sometimiento al sistema judicial europeo. Lo que es una partida que afectará a toda Europa. Pero, glups, mucho más a los Estados con una independencia judicial menos rotunda, y con una idea soberanista de la justicia. Afectará, por tanto, al país favorito de la Divina Providencia. Lo que conduce este artículo a Esp. Zas.
Asumir la barbarie, a cambio de que la barbarie cese, es uno de los métodos más inocuos contra la barbarie. Y, sin duda, el favorito de la barbarie
4- El flamante exdiputado Alberto Rodríguez es el punto humano en el que se ha producido el primer gran choque entre lo hispano-polaco y lo hispano-europeo a través del judicial. El caso Rodríguez era un caso más del pack de casos que estaban en el aire antes de la pandemia, y con los que el Judicial iba a practicar el conflicto judicial contra el Ejecutivo, estilizado en su Vicepresidencia. En modo Lula, pero a través de unos modos muy tímidos para Brasil, si bien muy extrovertidos para la Europa no polaca. El caso Rodríguez ha sido el único en culminar en sentencia. Si bien para ello ha sido necesario un notorio esfuerzo: el caso se solventó con un juicio extraño –fue fundamental el testimonio, inverificable, de un policía– y una sentencia extraña, en la que el acusado fue condenado con muy escaso peso de la prueba. Es otra sentencia que acabará en el TEDH. Algo que no es escandaloso por sí mismo. A saber: a) el TEDH está para esos excesos, y b) Esp tiene un buen balance en el TEDH, con una media decorosa de casos. Es decir, hasta hace poco. Lo que habla de un reciente cambio en Esp.
5- Lo que nos lleva a un inciso. El juicio de Rodriguez es una sincronización extraña de policía y judicial. Algo que parece programático, si pensamos que la primera gran sincronía de ese tipo es el discurso de FVI, el 3-O de 2017. En ese discurso, con el que se pretendía detener un hipotético peligro que nunca existió en la gravedad anunciada, se obvió y justificó la violencia del 1-O –esto es, unos mandos policiales desobedeciendo las órdenes del TSJC y actuando a su bola; se dice rápido–, y se dio el pistoletazo de salida para que el TS se pusiera las pilas. Ese alineamiento de los planetas policial, judicial, real, y PP –Rajoy, hasta que le llegó el discurso del 3-O, que refrendó, estaba por enfriar la cosa– explica la capacidad de FVI de alinear. Una capacidad de dar órdenes a diversos planetas –como el malo en Star Wars– no contemplada en la CE78, y que explica qué y quiénes son el Deep State. No es muy Deep. Son planetas que salen por la tele a diario. El alineamiento explica, a su vez, los mitos alineados. Explica, vamos, el Constitucionalismo. Tiene que ver con la Unidad Nacional. Concretamente con el canon de unidad, etc., formulado en la Restauración. Una idea mítica y contrapuesta a la democracia, decadente y agotada muchos años antes de 1931, que el franquismo, simplemente, revitalizó a lo bestia. Y que, desde los noventa, revitaliza el Constitucionalismo. Aquel discurso polaco, de una forma u otra, le saldrá muy caro a su emisor y a sus planetas. O nos saldrá muy caro al resto. Fin del inciso.
6- Las sentencias emitidas por el TS que acabarán en el TEDH están ganando –conforme se acercan últimamente a tramos que deberían ser solucionados en la política– intensidad, categoría y frecuencia. Lo que señala cierta voluntad por parte del TS, ese sitio al que se accede por un CGPJ bloqueado por PP. Indica que el TS no teme su politización, ni el consecuente enfrentamiento con Europa. Debe confiar en transformar los posibles y presumibles reveses del TEDH en ataques a la soberanía de la Justicia esp, à la polonaise. Transformar los capones que vendrán del TEDH –en el caso Rodríguez, serán notorios, y se escucharán en Anchorage, Alaska– en guerra cultural del nacionalismo. La sentencia a Rodríguez, y esto es importante, mucho, no fue por unanimidad. Hubo votos particulares. Dos. Lo que explica que hay turbulencias en el Lado Oscuro de la Fuerza. La politización de la justicia, que parece un paseo, no está siendo un paseo. Es tremendamente violenta, y tiene repercusiones y objeciones éticas.
7- Ese inicial ataque al Ejecutivo ha quedado solidificado en un ataque al Legislativo. La sentencia –una joya– especifica una condena inicial de 45 días, sustituida por una multa –540 pepinos– y una inhabilitación para el derecho de sufragio pasivo –el derecho a presentarse a unas elecciones, vamos–. No señala ninguna otra inhabilitación para el cargo. Sin embargo, el TS ha exigido el cese del diputado Rodríguez. Algo que no puede exigir desde su sentencia, y que supone un enfrentamiento –ataque, sería la palabra– sin precedentes con el Legislativo. Es importante, no obstante, ver cómo la arbitrariedad polaca del TS ha sido admitida como animal de compañía en este caso.
8- El TS insistió al Legislativo para que se cumpliera la sentencia –de la que no se desprendía inhabilitación alguna–, momento en el que los letrados del Congreso estuvieron a la altura. Defendieron al Legislativo frente a la intromisión del Judicial. Con todas las letras. Esto es, personas que –fijo– no votan al POUM, hicieron una lectura del asunto que satisfacía la autonomía parlamentaria y la división de poderes. La legalidad. Lo que vuelve a explicar que el combate, feroz, entre reaccionarios polacos y conservadores liberales existe.
La querella de UP ha ido perdiendo épica e intensidad. En todo caso, y siendo política, con el abuso a un diputado no se puede hacer política, que es lo que esa querella va pareciendo
9- Al parecer, hubo cierta conciencia, en PSOE y en UP, de que el asunto, un ataque grueso al Legislativo, pretendía afectar a la línea de flotación del Ejecutivo, cuyos partidos debían, por tanto, permanecer unidos en la defensa de Rodríguez. Antes de una reunión de la Mesa, el jueves, en la que se tenía que decidir sobre el asunto, se comenta que Felix Bolaños, ministro de la Presidencia y el anillo que une a PSOE, su GP y Moncloa, telefoneó a varios all-stars, entre ellos a Batet, para comunicarles ese estado de ánimo ecuménico y unitario. De ser así, ese sería el último momento en el que esa unidad PSOE-UP existió.
10- Diversas filtraciones hablan de la reunión de la Mesa, en la que se perdió la unidad. Y el decoro. Aluden a una gran tensión. Al hecho de que los miembros constitucionalistas señalaron que, en el caso de que la presi Batet no asumiera el deseo del TS, incurriría en “un Forcadell”. Es decir, se la amenazó con pena de cárcel –factible, por otra parte, tal y como está el patio polaco–. La reunión, un punto de inflexión en la situación de Rodríguez –se ganó tiempo, se perdieron ganas– finalizó con un escrito en el que solicitaba al TS que volviera a explicar su voluntad. Es decir, Batet, primera autoridad del Legislativo, rectificaba. Renunciaba a utilizar el derecho, a defender una lectura de él, en tanto aún disponía de opciones, incluso de astucias –una de ellas, suspender al diputado durante un tiempo–, varias casillas anteriores a la obediencia, pero también a la desobediencia, y a la consecuente demanda judicial de PP-Vox-C’s. Según algunas fuentes, mientras el escaño de Rodríguez flotaba, Batet afirmó que era partidaria de hacer lo que el TS pedía. Batet optaba por el modo Chamberlain. En 24 horas Rodríguez dejó de ser un cargo electo –esto es, sufrió un abuso que también sufrieron sus electores–. Se cruzaba una frontera. Un tanto alegremente. Y con suma facilidad. Sin combate democrático.
11- Es importante saber si la decisión de ceder los Sudetes fue de Batet. O de más arriba. El anterior fin de semana se celebró el Congreso del PSOE, en el que se fijaba como prioridad la estética. Concretamente, la de los ochenta. Se amnistió hasta el gato, se supone que con una sola condición, más de los ochenta que las hombreras o la reconversión industrial: quien se mueva no sale en la foto. ¿Batet se movió u obedeció? ¿Condicionó su decisión a ser amiga personal de Marchena? ¿Una amistad puede lesionar el Estado de Derecho? ¿Puede hacerlo la decisión de un superior? ¿Los presis de un parlamento tienen superiores políticos? Todo ello lo veremos en breve, en la foto con o sin Batet. En todo caso, no estamos en los ochenta, y el PSOE, me temo, carece de léxico para hablar de la época. Carece de léxico –la batetidad explica eso– para dibujar lo polaco por aquí abajo. A ver si lo tiene para la crisis climática, de combustibles, de suministros. Y de contenedores ardiendo.
12- No se produjo la temida querella del pack PP. Pero a las pocas horas UP anunciaba una querella a Batet. Por prevaricación. La querella ha ido perdiendo épica e intensidad con el paso de las horas. En todo caso, y siendo política, con el abuso a un diputado no se puede hacer política, que es lo que esa querella va pareciendo. El penúltimo acto de la querella ha sido su transformación, hace escasas horas, en querella particular de Rodríguez a Batet. Que, informa eldiario.es, era desconocida por el propio Rodríguez, que finalmente ha abandonado Podemos. Señalando el camino –me cae bien ese tipo–. El camino no es la judicialización de la política. Esto es, lo pretendido por el Constitucionalismo. Es su contrario: el uso del derecho, de la beligerancia también legal, de cierta unión del no-constitucionalismo, y del combate democrático y profundamente ético contra la –la palabra es– barbarie, esa cosa que nunca se contenta con los Sudetes. O con Rodríguez. Cuando un político progresista se aleja de la ética y el enfrentamiento democrático, y cede ante Polonia, debe irse, pues ha fallado en una pregunta de parvulitos. Rodríguez se ha ido de la política, pero debería haberlo hecho quien no le defendió. Ser presidente de una Cámara obliga a un gran compromiso con el Legislativo, es decir, con Rodríguez, con sus electores, con el Estado de Derecho. Obliga a no dejar de observar, no sin explicaciones satisfactorias, a sus letrados. En ese sentido, Batet, en efecto, hizo un Forcadell.
12+1- ¿Peligra el Gobierno de coalición? No más que siempre. Y nada, si PSOE y UP entienden que esto no es un problema del Ejecutivo, o entre partidos, sino un ataque del Judicial al Legislativo. El otro foco de tensión ulterior PSOE-UP, la calvinización de la supresión de la Reforma Laboral, a su vez, es algo que ha pasado otras veces. Pasó con el IMV, por ejemplo. Por lo que puede pasar aún más veces. Es lo que queda de la frase quién-se-mueve-no-sale-en-la-foto. Como ven, queda poco de los ochenta. Esta es otra época y otras bestias. No hay ruido de sables, sino de togas, por ejemplo.
1- En 1938, con el Acuerdo de Munich, el premier Chamberlain permitió que Alemania invadiera los Sudetes. A cambio de esa barbarie, Chamberlain consiguió la garantía alemana de que nunca, jamás, haría otra barbarie. Pongamos, invadir Polonia. De lo que se desprende que asumir la...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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